PRIMERA PARTE
Rumbo al centenario del 1er Congreso Feminista de México
Por: Mtra. Georgina del Carmen Rosado y Rosado**
Las
precursoras del feminismo en Yucatán no eran sumisas, dormían en
hamacas, pero no esperaban la llegada de un salvador. Ilustradas
yucatecas, profesoras liberales pertenecientes a las clases medias,
tenían su propio camino en la lucha por el reconocimiento de sus
derechos, sus propias prioridades y estrategias para lograr sus
objetivos.
El Movimiento feminista yucateco no se puede explicar sin considerar el
contexto sociocultural y político en el que surgió o sin tomar en
cuenta sus nexos con los grupos de poder y corrientes ideológicas con
las que crearon y recrearon sus discursos. Las mujeres que lucharon por
sus derechos tampoco pueden considerarse simples receptoras de las
intenciones de las facciones políticas del Yucatán de finales del siglo
XIX y principios del XX.
Una de las corrientes ideológicas y de práctica política que influyeron
en el pensamiento de las precursoras del feminismo yucateco fue el
liberalismo, difundido y fomentado a través de las logias masónicas,
entre 1872 y 1911 y que defendían la secularización de la sociedad y el
laicismo.
Sin embargo, las logias masónicas pusieron en el centro de la humanidad
al hombre y a la mujer bajo su tutelaje, frenaron y limitaron la
participación femenina al impedirles llegar a los más altos grados y
creando para ellas organismos tutelados llamados “paramasónicos”.
Paradójicamente, en su intento por liberarlas del yugo de la Iglesia,
incorporarlas a la ilustración y encaminarlas al progreso, crearon las
condiciones para que cuestionaran su propia posición en la sociedad.
En Yucatán, bajo sus principios del ejercicio de la razón, la libertad
de conciencia y la tolerancia de cultos, las logias masónicas
adquirieron gran importancia, debido a su número y porque sus
integrantes pertenecían a las elites económicas, o a las clases medias
acomodadas, que participaban en los debates de la influyente prensa
local.
Con Salvador Alvarado en la gubernatura, sus hermanos masones, que eran
funcionarios de su gobierno, legisladores y líderes obreros, vieron
inclinarse la balanza a su favor, en su lucha contra los conservadores y
los liberales moderados beneficiarios del gobierno de Porfirio Díaz.
Y en esta lucha se dio el encuentro con las precursoras del feminismo,
participantes y organizadoras del Primer Congreso Feminista de Yucatán,
celebrado del 13 al 16 de enero de 1916, convocado por el gobernador
Salvador Alvarado.
MASONAS Y FEMINISTAS
El vínculo entre la masonería y las pioneras del feminismo en Yucatán se
explica por las relaciones de parentesco o vínculos personales de estas
mujeres con masones, quienes las consideraban “hermanas” y eran
nombradas en sus liturgias como “Las hijas de Eva”.
Entre estas “hermanas” están Gertrudis Tenorio de Zavala, fundadora,
junto con Rita Cetina, de la Sociedad la Siempreviva, quien era nieta de
Lorenzo de Zavala, liberal promotor de las primeras logias masónicas de
Yucatán. También la profesora Consuelo Zavala , fundadora de la primera
escuela privada laica para niñas en Yucatán y presidenta del Comité
Organizador del Primer Congreso Feminista, descendiente directa del
Lorenzo de Zavala.
Está también Beatriz Peniche Barrera, una de las primeras tres mujeres
electas como diputadas del país, hija de Primitivo Peniche, liberal
constitucionalista y prominente masón yucateco, quien fue nombrada por
el general Salvador Alvarado, pese a su juventud, directora de la
Biblioteca Manuel Cepeda Peraza.
Y Elvia Carrillo Puerto, una de las impulsoras del feminismo yucateco,
quien era hermana de otro masón, el gobernador socialista Felipe
Carrillo Puerto.
Antes de ellas, en los años 60 del siglo XIX, la escritora Laureana
Wright de Kleinhans se unió a la masonería, convencida de que era una
vía para defender –como había publicado en Violetas del Anáhuac, primera
revista feminista publicada en México- la educación femenina y la
igualdad intelectual entre hombres y mujeres. Sin embargo, se alejó de
la masonería, por considerar que los ritos Escocés Antiguo y Aceptado y
el Rito de York excluían a las mujeres.
MASONERÍA DE DAMAS
Desde finales del siglo XIX existían varias figuras promovidas en Europa
para que las mujeres participaran en la masonería, como el rito llamado
de Adopción o Masonería de Damas, dentro de los Centros Paramasónicos
Femeninos, patrocinados por las logias masculinas.
