8/29/2015

Programa Tiempo de Mujeres en CFRU la radio universitaria de la ciudad de Guelph sabado 29 agosto 2015

Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
en Ontario, Canadá
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
Noticias de Género en la Red

Género en la mira con
 Daniela Villegas
de vacaciones por motivos academicos

 uno de los temas recurrentes de este programa son los estereotipos y e lenguaje sexista en los medios de comunicación, usar el micrófono o una imagen para denostar, discriminar, criminalizar entre otras cosas a una persona que por lo general no tiene la oportunidad de ser escuchada ni defendida, no puede llamarse periodismo de información, carentes de respeto y ética las palabras son utilizadas para justificar hechos que son injustificables como la violencia contra las mujeres, cansadas estamos de ver reportes “informativos” de feminicidios justificados en palabras de algo que no se puede llamar periodismo, el uso de los lenguajes que hacen los medios no sólo justifica al asesino y maltratador, sino que, además sutilmente a veces y descaradamente otras criminaliza, violentando doblemente a las víctimas, hay una tarea pendiente al redactar las noticias, pero también hay una tarea pendiente de parar la violencia ejercida desde estos medios con notas llenas de misoginia, racismo, discriminacío que solo genera mayor violencia

Y también hemos tocado ya el caso de feminicidio ocurrido en la ciudad de México en la colobia Narvarte, el mal uso de los medios en la cobertura, que justifica la violencia en documentos filtrados desde la misma institución que debería procurar la Justicia, sin ética ni respeto hacen una cobertura imparcial en donde las únicas voces que se escuchan son aquellas que criminalizan, discriminan y agreden, por eso diversas voces feministas se han pronunciado por denunciar a quienes han usado la plataforma de la comunicación para criminalizar, justificar la violencia contra las mujeres emitiendo juicios que no les corresponden como a la autoridad encargada del hecho, hoy tenemos en la voz de la periodista Lorena Aguilar dicho pronunciamiento

Y luego del pronunciamiento uno de los denunciados se pronuncio y esta es la respuesta a dicha posición en voz de la companera periodista Lorena Aguilar 

Y cuando las mujeres nos unimos podemos defender desde los espacios, los cuerpos, los derechos, del 18 al 21 de agosto se cumplió una nueva cita de articulación de mujeres en resistencia frente al extractivismo. En la ciudad de Bogotá, capital colombiana, tuvo lugar el Encuentro de Mujeres Defensoras de la Vida Frente al Extractivismo. A la cita acudieron delegadas de Ecuador, Honduras, Guatemala, Bolivia, y de diversas partes de Colombia el país anfitrión tenemos una entrevista con la activista hondureña Bertha Cáceres del COPINH sobre este importante evento


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Cuidado, el lenguaje remata


   DESDE LA LUNA DE VALENCIA



Por: Teresa Mollá Castells*


A lo largo de todo el verano han sido tantas las mujeres asesinadas por el terrorismo machista que sencillamente no se puede soportar el dolor que sentimos muchas personas.
 
Es insoportable que madres, esposas, novias, amigas de novias, niñas, niños, etcétera, hayan sido asesinadas por aquellos que dijeron amarlas y cuidarlas.
 
Sencillamente terrible y nos deja puntualmente sin aliento, como después de un puñetazo o un fuerte golpe en el abdomen. Pero es puntual insisto. Nos recuperamos ante la necesidad de seguir denunciando en público y en privado, aún con las lágrimas corriendo por las mejillas, al vil patriarcado que nos asesina por ser mujeres.
 
Esta semana comentaba con un amigo docente la necesidad de invertir en la educación a todos los niveles y desde la educación infantil.
 
Y, al tiempo, la necesidad de acabar de formar al personal docente en coeducación para que su papel sea decisivo en la formación de esas personitas.
 
Educación en valores como el respeto, la tolerancia y sobre todo a aceptar que un NO, SIEMPRE ES UN NO; a lo que él añadía “aunque sea con las bragas en las manos” en clara alusión al concejal del partido de la gaviota carroñera (o lo que quiera que sea el pajarraco que han puesto ahora) de Málaga.
 
Pero hay un factor que me preocupa mucho también y es el de los lenguajes. Y no me refiero sólo a la falta de utilización de un lenguaje que nos incluya las mujeres, que recordemos que somos más del 50 por ciento de la población mundial.
 
La falta de un uso inclusivo del lenguaje me preocupa mucho y cada día. Y sí, ya sé que ni el académico autor de “La Reina del Sur” estará de acuerdo, ni otra gente que sigue defendiendo sus privilegios y mantienen su ceguera voluntaria para continuar gozando de los beneficios que les proporciona el patriarcado más rancio que sigue manteniendo las desigualdades que vemos cada día. Entre ellas los asesinatos de mujeres y niñas.
 
Pero el lenguaje que hoy me preocupa es el que alarmantemente están utilizando los medios de comunicación y que llevan implícita la justificación del agresor o del asesino.
 
En demasiados casos es sutil e incluso benévolo con la víctima y sus familiares, pero (¡¡hay que fastidiarse!!) casi siempre “hay alguna causa que desató la muerte”. Y no, no hay ninguna causa para asesinar. Porque no matan, asesinan vilmente y en demasiados casos como hemos visto, con premeditación.
 
Y demasiados medios de comunicación utilizan esos términos para dar la noticia. La famosa expresión “apareció otra mujer muerta”. Y me rebelo. Que no, que no nos morimos. Que no aparecemos muertas. Que nos asesinan. Y que lo hacen asesinos que dijeron amarnos. Que no se trata de una noticia de la sección de sucesos.
 
Que es una noticia relacionada con la estructura social en la que vivimos. Que es terrorismo, señoras y señores de los medios de comunicación.
 
Tenemos legislación que mandata a cuidar los lenguajes para evitar que las desigualdades (y el terrorismo machista es la mayor desigualdad entre mujeres y hombres que puede existir) no se propaguen. Pero para variar esa legislación quedó en el cajón del olvido por falta de recursos que no dedica este desgobierno miserable, que además continúa con su silencio mezquino y cómplice.
 
El uso de los lenguajes que hacen los medios no sólo justifica al asesino y maltratador, sino que, además sutilmente a veces y descaradamente otras, sigue criminalizando a las víctimas. Desde cómo iban vestidas, cómo se comportaban, si se habían casado o si había otro tipo de causas. Pero siempre hay “una causa que pudo desencadenar la muerte”, y me niego en redondo a asumir esa frase en ningún sentido.
 
