En la primera versión de la Feria Internacional del Libro de Valparaíso (FILVA) tuvo lugar el lanzamiento de Cruzando Fronteras: mujeres indígenas y feminismos abajo y a la izquierda de Sylvia Marcos, a una semana del realizado en el Barrio Yungay (Santiago), durante el "Yo me Libro de las Fronteras".
Del
mismo modo que en el Barrio Yungay, la mesa de presentación fue
conformada únicamente por compañeras. En este caso contamos con Dana
Sepúlveda y Patricia López Pereira, ambas pertenecientes a Quimantú y a
la Escuela Pública Comunitaria de Las Cañas/Las Huaitecas, así como
también con Alejandra Milena, ilustradora del libro, y por último, con
la lamngen Marjorie Huaiqui, mapuche, madre, poetiza y profesora de
Historia y Geografía. La jornada comenzó con una anécdota. Horas
antes, una señora que había asistido la FILVA, a propósito del libro de
Sylvia Marcos, consultó a quienes se encontraban en el puesto de venta
de Quimantú, cómo era posible convocar a las mujeres a “realizar su
propia revolución”, y del mismo modo, por qué debían los hombres
atenerse a esta, reconstruyéndose de paso, pues según ella, “el machismo
era culpa de las mujeres”. Sabemos que esta situación, más allá de
ser una mera anécdota, es una lectura común en los espacios sociales
donde nos relacionamos, inclusive en aquellos en donde nos organizamos.
Del mismo modo, estamos al corriente de que la concepción de la
asistente anteriormente expuesta, forma parte de todo un imaginario
fuertemente arraigado en las sociedades contemporáneas, el cual no será
fácil erradicar. Las propias experiencias feministas dan cuenta de ello.
Con todo, puede que para quienes comúnmente desarrollamos
nuestra vida en los suburbios, surja una interrogante: ¿Por qué
acercarnos al feminismo indígena trazado por Sylvia Marcos? Para
empezar, concebir solamente el planteamiento del feminismo indígena es
simplificar mucho. En primer lugar, porque Sylvia no aborda tan sólo la
experiencia de un pueblo indígena, sino la de decenas de éstas. A saber,
en el Primer Congreso Nacional de Mujeres indígenas —en donde participó
Sylvia y reunió parte de las citas presentes en el libro—, las
congresistas provenían de comunidades tzotziles, tzeltales, tojolabales,
zapotecas, por tan sólo citar algunas. Además, por el contrario de lo
que podríamos suponer, tampoco estudia exclusivamente las
pertenecientes o relacionadas de algún modo al movimiento zapatista,
puesto que también presenta análisis y testimonios de experiencias
—lejanas en principio— de países tales como Irán, Turquía, lugares como
el Neguev de las beduinas o territorios como Jerusalén, esto es,
Palestina e Israel. Es preciso señalar también, como aclara Sylvia,
que el libro consta de tres partes. La primera parte alberga sus últimas
producciones teóricas, las que por cierto se alejan del formato
académico, pues “toda teoría redonda, cerrada, se desmorona ante el
primer viento de realidad” como bien sostiene el Subcomandante
Insurgente Galeano, aludido por la misma autora. La segunda parte es un
conjunto de sistematizaciones, abundantes en citas y referencias. La
tercera parte es una suerte de crónica de diversos encuentros con
mujeres en resistencia del Medio Oriente, conforme señalamos
anteriormente.