Entre 1888 y 1891, el masón yucateco Ermilo G. Cantón fundó dos logias
de mujeres bajo el amparo de la Gran Dieta de México, llamadas “María
Alarcón de Mateos”, n. 27, fundada antes de 1890, y “Josefa C. De
Cantón”, el nombre de su primera esposa. Su madre y su segunda esposa
eran también masonas y en 1894 publicó “La mujer y la masonería” donde
defendía la existencia de las logias de señoras, para “combatir el
dominio del ave negra de Roma y sus secuaces los hijos de Loyola” (…)
que exageran y divinizan la Mariolatría”.
Entre 1892 y 1894 funcionaban en México 21 logias masónicas de mujeres
en 12 estados de país, entre ellos Yucatán. Sin embargo, debido a
presiones de logias extranjeras, fueron declaradas irregulares y
“abatieron columnas” (dejaron de funcionar), pese a la oposición de
muchos masones, que fueron expulsados por desobediencia.
Pese a esto, en 1889 se editó una liturgia para el funcionamiento de las
logias Capitulares de Adopción, formada, mandada a observar por el
Supremo Congreso del Rito Antiguo, Aceptado y Escocés en la República
Mexicana, e impresa en Toluca.
El documento muestra el claro y explícito tutelaje al que estaban
sometidas las mujeres en las logias, ya que no se les permitía acudir
solas o con otras mujeres, sino exclusivamente acompañadas de parientes
masculinos (padre, marido, hermano o hijo). También revela el carácter
patriarcal de las logias el hecho de que no podían obtener los más
altos grados y sólo les permitían llegar hasta el grado 14 de los 33
posibles.
En contraste, la liturgia hay elementos que promueven el rompimiento de
las mujeres con Iglesia Católica Mexicana, así como una nueva mentalidad
afín a la verdad científica y, por tanto, a la libertad de conciencia
para cuestionar todo orden establecido.
Aunque la posición de los masones sobre la relación entre los géneros
distaba de ser feminista, sí representaba un avance respecto a los
discursos conservadores que sostenían la inferioridad de las mujeres,
como revela un pasaje de la liturgia, que incluso habla de igualdad de
derechos entre los géneros:
“La naturaleza abre para vos, querida hermana, sus brazos amorosos; no
sois paria despreciada por la sociedad; no sois cosa hecha para el
capricho y veleidad del sexo fuerte; sois un ser independiente por la
instrucción y por la industria. Trataréis de igual a igual con el
hombre; porque vuestro derecho es igual al suyo: y si por vuestro sexo
estáis sometida a mayores sufrimientos, éstos serán motivo para mayores
consideraciones, que seguramente os serán concedidas con la mejor
voluntad, en proporción de vuestro mérito”.
También resalta la importancia que Las Hijas de Eva daban a la
instrucción y a la industria, es decir, al trabajo productivo y
artístico, en contraste con la visión de Las Hijas de María o
congregaciones marianas, quienes practicaban la imitación de la Virgen
María y la promoción del apostolado en la familia y la sociedad,
mediante la caridad.
Dice el documento masón: “Hermanas que habéis acompañado a nuestra nueva
Hermana… instruidla de que necesita dedicarse al ejercicio de alguna
profesión, arte u oficio, útiles a la sociedad, según su actitud y
recursos, para que nos diga cuál elige”.
Los masones yucatecos consideraban importante que sus esposas, hijas y
familiares femeninas se instruyeran bajo los preceptos del liberalismo
ilustrado y se liberaran del tutelaje de los frailes, aunque también
querían convertirlas en mejores esposas y madres, para que contribuyeran
dentro y fuera del ámbito familiar, al progreso del género humano”,
como dice la liturgia del Rito Nacional Mexicano:
(…) “La regeneración no llegará, mientras se tolere que los labios
mientan, mientras se tolere que la religión oprima y se imponga en
nuestro hogar por un desconocido; mientras no abatamos la ambición y la
hipocresía, no emancipemos de la tutela del fraile a esa sublime y bella
matrona, alma máter del género humano, que llamamos mujer. ¡Guerra
eterna a todos los explotadores de la conciencia humana!”.
* Este artículo fue originalmente publicado por el periódico ¡Por esto!, de Yucatán.
**Académica del Centro de Investigaciones Sociales, del Centro de
Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguch", en la Universidad
Autónoma de Yucatán. Autora de los libros “Deshaciendo nudos” y “Mujeres
en tierras mayas”.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Mérida, Yuc.-
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