Deberían reflexionar sobre la forma y el fondo en que se redactan las noticias y el daño que hace redactarlas de un modo o de otro. Las mujeres tenemos derecho a vivir una vida sin violencias de ningún tipo y con esas formas de comunicar mantienen estereotipos, socializan y reproducen violencias patriarcales y estructurales.
 
En ningún medio he visto (y no digo no exista, digo que no lo he visto) un titular a toda plana exigiendo un pacto de Estado para evitar este tipo de terrorismo. Tampoco exigiendo un compromiso público por parte de los que ostentan el gobierno, de trabajar ACTIVAMENTE Y CON RECURSOS en la prevención de las violencias desde las escuelas.
 
Ni en exigir recursos destinados a las víctimas no asesinadas, pero a quienes condenan a arrastrar sobre sus espaldas los estigmas de las violencias sufridas y la soledad, tristeza y desolación en que se las abandona por parte de las instituciones. Y de eso, de esas situaciones, ni una palabra en los medios.
 
Sólo para dar todo tipo de explicaciones si al final la víctima se rinde y se acaba suicidando. Entonces, de nuevo a buscar todo tipo de culpabilidades, que si el juzgado, que si la juez (si es mujer arrecian y se encarnizan las criticas todavía más), que si la Fiscalía, que si la ley es buena o no, que si se ha de revisar, que si las situaciones sociofamiliares, que si... en fin, un largo etcétera.
 
Pero poner el acento en sus propias formas de dar ese tipo de noticias, de cuestionar el cómo se reproducen violencias a través de las palabras, nada de nada. Con honrosas excepciones eso sí y siempre de la mano de mujeres valerosas y comprometidas con este tema. Y de cada vez más hombres, no lo voy a negar.
 
La necesidad de los medios por justificar la existencia (y la necesidad de esa existencia) del sistema patriarcal, les deja ciegos ante la existencia de desigualdades evidentes. Y esa ceguera, interesada o no, impide avanzar hacia la ruptura radical de las desigualdades.
 
Y quiero insistir en que el terrorismo machista es la máxima expresión de las desigualdades entre mujeres y hombres. Y tiene muchas caras, no sólo la de los asesinatos.
 
Cada justificación abierta o encubierta, cada silencio cómplice, cada céntimo que se quita de los presupuestos de cada institución para prevenir y sensibilizar en la necesidad de la igualdad integral y radical (de raíz), son también formas de rematar un asesinato y de fortalecer el terrorismo machista.
 
Cada medida para adoctrinar y no formar, cada medida por evitar activa o pasivamente que se cambien las cosas y se emprenda la senda de la igualdad real, es también terrorismo que impide la vida digna y con derechos plenos de mujeres y niñas.
 
De ahí que ni pueda ni quiera dejar de cargar sobre las espaldas de los gobiernos esa falta de implicación en la prevención de cualquier tipo de desigualdad, y en sus silencios cómplices que acaban justificando a los asesinos cobardes.
 
Y por supuesto también en los medios de comunicación que con sus formas de redactar este tipo de noticias rematan a las víctimas. Eso también es terrorismo machista. Y también hay que combatirlo. Y también con formación y sensibilización porque nunca sabemos lo suficiente.
 
Algunas no nos cansaremos de buscar el desmantelamiento y la destrucción del asesino patriarcado. Convicción no nos falta.
 
 
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
 

CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | España.- 

Mujeres en Resistencia

Con Bertha Cáceres del COPINH
audio de radio mundo real Descargar: MP3 (14.8 MB)



Del 18 al 21 de agosto se cumplió una nueva cita de articulación de mujeres en resistencia frente al extractivismo. En la ciudad de Bogotá, capital colombiana, tuvo lugar el Encuentro de Mujeres Defensoras de la Vida Frente al Extractivismo. A la cita acudieron delegadas de Ecuador, Honduras, Guatemala, Bolivia, y de diversas partes de Colombia, país anfitrión.

El encuentro desarrolló varias actividades, algunas de ellas públicas, como el Foro de mujeres frente al extractivismo, y una rueda de prensa en la que se divulgaron las conclusiones alcanzadas.
El corresponsal de Radio Mundo Real en Colombia, Danilo Urrea*, dialogó con la militante Bertha Caceres, cofundadora del Consejo Civico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras -COPINH-, para conocer sus impresiones frente al proceso de resistencia de las mujeres, y respecto a las principales conclusiones del encuentro.

Para la dirigente hondureña, una de las conclusiones centrales tiene que ver con las “formas de resistencia múltiples y diversas que tienen las mujeres”. “Este encuentro les ha permitido reafirmar el seguimiento a sus procesos de defensa territorial. (…) Hay mucha similitud con nuestros contextos en el tema extractivista y la política, hemos compartido experiencias y el encuentro en sí ha sido un logro para estas compañeras que están poniendo su cuerpo y están como pueblos y como mujeres”.

La construcción del concepto de cuerpo – territorio, y los análisis que a su alrededor tuvieron lugar, permitieron la reafirmación de las luchas antipatriarcales, al tiempo que permiten reconocer que el proyecto de dominación extractivista impacta fuertemente a las mujeres. “Este concepto de cuerpo - territorio está basado en las cosmovisiones de los pueblos indígenas y de las comunidades, y creo que está teniendo un debate importante no sólo en Centroamérica sino en varios espacios de este continente. Es un aporte incluso a todas las teorías feministas y aterriza en la cotidianidad, en las realidades concretas de las mujeres”, explicó Cáceres.

Desde la perspectiva de la dirigente, en el modelo de dominación actual los cuerpos de las mujeres se convierten en objeto, en botín de las transnacionales y de los proyectos de opresión múltiples que no se expresan solamente en el capitalismo depredador, también en el patriarcado y el racismo que se triplican sobre las mujeres indígenas y negras. “El cuerpo de las mujeres se ve como mercancía, se generan otros conflictos por la trata de las personas y el narcotráfico, y las mujeres cargamos más con eso. La mayoría de las mujeres estamos al frente de las luchas territoriales y al mismo tiempo que luchamos contra las transnacionales y las políticas de las instituciones financieras internacionales (IFIS) y los gobiernos cómplices de la barbarie, debemos hacer una lucha en defensa de nuestros derechos sexuales y reproductivos, de nuestras propuestas-pensamientos-planes de vida como mujeres, la lucha contra la represión, la criminalización y la militarización que reafirman esa cultura patriarcal”, agregó Cáceres.

