El
Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras y Periodistas no
está funcionando como es debido, dicen quienes se han adherido a él. Al
precario financiamiento, se suma la falta de apoyo real cuando los
agredidos solicitan ayuda. El “marzo negro”, que se llevó a tres
comunicadores, también afectó a la activista sinaloense Alma Barraza,
quien salió ilesa de un atentado, el quinto que ha sufrido en los
últimos meses. Por eso el reclamo, ahora, es dar más fondos al Mecanismo
y diseñar un protocolo de protección en coordinación con las entidades
federativas.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La defensora de
derechos humanos Alma Barraza Gómez ha sufrido cinco agresiones en los
últimos meses, cada vez más intimidatorias. El 31 de enero pasado
desapareció uno de sus hermanos y el 22 de marzo último por la noche
murió uno de sus escoltas, Rogelio Hernández López, cuando intentaron
secuestrarla. Barraza decidió salir de Sinaloa, su entidad natal.
Desde
su refugio temporal, la defensora de comuneros despojados de sus
territorios para la construcción de la presa Picachos en esa entidad
narra lo que le ocurrió hace un mes:
“Estábamos en medio de la
balacera, apreté el botón de pánico para reportar lo que estaba
ocurriendo, rogando que nos enviaran refuerzos. La señorita que me
contestó me dice: ‘Deme su clave de cancelación’. Yo le respondí:
‘¡Chinga tu madre! ¿No escuchas lo que estoy diciendo? ¿No escuchas los
balazos? ¡Nos están matando!’. Fue terrorífico.”
La voz se le
quiebra, los ojos se le humedecen… El del 22 de marzo tiene sus
particularidades, agrega, y menciona los antecedentes:
En
noviembre pasado, durante la revisión de su caso en la Junta de Gobierno
del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras y Periodistas,
al que está adherida, su nivel de riesgo fue clasificado como
“ordinario”, por lo que se instruyó el retiro de medidas de protección
que tenía en ese momento: dos guardias de la empresa RCU Sistemas,
asignados por el gobierno federal para su custodia desde 2014 (Proceso
1955).
En sesiones anteriores, la Junta de Gobierno le retiró a
Barraza cuatro agentes: dos de RCU y otros tantos de la Policía Federal;
estos últimos, luego de que en junio de 2016 se lanzó como candidata
independiente a la alcaldía de Mazatlán.
Barraza, quien tiene el
expediente 46 dentro del Mecanismo, se queja del distanciamiento de las
fuerzas federales en cuanto a la protección de activistas y periodistas
durante la gestión de Sara Irene Herrerías como subprocuradora de
Derechos Humanos de la Procuraduría General de la República (PGR) en la
Unidad para la Defensa de Derechos Humanos (UDDH) de la Secretaría de
Gobernación. La activista lo ubica entre mayo de 2015 y septiembre de
2016.
Retoma el relato de la agresión del 22 de marzo: “Se supone
que la Policía Federal tendría que apoyarme en mi traslado de Culiacán a
Mazatlán. Pedimos el apoyo con 10 días de anticipación y nos dijeron
que había operativo, que no nos podían apoyar; yo insistí ese día con
Paty Colchero (nueva directora de la UDDH). Se me dijo que los elementos
llegarían, pero después, al ver que no llegaban al punto acordado, en
la carretera nos dimos cuenta que ya nos estaban “halconeando’, por lo
que decidimos movernos”.
Veinte minutos después de salir de la
caseta de Costa Rica, una camioneta Cherokee se le atravesó a la
comitiva de Barraza. Dos hombres armados bajaron del vehículo y se
desató la balacera.
“Mientras manejaba –continúa–, en el asiento
trasero de la camioneta el guardia que sobrevivió atendía a Rogelio,
quien se desangraba. Pedí al Mecanismo una ambulancia y fuerzas
federales. Al final llegaron, porque les llamé directamente”.
Las fallas
Alma
Barraza es una las beneficiarias del Mecanismo que sufrió atentados
durante el “marzo negro” en el que murieron tres periodistas y otros dos
fueron atacados, entre ellos Julio Omar Gómez, de Baja California Sur,
por quien murió un escolta, también de RCU.
No es el primer
reporte de fallas en el sistema de seguridad del Mecanismo. Al mismo
Cecilio Pineda Brito, acribillado el 2 de marzo en la Tierra Caliente,
Guerrero, se le había dado de baja como beneficiario porque no se pudo
coordinar su salida de Guerrero para ser llevado a un refugio.
Hace
tres semanas, Brenda Rangel Ortiz y su esposo, Víctor García, del
colectivo Desaparecidos Justicia, de Querétaro, fueron asaltados
mientras realizaban su trabajo. Ambos son usuarios del Mecanismo y, de
acuerdo con su relato, el botón de pánico que llevaban no sirvió para
atender la emergencia.
“Ayer fuimos a la sierra, pedimos que nos
monitorearan cada hora, pero lo hicieron cada siete, porque el botón de
pánico no tiene cobertura”, cuenta Brenda, quien es hermana de Héctor
Rangel Ortiz, desaparecido en 2009 en Coahuila.
