México ante nuevas elecciones
Ediciones Culturales Paidós acaba de publicar el pasado año un libro titulado Breve Historia de la Revolución Mexicana,
escrito por Felipe Ávila y Pedro Salmerón. Como indican sus autores en
el título, a lo largo de 369 páginas, el lector puede tener una mirada
panorámica a la principal revolución popular desarrollada en América
Latina en la primera mitad del Siglo 20. Esta revolución, si bien en
algunos aspectos resultó fallida en lo relacionado con las diferentes
reivindicaciones que la inspiraron, ciertamente transformó el Estado
mexicano produciendo importantes cambios que impactaron la vida de los
mexicanos a lo largo del pasado siglo y que aún al presente se reflejan
en los programas que impulsan los partidos políticos próximos a
disputarse el poder en las próximas elecciones.
En efecto, de los
vientos sembrados por la revolución mexicana en la primera década del
Siglo 20, surgen las luchas políticas que especialmente a partir de la
década de 1960 se han venido desarrollando desde entonces y hasta el
presente en el México del Siglo 21. Indican los autores del libro, que
¨existen transformaciones fundamentales producidas por la Revolución
que, independientemente de la posición historiográfica que se asuma,
tienen que reconocerse¨. En ello tienen plena razón. Para Ávila y
Salmerón, los principales logros de la Revolución pueden expresarse, en
primer lugar, su amplia capacidad de movilización y violencia popular;
en segundo lugar por el surgimiento o parto de un nuevo Estado político;
y en tercer lugar, por la reforma agraria generada durante el
desarrollo de la Revolución y el sustrato final de misma a partir de
1917.
En el primer renglón los autores del libro destacan que la
¨Revolución Mexicana fue un gran movimiento de masas¨. Se trata de una
revolución surgida de la postura del pueblo ante la decadencia que
representó el régimen del general Porfirio Díaz, héroe de la lucha
contra la ocupación francesa. A Porfirio Díaz se le considera por
algunos como el gran timonel que impulsó el inicio del proceso de
modernización de México durante los años 1876 al 1911.
Tras la
renuncia de Díaz y la posterior dictadura militar impuesta por el
también general Victoriano Huerta, el reclamo de una reforma agraria
prontamente se convirtió en la lucha de cientos de miles de campesinos
en México que reclamaban profundas transformaciones en la tenencia de la
tierra contra un gobierno que les oprimía y les despojaba de estas.
Destacan los autores cómo la incapacidad del principal dirigente
opositor a Díaz, Francisco I. Madero, no logró sus objetivos inmediatos
impulsando un programa democrático burgués que promoviera un Estado
constitucionalista. Habiendo logrado inicialmente la renuncia de Díaz,
finalmente fracasa en su empeño democratizador ante la tibieza de sus
reformas, abriendo el paso a que el principal estratega militar suyo,
Victoriano Huerta, tras su muerte, se quedara con el poder dando inicio
un nuevo periodo de dictadura.
Madero, indican los autores del
libro, ¨no quiso o no pudo llevar la revolución hasta sus últimas
consecuencias, y se limitó a encabezar una revolución política puesto
que creía que la democracia sería la solución a los grandes problemas
del país.¨ El resultado fue que emergiera de la nueva dictadura de
Huerta, la fragmentación del Estado nacional y ¨la emergencia de tres
estados regionales¨ en las zonas dominadas por cada uno de los tres
ejércitos populares que se levantaron originalmente en la lucha contra
Porfirio Díaz: el villista, el constitucionalista y el zapatista.
En segundo lugar, se señala que a partir de la derrota y destrucción
del Estado porfirista, así como el advenimiento de la dictadura de
Huerta, con el establecimiento del nuevo Estado revolucionario tras la
celebración del Congreso de Querétaro, se exige que el gobierno asuma
las principales reivindicaciones de la Revolución. En el debate entre
las distintas fuerzas principales de la Revolución en torno a cómo
asumir las mismas, comienza a quebrarse el frágil consenso entre los
tres grandes bloques militares, dando comienzo a una guerra civil. En
ella se enfrentaron, aún con sus diferencias, las tropas de Francisco
Villa y Emiliano Zapata a las fuerzas constitucionalistas. La lucha
contra Villa y Zapata inicialmente conducida por Venustiano Carranza
hasta su fusilamiento, lleva eventualmente al control absoluto de las
fuerzas constitucionalistas por parte de Álvaro Obregón.
El
tercer cambio fundamental fue la Reforma Agraria, que trajo como
resultado las mayores transformaciones en el campo habidas en México a
lo largo de toda su historia. Esta reforma vino de la mano con la
pérdida relativa del poder político de la oligarquía surgida tras el
porfiriato, las grandes transformaciones impulsadas por zapatismo en el
centro y sur y por el villismo en el norte y el apuntalamiento de un
capitalismo con amplia intervención del Estado en los procesos
económicos. Sobre el particular indican los autores del libro:
¨…la Revolución mexicana influyó y determinó en buena medida la
evolución del país a lo largo del Siglo XX, no solo en la configuración
del capitalismo con el Estado como pivote de la acumulación y del
desarrollo económico, y no solo a través de un Estado corporativo que
tuvo la capacidad de organizar, controlar y subordinar a las
organizaciones populares a cambio de ofrecerles la solución desde arriba
de algunas de sus principales demandas, lo que le permitió ser el
Estado con el régimen político más estable y longevo del siglo XX.
También la revolución fue utilizada por las organizaciones populares
como un referente y símbolo que orientaba sus luchas, su organización y
su movilización. La forma predominante de hacer política a lo largo del
siglo XX fue la política de masas establecida por la revolución, la de
los grandes colectivos, la de la movilización y la lucha callejera, en
los centros de trabajo, en los ejidos y escuelas, a través de actores
colectivos: sindicatos, centrales campesinas, organizaciones populares y
estudiantiles, ya sea estos actores colectivos fueran aliados y
subordinados al Estado corporativo y clientelar o fueran organizaciones
independientes y contrarias al control estatal…¨
Tras el triunfo
de las fuerzas constitucionalistas, el 5 de febrero de 1917 se promulgó
la Constitución de México, la cual a pesar de ser obra de los
vencedores, incluyó muchas de las reivindicaciones de los perdedores. Se
indica por los autores que algunos historiadores señalan que se trató
de la restauración de la Constitución de 1857 con algunas reformas y
modificaciones.
Si bien la Constitución aprobada fue un
documento más moderado en lo que atañe a su contenido reivindicativo que
lo que fue el programa impulsado por Emiliano Zapata en el Plan de
Ayala y más tarde impulsado en la Convención de Aguas Calientes el 10 de
octubre de 1914, como también del Programa de Reformas Económicas, Políticas y Sociales de la Convención, que
contó con el apoyo de Francisco Villa; ésta, en su artículo 27,
consignó la principal demanda que había surgido del proceso
revolucionario, que era el tema de la reforma agraria y el problema del
acaparamiento de la tierra en manos de grandes latifundistas. El
Artículo se ocupó, además, de atender los reclamos ancestrales de
titularidad de las comunidades originarias sobre sus recursos naturales.
Este artículo colocó en manos del presidente de la República la
determinación en cuando a ¨decidir cómo, cuándo y a quienes y en qué
proporción debía repartirse la tierra, así como las modalidades para la
explotación del subsuelo¨.
El Artículo 123 de la Constitución,
por su parte, recogió las principales demandas laborales, adoptando la
política del Estado benefactor, dando paso al establecimiento de una
profunda legislación protectora del trabajo y amplia legislación social.
A diferencia de las reivindicaciones del zapatismo y el villismo, que
reivindicaban estas transformaciones desde abajo, con la Constitución,
aunque sin la profundidad inicial, se imponían las reformas desde
arriba.
La Constitución estableció también, de manera
fulminante, una total separación de Iglesia y Estado eliminando
importantes privilegios que ostentaba la Iglesia Católica. La
Constitución prohibió la posesión por parte de la Iglesia de propiedades
y les prohibió desarrollar su culto fuera de las iglesias. A a la vez,
la Constitución delegó en el Estado la responsabilidad absoluta en la
educación de los niños y jóvenes. La actividad política de la Iglesia
también fue suprimida.
Indican los autores de libro que el
resultado de la Constitución fue la creación de un Estado benefactor
¨interventor, regulador y conductor de la economía, con la capacidad de
controlar, subordinar y movilizar a los sectores populares gracias a la
enorme legitimidad que le dio su origen revolucionario y a su facultad
para llevar a cabo la reforma agraria, ofrecer educación y velar por los
derechos de los trabajadores.¨
Con la llegada al poder de
Álvaro Obregón, varios de los artículos de la Constitución de 1917
finalmente fueron puestos en vigor.
Fue durante el mandato de
Lázaro Cárdenas del Río que se llevó a cabo el 18 de marzo de 1938 la
expropiación petrolera y la entrega de los ferrocarriles a la
administración obrera, creándose el Instituto Politécnico Nacional.
Cárdenas dio un impulso a la educación con un perfil socialdemócrata y
promovió la distribución de tierras entre los campesinos. Fue también
bajo su mandato que se organizó el Partido de la Revolución Mexicana
(PRM), formado por cuatro sectores: popular, obrero, campesino y
militar,. Este partido, más adelante se transformó durante la década de
1940 en Partido Revolucionario Institucional (PRI). Es este partido, el
que desde entonces, junto con el Partido de Acción Nacional (PAN), ha
mantenido la alternancia con el PRI.
Desde el siglo 19, en la
lucha contra la el gobierno de Porfirio Díaz, en México se impulsó por
parte de las fuerzas políticas emergentes dentro del Estado burgués, que
sus dirigentes no gobernaran por más de un término consecutivo. Al
pesar de que en los los pasados veinticinco años la alternacia PRI-PAN
se ha repartido entre ellos, para las elecciones de 2000 surgió como
fuerza electoral considerable un tercer partido, el Partido
Revolucionario Democrático (PRD). Este partido surge de una escisión
dentro del PRI. La división surgida llevó a que en ese año, por primera
vez luego de 71 años de gobiernos del PRI, la Alianza por el Cambio, integrada por los partidos Acción Nacional y Verde Ecologista de México, obteniendo el 43.5% de los votos, derrotara al PRI y a su candidato Francisco Labastida. En estas elecciones participó también la Alianza por México, encabezada por su candidato Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. Ese año, Vicente Fox fue electo presidente. Para entonces, a diferencia de hoy, el PRD se proyectaba como un partido de izquierda.
