Los desequilibrios que provocará Trump no se limitarán a
México, afectarán al planeta entero, incluyendo a Estados Unidos,
comenta Miguel Basáñez, quien ocupó la embajada de México durante ocho
meses, justo cuando el magnate Donald Trump se posicionaba. En
entrevista con Proceso relata sus desavenencias con la entonces
canciller Claudia Ruiz Massieu –a la que denomina “Ruiz Salinas”–,
costosas para México, y advierte: Trump va a llevar a su país a una
época negra en la que perderá el liderazgo mundial.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca el viernes 20 marcará el inicio de “una muy mala relación, tal vez de las peores que México haya tenido con Estados Unidos, que nos va a estar agrediendo y hostigando”, sostiene Miguel Basáñez Ebergenyi, exembajador de México en el vecino país.
Lo deplorable es que, durante los ocho meses que Basáñez estuvo al frente de la legación –de septiembre de 2015 a abril de 2016–, la campaña de Trump especialmente agresiva contra los mexicanos tomó fuerza, mientras las diferencias de Basáñez con la entonces canciller Claudia Ruiz Massieu se exacerbaron.
La jefa de la diplomacia mexicana ni tomaba las llamadas del embajador. La hostilidad hacia Basáñez rompió el canal de comunicación y frustró los intentos de movilizar actores políticos en Estados Unidos.
Desde Boston, donde es profesor en la prestigiosa Escuela Fletcher de
Derecho y Diplomacia, dependiente de la Universidad de Tufts, Basáñez
analiza para Proceso el fenómeno Trump y los cambios que implica para la
diplomacia mexicana.
Habla sobre los errores del gobierno mexicano durante el ascenso del magnate; estima que el nuevo canciller Luis Videgaray Caso, nombrado el miércoles 4, “no tiene el mejor perfil” para negociar con la administración que encabezará Trump, y aprovecha para ajustar cuentas con Ruiz Massieu.
Ella tomó decisiones “nefastas” desde la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), dice, bajo las instrucciones de su tío, el expresidente Carlos Salinas de Gortari:
“La familia Salinas tenía mucha preocupación respecto a Hillary (Clinton), porque había sido muy enfática sobre el cumplimiento del derecho –el rule of law, en inglés–, la campaña anticorrupción y el respeto a los derechos humanos. Estos tres pilares de Hillary, a los Salinas simplemente no les va”, sostiene Basáñez.
La peor acción de Ruiz Massieu –a la que el entrevistado se refiere como “la canciller Ruiz Salinas”– fue el cambio de adscripción de 35 de los 50 cónsules de México en Estados Unidos en febrero pasado, en pleno ascenso de Trump.
“Los cónsules en sus adscripciones ya conocen toda la red local. Este cambio fue nefasto. Ahí me empezó a nacer la sospecha de que la familia Salinas estuviera de alguna forma conectada con Trump. Me pareció un movimiento muy dañino para México.”
Recuerda que los 50 cónsules de México en Estados Unidos se apoyan en 500 confederaciones, las cuales, a su vez, cuentan con el respaldo de 5 mil clubes de migrantes mexicanos en todo el país. “Es una red poderosísima”; existen además siete organizaciones nacionales de latinos, las cuales son muy activas a nivel político, afirma el entrevistado.
Relata que intentó empoderar a esta red, pero “como ni la Cancillería ni la Secretaría de Hacienda le asignaban recursos”, buscó financiamiento en el sector privado.
La respuesta de la canciller fue que México no debía intervenir en la política interior (de Estados Unidos). Pero yo no estaba interviniendo en política interior. Estaba protegiendo a los mexicanos”, aclara.
Durante su periodo en Washington, Basáñez observó el ascenso imparable del “fenómeno” Trump en las primarias republicanas. Asumió el cargo en septiembre de 2015, tres meses después de que el magnate se declaró candidato –con un discurso en el que calificó a los mexicanos de “delincuentes” y “violadores”–, y fue removido en abril de 2016, un mes antes del triunfo de Trump en el juego interno del Partido Republicano.
Cuando advirtió a la cancillería con meses de anticipación sobre la posibilidad de que Trump ganara la candidatura del partido y probablemente la Presidencia, le decían: “¿Cómo crees? Eso es imposible”, recuerda.