Sostiene que el 6
de julio de 2016 se le retiró la protección de agentes de la PGR. Ella
dice que fue “en represalia” porque a finales de junio pasado acompañó a
un grupo de víctimas de violaciones a derechos humanos a Canadá,
invitado por Amnistía Internacional para reunirse con miembros del
Parlamento y funcionarios del gobierno de Justin Trudeau, así como
académicos y organizaciones sociales. El objetivo era denunciar la
violencia en México en el contexto de la visita de Enrique Peña Nieto a
ese país.
“Cuando regresé, de manera coincidente nos anunciaron
que el caso de mi hermano se cerraba en Querétaro y nos retiraron los
escoltas de la PGR, supuestamente porque ahora iban a cuidar políticos.
Ello los llevó a solicitar el ingreso al Mecanismo.
“Sin embargo, a
pesar de que en la Secretaría de Gobernación reconocen el riesgo que
estamos pasando –a mi esposo lo golpearon en septiembre y le dijeron que
ya le bajáramos–, en la Junta de Gobierno de noviembre no se nos aprobó
tener escoltas”, relata la activista.
Un informe preocupante
Ante
la preocupación por las agresiones contra periodistas y defensores de
derechos humanos integrados en el Mecanismo, salió a relucir la falta de
recursos asignados al fideicomiso 10232, a través del cual se pagan
todas las medidas de protección –escoltas, vehículos blindados, botones
de pánico, cámaras de seguridad, seguridad de inmuebles o refugios de
seguridad, entre otras–, para las personas bajo resguardo del Mecanismo.
En
total son 509, de los cuales en 36% de los casos las agresiones han
sido de servidores públicos; en 30.5% de particulares, y en 32.6% de
personas no identificadas.
En el informe del Mecanismo más
reciente –del último trimestre de 2012 a marzo de 2017– se entregaron
621 medidas extraordinarias derivadas de los análisis de la Unidad de
Recepción de Casos y Reacción Rápida, entre ellas la asignación de
escoltas a 41 personas. Sin embargo, esa tendencia comenzó a disminuir a
partir de 2014. En 2015 sólo hubo 16 y el año pasado se redujo a tres.
En
el mismo periodo que comprende el informe, como parte de las Medidas de
Protección Ordinarias otorgadas por la Junta de Gobierno en la primera
evaluación de riesgo, se contabilizaron 106 beneficiarios de escoltas;
en 2015 fueron 35, y el año pasado sólo ocho.
Entre las medidas de
infraestructura para la protección de personas defensoras y
periodistas, el informe reporta que entre 2014 y 2016 se entregaron 192
equipos de circuito cerrado de televisión, 964 cámaras de vigilancia, 71
sistemas de alarma, 269 sensores de apertura de puertas, 154 sensores
inalámbricos de detección de movimientos, 13 extintores, 628 cerraduras
de alta seguridad, 58 videoportero con chapa, 724 luminarias y
reflectores, 28 sistemas de cerca electrificada, así como micas para
cristales (140 metros), cerca electrificada (928 metros), malla
ciclónica concertina (10 mil 775 metros) y protector de ventana de acero
(mil 153 metros).
En el reportaje “Un maltrecho mecanismo de
protección de periodistas”, publicado en su edición 1955, Proceso
destacó que la adjudicación directa se hizo a la empresa RCU Sistemas,
representada por Israel González León, y en ella se incluyen 37
servicios de seguridad.
Entre las tarifas de los arrendamientos
mensuales se destaca un vehículo compacto por casi 22 mil pesos, una
camioneta blindada en 245 mil; un inmueble habilitado como “refugio de
seguridad”, por casi 34 mil pesos, incluida la alimentación de una
persona (mil 652 pesos); guardia de seguridad “especializado en
protección de personas, experto en combate cuerpo a cuerpo y
especializado en el manejo de armas” (34 mil pesos); equipo de telefonía
celular, satelital y de radiocomunicación, entre 2 mil 700 y 2 mil 900;
circuito cerrado por 21 mil 400, sin cámaras, y 3 mil pesos por cada
cámara, entre otros servicios.
De acuerdo al Análisis y Proyección
del Ejercicio de las Medidas de Protección Implementadas y Operadas,
desde su creación en 2012 a la fecha el fideicomiso del Fondo para la
Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas
había recibido de la federación 477 millones 280 mil 650 pesos, pero los
gastos han sido de 488 millones 163 mil 496.
Según el documento
dado a conocer a los integrantes de la Junta de Gobierno el miércoles 5,
el fideicomiso arrancó a finales de 2012 con una aportación inicial de
40 millones 880 mil 650 pesos; en 2013 la inyección federal fue de 127
millones 500 mil, y a partir de entonces los fondos se redujeron.
En
2014 se le entregaron 118 millones; el año siguiente fueron 102
millones al año; en 2016, 88.9 millones, y este año es de cero pesos. La
disminución ocurrió pese a que desde 2014 –cuando empezó a operar el
fideicomiso– la erogación en medidas de protección tuvo una tendencia
ascendente. Empezó con un gasto de 400 mil pesos en marzo de ese año
para llegar a 16.2 millones en diciembre del año pasado.
