México
DF., 02 jun. 15. AmecoPress.- El próximo domingo, en las elecciones en
17 entidades del país, nos dirán si conseguimos que el cambio de ley,
las sentencias y la organización de las mujeres, al fin, lograrán
irrumpir el poder local, a donde llegamos en 1922 pero que se detuvo.
Hoy no hemos conseguido más que el siete por ciento de las alcaldías y el 25 por ciento de los escaños en los congresos locales.
Hoy
el mandato constitucional para que los partidos políticos pusieran en
sus listas de candidaturas al 50 por ciento hombres y 50 por ciento
mujeres, nos permite ampliar la mirada. Es el comienzo del verdadero
camino: la paridad electoral en la gobernanza de los municipios y los
congresos locales.
Por eso es
importante la reforma, con la cual no se puede simular, porque esta vez
hay sanción. Si los partidos no cumplieron con sus listas de hombres y
mujeres al 50 por ciento, se les revocó su inscripción y tuvieron que
hacer los cambios. Eso sucedió claramente en algunas entidades; hay
otras artimañas, claro que las hay, pero por el volumen de candidaturas
su efecto se atempera, sin dejar de tener trascendencia. Lo más
importante ha sido la vigilancia de las mujeres, la alerta contra la
ilegalidad y los mecanismos de protesta y visibilidad.
Los partidos,
sus dirigencias, se han visto en problemas; otros han manipulado la
asignación de los sitios para las mujeres, eso sí, pero ojo, por última
vez, porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
(TEPJF) resolvió con una triada de jurisprudencias, prevenir que ello
suceda a partir de la elección de 2016 en adelante.
El año próximo
habrá elecciones en 12 entidades del país que elegirán gubernaturas,
congresos y municipios. O sea la batalla es continuar y asegurar paridad
vertical y horizontal en los municipios que, por acuerdo del TEPJE, es
obligatoria en 2016, como lo es en la elección del próximo domingo en
cuatro entidades: Estado de México, Tabasco, Nuevo León y Querétaro. No
es poca cosa.
Me insistirán
en varios asuntos. No me gusta el aura victimista y menos si nos
quedamos en el tema electoral, me dirán que muchas mujeres fueron
enviadas a distritos perdedores o municipios sin importancia; me dirán
que en algunos casos, en lugares donde fueron descubiertos los
chanchullos, los dirigentes pusieron a quienes quisieron; que siguen
siendo dueños de las candidaturas, que luego tratarán de manipular. La
diferencia es que ahora las mujeres no se dejan. Esa es la diferencia.
Les cuento que
algunas políticas que fueron desestimadas, aunque tienen una larga
carrera política y de representación popular, denunciaron que se
eligieron a otras mujeres, muchas parientas, para resolver las
revocaciones, para sustituir el chanchullo y dijeron más.
Que esas
acciones eran bajo sospecha. Claro que sí, es un procedimiento
antidemocrático, así se llama, o caciquil, pero no obstante en la tarea
de dar seguimiento, no quitar el dedo del renglón, de hacer y decir
durante 20 años de cuotas, tenemos que reconocer las dificultades
internas, incluso, entre las mujeres que militan por la causa.
Otras muchas
militantes partidarias no entienden, son parte del problema y no de la
solución. Algunas mujeres no importa el partido al que pertenezcan, son
conservadoras: las vi actuar contra el aborto el vienes en Morelos, del
PRI, del PAN, de Convergencia Democrática y del Partido Humanista. Nos
falta mucho, es cierto.
Pero soy
optimista. Eso que sucede es lo de menos. Si pensamos que hemos ido muy
aprisa, exitosamente. De 1824 a 1922, hay 98 años, es decir de la
primera petición del voto a la sanción jurídica de los derechos
ciudadanos en Yucatán, durante el gobierno de Felipe Carrillo Puerto; de
1922 a 1946, apenas fueron 24 años para lograr el voto municipal para
todo el país; entre 1946 y 1953, fueron siete años, para el acuerdo del
voto universal.
Ver los sucesos
desde perspectiva histórica resulta muy interesante y nos ayuda a
comprender, y si lo ponemos en la vida de las mujeres tendremos que
decir que quienes nacieron en 1922 pudieron disfrutar del derecho a
votar y ser votadas, según la reforma constitucional de 1953, y votar
por primera vez en elecciones federales en 1955.
Sin embargo, lo
cierto es que después del voto universal fuimos muy lentamente, a
pequeños pasos: pasamos del 5 al 9, luego al 12 y más adelante
retrocedimos al 10 y posteriormente alcanzamos el 16 por ciento en el
Congreso; lentamente en los puestos y elecciones locales, tanto que
ahora apenas tenemos el 25 por ciento promedio de mujeres en los
congresos locales.
Y no digamos
las gubernaturas, apenas 6 en 60 años. En Aguascalientes, para vergüenza
histórica, nunca ha habido una senadora y apenas tenemos mujeres como
primeras concejalas en el siete por ciento de los municipios. ¡Pero ojo!
Hay que tomar nota, hay que decirlo: en menos de 10 años pasamos del
3.5 al siete por ciento.
¿Y por qué?
Porque no hay que exagerar ni olvidar. El proyecto SUMA, encabezado por
Patricia Mercado, financiado por INMUJERES y ONU Mujeres, en los últimos
años, fue una acción poco valorada, logró recorrer el país incentivando
a gobiernos, partidos y a las mujeres para ampliar con medidas
políticas y legislativas la participación de las mujeres en los procesos
locales. Desde luego ha habido otras acciones, menos trascendentes, con
menos dinero y posibilidades. Esta de SUMA fue fundamental. La pregunta
es ¿por qué se abandonó?
O sea nada es
por generación espontánea. Y, el gran jalón, apenas hace seis años o un
poco más es del Grupo Plural, en el que participan muchas mujeres de
SUMA o coincidente con esa organización, mismas que consiguieron poner
en evidencia lo de las “juanitas” y la violación de los estatutos por
parte de los partidos políticos. Estas acciones del grupo Plural, de sus
integrantes, su tesón y su conocimiento fueron determinantes. Hoy en la
Cámara de Diputados hay 37.3 por ciento de curules ocupadas por mujeres
y subió a más de 30 por ciento en el Senado; impactó cámaras locales y
lo de las alcaldías va en crecimiento.
Por eso la
paridad no es una entelequia ni mucho menos. Llegar ahí es parte de un
proceso con estrategia de mujeres, algunas en ello por más de 25 años,
otras herederas de los años treinta y algunas más convencidas y
militantes. Inquebrantables, no dogmáticas. Históricamente juntas
siempre avanzamos. Algunas sí lo saben.
¿Qué no todo es
maravilloso? Por supuesto, claro que sí. Nada es perfecto. Es más no
podemos desentendernos de la corrupción, del machismo y del
patriarcalismo. De todos modos el reto es que este 7 de junio se rompa
la inercia en el poder local.
Si es así. A
todas nos toca. A ellas en la gobernanza contribuir a la democracia. A
nosotras presionar para hacer realidad la agenda de las mujeres, la
agenda de la democracia, de la no violencia, del rescate de las niñas y
mujeres del abuso y la trata; de las defensoras de los derechos humanos,
de la plenitud de los derechos sexuales y reproductivos, de la
interrupción legal del embarazo y de una real cruzada contra el hambre y
la pobreza, pasando por defender los derechos laborales y de libre
expresión las mexicanas. Esperamos con ansias el 7 de junio.
Foto: Archivo AmecoPress.