9/09/2015

La verdad del gobierno, no es histórica ni verdadera

Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com

Existe la verdad y existe la verdad verdadera. Esta última usualmente la establece el Estado, a partir de una composición compleja: por un lado define al mal lo que impone una verdad política que justifica la capacidad de represión, y por el otro lado, el Estado goza de una posición privilegiada, desde donde observa a toda la sociedad para determinar la verdad oficial, esa que se le impone a la historia.

Esta formulación pudiera ser perfecta, si acaso el Estado fuera un ente que objetivamente vela por el interés general, porque todos vivan bien, pero no lo es. Empezando porque el Estado se encarga de reproducir al sistema y eso implica promover los intereses de la clase dominante, y el sometimiento de los dominados, y para esto genera una verdad incontrovertible, a riesgo de enfrentar el costo de la transgresión.

Por otro lado, la imperfección de la verdad, es que aquellos que articulan las decisiones son seres de carne y hueso, con intereses muy concretos, que muchas veces se contraponen a la verdad particular, aquella que pertenece a los sometidos, luego entonces, la verdad está sesgada al acomodarse a la satisfacción de algunos, y entonces no hay más remedio que con mucha frecuencia resulte ser una verdad facciosa.

Esto viene al caso porque en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, el procurador general de justicia determinó una verdad histórica, la que se ajustaba a sus intereses personales y a los del grupo en el poder. Aunque el no definió en que sentido era histórica, podemos pensar que lo es porque se basa en evidencias suficientes como para no poder cambiar, porque para ellos la historia no cambia. Es la visión arrogante de los poseedores del poder que imponen su visión de las cosas para reproducirse en el poder.

En esto, como en muchas cosas más el funcionario estaba equivocado. La historia normalmente la escriben los vencedores, o sea el mismo determinó esa verdad y trato de imponérsela a todo mundo; como un hombre producto del sistema autoritario, sabía que el cuestionamiento sería menor, pero no contaba con que los pocos aires de libertad que recorren al país, su verdad sería cuestionada. Hoy cualquiera camina con una cámara y hay múltiples factores sociales en el mundo, que están dispuestos a incursionar en otras realidades. Se trata del principio de Justicia Universal que manejaron los españoles, la comisión internacional que tiró a un presidente corrupto en Guatemala, y un comité internacional que destrozó la precaria verdad del procurador. 

El funcionario que enfrentó la rebeldía de los familiares y de las víctimas y de la sociedad agraviada llegó a la desesperación, les espetó que ya lo tenían cansado, especialmente por atreverse a poner en tela de juicio la verdad que trataba de imponer y que lo ponían frente a la historia como marrullero y mentiroso.

Gracias a una nueva comisión internacional y no obstante los muchos esfuerzos por engañar a la sociedad, ahora resulta que la verdad no era verdadera. Que fue un simple subterfugio para engañar a la gente. En el caso de los estudiantes de Ayotzinapa el gobierno no tuvo empacho para engañar; en primer lugar lo hizo a las madres y padres de las víctimas que a su vez se convirtieron en víctimas. No hay nada más doloroso que no saber cuál es el destino de un ser querido y mucho menos cuándo se sabe que fue secuestrado por la policía que trabaja al unísono con los criminales. En Guerrero se repite el ciclo donde las víctimas tienen que sufrir un proceso de transformación, deben dejar sus actividades cotidianas y convertirse en activistas para exigir que el gobierno por lo menos les preste atención, y que cumpla con su obligación de defender a la sociedad; pero estas son batallas muy largas y desgastantes, porque ahora nos enteramos que les mienten, así la historia de revictimización se repite una y otra vez. El Estado se preocupa en primer lugar por defenderse a si mismo, y no se detiene para ello en el pisoteo de la sociedad.

El problema de las verdades es que se confrontan contra la credibilidad del gobierno, la que esta muy venida a menos. En realidad es que la gente le ha perdido la confianza a las instituciones y por supuesto, a los representantes institucionales, porque se ha confirmado que en sus prioridades están sus intereses personales y en muy bajo lugar, el bien de la nación, o ya apurados, los intereses de la patria.

Ahora tendrán que tratar de construir una nueva verdad y con ella una nueva historia, ojala que sea la de la sociedad.

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