Respecto a la difícil situación social y política que se vive en Honduras, la dirigente, recientemente galardonada con el premio Goldman por su lucha social y ambiental, sentenció que “en Honduras hay un proyecto de dominación histórico, opresor, que nos ha convertido en un país de enclave y que se ha reforzado desde 2009 cuando se dio el golpe de Estado. (...) Estamos siendo afectados con la entrega de más del 30 por ciento del territorio a las mineras, con 870 concesiones ya entregadas”.

No obstante las complejidades explicadas a Radio Mundo Real por Bertha Cáceres, la hondureña alertó a las mujeres y a los movimientos sociales a no esperar a que lleguen las transnacionales. “Organicémonos porque estamos en un momento decisivo en este planeta, sólo hay uno, no hay otro de repuesto, aquí vivimos y tenemos que defenderlo ahora”.
* Integrante de CENSAT Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia.

Autonomía emocional, un estado afectivo y efectivo


   MUJERES Y SALUD MENTAL

Por: Alejandra Buggs Lomelí*

Desde hace años se ha vuelto lugar común escribir sobre el tema de dependencia emocional porque es una tendencia arraigada en muchas mujeres y hombres, generada en gran medida por los roles impuestos por la sociedad, sumados a la historia de vida de cada persona.

 
Sin embargo, hoy quiero dedicar esta columna al tema de la autonomía emocional, que es un tema poco estudiado, del que es difícil encontrar referencias y cuando es abordado no se hace un análisis profundo sobre el mismo.
 
Es posible que escuchemos hablar de autonomía emocional en la etapa de la adolescencia, cuando la y el adolescente tienen que adquirir independencia respecto de sus progenitores y amistades.
 
Comencemos por definir la palabra “autonomía”, que según el diccionario nos dice que “es la posibilidad de actuar y pensar sin depender del deseo de otras u otros y de seguir las propias reglas”, por lo que se entiende que etimológicamente la palabra “autonomía” tenga su origen en el griego “autos” (por sí misma) y “nomos” (regla).
 
La autonomía emocional es entonces la capacidad que tiene un ser humano para pensar, sentir y tomar decisiones por sí mismo, asumiendo las consecuencias de los propios actos y de estas decisiones, en pocas palabras, responsabilizándose de quién se es, cómo se es y qué se hace.
 
Ser una persona autónoma es contar con una propia “autoridad de referencia”, lo que significa ser nuestra propia autoridad para tener la claridad y fuerza necesarias para definir qué se quiere, cómo se quiere y cuándo se quiere, sin dudar de lo que desea y sin cerrarnos a escuchar sugerencias que alimenten la decisión o el acto a llevar a cabo.
 
La autonomía emocional es un estado afectivo y efectivo que se caracteriza porque la persona es capaz de gestionar sus propias emociones y sentirse segura sobre sus elecciones y objetivos que se plantea ante la vida, aunque en ocasiones el resultado no necesariamente sea el más exitoso, siendo capaz de asumir tanto el éxito como el fracaso.
 
Ser autónoma o autónomo emocional es una actitud tan amplia que abarca un conjunto de características que tienen que ver con la autogestión personal que implican autoconocimiento, autoaceptación, autoconciencia, autoconfianza, autoestima, autoeficacia, automotivación, actitud positiva ante la vida, resiliencia, responsabilidad, capacidad para buscar ayuda y recursos.
 
Contar con algunos de estos elementos o con todos contribuye en la construcción del bienestar subjetivo, y especialmente en la construcción de un estilo de vida sano.
 
Cuando una persona cuenta con este tipo de autonomía podrá vivir de acuerdo con su propia “teoría personal de las emociones”, demostrando autoeficacia emocional en resonancia con sus propios valores morales.
 
La autonomía emocional permite por ejemplo que ninguna persona sea quien decida qué estado de ánimo debemos tener, especialmente cuando se trata de emociones negativas o destructivas, sino que, a pesar de las provocaciones o disgustos que enfrentemos, nos sintamos lo suficientemente autónomas para decidir conscientemente la emoción que queremos experimentar, siendo nosotras y sólo nosotras quienes elegimos cómo estar.
 
A esta posibilidad de tomar decisiones se le llama “autoeficacia emocional” y está directamente relacionada con los propios valores morales, por lo que si somos personas autónomas vamos a ser nosotras mismas quienes decidamos qué conducta adoptar ante cierta situación y ante la emoción que estemos experimentando.
 
Lo que redunda positivamente en evitar comportamientos de riesgo emocional a pesar de las presiones que se puedan experimentar. Esto se dice fácil, sin embargo llevarlo a cabo es complicado debido a que es una capacidad tan amplia que lo ideal sería poderla aplicar a diferentes situaciones de la vida, especialmente a aquellas que pueden ser particularmente peligrosas.
 
Como por ejemplo: la violencia, el consumo de drogas, la delincuencia, etcétera, situaciones ante las cuales es más fácil hacer frente efectivamente desde una autonomía emocional.
 
Creo importante hacer énfasis en no confundir independencia con autonomía, porque sabemos que existen personas que son independientes, por ejemplo económicamente, y sin embargo no tienen autonomía emocional en relación con la pareja, hijas e hijos.
 
Ejemplo de lo anterior es la historia de una mujer que conozco, sumamente exitosa en el ámbito laboral, con un excelente ingreso, que tiene a su cargo a un gran grupo de personas, pero en relación con su pareja e hijo no es autónoma emocional, porque permite aún teniendo la independencia económica, que su vida sea manejada emocionalmente por lo que la pareja decide.
 
El ejemplo anterior permite darnos cuenta de que la independencia es una cosa y la autonomía emocional es otra.
 
Habrá quien ya traiga en su “archivo de vida” los recursos para ser autónoma o autónomo, sin embargo es importante saber que existe la necesidad en algunas personas no sólo de aprender a ser autónomas, sino de identificar los bloqueos emocionales que impiden esta autonomía, trabajando su historia de vida en un espacio psicoterapéutico.
 
Para adquirir la capacidad emocional suficiente que les permita, parafraseando a Erich Fromm, “perderle el miedo a la libertad”, porque una persona autónoma es una persona libre.
 
 
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial y especialista en Estudios de Género.
  