Y añade: “Propuse formar un equipo con los exembajadores y los embajadores eméritos para discutir cuáles eran las mejores estrategias. Jamás quiso (Ruiz Massieu)”.
Trump endurecía su discurso contra los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), pero Ruiz Massieu lo ignoraba, cuenta Basáñez.
“En los ocho meses que estuve como embajador no pude tener cinco minutos con ella. Nunca. Nos veíamos en las giras, andábamos en los eventos. Y siempre le decía: ‘Oye, regálame cinco minutos para que arreglemos esto’. Y ella me respondía ‘Sí, sí’. Ese ratito nunca llegó”, deplora el entrevistado.
Tan “hostil” fue la relación con Ruiz Massieu, que la cancillería aún le debe a Basáñez los gastos de viaje cuando fue embajador. “El oficial mayor no me tomaba la llamada por órdenes de ella”, dice.
Nadie alza la voz
A Basáñez le sorprende la reincorporción de Luis Videgaray Caso al gabinete peñanietista, ahora como titular de la SRE. El amigo y consejero de Peña Nieto, recuerda, organizó la visita de Trump a Los Pinos el pasado 31 de agosto, entre bambalinas y a pesar de que, en sus discursos de campaña, el magnate atacaba con dureza a México y los mexicanos.
El 8 de septiembre, en reacción a las críticas que recibió el gobierno federal por la visita del candidato republicano, Videgaray presentó su renuncia. De inmediato Trump escribió un tuit en el que lamentaba la pérdida de “un ministro de finanzas brillante y un hombre maravilloso”. “Con Luis (Videgaray), México y Estados Unidos hubieran hecho tratos maravillosos juntos”, añadió.
Trump actúa en el entorno político como en los negocios: utiliza la agresividad, la arrogancia y la grosería para amedrentar, y endurece su postura cuando ve debilidades en la contraparte, sostiene Basáñez.
Y advierte: “Que Trump piense que el nombramiento del nuevo canciller es un éxito de sus acciones, no conviene para la mejor estrategia de defensa de México… no me parece conveniente mantener una posición de colaboracionismo, de entreguismo”.
También asegura que Ruiz Massieu sabía acerca de la visita de Trump a México, incluso “tenía el vuelo arreglado para ver a Trump”, pero Videgaray se adelantó. “Eso de que la canciller no sabía, no me la como”, reitera.
Admite que aunque Videgaray es respetado en Estados Unidos –principalmente por ser egresado del Tecnológico de Massachusetts, donde se doctoró en 1998 con la tesis La respuesta fiscal a los choques petroleros–, en un gobierno visceral como el de Trump, no estoy seguro de que tenga el mejor perfil”.
Poner una gente de la inteligencia y la racionalidad de Luis, agrega, no conviene, cuando del lado de Estados Unidos “va a haber una serie de hampones”.
Se le recuerda a Basáñez que durante la ríspida conferencia de prensa del miércoles 11, Trump reiteró que México pagará por el muro fronterizo, ello pese a que ese mismo día Videgaray se jactó de tener comunicación directa con el equipo del magnate, en particular con su yerno, Jared Kushner.
México debería “alzar la voz” frente a la nueva administración estadunidense, insiste Basáñez.
–¿Videgaray tiene la fuerza de alzar la voz? –se le pregunta.
–Ese es el problema. A Luis Videgaray no le queda el papel de quien debe alzar la voz.
Los aliados de México
La conferencia de prensa de Trump y sus repetidas amenazas de elevar los aranceles a las empresas que decidan desplazar sus plantas productivas a México –Carrier, Ford, General Motors y Toyota las sufrieron últimamente, y “siguen más”, de acuerdo con el magnate– indican que no será más moderado que cuando fue candidato: “Todo lo contrario”.
El exembajador presiente que el golpe económico será duro para México –80% de las exportaciones mexicanas se destinan a Estados Unidos– y a ello se sumará una “grave crisis social” si Trump concreta sus intenciones de deportar masivamente a millones de indocumentados.
“La defensa de los 36 millones de mexicanos aquí la hacen los cónsules. Me hubiera gustado que le aumentaran el presupuesto a los consulados para dar una batalla jurídica y hacerle muy difícil el camino a las intenciones de Trump”, comenta.
El problema de México no es de índole consular, sino de geoestrategia, puntualiza. El pánico que la llegada de Trump provoca en México evidencia las fallas por tomar el camino del TLCAN que nos llevó a este 80% de dependencia con Estados Unidos.
“Si Trump pone 35% de aranceles a las exportaciones de México, nos obligará a buscar otros socios. Nos guste o no nos guste, tendremos que hacerlo”, sostiene Basáñez.
Recuerda que Brasil tiene relaciones comerciales más diversificadas que México, debido a su estrategia de “cuatro cuartos”. Mediante ese esquema, el gigante sudamericano destina un cuarto de sus exportaciones a América Latina, otro a los países del TLCAN, uno a la Unión Europea y el último a Asia.
Los desequilibrios que provocará Trump no se limitarán a México, afectarán al planeta entero, incluyendo a Estados Unidos, abunda el entrevistado. Y aventura: “Deberíamos elevar la vista y ver que Trump va a llevar a su país a una época negra en la que perderá el liderazgo mundial, tanto político como económico”.
Ante este nuevo panorama, “lo que nos toca es abrir negociaciones secretas con Alemania, Japón, Francia, China y Brasil; con quienes pueden sustituir a Estados Unidos. Todos los países a los que Trump está amenazando serán nuestros amigos”.
Basáñez hace particular énfasis en China, que ocupa un espacio siempre más importante en el escenario internacional y cuyos líderes ven en la futura presidencia de Trump una oportunidad para asumir el liderazgo global (Proceso 2097).
Observa que el martes 17, tres días antes de la toma de posesión de Trump, el presidente chino Xi Jinping acudirá al Foro Económico Mundial de Davos junto con una delegación de 80 personas. Será la primera vez que un presidente de China participe en esta reunión anual, donde se reúnen jefes de Estado y jefes de las empresas más poderosas del mundo.
“China tiene un gran interés en fortalecerse en América Latina y en el mundo”, sostiene Basáñez, quien insiste en la necesidad de estrechar los lazos con el gigante asiático.
Por ello, no encuentra una explicación que justifique el traslado de Julián Ventura Valero –embajador de México en China desde abril de 2013– a la legación de México en el Reino Unido
“¿Cómo removemos al embajador que ya conoce a todo el mundo ahí, cuando en este momento es indispensable fortalecer la relación con China?”, deplora Basáñez.
El cambio del embajador Ventura a Londres fue uno de los siete nombramientos diplomáticos que Peña Nieto envió al Senado el 6 de diciembre último. Según Basáñez, “esa fue otra de las decisiones de Claudia Ruiz Salinas
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca el viernes 20 marcará el inicio de “una muy mala relación, tal vez de las peores que México haya tenido con Estados Unidos, que nos va a estar agrediendo y hostigando”, sostiene Miguel Basáñez Ebergenyi, exembajador de México en el vecino país.
Lo deplorable es que, durante los ocho meses que Basáñez estuvo al frente de la legación –de septiembre de 2015 a abril de 2016–, la campaña de Trump especialmente agresiva contra los mexicanos tomó fuerza, mientras las diferencias de Basáñez con la entonces canciller Claudia Ruiz Massieu se exacerbaron.
La jefa de la diplomacia mexicana ni tomaba las llamadas del embajador. La hostilidad hacia Basáñez rompió el canal de comunicación y frustró los intentos de movilizar actores políticos en Estados Unidos.
Habla sobre los errores del gobierno mexicano durante el ascenso del magnate; estima que el nuevo canciller Luis Videgaray Caso, nombrado el miércoles 4, “no tiene el mejor perfil” para negociar con la administración que encabezará Trump, y aprovecha para ajustar cuentas con Ruiz Massieu.
Ella tomó decisiones “nefastas” desde la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), dice, bajo las instrucciones de su tío, el expresidente Carlos Salinas de Gortari:
“La familia Salinas tenía mucha preocupación respecto a Hillary (Clinton), porque había sido muy enfática sobre el cumplimiento del derecho –el rule of law, en inglés–, la campaña anticorrupción y el respeto a los derechos humanos. Estos tres pilares de Hillary, a los Salinas simplemente no les va”, sostiene Basáñez.
La peor acción de Ruiz Massieu –a la que el entrevistado se refiere como “la canciller Ruiz Salinas”– fue el cambio de adscripción de 35 de los 50 cónsules de México en Estados Unidos en febrero pasado, en pleno ascenso de Trump.
