Iván Restrepo
Suele ocurrir que los integrantes del
Congreso de la Unión aprueben leyes sin realizar un análisis
suficiente de su contenido ni someterlas a consideración de los
especialistas en la materia y la ciudadanía. O que, aprovechando la
discusión que suscita una más relevante y polémica, aprueben otra al
vapor. Eso precisamente sucedió en el Senado casi al cerrar en diciembre
pasado su periodo de sesiones. Mientras numerosos especialistas,
organismos de las Naciones Unidas y grupos importantes de la sociedad
pedían que no aprobaran la nueva Ley de Seguridad Interior por violar
normas constitucionales, los senadores le dieron vida rápidamente a la
de biodiversidad, a la que se oponían especialistas y grupos
conservacionistas.
Promovida por la empresaria Ninfa Salinas, integrante del mal llamado
Partido Verde Ecologista, y que hace parte del grupo que defiende los
intereses de las dos grandes cadenas de televisión, la nueva ley apenas
tuvo en cuenta unas cuantas observaciones de quienes desde la academia,
los centros de investigación y la sociedad civil buscan conservar la
enorme riqueza que México tiene en flora y fauna. Somos uno de los cinco
países más megadiversos, con especies únicas y de enorme valor
económico y social. Muchas de ellas todavía sin clasificarse ni saber la
utilidad que tienen en el campo de la medicina, la ciencia y el
bienestar humano.
Con esta ley, por ejemplo, se da virtualmente vía libre para que las
compañías mineras y de hidrocarburos realicen sus actividades en las
áreas naturales protegidas (ANP), las cuales tienen enorme importancia
por la riqueza en flora y fauna que contienen. En una sesión agotadora
que duró casi 24 horas, los senadores
conocieronel dictamen y lo aprobaron por amplia mayoría. No les interesó discutir y analizar unos minutos el pedido de la senadora Silvia Garza, del PAN, secretaria de la Comisión de Medio Ambiente, para incluir el impedimento expreso de proyectos mineros en las ANP. Ni siquiera la apoyaron sus colegas de partido.
Las mineras tienen en México bajo su control más de 1.5 millones de
hectáreas, a través de casi 2 mil concesiones, algunas de las cuales se
ubican en las ANP. Son incontables los daños que esas empresas, en muy
buena parte trasnacionales, causan al medio ambiente y a la salud de la
población. Destacadamente contaminan el agua, la tierra y el aire, a
ciencia y paciencia de las instancias oficiales responsables de
garantizar el buen estado de recursos que son vitales para la población,
el medio ambiente y la salud pública.
Durante meses, científicos, centros de investigación,
defensores de la naturaleza y de las comunidades originarias, hicieron
ver que el proyecto de la ahora Ley General de Biodiversidad era un paso
más en favor del sector privado en su empeño por aprovechar en su
beneficio los recursos genéticos (plantas medicinales, semillas,
organismos vivos y otros componentes de la biodiversidad) haciendo de
lado a los grupos tradicionales indígenas y campesinos que los han
utilizado y convivido con ellos durante siglos. Alienta además, la
biopiratería de dichos recursos.
Por otro lado, la nueva ley suma otras, como la de Vida Silvestre, la
General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la de Cambio
Climático, las de Desarrollo Forestal y Rural, Pesca y Acuacultura.
Todas ellas hablaban de sustentabilidad, cosa que no lograron, como
muestra la realidad. Y por si fuera poco, establece un consejo de
biodiversidad con poderes y responsabilidades opacas y le concede a la
Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales poderes amplios en el
campo de los recursos genéticos. Bien se sabe de la inoperancia que
esta dependencia federal tiene desde que fue entregada al Partido Verde
en pago por su alianza con el partido que ahora desgobierna el país. Su
titular, Rafael Pacciano, figura como serio aspirante a una curul
plurinominal en las próximas elecciones federales. Y ello gracias a su
esposa, Alejandra Lagunes, cercana colaboradora de Peña Nieto.
Esta nueva ley, aprobada al vapor, es un retroceso, no un paso adelante en pro de la biodiversidad.
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