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | México, DF.-

Un barco encallado

Entre la laguna y las nubes.

lasillarota.com


Cayetana mira el amanecer desde un balcón frente a la Laguna de las Ilusiones. No inventa, la laguna así se llama. Por extravagantes razones, habita estos días un edificio vacío, completamente vacío, salvo ese departamento en el cuarto piso. Está de vacaciones en la Ciudad Inundada, la ciudad de sus orígenes. Desde el balcón al que se asoma con las extremas precauciones de una fóbica de todo lo que no sea tierra firme, puede mirar las palmeras, el agua, las garzas y las enormes iguanas de colores. Son animales majestuosos las iguanas. Memoriosos.


Cayetana está en la Ciudad Inundada, pero no está, es como si flotara en un espacio intermedio: desconocido, edificio recién hechecito, con muebles empacados en plásticos y cartones, aparatos de cocina que funcionan de maneras muy misteriosas: tuvo que leer el entero manual de instrucciones de un horno de microondas tan, pero tan moderno, que le tomó una hora entender como calentar tres tamalitos de la milenaria hoja del chipilín.

Cayetana mira ese ombligo del pasado que es La Laguna de las Ilusiones. Para mirarla desde el ventanal de la recámara se necesita un control al que se le aprieta un botoncito, entonces –lentas y con un murmullo mecánico- se enrollan y desenrollan unas cortinas monísimas. Con lo fácil que es abrir y cerrar una cortina a la antigüita.  Si se asoma hacia la izquierda reconoce el parque Tomás Garrido Canabal, otro ombligo del pasado. Y la avenida. Y las curvas que hace la laguna, los embarcaderos, la lanchas.

Reconoce sobre todo a las iguanas. Y ellas, las iguanas, la reconocen. Hasta le hablan. Todo se mueve, todo cambia, ya las estufas no existen en estos departamentos marcianos, no hay hornillas, no hay fuego, los alimentos se calientan en una plaquita (también monísima) todo es aséptico. “¿Qué hago aquí?” se pregunta. Y recuerda -con su memoria de iguana- el patio inmenso de la casa de sus abuelos con su pozo, su espacio exterior para cocinar a la leña, las dos bateas para lavar la ropa, las palancas larguísimas que izaban las cuerdas para tender la ropa al sol.

EL ESPACIO DESHABITADO

No es que Cayetana esté en contra de los centros de lavado, la cirugía láser, los anticonceptivos y el Tampax, es sólo que en este viaje se le confunden los tiempos.  Es como una marinera que olvidó –por el momento- cómo navegar, y corrió a esconderse en un faro, o en un barco que flota. Así, encallado en el aire. Toma el tiempo del vuelo de las garzas sobre la laguna. Lee “Muerte sin fin”, de Gorostiza. Lee –como cada vez que viene hacia acá- a su amadísimo poeta José Carlos Becerra.

La primera noche –cuando llegó- se abrió un portón, y en la penumbra escuchó una voz preguntando: “Ujté quién ej y qué viene a hacé aquí”.  Si tan sólo lo supiera, si una pudiera cada vez saber: “¿Quién soy y qué hago aquí?”. “No pué pasá,  nojta habitao”, insistía el personaje con un tono, que de no haber ella reconocido las palabras tijereteadas y la S aspirada de su lengua materna, le hubiera parecido –casi-  hostil.

“Estoy en conversa con un Duende Maligno”, se dijo Cayetana, “quizá es imaginario”, pero no tembló ni un segundo, nada podía alejarla de su misión: ser la guardiana de la memoria y del faro. “¿Y usted quién es y qué viene a hacer aquí?”. Un Duende Maligno que intentaba amedrentarla con preguntas metafísicas. Son casi colegas: él es el vigilante y ella la guardiana. Terminarán por entenderse, por intercambiar –con los días- saludos hasta cariñosos y botecitos de agua de coco. Cuando la Mariposa Negra entró en la sala del barco encallado en el aire, estuvo a punto de llamarlo a gritos. “¡Duende Benigno!”, pero se contuvo.

EL MALENTENDIDO ENTRE DOS SERES VIVOS

La Mariposa Negra revoloteaba por la sala con esa leyenda que cuelga de sus alas: es un signo de malos augurios. “Salte, allá está el ventanal, salte”, y daba de brincos ella, y manoteaba. Y de pronto, junto a su miedo, sintió el miedo de la mariposa –condenada a esa leyenda de los malos augurios- adentro suyo. Su desprotección de mariposa difamada. Su herencia de alas desgajadas y ancestros perseguidos a escobazos.


Entonces pensó que ella sentía que la mariposa era dañina, y que la mariposa a su vez, sentía que ella era dañina, y que en el fondo sólo eran dos seres vivos confrontados en sus fragilidades y víctimas de un hondo malentendido. “Acá tá uno solito y su alma, y to callao, callao”, como dice el Duende Benigno. Así se lo explicó a la mariposa negra. “No te desesperes, no te agites, ¿tú sabes que Alfredo Zitarrosa canta una canción que se llama como tú? Es muy bella”.

Le acercó despacito su mano, y la mariposa se aferró a sus dedos. “Hay una calumnia que atraviesa a las de tu especie, también le ha sucedido a las mujeres de la mía. No me creerías si te cuento que  las acusaban de brujería y  las quemaban vivas. Tanto queda hoy de estos horrores que te cuento. Mariposa bonita. Mariposa aterrada”. La mariposa se fue agitando las alas de esa exacta manera en la que las mariposas negras agitan sus alas cuando reflexionan.  Quizá invento.

LAS HABITACIONES DEL SILENCIO

Un exilio breve en las habitaciones del silencio. Eso. Habitarse en un edificio deshabitado. Guardar silencio. Mirar desde el faro hacia la Ciudad Inundada. Mirarla y saber que en la realidad está allí, basta con caminar hacia ella. Con hacer una llamada por el celular (no hay teléfono todavía en el barco, tampoco internet) para encontrarla. Pero no quiere salir a ningún lado. Esa desafortunada circunstancia que la condujo a este edificio  “de punta” y deshabitado, termina ofreciéndole un regalo: está pero no está. Pertenece, pero no pertenece. El silencio es inmenso y bello.

