CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Las graves deficiencias en el diseño
institucional de la estructura electoral nacional que emergió de la
reforma político-electoral de 2013 y 2014 eran evidentes. Esa estructura
no era producto de un diagnóstico serio de los problemas que enfrentaba
la organización de las elecciones federales o estatales y todavía menos
de un cuidadoso análisis de las distintas alternativas de solución. Era
resultado del forcejeo político entre las dirigencias de las tres
principales fuerzas políticas nacionales de entonces: PRI, PAN y PRD.
Así, en lugar de optar entre las propuestas centralista, federalista o
la dual que ya existía –con algunas correcciones–, crearon una nueva
que mantenía vivas ambas instancias y produjeron un híbrido en el que
hay una estructura nacional pero se mantienen muchas de las ataduras
estatales, sin medir las consecuencias. A las deficiencias de diseño se
agregaron las fallas en la aplicación y los conflictos entre las
distintas instancias.
Desde el pasado proceso electoral, en el cual coincidieron elecciones
federales y estatales, empezaron a aflorar algunas de las deficiencias.
Fueron particularmente evidentes las fallas en el proceso de
fiscalización, que culminó con la imposibilidad real de aplicar la
disposición constitucional de anular las elecciones en las que se
rebasaran en más de 5% los topes de gastos de campaña, pues fue
imposible determinar las erogaciones reales de candidatos y partidos,
pues no se logró concluir la revisión de los informes consolidados. En
el curso de este proceso la Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se encargó de darle la puntilla a
dicho proceso.
Mientras tanto, las elecciones locales de Chiapas, que no se
celebraron en la misma fecha que las federales del año pasado,
propiciaron que se manifestara otra de las debilidades de la estructura
electoral: la designación de los miembros de los consejos de los
organismos públicos locales, para lo que concurrieron también un mal
diseño y una mala implementación.
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral decidió
privilegiar la evaluación de conocimientos para seleccionar a los
candidatos, lo cual, siendo importante, tiene que ser ponderado con
otros aspectos más difíciles de evaluar, pero igualmente importantes,
como el carácter personal para enfrentar las presiones de los distintos
actores políticos, el compromiso democrático, la búsqueda de perfiles
diversos y, de preferencia complementarios, para la integración del
Consejo y, dentro de éstos, alguno o algunos que tuviesen experiencia en
puestos directivos o en órganos colegiados de organizaciones complejas.
El Consejo del Organismo Público Local Electoral (OPLE) chiapaneco
cometió dos grandes errores, sin juzgar los motivos o razones: decidió
dejar de aplicar el principio de paridad de género en la integración de
las listas de candidatos a diputados y ayuntamientos de la entidad; y
descuidar el trámite de registro e incorporación de ciudadanos que
supuestamente solicitaron votar desde el extranjero, lo que se tradujo
en que un número importante de ciudadanos no pudieron sufragar en el
proceso ordinario, porque los habían movido de las listas nominales de
su sección a la lista de votantes en el extranjero, sin que ellos lo
hubiesen solicitado.
Más allá del impacto que estos descuidos tuvieron en el proceso
electoral y sus resultados, el pasado jueves 12 la Sala Superior del
TEPJF decidió destituir a todos los integrantes del órgano de dirección.
Pero éste no es el único OPLE con problemas de dirección. El pasado
viernes 13, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE)
aprobó un acuerdo para ejercer “la facultad de atracción para verificar
el cumplimiento de los criterios de designación y el desempeño de los
servidores públicos titulares de las áreas ejecutivas del organismo
público local de Durango”, después de que el consejero presidente de
dicho órgano destituyó a la secretaria ejecutiva del mismo y el Tribunal
Electoral del estado la restituyó. Así, a 20 días de las elecciones hay
una abierta pugna entre el Consejo y la Secretaría Ejecutiva, que
encabeza la estructura ejecutiva del mismo.
El acuerdo del Consejo General del INE abre una facultad genérica en
el punto segundo del acuerdo, que señala: “El Consejo General del
Instituto Nacional Electoral, de ser el caso, tomará las decisiones
pertinentes, a fin de darle funcionalidad a la estructura del OPLE de
Durango, una vez que se allegue de los documentos necesarios”, con lo
cual se genera el espacio para destituir y nombrar funcionarios
ejecutivos; lo cual seguramente será impugnado ante las instancias
jurisdiccionales correspondientes, prolongando el conflicto e
involucrando nuevos actores (INE y TEPJF).
Pero esos no son los únicos conflictos que afloraron en el presente
proceso electoral: en febrero del presente año, el consejero presidente
del OPLE de Veracruz denunció que el gobierno estatal le debía al órgano
electoral casi 187 millones de pesos, correspondientes a los ejercicios
fiscales de 2013, 2014, 2015 y 2016, por lo cual el organismo electoral
estaba incumpliendo con diversas obligaciones, como entregar el
financiamiento a los partidos políticos, pagar los sueldos a los
trabajadores de la institución y asegurar la realización de sistema de
información de la jornada electoral y el programa de resultados
electorales preliminares, ante la imposibilidad de cumplir con el pago a
los proveedores.
El domingo 8, el consejero presidente del Consejo General del INE,
Lorenzo Córdova, señaló en una visita a dicha entidad que el órgano
federal no financiaría los atrasos del gobierno estatal y, por lo tanto,
no tenían considerado apoyar financieramente al OPLE veracruzano.
Así en sólo dos procesos electorales (el segundo todavía en marcha)
han aflorado todo tipo de debilidades: mal funcionamiento de los
consejos de los OPLE (caso Chiapas), conflictos internos en los mismos
(caso Durango), deficiente implementación de las disposiciones legales
(sistema de fiscalización) e interpretación muy discordante de las
normas entre el Consejo General del INE y la Sala Superior del TEPJF (el
caso de la negativa del registro a los candidatos que no presentan
informes de gastos de precampaña), entre los más significativos.
El resultado no es sorprendente, pues todas las fallas fueron
oportunamente detectadas y señaladas (Proceso 1928, 1953, 1965, 1978,
entre otros); pero sí es muy preocupante, porque es esta estructura la
responsable de organizar las elecciones para renovar 14 gubernaturas (12
este año y dos el próximo –Estado de México y Coahuila–), y,
eventualmente, la elección presidencial y legislativa de 2018. Las
alarmas están encendidas, pero hasta el momento los legisladores parecen
no darse cuenta de ello.
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