En medio de comicios y crisis política, se autoorganizan
En
medio del escándalo de corrupción que derivó en la renuncia y
encarcelamiento del ex presidente Otto Pérez Molina, la jornada
electoral del pasado domingo en este país centroamericano tuvo una
nutrida participación de mujeres.
Los resultados preliminares favorecen a la candidata de la Unidad
Nacional por la Esperanza (UNE), la empresaria Sandra Torres, para
participar en la segunda vuelta presidencial contra Jimmy Morales, del
Frente Convergencia Nacional (FCN), quien triunfó en los comicios del
domingo.
En esta coyuntura, en la que además se eligieron alcaldes y diputados
locales y nacionales, las voces de mujeres indígenas se hicieron
escuchar, compartieron sus reflexiones, y relataron la importancia de
que sus decisiones vitales no dependan de un partido político o de un
proceso electoral.
“SOMOS LAS QUE SOSTENEMOS EL PAÍS”
Durante la jornada, Irma Gutiérrez Hernández, indígena maya de la
Asociación para el Desarrollo Integral Grandeza Corazón de Mujer
(ADIURI), hizo trabajo comunitario como locutora en la radio bilingüe
“La Niña”, que transmite en FM desde las montañas occidentales del
departamento (estado) de Totonicapán, población mayormente de la etnia
quiché.
Irma habló con Cimacnoticias sobre el camino recorrido para llegar a
este día: “Capacitamos a muchas compañeras en el voto consciente;
decidir por sí mismas; así como luchamos por la autonomía también
estamos luchando para que las mujeres no dependamos de un partido
político”.
Como periodista comunitaria reconoció que el trabajo de las mujeres ha
sido vital para transformar el entorno: “Somos las que hemos sostenido
este país; en la economía hemos dado nuestro pensamiento, nuestra
creatividad; (...) lo que no se ha dado en todo Guatemala porque
primero tuvimos un gobierno militar y segundo no se da el valor que
tiene nuestro pensamiento; nos han utilizado para la estrategia de su
desarrollo, para los megaproyectos, para sus tratados internacionales
que están bien, pero muchas veces no benefician a las mujeres”.
Irma Gutiérrez detalló que en las movilizaciones nacionales del pasado
27 de agosto que propiciaron la renuncia del ex militar Otto Pérez
Molina, las comunidades quichés de los 48 cantones (municipios) de
Totonicapán –población de unos 80 mil habitantes– estuvieron presentes.
“La
población de Toto siempre pedimos que se quitara la inmunidad al
presidente”, señaló la locutora. Recordó que desde hace tres años
exigían juicio contra el gobernante, a quien se le atribuye
responsabilidad en la masacre de seis campesinos en el kilómetro 169 en
la Cumbre de Alaska –situada entre Totonicapán y Sololá–, en 2012.
“PARTICIPAMOS, PERO NO DECIDIMOS”
De los cerca de 14 millones 500 mil personas que habitan Guatemala,
según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), la
población femenina representa el 51 por ciento de la población total,
de la cual las indígenas suman cerca de 3.1 millones, siendo la etnia
maya la más numerosa.
Tras la firma de los Acuerdos de Paz de 1996 –que pusieron fin a 36
años de guerra civil–, el gobierno guatemalteco de transición impulsó
una agenda paritaria a favor de las mujeres, tarea que se realizó
principalmente a través de organizaciones de la Cooperación
Internacional.
Sin embargo, a decir de la socióloga maya quiché Gladys Tzul Tzul,
tales medidas erosionaron la decisión política que los pueblos
indígenas han ejercido históricamente por medio de los gobiernos
comunales.
Tzul Tzul, maestra en Estudios Latinoamericanos por la chilena
Universidad Alberto Hurtado y estudiosa de los sistemas de gobierno
comunal en Totonicapán, afirmó: “Después de la firma de los Acuerdos de
Paz se establecieron una serie de compromisos pensados en clave
ciudadana, acuerdos de participación, pero no de decisión; la gente en
las elecciones no decide nada, participa, pero no decide”.
La indígena maya reconoció la participación de las mujeres en la vida
política, sin embargo es crítica del discurso que ensalza el número de
mujeres votantes.
“Las señoras como mis tías comenzaron a votar apenas hace dos períodos,
todavía las mujeres no tenían su DPI (Documento Particular de
Identificación); no estaban empadronadas. Con las políticas de género
se establece una participación liberal, vía individual; probablemente
varias mujeres tuvieron acceso a una política de transferencia
condicionada donde se recibe plata (dinero) a cambio de mucho trabajo
de trámites, de registrarse, de pesar a sus niños, la mercantilización
del tiempo y energía de las mujeres a través del voto”.
Durante
la jornada electoral en redes sociales circulaban fotografías de
probables “acarreos” de votantes. Los partidos ofrecieron el transporte
desde las aldeas a los centros de votación.
Tzul Tzul descalificó la idea de que a las comunidades indígenas se les
pueda manipular fácilmente: “En el imaginario de las elecciones siempre
se dice que a las sociedades indígenas se les puede ‘acarrear’, y no es
así; no creo que las comunidades indígenas no calculen o sean engañadas
por desconocimiento, sino ellas devuelven la misma estrategia que los
partidos han ejercido”.
Al conocerse los resultados de la primera vuelta presidencial, y con el
98.92 por ciento de las mesas escrutadas por las autoridades
electorales, Sandra Torres alcanzaba 19.74 por ciento de los votos, por
lo que participaría en la segunda vuelta frente al comediante Jimmy
Morales, del FCN.
En este escenario, la indígena quiché dejó en claro que el “gesto de
género” no garantiza autonomía para las mujeres indígenas: “Mientras el
Estado pueda decidir más sobre la vida de las mujeres es una pérdida
para nosotras; hay una agenda programada desde el Estado, ser mujer en
este caso bajo la dirección de un Estado incluso puede meter más
agresivamente la agenda estatal y del mercado en la vida de nosotras”.
Fotos: Itandehui Reyes Díaz
Por: Itandehui Reyes Díaz, enviada
Cimacnoticias | Totonicapán, Guate.-
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