John M. Ackerman
Si los 16 multimillonarios de
México fueran inteligentes procederían inmediatamente a relevar a
Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República con alguien un poco
menos ignorante e incapaz. En ninguna empresa se toleraría tal nivel de
ineptitud de parte del principal administrador. El consejo de
administración lo enviaría directamente a su Casa Blanca sin dudar ni por un segundo.
El artículo 84 de la Constitución establece un procedimiento bastante
sencillo para el relevo anticipado en la Presidencia de la República.
Peña Nieto no tendría que
renunciar, sino simplemente ausentarse del país de manera definitiva para así producir una
falta absolutaa su cargo. En ese caso, Miguel Ángel Osorio Chong primero ocuparía provisionalmente la Presidencia de la República y posteriormente el Congreso de la Unión elegiría, por dos terceras partes, al presidente sustituto que concluiría el periodo de Peña Nieto.
En este escenario la oligarquía y los partidos del Pacto por México
ejercerían un control absoluto sobre el procedimiento de relevo
anticipado. Podrían simultáneamente satisfacer la sed de cambio político
inmediato que hoy recorre la nación y preparar el terreno para un pase
de bastón ordenado en 2018 entre los integrantes de la mafiocracia
imperante.
Afortunadamente, nuestros oligarcas no son particularmente listos.
Creen que pueden administrar exitosamente la crisis de legitimidad de
Peña Nieto hasta que se inicien las campañas electorales de 2018,
momento en el cual echarán toda la carne al asador para inflar a su
relevo como la salvadora o el salvador de la patria.
Asimismo, las pocas cabezas pensantes del priísmo están cegadas por su obsesión con la
institucionalidadautoritaria dentro de la cual todos los presidentes electos desde 1934 han gobernado hasta el último día de su sexenio. Para ellos, permitir un relevo anticipado en Los Pinos sería una inaceptable señal de debilidad del régimen que empoderaría y animaría de manera peligrosa a la sociedad movilizada.
La soberbia y la terquedad de los dueños y los gobernantes del país
abren una oportunidad histórica para construir una gran articulación
social que pueda derrotar al monstruo de la impunidad, el cinismo y el
saqueo que hoy nos malgobierna. Al mantener en su cargo a un jefe de
Estado que está hundiendo la economía, destruyendo al medio ambiente,
regalando los recursos naturales, masacrando al pueblo y robando a manos
llenas, se abre un enorme vacío de poder que tendrá que ser ocupado por
el pueblo unido.
Si no lo llenamos nosotros, lo llenarán la jerarquía de la Iglesia católica con sus retrógradas
marchas por la familia, las fuerzas militares con sus metralletas o Televisa y Milenio con sus críticas hipócritas y falsos mesías. Si no llenamos nosotros el vacío, dejaremos pasar una oportunidad de oro para votar desde la calle para botar del poder al PRIANRD e iniciar una nueva etapa de la nación.
El próximo proceso electoral federal se inicia oficialmente en
apenas un año, en octubre de 2017. La sociedad mexicana cuenta entonces
con apenas 12 meses para preparar el escenario para una verdadera
alternancia en el poder en la elección presidencial que tendrá lugar el 3
de junio de 2018.
Es hora de poner a un lado, aunque sea por un momento, los enormes
egos y las eternas disputas ideológicas que tanto debilitan a la
izquierda en momentos críticos como el actual.
Andrés Manuel López Obrador es el único candidato opositor viable. Ni
Alejandro Encinas, ni Cuauhtémoc Cárdenas, ni Gerardo Fernández Noroña,
ni Juan Ramón de la Fuente, y mucho menos Miguel Ángel Mancera, le
llegan ni a los talones al tabasqueño con respecto a su popularidad y
presencia entre los mexicanos. La actual mezquindad de estas y otras
figuras, al regatear su eventual apoyo a Morena, tendría que dar paso a
un generoso apoyo a la causa de México sin pedir absolutamente nada a
cambio.
En Morena caben todos. Ahí militan comunistas, socialdemócratas,
campesinos, obreros, empresarios, estudiantes, maestros, homosexuales,
radicales, reformistas, revolucionarios, jóvenes y personas de la
tercera edad. Todos están unidos alrededor de un solo objetivo:
conquistar la Presidencia de la República en 2018 con el fin de generar
una coyuntura favorable para la transformación del país a partir de la
acción social. Ello tendría que ser un objetivo compartido por
absolutamente todos los mexicanos indignados.
Está plenamente justificado exigir la renuncia inmediata del actual
ocupante de Los Pinos. Sin embargo, su separación del cargo no resolverá
nada si no estamos preparados para controlar desde la sociedad el
proceso de relevo en la Presidencia. Además de interpelar al poder
corrupto desde la calle, exigiendo renuncias, justicia y reformas,
también habría que interpelar a nosotros mismos e iniciar el arduo
trabajo de construcción de alianzas y articulaciones estratégicas. La
unión que vencerá debe construirse desde ahora o no se construirá nunca.
Twitter: @JohnMAckerman
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