Las limitaciones
Al
interior del Mecanismo, según las proyecciones para este 2017, es que
el año empezaría con un gasto de 16.3 millones de pesos en medidas de
protección; para octubre se erogarán 19 millones, pero el saldo
disponible para entonces es de sólo 12 millones 585 mil 474 de pesos.
Ante
la crisis que se avecina, diputados y senadores presentaron puntos de
acuerdo para exhortar a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP) a garantizar el mantenimiento financiero del Mecanismo.
Recientemente se sumó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH).
Por lo pronto, desde Gobernación ya se hizo también el
llamado a la SHCP, dice a Proceso la titular de la UDDH, Patricia
Colchero Aragonés, responsable de operar el Mecanismo.
Añade que
para completar el año el fideicomiso 10232 requiere una aportación
extraordinaria de 80 millones de pesos, y confía en que se atenderá el
llamado de auxilio.
“Seguramente nos lo van a entregar, porque ni
modo que llegando el mes de septiembre yo tenga que retirar todas las
medidas de protección a todas las personas. Eso es imposible”, anota la
funcionaria. Destaca que los primeros años se gastaban en promedio 8
millones de pesos, ahora son 17 millones debido a la incorporación cada
vez más frecuente de periodistas y defensores de derechos humanos.
Al
señalar que el recorte de recursos ordinarios “está pegando en la
estructura –28 personas–, advierte que las cifras de incorporación no
mienten sobre las condiciones en que defensores y periodistas se
desenvuelven y los riesgos que se avecinan.
“El país es peligroso
para defensores y periodistas, y el proceso electoral lo va a poner
mucho más difícil; por eso necesitamos que este Mecanismo siga
fortaleciéndose con los estados y con las instancias electorales. El
proceso electoral siempre es un factor de riesgo; hay estudios que lo
prueban”, dice.
Colchero, quien fue visitadora de la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) durante la gestión de
Emilio Álvarez Icaza, considera que no todo es dinero. “Si tenemos una
buena coordinación podemos seguir protegiendo. El problema es que siguen
asesinando periodistas y defensores y el Estado tiene la obligación de
cumplir con su responsabilidad de protegerlos”.
Comenta que el “marzo negro” llevó a las autoridades a evaluar las acciones del Mecanismo.
“Pudimos
detectar que la protección sirvió en los tres atentados que tuvimos,
los de Alma Barraza, Julio Omar Gómez y Armando Arrieta de La Opinión de
Veracruz, quien se incorporó el día que fue atacado. Si bien en dos de
los casos murieron escoltas –que resultó muy doloroso para nosotros–, la
protección sí se les dio a las personas protegidas”, refiere Colchero.
Sobre
el caso de Pineda Brito, a quien se incluyó en el Mecanismo por
iniciativa de los operadores –aunque en octubre fue dado de baja luego
de que no se concretó su salida de Tierra Caliente–, admite que su
muerte les indica que deben ser “mucho más enfáticos para convencerlos
(a los beneficiarios) de que es una medida necesaria y que no es para
siempre”.
Ante señalamientos de beneficiarios so-
bre el distanciamiento de la Policía Federal (PF) en la protección,
incluso en la negativa a proporcionar siquiera un número telefónico en
caso de emergencia, Colchero afirma que a partir de 2016 disminuyó la
colaboración con la institución, que argumenta falta de elementos y de
cobertura en varios estados o el despliegue de operativos.
Sin
embargo, agrega, “hay casos en que es fundamental el acompañamiento de
la PF, como en los traslados en carreteras, donde los escoltas resultan
insuficientes”, por lo que es necesario diseñar una estrategia con el
Comisionado Nacional, Manelich Castilla Craviotto. De hecho, dice, ya
está en pláticas con él.
Otro de los retos que tiene el Mecanismo
para un funcionamiento eficaz es la cooperación de las entidades
federativas en la protección de defensores de derechos humanos y
periodistas.
Sin ese apoyo, “difícilmente va a servir un botón de
pánico, que generalmente no está direccionado a la Policía Federal. No
queremos que haya 32 mecanismos –o 33, con el federal–. Ni siquiera creo
que valga la pena. Lo que necesitamos es una coordinación de las áreas
de seguridad, de procuración, y contar con otra de prevención; una
especie de plan de protección o protocolo de protección conjunta”,
manifiesta Colchero.
Dice que está por definir convenios con la
Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas para brindarles atención
psicosocial, así como con las entidades federativas para hacer
diagnósticos regionales. Coincide con muchos defensores y organismos
nacionales e internacionales de derechos humanos en que el verdadero
reto es abatir la impunidad y fortalecer al Mecanismo.
Concluye:
“Es muy importante que en el tema de procuración de justicia avancemos
en las investigaciones. Si no sancionamos, entonces tenemos libres,
impunemente, a quienes están dañando a periodistas y defensores”.
Este reportaje se publicó en la edición 2113 de la revista Proceso del 30 de abril de 2017.
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