“Hoy decimos que aquí nacieron muchas bertitas”: activista independiente
hondureña Daniela Galindo
El asesinato de la activista indígena Lenca, defensora del medio
ambiente y de la tierra en Honduras, Berta Cáceres, a pocos días del Día
Internacional de la Mujer evidencia no sólo lo mucho que hay por avanzar en la
lucha contra la violencia hacia las mujeres sino también la vulnerabilidad en
la que viven aquellas que se dedican al activismo alrededor del mundo y que
desafían los intereses políticos y económicos de las grandes transnacionales y
los gobiernos con los que se alían.
Cáceres quien en 2015 recibiera el prestigioso Goldman Environmental Prize por su defensa del Río Gualcarque ante
la construcción de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, así como su labor como
líder y cofundadora en 1993 del Comité Cívico de Organizaciones Populares
Indígenas de Honduras (Copinh), diría al inicio de su discurso de aceptación
una frase que lamentablemente terminaría siendo premonitoria “(…) dar la vida
de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida para el bien de
la humanidad y de éste planeta”.
Un año después, en la madrugada del 3 de marzo, en su casa de La Esperanza, en Intibucá,
Honduras sería ultimada con arma de fuego, siendo el único testigo el activista
mexicano y fundador de Otros Mundos A.C., Chiapas y Amigos de la Tierra Gustavo
Castro, a quien se exige se otorgue de protección por la riesgosa situación en
la que se encuentra.
Entre las muchas luchas que sostuvo la feminista indígena se encuentra
su oposición a la instalación de bases militares estadounidenses en territorio
hondureño; al golpe de 2009 que depuso al gobierno democrático de José Manuel
Zelaya, cuando éste planteaba en las elecciones de ése año instalar una urna
para elegir una Asamblea Constituyente en 2010 para elaborar una nueva
Constitución; y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas a vivir en
armonía con los ríos y la Tierra, siendo todas éstas luchas englobadas en su
rechazo a “la autodestrucción
basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”, como señalaría en
su discurso de 2015.
El crimen cometido contra la activista centroamericana se desarrolla
en un contexto político, geográfico, temporal muy específico, como son el golpe
de 2009 que instituyó el gobierno de facto en ése entonces de Roberto
Micheletti donde se sospecha ampliamente que Estados Unidos incidió, la alta
tasa de feminicidios y la impunidad prevaleciente ante el asesinato de
dirigentes indígenas y ambientalistas.
Honduras país que colinda geográficamente con Nicaragua, El Salvador,
Guatemala y el Océano Atlántico, ha sido el país menos estudiado de América
Latina. De manera muy somera se le ha abordado y las descripciones en muchas
ocasiones le han tachado de retrógrada y por lo tanto por mucho tiempo se le
consideró conservador y carente de potencial de cambio, por no haber emprendido
un proceso revolucionario como sus vecinos centro y sudamericanos durante la
década de los setenta. Sin embargo la obra de Darío Euraque (1996) que rescata
los movimientos campesinos y sindicales hondureños diría muy lo contrario, así
como la ola de movimientos revolucionarios que surgieron a partir del golpe orquestado
por Estados Unidos en 2009, como el Frente de Resistencia y el grupo Feministas
en Resistencia, al cual pertenecía Berta Cáceres, han evidenciado que el pueblo
hondureño está harto de las oligarquías y lucha por su dignidad.
En ésta lucha los derechos de las mujeres son fundamentales sobre todo
partiendo de que Honduras encabeza las cifras de feminicidio en Centroamérica,
sino es que también de toda Latinoamérica, puesto que la tasa de femicidios pasó de 2.7% en el 2005 a
14.6 en 2013, siendo la tasa más alta de la región centroamericana,
comparada con Guatemala y el Salvador que fue de 9.5 y 10.2 respectivamente en
el 2013.
Sumado a éste indignante
escenario Global Witness señala en su estudio de 2015 ¿Cuántos más? que Honduras es el país más peligroso per cápita para
los activistas ambientales y de la tierra con 101 asesinatos entre 2010 y 2014,
y ahora se suma el de Berta Cáceres, quien por mucho tiempo estuvo amenazada
junto con su familia.
El patriarcado capitalista,
neocolonial, racista que se materializa en la militarización de los territorios
indígenas, la depredación de los recursos naturales, de flora, fauna a manos de
empresas globales y gobiernos corruptos, así como el de la violencia contra lo
cuerpos de las mujerex y otrxs cuerpos en peligro continúan siendo los
principales entes a combatir por parte de las mujeres en el mundo y en éste
caso particular de Latinoamérica, donde el asesinato de la compañera activista, indígena, feminista, rebelde hondureña
no producirá el fin de las luchas de las mujeres que defienden los ríos, los
territorios, sus cuerpos, puesto que en muchas luchadoras sociales se ha
sembrado la semilla de la rebeldía feminista y como señaló la activista independiente hondureña Daniela Galindo
radicada en Argentina: “hoy decimos que aquí nacieron muchas bertitas”.
Fuentes:
Euraque, Darío (1996) “Reinterpreting the Banana
Republic”: Region and State in Honduras, 1870s-1972”. Chapel Hill: University
of North Carolina Press.
Global Witness: Discurso de aceptación del Premio Goldman en el 2015
Feminicidios Honduras:
Feminicidios Honduras: