Por Marta Lamas
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El 9 de mayo pasado, un día antes del
Día de las Madres, el Grupo de Información en Reproducción Elegida
(GIRE) reunió a 27 víctimas de violencia obstétrica o familiares de
mujeres que habían muerto en el parto para que fueran escuchadas en un
tribunal simbólico. En nuestro país las noticias desgarradoras de todo
tipo han hecho que la violencia y las muertes que suceden en los
hospitales se invisibilicen o pierdan importancia. Hay muy escasas
noticias sobre las mujeres que mueren de parto, y para miles de mujeres
en nuestro país la atención obstétrica se acompaña de maltrato
psicológico. Además de que para muchas parturientas los hospitales se
convierten en sus tumbas, las agresiones contra las embarazadas están
muy “normalizadas” en las instituciones de salud. Regina Tamés,
directora del GIRE, dice: “Generalmente esa violencia sucede entre
humillaciones, gritos e insultos durante un momento muy vulnerable para
las mujeres (física y psicológicamente)”.
Al Polyforum Siqueiros llegaron 27 personas de distintas entidades a
denunciar sus tragedias: de la Ciudad de México (3), Chiapas (5),
Durango (3), Guanajuato (2), Hidalgo (2), Oaxaca (3), Quintana Roo (3),
Sinaloa (3), Yucatán (1) y Zacatecas (2). En los 17 casos de violencia
obstétrica y 10 de muerte materna expuestos, el parto fue el momento en
que más se violaron los derechos humanos de las mujeres. Como
consecuencia de la violencia obstétrica, tan sólo considerando estos 27
casos presentados, hubo 10 muertes fetales y cinco neonatales; y 24
niños y niñas quedaron huérfanos por las omisiones cometidas
mayoritariamente en unidades de salud y hospitales de la Secretaría de
Salud federal y las estatales, seguidos por las del IMSS y el ISSSTE. Y
encima de todo, en los casos donde la mujer o su familia son de origen
indígena, hubo discriminación por esa razón.
¿Para qué realizar un tribunal simbólico? ¿De qué sirve? Regina Tamés
declaró: “Estamos cansadas de que no se haga nada para que las mujeres y
las familias accedan a la justicia, por eso convocamos a la realización
de este tribunal”. Que por primera vez mujeres que sufrieron violencia
durante el embarazo o el parto y familiares (viudos, hermanas, madres)
de una mujer muerta se reúnan a dar su testimonio ante un jurado
compuesto por seis expertas internacionales con reconocida experiencia y
trayectoria en salud reproductiva tuvo un efecto catártico y político a
la vez.
Las seis expertas internacionales que escucharon los conmovedores
testimonios fueron: Alda Facio, jurista y actualmente la directora
académica del Women’s Human Rights Institute en la Universidad de
Toronto. Ha sido asesora del secretario general de la ONU para el
estudio a profundidad de la violencia contra las mujeres y directora del
Caucus de Mujeres por una Justicia de Género en la Corte Penal
Internacional. Alicia E. Yamin, directora de políticas del Centro
François-Xavier Bagnoud para la Salud y Derechos Humanos de la
Universidad de Harvard y profesora de Leyes y Salud Global de la Escuela
de Salud Pública, también de Harvard. Catalina Martínez, abogada e
internacionalista. Actualmente es la directora regional para América
Latina y el Caribe del Centro de Derechos Reproductivos. Anteriormente
trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Gladys
Acosta, socióloga y abogada. Experta independiente del Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, de la ONU. Ha sido
representante de ONU Mujeres y de UNICEF en diversos países de América
Latina. Julissa Mantilla, abogada con estudios de posgrado en la London
School of Economics and Political Science. Actualmente es profesora de
la maestría de derechos humanos y de la de género de la Pontificia
Universidad Católica del Perú e integrante de la Red Latinoamericana de
Académicos/as del Derecho (Red Alas). Sandra Oyarzo, matrona (partera)
desde hace 24 años, con una maestría en educación en ciencias de la
salud. Es profesora en la Escuela de Obstetricia de la Universidad de
Chile. Ha colaborado con la OPS/OMS para el desarrollo de la partería en
países latinoamericanos
Entre las declaraciones del jurado destaca la de que las muertes
maternas y la violencia obstétrica sí son violaciones a los derechos
humanos, por lo tanto no son solamente responsabilidad de los médicos,
sino también del Estado. De ahí que las seis emitieran recomendaciones a
los tres poderes del Estado para que estas tragedias no sucedan más.
Claro que hubo señalamientos específicos a la Secretaría de Salud
federal, las Secretarías de Salud de esos estados, el IMSS y el ISSSTE.
Regina Tamés concluyó que “la crisis de derechos humanos que vive
México se ha extendido a los hospitales. Estos testimonios son historias
recurrentes que nadie debe acostumbrarse a escuchar, porque todas
serían prevenibles si hubiera verdadera voluntad política del Estado
para mejorar la calidad de vida de las mujeres”.
La memoria de este encuentro, así como las recomendaciones del
jurado, se presentarán oficialmente a las autoridades involucradas este
mismo año. Entre ellas se incluirá el que haya sanciones administrativas
para el personal de salud que cometa violencia obstétrica y que haya
supervisión permanente de los centros de salud donde sucede.
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