LENGUANTES
Por: Lulú V. Barrera*
Por: Lulú V. Barrera*
El miércoles nos despertamos a una nueva película de terror de
Hollywood, Donald Trump será el próximo Presidente de los Estados
Unidos. La realidad se nos estrella en la cara, ¿será el fin del mundo
como lo conocemos o más bien su consecuencia más clara?
Millones respaldan un discurso abierto de odio, racista y machista y esto es apabullante, pero no pasó durante los cómputos del martes, el triunfo de Trump es el testimonio real del mundo en que vivimos.
Aunque alegó un complot mediático en su contra, es la maquinaria del espectáculo la que le preparó el camino. Su personaje y una infraestructura simbólica que entroniza al magnate, al hombre blanco y poderoso, al club de Toby, al pícaro que se sale con la suya, un macho.
¿Y todavía nos preguntamos por qué necesitamos al feminismo? Un hombre que cree que puede disponer del cuerpo de las mujeres ocupará la Casa Blanca, manda un mensaje de que el machismo no sólo tiene una extendida autorización social, sino que no tiene consecuencias. La carrera electoral estuvo atravesada por el sexismo, comentarios grotescos que sexualizan a las mujeres y autorizan la violación sexual, mansplaining, manterrupting y la villlanización de las mujeres fuertes.
¿El machismo de closet? “Looker room talk”
Para Trump no tuvo ningún costo político que saliera a la luz un video donde se jacta de poder atacar sexualmente a las mujeres sin su consentimiento abusando de su posición de poder:
“Solo empiezo a besarlas, como un imán, solo las beso, ni siquiera espero (…) y cuando eres ‘estrella’, ellas te permiten hacerlo (…) puedes hacer cualquier cosa (…) agarrarlas por la vagina, lo que quieras”.
Aunque Trump fue cuestionado abiertamente durante el segundo debate ¿cuál fue su respuesta? minimizar su gravedad y hacerlos pasar como una broma, un juego entre hombres, una plática de gimnasio, “looker room talk”.
Estas charlillas ocultas están detrás de los resultados electorales en los Estados Unidos, en los medios se preguntan por qué las encuestas no lo pronosticaron ¿ocultamos lo que verdaderamente creemos? La violencia sexual hacia las mujeres es cada vez más castigada en el discurso público, pero está vigente entre nuestras creencias más soterradas, moldean nuestro día a día y dan forma a una autorización del comportamiento sexual masculino abusivo.
¿Hillary no tiene lo que se necesita? “estamina” y carisma
Los debates me hicieron llegar a una conclusión clara: una mujer altamente preparada compitió contra un hombre de pocas ideas, simples y repletas de lugares comunes. Hillary tuvo que justificar una trayectoria de más de 30 años en dos minutos durante el primer debate, frente a un constante manterrupting, tan sólo en la primera media hora Trump la interrumpió 26 veces.
Trump le dijo además que “no tenía el look presidencial”, “no tiene la estamina”, una clave morse masculinista, estrechamente vinculada a la resistencia deportiva pero también a la performance sexual, una búsqueda simple en internet arroja múltiples referencias en revistas para hombres. En el lingo empresarial “tener estamina” o tener aguante, es lo que se necesita para ejercer una función de liderazgo.
A Hillary Clinton se le criticó por no sonreír lo suficiente. ¿Qué esperamos de la imagen pública de una mujer? ¿sonrisas alegres y complacientes? ¿figuras decorativas sin profundidad política? En el último debate Trump llamó a Hillary mujer retorcida, “Nasty woman”. Inmediatamente el hashtag se popularizó y empezó a ser utilizado reivindicativamente por miles de mujeres para apropiarse en positivo de la imagen de una mujer inteligente, fuerte, segura de sí misma y experimentada.
El poder y la toma de decisiones en el ámbito público ha sido históricamente masculino, y revertir esta figura tiene costos altos para las mujeres, se llama violencia política, se llama desigualdad salarial, se llama “techo de cristal”. Al centro del triunfo de Trump también está el machismo de todos los días, que levanta barreras invisibles que en su microscopía son obstáculos reales.
*Lulú V. Barrera es letróloga de formación, antropóloga por historia de vida y activista por decisión. Cree que debe reescribirse la historia, volver lo familiar extraño y extraño lo familiar, y sueña con otros mundos posibles. Admiradora de mujeres guerreras, creó y conduce “Luchadoras” en Rompeviento TV.
