Fuente original : http://www.piedepagina.mx/soy-objeto-de-una-ley-que-criminaliza.php
Esta es una
historia de terror. Patricia sufrió un aborto espontáneo provocado por
una mala medicación en el IMSS. Pero en lugar de recibir ayuda fue
sometida a una tortura por quienes debían ayudarla. Un caso más de
muchos que se desconocen y que son consecuencia de legislaciones
antiaborto promovidas por la Iglesia y grupos conservadores anti
derechos de las mujeres mexicanas
Patricia
cuenta su historia desde un lugar donde no pensó estar jamás. La cuenta
valiente, como afirmando en cada palabra: "Esta soy". Para que su
historia "no le pase a otra más".
Patricia tiene 21 años y hace uno que
vive en León. En este lugar, la ciudad más grande del estado más
católico del país, comenzó su vida después de verse a dejar Veracruz, donde fue acusada de aborto.
Su historia es conocida: en diciembre del
2014 llegó a un hospital del IMSS por un dolor abdominal, en el puerto
de Veracruz. El médico le dijo que tenía gastritis y le dio un
tratamiento de dos meses. En marzo del 2015, Patricia tuvo un retraso en
su periodo y descubrió que estaba embarazada. Ella tomó una de las
cuatro dosis de medicina para realizar un aborto, pero no concluyó el
tratamiento. Al día siguiente despertó con un fuerte dolor abdominal y
sangrado. De nuevo volvió al IMSS -servicio al que accedía por parte de
la Universidad Veracruzana- y el mismo médico que dos meses antes le
diagnosticó gastritis, la acusó de aborto. Desde el hospital llamaron al
Ministerio Público, que secundó la acusación. A la autoridad judicial
no le importó el mal diagnóstico médico que le hicieron en diciembre,
cuando le recetaron pastillas contra la gastritis que podrían incluso
ser abortivas. No le importó la posibilidad de que el aborto de Patricia
fuera espontáneo, pues no terminó la dosis para el aborto voluntario.
Ella fue obligada a enterrar al feto, al que las autoridades médicas no
realizaron necropsia.
Pero la historia que ella quiere contar
es la que ha podido reconstruir desde esos días, no la que le hicieron
creer las autoridades.
"Lejos de atender mi salud, llegué con
dolores y sangrado, comenzaron a culparme. Me querían hacer sentir la
peor mujer del mundo. Nadie en la vida tiene derecho a juzgarte, a
criticarte sin saber por lo que has pasado. Me mandaron al Ministerio
Público, yo ni sabía nada de leyes. ¿Dónde está la responsabilidad de
las autoridades médicas que realizaron un mal diagnóstico y pusieron en
riesgo mi salud? Yo no soy una víctima, soy objeto de una ley que
criminaliza mis decisiones".
La organización Las Libres tomó la defensa jurídica de su caso y la amparó contra una posible detención.
“Yo no sabía que lo podía superar, en la
escuela la gente me preguntaba si aborté o no. Me sentía todo el tiempo
acusada, cuestionada… me señalaban todo el tiempo y yo sentía que no
debía llorar, que debía aguantar y mantenerme fuerte porque me hacían
creer que todo había sido mi culpa”.
Patricia dejó Veracruz y se fue a vivir a
León, con apoyo de Las Libres, mientras el juicio de amparo contra su
detención se resolvía.
“Me cambié de ciudad sin avisar, sin
despedirme de nadie. Esa parte fue muy dolorosa, dejar a mis verdaderas
amigas atrás, dejar lo que había comenzado en la Universidad, pero
también fue un alivio, empezar desde cero, sin estigmas”.
En Guanajuato, Patricia retomó sus
estudios en administración de empresas en una universidad de la ciudad,
comenzó a trabajar en un negocio local y a relatar -para que no le
vuelva a ocurrir a otra joven- la historia que ella quiere, no la de
culpa y crimen que le quisieron imponer las autoridades.
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