Alexander Naime Sánchez-Henkel
La Jornada
El mundo está cambiando
porque el poder está cambiando, en sus estructuras y en su percepción.
Algunos países están retrocediendo porque no han tenido el valor y la
visión de actualizar las estructuras e instituciones de poder que
dominaron el siglo pasado.
Los argumentos sobre la transformación del poder se reducen a una
variante: la tecnología. En realidad, la tecnología es sólo la
herramienta de la época que revela el cambio de conciencia por la que
pasamos, motivada por la tensión entre dos fuerzas: las estructuras
viejas (poder) y las alternativas (ipoder).
El poder funciona como dinero. Sólo pocos lo acumulan en grandes
cantidades. Y esa acumulación se cuida celosamente, hasta la muerte. Es
un sistema cerrado, autoritario, exclusivo, monopólico, especializado,
institucional, manipulativo, planeado, inaccesible para la mayoría y
liderado por intereses elitistas. Es Captain America.
Los modelos del poder se basan, por simplificar, en el consumo. Una
marca te persuade de comprar sus productos, un partido político o
sindicato te convencen para votar por su candidato.
El ipoder opera diferente, más como una corriente de agua.
Su fuerza proviene de su capacidad de incluir más corrientes. Es
abierto, informal, colaborativo, responsable, transparente, esporádico,
condicional, comunal, participativo, receptivo y consensual. Es Captain fantastic.
Los modelos del ipoder adquieren su fuerza de la creciente
capacidad y deseo del individuo de participar en sociedad más allá del
consumo pasivo de ideas y productos. El ipoder comunica y moldea contenido (Twitter, Facebook, YouTube); financia ideas y proyectos (crowdfunding, Kickstarter); crea alternativas (Uber, Airbnb) y comparte propiedad (Wikipedia, BitCoin).
Así, mientras que el poder monopoliza procesos de decisión,
que son excluyentes y pasivos, para ejercer-producir los efectos que
desea, el ipoder produce efectos sólo cuando existe consenso en una coordinación inclusiva. O sea, sin participación activa de una comunidad el ipoder no existe.
Conforme el ipoder se integra a tu vida diaria, nuevos
valores y creencias surgen para confrontar lo tradicional. El mundo está
alterado porque las estructuras viejas de poder se tambalean con el
brote de nuevas formas de pensar y sentir el ipoder.
Hoy, un adolescente monta su canal de YouTube y contribuye a la
sociedad como creador de contenido. En el sistema del poder tradicional
el adolescente es un receptor pasivo de ideas, órdenes y silencios con
mínima oportunidad de contribución, expre
sión válida o remuneración.
Para fortalecerse ante la embestida millenial, el poder ha tenido que adoptar algunas premisas del ipoder para sobrevivir. Como la transparencia, valor indispensable del ipoder.
Todos los gobiernos y empresas hablan de la transparencia y presumen su
rendición de cuentas, pero esto no es una característica del poder que
por siglos operó y gobernó desde el ocultismo. Por ello no es
contradictorio ver que Assange y Snowden, quienes ferozmente promueven
la transparencia, son los más perseguidos por las estructuras viejas de
poder.
Como últimos eslabones del viejo poder y los pioneros del ipoder, la generación millenial debe
encabezar la transición: ellos crecieron, conocen y creen en las viejas
estructuras de poder, y como todo humano del nuevo milenio también
crecen, conocen, creen y crean alternativas de progreso y de poder.
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