La Ciudad es inalcanzable. Imposible. Nada más que la realidad, a fin de cuentas: la ciudad de su infancia y de su adolescencia sólo es aprehensible a través de las palabras. Y de la memoria. Ya no es, ya no está. Ella ya es tan otra hecha de tantas ciudades y de tantas memorias. Irrumpen dos de sus hijos: Diego y Sebastián. Jerónimo –el de “en medio”- ya vino y ya se fue. Irrumpen en el barco encallado entre la laguna y las nubes.

Saben usar el microondas marciano. No extrañan las hornillas en las estufas. Encienden aparatos de música minúsculos y cantan y bailan en el balcón. Sus hijos bailan y allí está la Laguna de las Ilusiones.  Ellos nacieron en otras ciudades, una distinta para cada uno. La Ciudad Inundada son sus orígenes heredados. El mayor trae su pila de libros de autores tabasqueños para leer en el faro, en el barco.

“¿No sabes calentar en una plancha eléctrica? ¿En qué época te quedaste, mamá?”. “En la de mis abuelos, creo”.  Valga la reivindicación: Cayetana plantó sobre la hiper moderna barra de mármol jaspeado una máquina Singer (de aquellas) que recuperó del fondo de un closet en la casa de sus padres. Las colecciona. Le recuerdan el cuarto de costura de su abuela.

Ella cose los tiempos, pues. Hay mucho que reparar en cada historia, en cada vida. ¿Acaso no somos seres descosidos a nuestras horas? Deshilvanados. No es que sueñe con las épocas de don Porfirio, no quisiera explicarme mal. Es sólo esa conciencia extrema de los tiempos que se le ha caído encima en tres lugares en su vida: Palenque, Pompeya, y –cada vez- en la Ciudad Inundada. Generaciones y generaciones de personas, ¿qué hacían? ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿qué nos heredaron de inconsciente a inconsciente? Todo eso que no sabemos. Todo eso de lo que conversan por las tardes las colonias de iguanas. Memoriosas y eternas.

LA ESENCIA MEMORIOSA DE UNA IGUANA

“Quizá soy una iguana”, se dice. “O una lagarta obsesionada con preguntas que no tienen respuesta”. ¿Cuáles son esos dolores silenciados que atraviesan las generaciones y las marcan? En el baúl de su abuela materna que guarda su madre, encontró un sobre amarillento, encima del sobre está escrito: “Los cuerpos estaban a como se ve, avísenle a Obregón de inmediato”.  Corría el año de 1920.

“A mi hermano lo mataron en la revolución”, decía su abuela. Nunca dijo ni una palabra más. Nunca. Ni siquiera el nombre de su hermano. Su abuela nunca pronunció el nombre de su hermano asesinado, ni el de su hijo muerto. Se llamaba Ojer, el niño. El hermanito de la madre de Cayetana, cuyo nombre estaba prohibido pronunciar, se llamaba Ojer, y Cayetana se enteró tardísimo de su existencia. Sólo queda una foto suya, con sus rizos rubitos revueltos.

Escuchó su nombre dos veces: Cuando su madre le narró su muerte y la prohibición de hablarlo, y cuando el hermano de su madre conoció a su hijo Jerónimo bebé y comenzó a llorar: “Cómo se parece a mi hermanito Ojer, así eran los ojos, así eran los rizos de Ojer”. Con el tiempo apareció –el tío la guardaba- esa única foto. Cae la noche –bellísima como los amaneceres- sobre la Laguna de las Ilusiones.

“Allí anda uno, solitito y su alma”, dice don Paco, el Duende Benigno. Pero qué cantidad de fantasmas. Les dije al principio que éste es, por el momento, un edificio deshabitado, y es la verdad. Pero ya ven que la verdad de la realidad y la verdad subjetiva no están obligadas a corresponderse. Desde el barco encallado Cayetana ha convocado tal cantidad de tiempos, historias, personas, que ya todos los departamentos de todos los pisos están habitados. Quizá no los convocó ella, sino ellos a Cayetana. Quizá la trajeron a escucharlos. Tiene que avisarle de inmediato a Obregón, es urgente. “Así estaban los cuerpos”.  Quizá ese es el sentido de su extravagante estancia en el barco encallado entre la laguna y las nubes.

Como las iguanas, tiene que guardar la memoria. Coser lo descosido. Quizá en el futuro “guardar la memoria” incluya inventar un poco para hacer habitable la cantidad de agujeros oscuros que impuso el silencio. Al final de cuentas: “Allí anda una, solitita y su alma”, y además con los tiempos enredados. Una iguana verde y amarilla recorriendo un laberinto. Así sucede en Palenque, en Pompeya, y –cada vez- en la Ciudad Inundada.

Paridad efectiva ya



   CRISTAL DE ROCA
Por: Cecilia Lavalle*

Dicen que “ya nos pasamos”, que qué nos hemos creído. Y al oírlos me viene a la mente una fotografía del siglo pasado en la que varios señores esperan su turno para votar NO en el referéndum por el sufragio de las mujeres. 

 
Esta semana se resuelven en tribunales impugnaciones de distintos estados del país. En todos los casos está en disputa la integración en paridad de los congresos a partir de las listas que cada partido entrega para elegir a las personas que ocuparán una curul por el principio de representación proporcional (RP).
 
El asunto ha dado lugar a no pocos ni tersos debates. Y las posturas acaso pueden dividirse en dos: por un lado, quienes sostienen que el principio de RP es idóneo para garantizar en los hechos la paridad, dado que es posible elegir, de entre las personas propuestas por cada partido, a las mujeres que se requieren para conformar un Congreso que por el principio de mayoría relativa puede quedar muy disparejo.
 
En esta posición se sostiene que no se violenta la decisión de los partidos, puesto que se elegiría a las mujeres que cada partido anotó en sus listas. Y, además, que eso permite cumplir con la obligación que tiene el Estado mexicano de garantizar el Derecho Humano a la igualdad.
 
Del otro lado dicen algunas de las frases con las que inicié mi reflexión. Y personas más serias afirman que nuestra ley no dice es-pe-cí-fi-ca-men-te que se pueda utilizar la RP para conformar un órgano en paridad, y que en las listas de cada partido se debe elegir en el orden propuesto.
 
El punto es que ese orden, casi invariablemente, lo encabeza un señor.
 
Baste saber, por ejemplo, que en las pasadas elecciones federales para elegir Cámara de Diputados, de 50 listas que presentaron todos los partidos por el principio de RP, 48 estaban encabezadas por hombres.
 