Millones respaldan un discurso abierto de odio, racista y machista y esto es apabullante, pero no pasó durante los cómputos del martes, el triunfo de Trump es el testimonio real del mundo en que vivimos.
Aunque alegó un complot mediático en su contra, es la maquinaria del espectáculo la que le preparó el camino. Su personaje y una infraestructura simbólica que entroniza al magnate, al hombre blanco y poderoso, al club de Toby, al pícaro que se sale con la suya, un macho.
¿Y todavía nos preguntamos por qué necesitamos al feminismo? Un hombre que cree que puede disponer del cuerpo de las mujeres ocupará la Casa Blanca, manda un mensaje de que el machismo no sólo tiene una extendida autorización social, sino que no tiene consecuencias. La carrera electoral estuvo atravesada por el sexismo, comentarios grotescos que sexualizan a las mujeres y autorizan la violación sexual, mansplaining, manterrupting y la villlanización de las mujeres fuertes.
¿El machismo de closet? “Looker room talk”
Para Trump no tuvo ningún costo político que saliera a la luz un video donde se jacta de poder atacar sexualmente a las mujeres sin su consentimiento abusando de su posición de poder:
“Solo empiezo a besarlas, como un imán, solo las beso, ni siquiera espero (…) y cuando eres ‘estrella’, ellas te permiten hacerlo (…) puedes hacer cualquier cosa (…) agarrarlas por la vagina, lo que quieras”.
Aunque Trump fue cuestionado abiertamente durante el segundo debate ¿cuál fue su respuesta? minimizar su gravedad y hacerlos pasar como una broma, un juego entre hombres, una plática de gimnasio, “looker room talk”.
Estas charlillas ocultas están detrás de los resultados electorales en los Estados Unidos, en los medios se preguntan por qué las encuestas no lo pronosticaron ¿ocultamos lo que verdaderamente creemos? La violencia sexual hacia las mujeres es cada vez más castigada en el discurso público, pero está vigente entre nuestras creencias más soterradas, moldean nuestro día a día y dan forma a una autorización del comportamiento sexual masculino abusivo.
¿Hillary no tiene lo que se necesita? “estamina” y carisma
Los debates me hicieron llegar a una conclusión clara: una mujer altamente preparada compitió contra un hombre de pocas ideas, simples y repletas de lugares comunes. Hillary tuvo que justificar una trayectoria de más de 30 años en dos minutos durante el primer debate, frente a un constante manterrupting, tan sólo en la primera media hora Trump la interrumpió 26 veces.
Trump le dijo además que “no tenía el look presidencial”, “no tiene la estamina”, una clave morse masculinista, estrechamente vinculada a la resistencia deportiva pero también a la performance sexual, una búsqueda simple en internet arroja múltiples referencias en revistas para hombres. En el lingo empresarial “tener estamina” o tener aguante, es lo que se necesita para ejercer una función de liderazgo.
A Hillary Clinton se le criticó por no sonreír lo suficiente. ¿Qué esperamos de la imagen pública de una mujer? ¿sonrisas alegres y complacientes? ¿figuras decorativas sin profundidad política? En el último debate Trump llamó a Hillary mujer retorcida, “Nasty woman”. Inmediatamente el hashtag se popularizó y empezó a ser utilizado reivindicativamente por miles de mujeres para apropiarse en positivo de la imagen de una mujer inteligente, fuerte, segura de sí misma y experimentada.
El poder y la toma de decisiones en el ámbito público ha sido históricamente masculino, y revertir esta figura tiene costos altos para las mujeres, se llama violencia política, se llama desigualdad salarial, se llama “techo de cristal”. Al centro del triunfo de Trump también está el machismo de todos los días, que levanta barreras invisibles que en su microscopía son obstáculos reales.
*Lulú V. Barrera es letróloga de formación, antropóloga por historia de vida y activista por decisión. Cree que debe reescribirse la historia, volver lo familiar extraño y extraño lo familiar, y sueña con otros mundos posibles. Admiradora de mujeres guerreras, creó y conduce “Luchadoras” en Rompeviento TV.
Foto: Dhyta Caturani, Cimacnoticias | Ciudad de México.-