Eduardo Ibarra Aguirre
Hugo
Valdemar, vocero del cardenal Norberto Rivera, exige a las autoridades
capitalinas que encabeza Miguel Ángel Mancera: “No permitir la marcha
convocada por el Frente Orgullo Nacional Mx”, y que partirá del Ángel de
la Independencia, a las 10 horas, del sábado 24, sólo 120 minutos antes
de la manifestación que organiza el Frente Nacional por la Familia.
El
argumento de Valdemar Romero es que la marcha convocada por el
agrupamiento de sólo una pequeña porción de la comunidad lésbico, gay,
bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual, “es una
provocación que pone en peligro a los integrantes del Frente Nacional”. Y
acaso no le falte razón al beligerante propagandista en contra de la
iniciativa de ley del titular del Ejecutivo federal por el matrimonio
igualitario y el derecho a la adopción.
Como un
político profesional en plena acción que muestra ser, Valdemar
responsabiliza y hasta amenaza a Mancera: “Si sucede algo será a causa
de esta imprudencia de las autoridades. Nosotros de antemano los
responsabilizamos”.
Olvidó muy rápido el ministro
de culto que apenas hace un par de semanas, su jefe y amigo, Rivera
Carrera, le ordenó deslindar públicamente a la Arquidiócesis de la
Ciudad de México de la organización abierta, no de la soterrada, de las
manifestaciones más políticas que religiosas y que se llevaron a cabo el
10 de septiembre en 120 ciudades del país.
Pero motivos y razones parecieran no faltarle al brazo derecho del cardenal que tan duramente criticó el papa Francisco por su modus vivendi y operandi, a Norberto y a sus pares e impares, en la mismísima Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
En
efecto, el Frente Nacional por la Familia convocó a su manifestación
desde hace un par de meses, mientras que el Frente Orgullo Nacional Mx
cambió el trayecto original de su movilización hace unos días.
Para
la vocera Patria Jiménez, de la organización de la marcha de una parte
de los colectivos LGBTTTI, no “hay barrera que pueda contener” su
libertad. Resaltó que hay “pánico” por un posible encuentro, pero que no
pretenden la confrontación sino “hacerse visibles y defender el Estado
laico”.
En cualesquiera casos para que la
“provocación” funcione, como alerta el vocero del también presunto
protector de pederastas, de acuerdo a víctimas que lo denunciaron ante
una Corte de Los Ángeles, California, se requiere que la parte
“provocada” caiga en la “provocación”. Y es de suponerse que ni Hugo
Valdemar ni Norberto Rivera lo aconsejan, pues con ello darían la razón a
los colegas que advierten que es la Organización Nacional El Yunque la
que arma la oposición a la iniciativa de ley de Enrique Peña.
Más
allá de los derechos de todas las partes e individualidades a
manifestarse en la vía pública –respetando el derecho de terceros, en lo
que casi nadie repara cuando la jerarquía católica y sus fieles toman
las calles, incluido el muy emblemático 12 de diciembre–, no es
necesario dar otra muestra de debilidad de los múltiples organismos de
la diversidad sexual que movilizaron a unos cuantos miles el 11 de
septiembre frente a la Catedral Metropolitana capitalina, para “exigir
respeto al Estado laico y a las libertades sociales”, mientras Rivera
Carrera oficiaba la misa dominical.
O apenas el
día 15, cuando 5 mil ciudadanos (La Jornada) convocados por las redes
sociales exigieron la renuncia del presidente Peña Nieto. Con tales
demostraciones de debilidad se fortalece a los que pretenden denunciar y
criticar.
@IbarraAguirreEd
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