A principios de este año, en una sentencia histórica, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Sala Regional Monterrey, resolvió integrar paritariamente el Congreso de Coahuila a partir de las listas de RP de cada partido.
 
Coahuila se convirtió así en el primer Congreso en la historia de nuestro país en tener una integración en paridad.
 
Tras las elecciones de junio de pasado, en varios estados apostaron por la misma lógica para integrar en paridad sus congresos. Y en algunos casos, sus institutos electorales lo aprobaron y se inconformaron los señores que estaban en el primer lugar de la listas, casi siempre acompañados de cuerpo completo por sus partidos.
 
En otros casos, impugnaron las mujeres para exigir que se integrara en paridad a partir de la RP. Y, salvo excepciones, no han sido acompañadas por sus partidos, sino por organizaciones de mujeres de la sociedad civil, entre ellas la Red Nacional Mujeres en Plural.
 
En ese contexto, la semana pasada, organizaciones de mujeres de Chiapas, Guerrero, Morelos, Querétaro, Oaxaca y Tabasco conformaron una Red de Redes “por la paridad electoral y contra la violencia política por razones de género”. Su lema: “¡Paridad efectiva ya! Ni más ni menos”.
 
La Sala Regional Xalapa del TEPJF acaba de dictar sentencia para Yucatán. Y entrarán más mujeres al Congreso.
 
Este miércoles la Sala Superior dictará sentencia para Morelos y Nuevo León. Y el jueves, la Suprema Corte de Justicia resolverá el tema para Zacatecas.
 
Las decisiones que se tomen afectarán en lo inmediato la conformación de varios congresos. Pero, será más que eso. En realidad nos dirá qué tan comprometidos están con el principio de la igualdad y los valores de la democracia.
 
En realidad marcará el rumbo de las siguientes acciones.
Porque en la paridad no hay marcha atrás.
 
Y si alguien lo duda, que recuerde en qué pararon los bonitos referéndums que en distintos países se organizaron para evitar el sufragio de las mujeres.
 
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
 
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | México, DF.- 
  

Las otras resistencias



   QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*

Cuando vivir se hace la mejor forma de resistencia, las indígenas hacen la mejor de todas las luchas; las mujeres que el sistema y todos los discursos insisten en invisibilizar, en hacer prescindibles, son ellas las que sostienen las otras resistencias que desde el soberbio mundo de las revoluciones patriarcales se niegan a reconocer.

 
¿Puede la cotidiana sobrevivencia con trabajos pagados miserablemente como lavar ropa, freír donas, bordar y tejer hasta el punto de acabarse la vista, ser una forma de resistencia que a diario miles de mexicanas mantienen? ¿Puede acaso desde un sistema indiferente a la vida de las mujeres reconocerlo?
 
O al menos, ¿pueden los medios alternativos, las miradas feministas, los discursos periféricos empezar a mirar y reconocer en esa lucha una forma de resistencia que las mujeres ofrecen en solitario y sin aspavientos?
 
Son ellas las que sostienen a las y los hijos, los mandan a la escuela solas porque son madres de hijos de padres irresponsables como el sistema que alienta una masculinidad de procreación con matrimonio o concubinatos, que al final terminan por ser responsabilidad sólo de las mujeres.
 
Ahí está la lucha, ahí hay un esfuerzo, una resistencia para no ser oprimidas, ni al sistema capitalista ni al sistema patriarcal, ni al sistema político mexicano que tiende a borrarlo, a exterminarlo todo lo que suene a pobre, indígena o moreno.
 
“La madre”, de Máximo Gorki, es considerada una novela de la Revolución, una historia que reúne todos y muchos de los elementos de la vida de las mexicanas, especialmente de las indígenas que han construido una forma de resistencia que las institucionalidades, el discurso hegemónico, y por supuesto el sistema patriarcal se niegan a reconocer.
 
Incluso se nos ocurre que ahí están pasivas, receptoras, y no pasa muy seguido por nuestra lectura que sean mujeres en resistencia, mujeres que construyen una lucha comunitaria; lo hacen manteniéndose, sosteniendo sus comunidades y al mismo tiempo garantizando que sus hijas e hijos sobrevivan, que vayan a la escuela, que aprendan, que estudien y sean mujeres y hombres con más oportunidades.
 
Es que puede haber otra forma de resistencia más subversiva que ésta, vivir y sobrevivir en tiempos de guerra.
 
En tiempos en los que los hijos pueden morir a manos del crimen organizado, a manos de un Estado represor, o a manos de quienes las y los desaparecen.
 
Ahí está Alejandra, la compañera trabajadora del hogar que fue asesinada en la colonia Narvarte, con jornadas intensas y cansadas para sostener una familia. Ahí están las mujeres mayas de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo; las choles de Calakmul, las mayas de Hopelchén, y seguramente las hay en muchos lugares más.
 
Carrillo Puerto, pueblo de resistencia histórica en el que hoy las mujeres nos miran a los ojos y hablan de sus “fortalezas” desde su realidad, la de un pueblo que han intentado doblegar una y otra vez, uno de los últimos bastiones de la lucha de guerra de castas del pueblo maya.
 
Son ellas, las que bordan sus ropas con colores brillantes y vivos, las que hablan de sus cuatro o cinco hijos, las mayores de nueve o 12 hijos que crecieron solas porque los compañeros se fueron. Las dejan solas criando a los hijos de este país patriarcal y feminicida, violento con ellas y con sus hijas.
 
Son las mujeres que, como en otros pueblos, pelean por el derecho al agua, por la tierra aunque no se les reconoce el derecho a ésta; pelean por el alimento y por las escuelas; pelean porque es lo único que han aprendido a hacer, a pelear para sobrevivir. Y aun así los discursos hegemónicos no las reconocen como el pilar de todas las resistencias en un país en el que las causas se abandonan.
 
Las batallas de las mujeres en los municipios donde la población indígena de la zona maya es idéntica en cada región, en cada pueblo; mujeres que sostienen a sus familias al lavar ropa, coser y bordar, moler semillas, cargar atados de leña –porque son fuertes, muy fuertes–, y lo mismo cargan en un brazo a la niña o el niño que a la madera recolectada, y que les permitirá tener un poco de pan en la mesa.
 
¿Y ésa no es resistencia? Están ahí como una defensa viva. Hablan su lengua originaria sin interrumpirla por el ansia del español, visten sus ropas y resisten.
 