“Los cónsules en sus adscripciones ya conocen toda la red local. Este cambio fue nefasto. Ahí me empezó a nacer la sospecha de que la familia Salinas estuviera de alguna forma conectada con Trump. Me pareció un movimiento muy dañino para México.”
Recuerda que los 50 cónsules de México en Estados Unidos se apoyan en 500 confederaciones, las cuales, a su vez, cuentan con el respaldo de 5 mil clubes de migrantes mexicanos en todo el país. “Es una red poderosísima”; existen además siete organizaciones nacionales de latinos, las cuales son muy activas a nivel político, afirma el entrevistado.
Relata que intentó empoderar a esta red, pero “como ni la Cancillería ni la Secretaría de Hacienda le asignaban recursos”, buscó financiamiento en el sector privado.
La respuesta de la canciller fue que México no debía intervenir en la política interior (de Estados Unidos). Pero yo no estaba interviniendo en política interior. Estaba protegiendo a los mexicanos”, aclara.
Durante su periodo en Washington, Basáñez observó el ascenso imparable del “fenómeno” Trump en las primarias republicanas. Asumió el cargo en septiembre de 2015, tres meses después de que el magnate se declaró candidato –con un discurso en el que calificó a los mexicanos de “delincuentes” y “violadores”–, y fue removido en abril de 2016, un mes antes del triunfo de Trump en el juego interno del Partido Republicano.
Cuando advirtió a la cancillería con meses de anticipación sobre la posibilidad de que Trump ganara la candidatura del partido y probablemente la Presidencia, le decían: “¿Cómo crees? Eso es imposible”, recuerda.
Y añade: “Propuse formar un equipo con los exembajadores y los embajadores eméritos para discutir cuáles eran las mejores estrategias. Jamás quiso (Ruiz Massieu)”.
Trump endurecía su discurso contra los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), pero Ruiz Massieu lo ignoraba, cuenta Basáñez.
“En los ocho meses que estuve como embajador no pude tener cinco minutos con ella. Nunca. Nos veíamos en las giras, andábamos en los eventos. Y siempre le decía: ‘Oye, regálame cinco minutos para que arreglemos esto’. Y ella me respondía ‘Sí, sí’. Ese ratito nunca llegó”, deplora el entrevistado.
Tan “hostil” fue la relación con Ruiz Massieu, que la cancillería aún le debe a Basáñez los gastos de viaje cuando fue embajador. “El oficial mayor no me tomaba la llamada por órdenes de ella”, dice.
Nadie alza la voz
A Basáñez le sorprende la reincorporción de Luis Videgaray Caso al gabinete peñanietista, ahora como titular de la SRE. El amigo y consejero de Peña Nieto, recuerda, organizó la visita de Trump a Los Pinos el pasado 31 de agosto, entre bambalinas y a pesar de que, en sus discursos de campaña, el magnate atacaba con dureza a México y los mexicanos.
El 8 de septiembre, en reacción a las críticas que recibió el gobierno federal por la visita del candidato republicano, Videgaray presentó su renuncia. De inmediato Trump escribió un tuit en el que lamentaba la pérdida de “un ministro de finanzas brillante y un hombre maravilloso”. “Con Luis (Videgaray), México y Estados Unidos hubieran hecho tratos maravillosos juntos”, añadió.
Trump actúa en el entorno político como en los negocios: utiliza la agresividad, la arrogancia y la grosería para amedrentar, y endurece su postura cuando ve debilidades en la contraparte, sostiene Basáñez.
Y advierte: “Que Trump piense que el nombramiento del nuevo canciller es un éxito de sus acciones, no conviene para la mejor estrategia de defensa de México… no me parece conveniente mantener una posición de colaboracionismo, de entreguismo”.
También asegura que Ruiz Massieu sabía acerca de la visita de Trump a México, incluso “tenía el vuelo arreglado para ver a Trump”, pero Videgaray se adelantó. “Eso de que la canciller no sabía, no me la como”, reitera.
Admite que aunque Videgaray es respetado en Estados Unidos –principalmente por ser egresado del Tecnológico de Massachusetts, donde se doctoró en 1998 con la tesis La respuesta fiscal a los choques petroleros–, en un gobierno visceral como el de Trump, no estoy seguro de que tenga el mejor perfil”.
