SEGUNDA PARTE
Rumbo al centenario del 1er Congreso Feminista de México
El
anticlericalismo masón de finales del siglo XIX y principios del XX
promovió, desde las esferas del gobierno, las escuelas laicas para
niños, pero también para niñas. Esto facilitó el surgimiento de un grupo
de mujeres ilustradas, muchas emparentadas con los liberales masones,
que promovían el pensamiento científico.
Esto representó gran ventaja para la lucha emancipadora de las mujeres, ya que lograron obtener de este modo una profesión, un lugar preponderante en el espacio público y autonomía en sus ingresos económicos.
Las mujeres yucatecas ilustradas, con intereses diferentes a los de los masones de su época, pero ligadas a ellos por parentesco y afinidades ideológicas, empezaron a cuestionar su papel en la familia y en la sociedad gracias, entre otros factores, a su actividad de profesoras en los liceos, a su participación en sociedades culturales donde tenían acceso a los periódicos, revistas nacionales y extranjeras, y al intercambio epistolar con mujeres de otras partes del mundo.
Por eso se entiende que, a finales del siglo XIX y principios del XX, en Yucatán una generación de mujeres ilustradas, educadoras y promotoras de las bellas artes, vinculadas a los políticos liberales, la mayoría masones, iniciara el proceso de deconstruir lo que hasta ese momento se consideraba la esencia y el deber ser femenino.
SIEMPREVIVA, REVISTA Y LICEO
Ejemplo de esta generación es el del grupo de maestras que conformaron, junto con la profesora Rita Cetina, la organización que fundó la revista Siempreviva y el liceo de niñas con el mismo nombre.
No fue un caso aislado, ya que otras mujeres abrieron escuelas gratuitas y laicas para niñas en las pequeñas ciudades y villas del interior del Estado, con lo que influyeron en las nuevas generaciones a través de la educación, en proyectos editoriales, en la promoción de nuevas doctrinas, como integrantes de sociedades culturales y, por supuesto, en la construcción de proyectos laborales para su género.
Se fundaron en esa época diversas sociedades culturales, apoyadas por masones, en la capital y en las poblaciones más importantes del estado, con el fin de promover actividades como la creación literaria y la lectura, puestas en escena y veladas musicales, así como bailes y fiestas, dirigidas a la clase media y alta. También se discutían temas como la condición de las mujeres, a quienes llamaban “Hijas de Eva”.
Fue en la sociedad “Progreso y Recreo”, ubicada en Espita, donde las mujeres fueron aceptadas como socias. En el conmovedor discurso de aceptación se las reconoció como iguales, al menos en el aspecto de su capacidad intelectual y en cuanto a sus derechos de participar en las doctrinas liberales que se discutían y promovían en dicha sociedad:
“¿Por qué no aceptarlas? Acaso por su condición de mujer, no tienen el supremo derecho de disfrutar también y de participar de las sabias doctrinas que lanzan a los cuatro vientos la Sociedad… ¿Acaso no tendrían el criterio y suficiente alcance intelectual, para aportar sus conocimientos? Nada de eso, entendemos que la mujer tiene también capacidad para tomar parte en las actividades humanas”.
LITERATAS, MAESTRAS Y FEMINISTAS
No fue casual, entonces que en Espita las mujeres dirigieran y administraran una revista mensual literaria, cuyo primer número apareció primero de agosto de1912: “Arpa Eolia”, dirigida por Pilar Fontanilles de Rueda, quien era también directora de la Escuela “Manuela Olivares” y esposa de José Rueda Ontiveros, director y gerente del semanario local “El Demócrata”.
Años después, la directora de la revista Arpa Eolia formó parte del Comité Organizador del Primer Congreso Feminista de Yucatán, realizado en 1916, como responsable de estudiar y aprobar los trabajos que se presentaron.
