CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Hace unos días el Parlamento de la
Unión Africana avaló la prohibición, en toda África, de las mutilaciones
genitales de las mujeres. No obstante el Parlamento tiene carácter
consultivo, por lo que la decisión sólo implica un respaldo político
sustantivo a quienes llevan años luchando para terminar con dicho
horror.
¿En qué consiste la mutilación genital femenina? A grandes rasgos se
pueden diferenciar tres variantes: 1) la circuncisión “surna”,
consistente en cortar “la punta del clítoris”; 2) la escisión del
clítoris o clitoridectomía, que también puede estar acompañada por la
escisión de las partes adyacentes a los labios menores; y 3) la
infibulación, la desaparición total de cualquier apariencia sexual,
eliminando clítoris y labios menores y mayores, y cosiendo la superficie
hasta dejar un mínimo orificio (muchas veces del ancho de un cerillo de
madera, otras de cinco milímetros) para dejar salir la orina y la
sangre. Esta operación supone que, para tener relaciones sexuales y
posteriormente para parir, la mujer deberá ser abierta (de un tajo a
sangre fría, usualmente); después de parir es vuelta a coser y este
procedimiento se repite a lo largo de su vida reproductiva.
Las mutilaciones se efectúan, en su gran mayoría, sin anestesia; se
llevan a cabo en condiciones poco sanitarias, en la casa de la víctima o
en un lugar ritual (recientemente, dado el alto índice de muertes y
complicaciones, algunos hospitales han empezado a ofrecer “el
servicio”). Cada grupo tiene sus técnicas y sus variaciones en la
operación: algunos “cauterizan” el clítoris con fuego, otros frotan una
especie de ortiga sobre los órganos sexuales para destruir las
terminaciones nerviosas; unos restañan la sangre con compresas de leche,
hierbas y miel, mientras que otros utilizan excrementos de animales o
cenizas.
También varía la edad en que se les mutila, de acuerdo con la
tradición y los procedimientos locales. Unas son “operadas” al octavo
día de nacidas, pero la mayoría son sometidas a esta tortura antes de la
pubertad. Los casos de infibulación, por ejemplo, se realizan cuando la
niña tiene entre tres y ocho años. Muy pocas son las que llegan a la
adolescencia sin ser mutiladas, ya que las consideran “sucias” o
“impropias” y resulta imposible casarlas si siguen “al natural”. Aunque
la edad varía, es una constante en todas ellas el vívido recuerdo que
guardan de la mutilación.
¿Por qué se mutila de esa manera a niñas y jovencitas? Las
explicaciones que dan los grupos que practican la mutilación genital
recorren una amplia gama de justificaciones culturales; desde una
supuesta “limpieza” de los genitales femeninos o una “protección contra
brujerías”, hasta abstracciones tales como “la religión lo señala” o
“así es la costumbre”. Sin embargo hay unanimidad al pensar que
representa una “garantía” de la virginidad y que sirve para “prevenir”
la promiscuidad femenina (al reducir físicamente la posibilidad del
placer sexual y aterrorizar a las mujeres frente a lo doloroso del
coito). La práctica pone en evidencia un gran miedo a la sexualidad
femenina, que se expresa, por ejemplo, con argumentos como los de los
mossi, de Burkina Faso, o los dogon y bambaras de Mali, que creen que el
clítoris es un órgano peligroso para los hombres, ya que les trae
consecuencias fatales si el pene entra en contacto con él. Como diría
Monsiváis: ¡No comments!
Cada año unos 3 millones de niñas son sometidas a este tipo de
mutilación, y se calcula que en estos momentos hay alrededor de 125
millones de mujeres víctimas de diversas formas de mutilación genital.
Son las propias mujeres africanas las que desde hace años iniciaron una
campaña para acabar con estos traumáticos usos y costumbres. Y también
son ellas quienes se oponen a que se le llame “circuncisión femenina”.
Arguyen que la única similitud entre ambas circuncisiones es el hecho de
que se llevan a cabo por motivos religiosos o razones culturales. Sólo
que la circuncisión masculina no acaba con la capacidad de placer sexual
en los hombres ni les acarrea coitos dolorosísimos o problemas médicos y
psicológicos para toda la vida. Este término de “circuncisión femenina”
es, por lo tanto, además de incorrecto, confuso, ya que sugiere que lo
que se les hace a las mujeres es algo similar a lo que se les hace a los
hombres y, por ende, superficial. El clítoris tiene tantas
terminaciones nerviosas como el pene y, tomándolo estrictamente como el
órgano sexual femenino, una clitoridectomía es más una penectomía que
una circuncisión masculina.
La labor de las africanas que luchan contra la mutilación ha logrado
que crezca la campaña de denuncia y que rebase las fronteras de sus
países. En especial ha logrado atraer la atención de organismos
internacionales, como la Organización Mundial de la Salud. Las mujeres
que encabezan este movimiento son africanas (y también árabes) que
valientemente han desafiado “la tradición” exponiéndose al rechazo y a
la agresión al romper ciertos tabúes (dejar fotografiar sus órganos
mutilados, hablar de cómo fueron mutiladas) y al no permitir que sus
hijas padezcan lo mismo.
Desde ahora los 250 parlamentarios que tomaron tal decisión deben
hacerla llegar a sus países y el respaldo internacional que reciban será
importantísimo. ¿Nuestro gobierno se pronunciará al respecto?
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