Poner una gente de la inteligencia y la racionalidad de Luis, agrega, no conviene, cuando del lado de Estados Unidos “va a haber una serie de hampones”.
Se le recuerda a Basáñez que durante la ríspida conferencia de prensa del miércoles 11, Trump reiteró que México pagará por el muro fronterizo, ello pese a que ese mismo día Videgaray se jactó de tener comunicación directa con el equipo del magnate, en particular con su yerno, Jared Kushner.
México debería “alzar la voz” frente a la nueva administración estadunidense, insiste Basáñez.
–¿Videgaray tiene la fuerza de alzar la voz? –se le pregunta.
–Ese es el problema. A Luis Videgaray no le queda el papel de quien debe alzar la voz.
Los aliados de México
La conferencia de prensa de Trump y sus repetidas amenazas de elevar los aranceles a las empresas que decidan desplazar sus plantas productivas a México –Carrier, Ford, General Motors y Toyota las sufrieron últimamente, y “siguen más”, de acuerdo con el magnate– indican que no será más moderado que cuando fue candidato: “Todo lo contrario”.
El exembajador presiente que el golpe económico será duro para México –80% de las exportaciones mexicanas se destinan a Estados Unidos– y a ello se sumará una “grave crisis social” si Trump concreta sus intenciones de deportar masivamente a millones de indocumentados.
“La defensa de los 36 millones de mexicanos aquí la hacen los cónsules. Me hubiera gustado que le aumentaran el presupuesto a los consulados para dar una batalla jurídica y hacerle muy difícil el camino a las intenciones de Trump”, comenta.
El problema de México no es de índole consular, sino de geoestrategia, puntualiza. El pánico que la llegada de Trump provoca en México evidencia las fallas por tomar el camino del TLCAN que nos llevó a este 80% de dependencia con Estados Unidos.
“Si Trump pone 35% de aranceles a las exportaciones de México, nos obligará a buscar otros socios. Nos guste o no nos guste, tendremos que hacerlo”, sostiene Basáñez.
Recuerda que Brasil tiene relaciones comerciales más diversificadas que México, debido a su estrategia de “cuatro cuartos”. Mediante ese esquema, el gigante sudamericano destina un cuarto de sus exportaciones a América Latina, otro a los países del TLCAN, uno a la Unión Europea y el último a Asia.
Los desequilibrios que provocará Trump no se limitarán a México, afectarán al planeta entero, incluyendo a Estados Unidos, abunda el entrevistado. Y aventura: “Deberíamos elevar la vista y ver que Trump va a llevar a su país a una época negra en la que perderá el liderazgo mundial, tanto político como económico”.
Ante este nuevo panorama, “lo que nos toca es abrir negociaciones secretas con Alemania, Japón, Francia, China y Brasil; con quienes pueden sustituir a Estados Unidos. Todos los países a los que Trump está amenazando serán nuestros amigos”.
Basáñez hace particular énfasis en China, que ocupa un espacio siempre más importante en el escenario internacional y cuyos líderes ven en la futura presidencia de Trump una oportunidad para asumir el liderazgo global (Proceso 2097).
Observa que el martes 17, tres días antes de la toma de posesión de Trump, el presidente chino Xi Jinping acudirá al Foro Económico Mundial de Davos junto con una delegación de 80 personas. Será la primera vez que un presidente de China participe en esta reunión anual, donde se reúnen jefes de Estado y jefes de las empresas más poderosas del mundo.
“China tiene un gran interés en fortalecerse en América Latina y en el mundo”, sostiene Basáñez, quien insiste en la necesidad de estrechar los lazos con el gigante asiático.
Por ello, no encuentra una explicación que justifique el traslado de Julián Ventura Valero –embajador de México en China desde abril de 2013– a la legación de México en el Reino Unido
“¿Cómo removemos al embajador que ya conoce a todo el mundo ahí, cuando en este momento es indispensable fortalecer la relación con China?”, deplora Basáñez.
El cambio del embajador Ventura a Londres fue uno de los siete nombramientos diplomáticos que Peña Nieto envió al Senado el 6 de diciembre último. Según Basáñez, “esa fue otra de las decisiones de Claudia Ruiz Salinas
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