Para la autora, “[Cruzando fronteras] es un
libro hecho de retazos de insurrección en diferentes ámbitos. Sí, sobre
las mujeres; sí, sobre las indígenas; sí, sobre las cosmologías otras;
sí, sobre mis andares por el mundo conociendo y re-conociendo
experiencias de vida y rebeldía semejantes a las mías, a las de las
zapatistas, de las feministas, de las académicas comprometidas con la
creación de sociedades justas, sí, pero no en abstracto sino enlazadas y
enfocadas desde otro lugar”. A propósito de las cosmologías otras,
cabe comentar que durante la presentación, se sostuvo que la
espiritualidad no era sino otra forma de defensa ante los Estados que se
suponen laicos, pero que no dudan en demostrar sus fundamentalismos a
la hora de legislar sobre el aborto, por citar tan sólo un caso. Ahora
bien, también se precisó lo fundamental de realizar tal espiritualidad
por fuera de los esencialismos que frecuenta la lectura de las
realidades indígenas, esto es, efectuarla críticamente. Ya que como fue
manifestado, en lo que respecta al pueblo mapuche, no se puede hacer la
vista gorda ante la baja participación de sus mujeres en el ámbito
político, ya sea en un rol dirigente o de demandante en la agenda
política, por ejemplo. Esto sin obviar la importante contribución de las
machis a la espiritualidad —cabe subrayar que esta no es su única
función— de las comunidades mapuche, lo mismo que en algunos sectores
del pueblo chileno, según quedó demostrado en las diversas jornadas
solidarias por Francisca Linconao realizadas a lo largo del país. Son
estas últimas las que demuestran de manera concreta el valor de abordar
el feminismo desde una perspectiva de lucha “transfronteriza”, al decir
de Sylvia, sobre todo si cobramos conciencia de las distintas arenas que
nos ofrece la globalización desde abajo, con toda la posibilidad de
apoyos mutuos que éstas nos permiten.
Por otro lado, vale la
pena referirse a dos intervenciones hechas durante el diálogo.
Primero, al testimonio que relataba como una mujer de izquierda, se veía
forzada a dejar en su hogar a otra mujer —indígena por cierto— de
empleada doméstica, mientras se dedicaba a su vida pública, la misma en
donde trataba cuestiones referentes a la política, y paradójicamente, a
la emancipación de la mujer. Segundo, a una demanda de instrucción en
torno al feminismo realizada por hombres asistentes. Al respecto,
consideramos que hasta cierto punto, la orientación femenina es más que
un aliciente y los espacios de diálogo son indispensables. Pero sin
embargo, el tema de fondo en este caso, es asumir la necesidad de
nuestra autoformación al respecto. Existe una necesidad profundamente
política en ello, y por cierto, urgente, en abrir aquellos “puentes”, al
decir de Sylvia, que aunque inestables, nos produzcan vértigo y a veces
temor, nos permitan imaginar una vida nueva, otro camino y otro mundo
con nuestras compañeras. Por último, creemos importante mencionar que
el lanzamiento de “Cruzando fronteras” supuso no sólo un debate de
ideas, sino que análogamente y de forma espontánea, fue un espacio de
naciente sororidad, en donde presentadoras y asistentes pudieron
entregarse amor, alegría y complicidad, algo que a pesar de lo breve fue
igualmente significativo, si tomamos en cuenta la aguda violencia de un
sistema que cada día cobra más vidas de mujeres, asesinadas o
torturadas por el mero hecho de serlo. A decir verdad, para Quimantú,
la sola posibilidad de facilitar instancias fraternas como la
anteriormente expuesta, le otorga un especial sentido a la publicación
de libros, sino es que en resumidas cuentas, se admite como uno de los
motivos fundamentales de su existencia como editorial.
*
Sylvia Marcos es una comprometida investigadora feminista, editora y
compañera de la Sexta Internacional del EZLN, autora de números
artículos, investigaciones y libros, entre los que se encuentran
“Diálogo y diferencia: retos feministas a la globalización” (2008),
“Mujeres indígenas, rebeldes zapatistas” (2012), “Senti-pensar el
género” (2013, junto a Georgina Méndez, Xuno López Intzin y Carmen
Osorio) y “Mujeres indígenas y cosmovisión descolonial” (2014), entre
otros.
Ignacio Andrés - América Latina desde Abajo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario