100 años del Primer Congreso Feminista en Yucatán
Continúan vigentes demandas de hace un siglo
Cimacnoticias | Mérida, Yuc.-Al
mismo tiempo que el atardecer del sábado dejaba el día y daba paso a la
noche prematura en esta ciudad, el grupo de mujeres que conmemoró el
centenario del Primer Congreso Feminista de 1916 permanecía de festejo
en la plaza pública de la capital yucateca.
Entre baile y alborozo, tres actos musicales –protagonizados por las más jóvenes– anunciaron el cierre de las jornadas que celebraron a las mujeres que hace un siglo discutieron –en el primer acto público de las feministas en el país– los derechos civiles y humanos de las mexicanas.
“Las hijas del rap”–siete jóvenes cantautoras de temas sobre la libertad de las mujeres–, “Las hojas al vuelo” –agrupación teatral cuyas canciones se inspiran en testimonios de sobrevivientes de violencia–, y Valeria Bautista –adolescente guitarrista que evocó a Mercedes Sosa y Violeta Parra–, cerraron los festejos y fueron recibidas por las feministas que bailaron sin parar, las turistas y una que otra mujer que se unió de último momento a la verbena.
A modo de clausura, integrantes del Comité Conmemorativo leyeron la declaratoria de estas jornadas, en la que reconocieron el trabajo de las pioneras de 1916, la diversidad de los feminismos, que el feminismo es una apuesta ética y política necesaria para la construcción de un mundo más justo e igualitario, y que a pesar del camino andado persisten vacíos y retrocesos, además de una deuda con las mujeres indígenas y rurales, campesinas, obreras, mujeres en condición de explotación sexual comercial, y las transexuales.
Con símbolos mayas yucatecos, el colectivo “Le Puuta” se unió a la celebración y montó alrededor del asta bandera de Mérida –en medio de los imponentes edificios coloniales de esta sociedad, que en su raíz lleva la lengua y las tradiciones indígenas– un tapete de aserrín que representa a la mujer y al hombre.
Este ejemplo de “arte efímero” –cuyo rastro se llevaría el viento, dijo su autora– fue resguardado por una niña de ocho años que participó en su elaboración.
Además, las integrantes del colectivo Reflexión y Acción Feminista (RAF) –también del Comité Conmemorativo de los 100 años del Congreso Feminista– presentaron un llamativo performance, para exigir que los recientes casos de feminicidio en la península sean investigados, y también para criticar que la sociedad y los medios de comunicación aborden el tema sin apego a las garantías femeninas.
LA ALGARABÍA NO SE DETUVO
Un tendedero de hojas blancas en el centro de la plaza mostraba diversos mensajes en los que las mujeres explicaban por qué decidieron ser feministas. Las breves consignas, rodeadas también por las biografías de las congresistas de 1916, llamaron la atención de algunas mujeres que al leer los textos las cuestionaron, se rieron o las aplaudieron.
Incluso un profesor de Historia de una primaria pública se dijo interesado, y se quedó en todo el evento porque –reconoció– este Congreso Feminista “es algo que nunca se enseña en la escuela”.
En medio de la algarabía pacífica del festejo, el escándalo de un hombre ebrio no impidió la presentación de una de las cantantes, quien no se perturbó. Una joven de entre el público se plantó tras el sujeto y lo retiró del lugar, sin mayores consecuencias.
Momentos antes, en su acto oficial de todos los días, la escolta municipal pasó por encima del tapete de aserrín con símbolos mayas, mientras las feministas ponían en el suelo la lona conmemorativa de los 100 años del Primer Congreso en un intento por evitar que las uniformadas pisaran el trabajo artístico.
En sus mensajes, las feministas denunciaron la reducción de presupuestos en materia de género en los institutos de las mujeres, las universidades y otras instituciones de gobierno, la falta de voluntad política para detener el feminicidio, la negligencia del Estado para garantizar espacios seguros para la población femenina, y las reformas estructurales que –precisaron– obedecen a un sistema capitalista neoliberal que fomenta la pobreza, la discriminación, la violencia, la destrucción de los ecosistemas y donde las mexicanas son las más afectadas.
Con este evento –frente a la monumental catedral, emblema de la influencia eclesiástica que ha impedido a las mujeres decidir sobre sus cuerpos–, el movimiento amplio de mujeres cerraba triunfante la conmemoración, que horas antes había reunido a mujeres jóvenes, adultas y varones a discutir en un foro juvenil el acoso callejero, la violencia pública y privada, los derechos sexuales y reproductivos, y la diversidad sexual.
También concluían las mesas en las que días atrás se abordó la literatura y el periodismo feminista, los Derechos Humanos de las mujeres, la lucha por el sufragio femenino, la violencia machista, el trabajo y la economía de las mexicanas, y la educación, entre muchos otros temas.
Estas jornadas conmemorativas de cuatro días derivaron en la demanda feminista de servicios profesionales de calidad en el acceso a la justicia para las mujeres, una estrategia nacional y local para la articulación y armonización de las leyes, además de que quienes ocupan puestos públicos no reproduzcan esquemas “machistas y patriarcales” en el desempeño de sus funciones.
También se exigió que los presupuestos incluyan la perspectiva de género para avanzar hacia la igualdad entre los sexos, que se erradique la trata de personas, se garantice el derecho al aborto, así como que se rescate y visibilice la memoria histórica de las mujeres y de la lucha feminista en la educación pública de Yucatán y todo México.
Las mujeres cerraron las jornadas advirtiendo la necesidad de incluir a los varones –muchos presentes en las mesas de trabajo– en la tarea de deconstruir la “masculinidad hegemónica”, y en la búsqueda de nuevas masculinidades acordes con la igualdad de género.
Las feministas se despidieron. En un clima tan húmedo como caluroso, se fotografiaron y se abrazaron las que ya se conocían y las que se encontraron aquí, provenientes de otras partes del país, para saber y compartir la lucha feminista, la desobediencia a las consignas patriarcales, y el trabajo constante por un porvenir más libre para las mujeres.
CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, enviada
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, enviada
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