Murillo Karam y Escobar, burla tras burla
Desnudas las mentiras, validada la hipótesis central de los hechos de
Iguala sólo por un puñado de incondicionales, es remoto que Murillo
Karam pueda ser ya ratificado por el Senado para convertirse en
embajador –un aval que está en manos del PAN y que por tanto es
posible–, pero de lo que no hay duda es que quedará sin castigo.
Murillo Karam no será procesado ni enjuiciado políticamente por los
delitos que como servidor público cometió –obstrucción de la justicia,
omisión, encubrimiento, tortura–, pero no por la supuesta amenaza a
Peña, sino porque la impunidad ha sido el estilo personal de gobernar de
éste.
Sólo la impunidad mantiene en la Secretaría de Gobernación a Miguel
Ángel Osorio Chong, responsable político y administrativo de la custodia
del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, cuya fuga puso en ridículo mundial a Peña.
Y es la impunidad la que hizo a Peña designar a Arturo Escobar como
subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría
de Gobernación. Porque –ojo– fue Peña, no Osorio Chong, quien le dio el
empleo.
Transgresor sistemático de la Constitución y la ley como líder máximo
del Partido Verde, no hay manera de que Escobar prevenga la violación
de éstas. Es como enderezar a un jorobado.
Pero por más que organizaciones sociales exijan a Peña que
reconsidere el nombramiento de Escobar y se acumulan firmas de
ciudadanos que se niegan “a que nuestros impuestos sean usados para
retribuir a un personaje que no cuenta con los méritos ni la capacidad
necesarios para el desempeño de la función que se le está encomendando y
que, además, es representante del partido político que históricamente
más ha violado la ley y que debió haber perdido su registro”, la
arrogancia se impone: Escobar seguirá.
Cuando Escobar llama “premio” a su nombramiento es porque así es:
Peña lo premia porque, sin la inconstitucional e ilegal campaña del
Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el PRI –con sus 202
diputados– no tendría ninguna posibilidad de ser mayoría, así sea
raquítica.
Los 47 diputados del PVEM, varios de ellos confesos priistas –en
realidad iguales unos y otros–, sumaban 250 antes de anularse la
elección en un distrito de Aguascalientes, pero con los 11 de Nueva
Alianza, el partido de la defenestrada pero multimillonaria Elba Esther
Gordillo, garantiza que los priistas harán las reformas que les dé la
gana, no habrá ninguna si no les gusta y sin ellos cualquier petición de
juicio político irá al caño.
Y peor: Peña y el PRI –Manlio Fabio Beltrones– tienen un nuevo
aliado: El Partido Encuentro Social, cuyo coordinador de sus ocho
diputados es Alejandro González Murillo, sobrino justamente del
exprocurador Murillo Karam.
¿Cómo al menos enjuiciar políticamente al autor del montaje de Iguala, como plantea la jurista Layda Negrete en http://horizontal.mx/murillo-karam-juicio-politico/ si
en la Cámara de Diputados no existe ni una mayoría para instar la
Sección Instructora y si su sobrino está ahí como diputado custodio?
Ya lo declaró el propio González Murillo: Encuentro Social apoyará a
Peña y a su gobierno, “porque si al presidente le va bien, nos va bien a
todos”.
Ajá…
Comentarios bienvenidos en Twitter: @alvaro_delgado
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