Son sus cuerpos el espacio y el territorio de la lucha, es el sistema que doblega los discursos, las inercias, la invisibilidad, la indiferencia y el no reconocerlas como pieza de las resistencias contra quienes sostienen la batalla diaria, en la que no ceden ni milímetros, en la que se mantienen firmes.
 
Cuidan el territorio habitándolo, preservan la lengua con su hablar, son la resistencia de las resistencias en una dimensión que pocas veces se nos revela, a la que hay que mirar y escuchar sin el prejuicio de las construcciones occidentales y coloniales que nos insisten en que son ellas víctimas pasivas, y no lo que se nos revela en su lucha: son base de otras y de muchas resistencias vivas y futuras.
 
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.

CIMACFoto: Anayeli García Martínez. Cimacnoticias | México, DF.- 
  

“Vamos a ser felices, mamita”



   OPINIÓN
Por: Norma Loto*


Hace varios minutos que estoy frente a una página en blanco, sin poder escribir, sin saber cómo iniciar este texto. Escribo desde Buenos Aires, intentando contar lo que pasó en La Paz, Bolivia: el feminicidio de Andrea Aramayo Álvarez, hija de nuestra compañera, la corresponsal boliviana de SEMlac, Helen Álvarez.

 
En la noche del miércoles recibí la triste noticia de que la hija de Helen había sido víctima de feminicidio. Me quedé impactada, accioné desde la web y a los pocos minutos estábamos todas las corresponsales de Cimanoticias/SEMlac tratando de copar las redes. Abrazando a Helen en nuestra red interna; abrazándonos todas.
 
El feminicidio de Andrea puso en jaque a la sociedad boliviana. Andrea era una joven educada para ser libre y calificaba en un estándar de lo aspiracional: era bella, alegre y sabía que sus derechos eran inapelables. Eso, precisamente eso, fue lo que su ex novio, William Kushner Dávalos, no pudo soportar.
 
Kushner Dávalos, el feminicida, es hijo de una familia poderosa y de “buen nombre”, su padre era un reconocido médico –ya fallecido– y su madre es la actriz Ninón Dávalos.
 
El feminicidio ocurrió a la salida de un pub, donde minutos antes habían discutido, cuando Kushner arremetió su camioneta contra Andrea. Luego, el feminicida intentó huir, pero amigos de Andrea lo impidieron.
 
El feminicidio de la joven de 27 años interpeló a la sociedad boliviana para que rompiera con el “adormecimiento natural con que consumimos a diario la muerte de mujeres en manos de sus parejas”, describió la periodista de Página 7, Isabel Mercado.
 
“Seres anónimos a los que sumamos como cifras y a los que, en el mejor de los casos, acudimos para reforzar nuestra correcta condena a toda forma de violencia. Con Andrea nos ha tocado remover los anquilosados archivos de nuestros prejuicios y miedos y del arraigado patriarcalismo con el que, a pesar de la conquista de las leyes, aún seguimos mirando el mundo. A los medios les ha costado pronunciar (o escribir) el nombre ‘feminicidio’”, agregó la colega.
 
Y también sirvió para quienes venimos luchando por una vida sin violencia machista: no olvidarnos que la violencia está malditamente cerca.
 
Que nos matan porque no pudimos pedir ayuda en el momento justo; que nos matan porque hemos creído que ese acto de violencia de parte del agresor fue un hecho aislado y “que no sucederá más”; que nos matan porque no hemos sabido que estábamos en un círculo de violencia, y que también nos matan por ser mujeres libres, emancipadas.
 
Nos matan porque sabemos que un violento puede engañarnos y decirnos que “fue un error” y “no volverá a suceder”; que nos matan porque no nos animamos a pedir ayuda.
 
Helen Álvarez hace 25 años que trabaja contra la violencia machista y, en medio de tanto dolor, aún tiene fuerzas para mirar a las cámaras y hablar a las jóvenes diciéndoles: “Confíen en sus familias”.
 
Escuchar a Helen implica cercarnos de lágrimas, de temblores entrecortados, pero también colma de coraje y valentía: “No me detendré hasta que se haga justicia con mi hija (…); la he criado como una mujer independiente, que sepa de la soberanía de su cuerpo y su mente. No la he criado para ser sumisa”.
 
El feminicidio de Claudia Andrea se intentó disfrazar al principio como accidente de tránsito, pero ante el clamor social –no sólo en La Paz, sino en la comunidad internacional–, la Fiscalía General dijo que imputará al agresor William Kushner Dávalos por feminicidio.
 
Aunque el Estado Plurinacional de Bolivia, como todos los países de la región, ha ratificado la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará), y desde 2013 posee la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (Ley 348), aunque no está implementada en su totalidad.
 
También está el artículo 252 bis del Código Penal boliviano que impone sanción de “30 años sin derecho a indulto, a quien mate a una mujer”.
 
Helen Álvarez reclama que la lucha contra la violencia hacia las mujeres no quede en “eslóganes (…), ahora mi hija es una cifra, mi hija no es un porcentaje, mi hija era joven, bella, amada”.
 
Helen, nuestra querida compañera, también criticó de “demagógica” la Ley 348, ya que “ahora nos dicen, tienen la ley y siéntanse libres de violencia (…); esa ley tiene dos años y yo ahora me he quedado sin mi hija”.
 
Helen no está sola y eso se palpita en las calles, en las redes sociales. Ella pide que “el poder no compre conciencia. Hoy es Claudia Andrea, mi hijita, pero han sido tantas las mujeres víctimas y tantas las familias que se han quedado sin respuesta”, reflexiona.

ADIÓS A ANDREA  

El sábado fue el sepelio de Andrea y su madre sigue conjugándola en tiempo presente: “es” y “está” abundan en su relato. Es inimaginable tanto dolor, también imposible dimensionar el momento en que nuestra compañera tuvo que contarle a su nieta que su madre ya no estaba.   

Helen quiso que su hija fuera despedida con colores y alegría, no quiso un cortejo fúnebre. Y así fue. El sábado, a las 11 de la mañana, se realizó la marcha “La Ruta de los colores en contra de la impunidad”; y mujeres, familias enteras, amigos y amigas de Andrea y Helen, caminaron por las calles de La Paz, con globos de colores pidiendo justicia.   

Andrea fue despedida en la Virgen de los Deseos, un espacio feminista de la organización Mujeres Creando, en la cual Helen milita. La Virgen de los Deseos desea “lo prohibido”. Esa Virgen desea –según un poema de la activista María Galindo– “pura libertad y pura esperanza”.   

