Familia del padre se opone
Miriam, recién liberada tras nueve años de cárcel acusada sin pruebas de
homicidio por un parto fortuito que causó la muerte del feto, enfrenta
un nuevo proceso jurídico, ahora de tipo civil, para que la dejen
convivir con su hijo de 10 años, a quien no ve desde su prisión.
En 2008, Miriam tenía 26 años, vivía con su pareja y con el hijo de ambos, de 2 años de edad. Era, dice a Cimacnoticias esta mujer guerrerense, “reservada”, se dedicaba al trabajo en el hogar y prefería mantenerse en silencio cuando se presentaba algún problema o alguna situación en contra.
El 25 de noviembre de ese año, tuvo un accidente, una caída en el interior de su casa que la desmayó y la provocó un “parto fortuito”, en el que murió el feto, de siete meses de gestación, y a ella le causó una hemorragia posparto.
Su pareja la llevó al hospital y el médico que atendió a Miriam pidió a sus familiares que le llevaran el cadáver del producto, tras lo cual reportó a la policía la comisión de un delito. Ese mismo día, agentes la sacaron del hospital, para llevarla ante el Ministerio Público. “No era un interrogatorio, ellos me decían: fuiste tú. Lo hicieron con violencia. Y luego en los separos los policías me esposaron y delante de mi hacían sus necesidades”, relata Miriam.
Debido a que su salud era delicada, la regresaron al hospital y al día siguiente la trasladaron a los separos, de donde fue llevada al Penal de Las Cruces en Acapulco la madrugada del 28 de noviembre. “Me dolía mucho el cuerpo, la nuca y las caderas. Los médicos del hospital habían dicho que debía tomar medicamentos (para el dolor y para evitar infección), pero en el penal no había atención médica ni medicinas”, recuerda Miriam.
Su madre y su hermana consiguieron medicinas. Su madre buscó apoyo legal. El primer abogado “solo nos quitó el dinero, se dejaba manipular por el Ministerio Público”. Acusada de homicidio, enfrentó un juicio que, con irregularidades, duró cuatro años y fue sentenciada a 20 años de prisión por homicidio.
Durante su encierro, Miriam recibió las visitas de su madre y hermana, pero a su hijo ya no lo volvió a ver, porque se quedó a vivir con el padre y éste dejó de visitarla en la cárcel. Al principio la madre de Miriam visitaba al niño los fines de semana, hasta que el padre y su familia le negaron el contacto con su nieto.
En 2015, la asociación civil Asilegal conoció el caso, pidió revisión de sentencia, ya que no había pruebas del delito y fue además víctima de violencia institucional y de violencia obstétrica, al ser vulnerado su derecho a atención médica.
Dentro del penal, Miriam vivió la rutina carcelaria, pases de lista y vigilancia continua, y trató de rehacer su vida. Tuvo así un tercer embarazo y nació su segundo hijo. “Fue difícil porque, si no hay médicos y medicinas para las reclusas, menos para los niños”, dice.
El pasado 16 de agosto, un juzgado le dictó sentencia de libertad y ordenó la reparación de daños para Miriam, al reconocer que no había pruebas suficientes de que haya cometido el delito. Regresó así a la casa de su madre, con su segundo hijo de 5 años de edad.
Ahora quiere recuperar a su hijo de 10 años y esa es su motivación para continuar con el juicio civil para lograrlo. “Lo tomo por buen plan, antes era una persona muy callada, no peleaba, pero estar ahí te hacer crecer, te haces más ágil de pensamiento y te empiezas a defender”, dijo.
Mientras tanto, Miriam espera que en los próximos días el Ministerio Público no apele la sentencia de absolución, con lo cual se le reparará el daño y le permitirá continuar en su empeño por reintegrarse a la vida de su primer hijo.
Archivo CIMACFoto
Por: Gema Villela Valenzuela
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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