En 'Narco Historia', los
autores plantean que el origen de la narcoviolencia se remonta a la
prohibición de las drogas en Estados Unidos.
(Taurus).
Después de cien mil cadáveres y decenas de miles de desaparecidos, resulta necesario mirar la violencia que afecta a nuestro país desde una nueva perspectiva. Pensar que el narcotráfico en nuestro país es algo reciente y exclusivamente nuestro es un error. No es un fenómeno originado exclusivamente en el territorio nacional y por lo mismo no es totalmente consecuencia de una pésima administración política, económica y cultural en nuestro país.
Hechos como una economía destrozada o la emigración masiva de las familias mexicanas que escapan de la violencia, son resultado de diversas políticas promulgadas tanto en México como en Estados Unidos
En Narco Historia (Taurus), la mexicana Carmen Boullosa y el estadounidense, Mike Wallace, parten de una postura simple: antes de realizar un ataque frontal a los cárteles mexicanos, el país tenía uno de los niveles más bajos de homicidio y criminalidad en América Latina; ahora apunta a ser uno de los países más infestados por el crimen debido a la forma en la que Estados Unidos y sus vecinos confrontan el comercio de drogas ilegales. Esta perspectiva global renueva una discusión que tras lo sucedido con los 43 normalistas de Ayotzinapa, resulta profundamente necesaria.
Este libro fue escrito originalmente para el lector estadounidense, con la intención de confrontar la convicción generalizada de que los horrores de la última década son un producto mexicano y por lo tanto, un problema que México debe solucionar. Creer esto alienta posturas como la de Donald Trump, quien sugiere tapiar a nuestro país por completo y pasarnos la factura de nuestro encierro. Sin embargo, como advierten los autores, la causa principal de la narcoviolencia fue la decisión del gobierno estadounidense, tomada a principios del siglo XX, de prohibir el consumo de drogas a sus ciudadanos. Cuando éstos recurrieron al mercado negro (en el que los mexicanos han jugado un papel decisivo) Estados Unidos no tuvo la voluntad, o la manera, de detener la importación, y orilló al gobierno de México a servirle de socio menor en su proyecto prohibicionista, con resultados desastrosos.
El precio que han pagado los estadounidenses por la prohibición ha sido la encarcelación masiva (sobre todo de afroamericanos); el que han pagado los mexicanos ha sido mayor: el enorme número de muertos y desaparecidos, y un tsunami de crimen y corrupción. Ya que la guerra contra las drogas fue una creación conjunta, la solución sólo puede ser bilateral. La experiencia apunta a la legalización, a tratar a las adicciones como un asunto de salud pública y no como crimen.
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