Escribía Rita Cetina: “Tratar, pues de difundir ese amor al estudio y a la caridad; de trabajar entusiasmadas a pesar de nuestra debilidad, porque la mujer salga completamente de la esclavitud de la ignorancia y entre con paso lento, pero firme, en el sacrosanto templo de la verdad y de la ciencia; ese es nuestro objeto”
Más claramente liberales no podían ser sus palabras: luz, verdad, templo, ciencia, trabajo, pero también caridad, tal como las liturgias masónicas demandaban a las mujeres de la época.
Podríamos afirmar que las profesoras y literatas yucatecas formaron el sector de mujeres de donde surgió el feminismo yucateco, e impulsaron importantes cambios en las concepciones sobre el ser y deber femenino. Esto, pese a las pugnas entre los grupos de poder entre el sector eclesiástico y los discursos liberales del Estado.
De esta forma, salidas de las logias masónicas, apoyadas por Eligio Ancona y por el vicegobernador Carlos Peón Machado, se crearon las organizaciones “El Conservatorio”, así como “La Emulación”, cuyo propósito era fundar un liceo para niñas y establecer un colegio bajo el concepto de “libertad de conciencia”. Posteriormente, el 4 de septiembre de 1905, el Colegio Consuelo Zavala fue fundado como laico y mixto.
Durante todo el Porfiriato, en Motul, Progreso, Izamal, Valladolid, Tizimín, Espita, Hunucmá, y en numerosas comunidades más en el estado, se abrieron centros educativos donde un grupo de mujeres ilustradas salió de sus hogares para formarse en los liceos, impartir cátedras y lograr su independencia económica.
En 1901 funcionaban en el estado 203 escuelas primarias de varones y 131 de niñas, un buen número de ellos dirigidos por mujeres. Y en estos proyectos sobresalieron nombres como el de Ángela González Menéndez de la Peña, quien fue directora del liceo de niñas en Izamal en 1875 y más tarde del Valladolid y en 1888 fundara en Progreso el liceo “Martina Marín”9.
CONGRESO FEMINISTA, ¿POR QUÉ EN YUCATÁN?
Dos hechos importantes explican que fuera en Yucatán, y no en otra parte de México, donde se realizó el Primer Congreso Feminista: la existencia de un grupo de mujeres yucatecas ilustradas vinculadas a grupos liberales que pugnaban por transformar las concepciones sobre el ser y deber ser femenino, y la llegada del General Salvador Alvarado a Yucatán, masón liberal que al llegar a la Península incorporó en su equipo de gobierno a sus hermanos yucatecos, con los que compartía los mismos principios ideológicos y un discurso revolucionario.
El Comité Organizador del Congreso estuvo formado por profesoras, entre ellas: la presidenta Consuelo Zavala Castillo y la vicepresidenta Dominga Canto Pastrana, fundadora de la segunda escuela laica para niñas. Su nombramiento se hizo, tampoco casualmente, en la Escuela Central Civil de niñas el 13 de noviembre de 1915, lugar donde se realizaron gran parte de las reuniones para la organización del Congreso.
Todas ellas mantenían un pensamiento liberal, defendían la laicidad, la autonomía económica y la educación científica de las mujeres, como medios para lograr su emancipación, aunque temas como el sufragio femenino y la libertad sexual no aparecían entonces entre sus prioridades.
Para a celebración del Congreso, el Comité Organizador pidió al Departamento de Educación Pública la suspensión de clases en todas las escuelas del estado, para que las profesoras pudieran asistir.
* Este artículo fue originalmente publicado por el periódico ¡Por esto!, de Yucatán.
**Académica del Centro de Investigaciones Sociales, del Centro de Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguch", en la Universidad Autónoma de Yucatán. Autora de los libros “Deshaciendo nudos” y “Mujeres en tierras mayas”.
Archivo CIMACFoto
Por: Mtra. Georgina del Carmen Rosado y Rosado**
Cimacnoticias | Mérida, Yuc.-
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