La periodista y escritora boliviana Ana Rosa López contó el momento: “Mirando su rostro, acariciando el cristal que la separa de la vida se van derramando lágrimas, lutos, broncas, desesperanzas, suspiros, tristezas, impotencia.  

 “Un peluche la custodia, nos recuerda que Andrea fue una niña, que seguramente jugaba, que sonreía, que tenía sueños e ilusiones; que un día su vientre se llenó de vida para dar a luz a una pequeña que ahora no la puede abrazar más.   

“Las flores se acumulan y las velas arden –sigue la periodista–, pero no es un velorio de resignaciones, ni de pésames, es una vigilia por la justicia, es una reunión de gritos que claman porque Andrea realmente descanse en paz, para que todos los Williams Kushner que acechan sean condenados y castigados sin importar el tamaño de su billetera”.   

El sepelio de Andrea tuvo música y cantos; afuera, “una fila de gente que espera, que busca respuestas, que lucha para no caer en el miedo del pesimismo”, dice Ana Rosa.   

La despedida de Andrea tuvo las sentidas palabras de Helen: “Nuestra venganza es ser felices y aunque William Kushner y la familia Kushner quieren descalificar mi lucha, tu lucha Andrea, para que el asesino tenga 30 años de cárcel sin derecho a indulto… Vamos a ser felices, mamita; como lo hemos sido en los 27 años en que me has llenado de alegría y de rabias (…), pero nos hemos querido”.   

PAÍS VIOLENTO   

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Bolivia, junto a Colombia, Perú y Ecuador, son los países latinoamericanos en los que se han detectado más casos de violencia física o sexual contra las mujeres.   

En Bolivia, 53 por ciento de las encuestadas aseguraron haber sido víctimas de violencia física.   En abril pasado, la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) alertó sobre la crisis del sistema judicial boliviano, y también sobre el “elevado número” de casos de feminicidio registrados en 2014 (105 hasta octubre), además de los prolongados tiempos procesales y las “pocas sentencias” dictadas para castigar la violencia de género.   

Ambas problemáticas fueron calificadas por OACNUDH como dos grandes fallas en materia de Derechos Humanos.   *Este artículo fue retomado del portal de la agencia de noticias SEMLac.



CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Buenos Aires, Arg.-

Los filtradores


Por: Lucía Lagunes Huerta*

Los filtradores no son ningún grupo musical ni el título de alguna serie policiaca, es una práctica institucionalizada para desviar la atención de aquello que no quiere ser explicado.

 
Quienes se dedican a filtrar información suelen seguir instrucciones, y valiéndose de información privilegiada distribuyen información confidencial, previamente seleccionada para cumplir con la intención; el siguiente paso es seleccionar a quien se la van a filtrar. Ambas decisiones responden a un interés ajeno al periodismo y su responsabilidad social.
 
El riesgo para quienes hacen periodismo valiéndose de las filtraciones es que queda atrapado en el juego de los intereses de otros, también puede ser una decisión de ser el fiel guardián de las filtraciones. En cualquier caso ambas pagan mal a la ciudadanía en su derecho a la información y para el periodismo en su independencia del poder.
 
Si hay un área que tiene como sistema las filtraciones, por desgracia, es la procuración de justicia. Una y otra vez solemos encontrar declaraciones ministeriales publicadas en los medios de comunicación.
 
Los filtradores son seductores, hablan al oído a reporteros y periodistas para darles “exclusivas” o para hacerles llegar “información valiosa” sobre X o Z asunto. Los filtradores manipulan la información para crear realidades que suelen beneficiar a ciertos intereses.
 
La manipulación no quiere decir necesariamente que falsean información, no, la manipulación quiere decir que sesgan la información para hacerla coincidir con un discurso convincente, el discurso que ellos quieren colocar.
 
El asesinato de la defensora Nadia Vera Pérez, de Mile Virginia Martín, Yessenia Quiroz Alfaro, Olivia Alejandra Negrete Avilés, y del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, se ha convertido en un espectáculo morboso basado en la culpabilización de las víctimas explotando la presencia de una mujer de una nacionalidad y de una actividad.
 
Las únicas filtraciones que ha hecho el personal de la Procuraduría, que hay que decir es responsabilidad del procurador del Distrito Federal, Rodolfo Ríos, tiene que ver con las víctimas. Por qué, es la pregunta que está detrás de cada filtración sobre la vida de las víctimas.
 
Ante las filtraciones sobre las víctimas lo que queda opacado, silenciado, es la línea que va hacia el poder, hacia el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, hacia el atentado a la libertad de expresión y el derecho a defender los Derechos Humanos. Estas líneas han quedado en silencio por las filtraciones y la acción nada transparente de las autoridades de la Procuraduría capitalina y del Gobierno del Distrito Federal.
 
Por eso hay que sospechar de lo que hasta hoy se ha dicho de las víctimas, no porque no sea real, sino porque nada de ello ha explicado por qué los mataron y quién los mató.
 
Esas son las verdaderas preguntas que no se están respondiendo y que están quedando a un lado ante la repetición una y otra vez de la vida de las víctimas.
 
Ninguna filtración es inocente, ni es independiente de las estructuras del poder; hasta hoy todos quienes trabajan en la investigación, empezando por el procurador capitalino, son sospechoso de las filtraciones hasta que se demuestre lo contrario.
 
Claro, siempre hay la posibilidad de despedir a un secretario de actas a quien se le podrá demostrar que gana dinero filtrando expedientes a la prensa sin que sus jefes supieran de ello.
 
Pero no fue un secretario de actas el que dio las declaraciones ministeriales a algunos periodistas que han publicado las filtraciones, seguramente su “fuente” es de más arriba.
 
Así ha sido la práctica no sólo en el caso de la Narvarte, sino con Yakiri, las víctimas del bar Heaven y otros más.
 
La justicia no depende de las acciones mediáticas; la justicia depende de una verdadera investigación que responda lo que hasta hoy no se sabe: por qué mataron a Nadia Vera Pérez, Mile Virginia Martín, Yessenia Quiroz Alfaro, Olivia Alejandra Negrete Avilés, y a Rubén Espinosa Becerril, y quién los mató, con pruebas que sean absolutamente irrefutables.
 
Twitter: @lagunes28
 *Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.

CIMACFoto: César Martínez López, Cimacnoticias | México, DF.