En las elecciones de 2006 el correligionario de Fox, Felipe Calderón Hinojosa, fue electo presidente de México. El entonces candidato por la izquierda del PRD, Andrés Manuel López Obrador,
no reconoció los resultados y acusó de fraude al presidente Vicente
Fox. Sin embargo, su protesta y denuncia no alteró el resultado oficial
de las elecciones a favor de Calderón.
En las elecciones de
julio de 2012, la presidencia de la República, como balón de futbol,
cambio una vez más de equipo, obteniendo el triunfo el candidato del
PRI, Enrique Peña Nieto. Próximamente este verano, el pueblo mexicano
concurrirá nuevamente a las urnas. En esta ocasión concurre una nueva
organización denominada Movimiento de Regenaración Nacional (MORENA), el
cual postula como candidato a la presidencia, esta vez por tercera
ocasión aunque bajo otra agrupación, a Andrés Manuel López Obrador.
En un artículo reciente, publicado en ALAI-America Latina de 9 de enero de 2018 titulado La izquierda puede ganar en México , Emir Sader nos dice:
¨Ya son como ocho veces que la izquierda llega al final de la campaña
electoral con posibilidades de ganar en México y, casi gana, le han
quitado varias veces el triunfo. El Estado-partido del PRI ha
sobrevivido a dos mandatos fuera de la presidencia, pero ha retornado y,
aunque ha fracasado como gobierno, se ha debilitado con ello, mantiene
el poder de imponer resultados a la fuerza como ha demostrado la
elección del gobierno del estado de México.¨
Describiendo las
estructuras electorales del PRI y el PAN, señala que son dos máquinas
políticas ¨listos para accionar todo ese poder de aparato para disputar
entre sí quién tiene mejores condiciones para enfrentarse al candidato
de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador¨.
De acuerdo con
Sader, López Obrador ¨se ubica primero en las encuestas¨. Las
posibilidades electorales frente a las maquinarias, conjuntas o
separadas de estos dos partidos, las encuentra López Obrador en que ha
venido ganando la base de sectores de empresarios y políticos vinculados
tanto al PRI como al PAN. No obstante, señala la importancia que
reviste para el proceso electoral de debilitamiento de estos dos
partidos tradicionales.
Un factor adicional que pudiera incidir
en el resultado de las elecciones es la participación de las
poblaciones originarias. En México, de acuerdo con Marcos Matías Alonso,
en su escritopublicado por ALAI- América Latina de 9 de enero de 2018,
titulado México y la pluriculturalidad en el Poder Legislativo,
el 21.5% de la población se considera a sí misma como parte de las
comunidades originarias, también llamadas ¨indígenas¨. Este porciento
totalizaría 25,694,928 ciudadanos, divididos éstos en 48.7% hombres y
51.3% mujeres. Esta cantidad, sin embargo, no compara con el número de
legisladores electos por este segmento poblacional a la Cámara de
Diputados, donde tan solo un 1% de sus integrantes son indígenas.
Un programa político que se acerque a las propuestas concretas que
impulsa este importante sector de la población mexicana, que reivindique
la solución de sus problemáticas, tendría un mayor potencial de allegar
a la población indígena al proceso electoral. Un resultaro plausible
sería el voto a favor de una organización que no impulse un programa
neoliberal como el que ha llevado a cabo el binomio PRI-PAN, que es lo
que se ha insertado en la vida mexicana durante las pasadas décadas y
que hoy se profundiza más.
No obstante lo anterior, no debemos
perder la perspectiva de lo que nos dice Sader en su escrito, al
describir cuál ha sido el tendón de Aquiles de la izquiera electoral de
México. A tales efectos nos recuerda que aunque en el plano de los
partidos, los principales peligros para López Obrador aparentemente lo
representan el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción
Nacional, realmente ¨el principal adversario de López Obrador es el
fraude, que varias veces impidió la victoria de la izquierda en las
últimas décadas.¨ El otro gran peligro para López Obrador del cual nos
advierte es la ¨postura de Trump en contra de México y del Tratado de
Libre Comercio¨, a lo que además añade, el tema del Muro y la expulsión
de inmigrantes.
Todavía es prematuro anticipar un resultado,
particulamente en momentos en que asoma en el debate mexicano hacia
dónde podría llevar un triunfo de López Obrador a quien se le señala por
algunos como el Hugo Chávez de la política mexicana, mientras otros lo
tildan de ser el émulo de Lula. A lo anterior, se suma los acercamientos
y acuerdos entre el PAN y el PRD; y finalmente, los acuerdos de estos
dos bloques con el PRI en el proceso de alternancia electoral en México.
La situación la veremos definiéndose con mayor claridad en unos pocos
meses.
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