Las precampañas que duraron 60 días y el periodo de intercampañas
cuya duración será de 40 días, son en los hechos tiempos de campaña
disfrazados, de ahí que lo ocurrido en estos 100 días –desde el 14 de
diciembre que empezó la precampaña al 30 de marzo en el que arrancará
oficialmente la campaña presidencial– es un tiempo suficiente para que
los tres aspirantes a la presidencia pudieran ver sus propias
debilidades y fortalezas, y las de sus adversarios.
En esta primera fase de precampaña se hizo evidente que en el caso de
José Antonio Meade la estrategia de posicionamiento dentro y fuera del
PRI no ha funcionado del todo porque no se ha podido superar el reto de
darle una identidad partidista, tampoco darle un carácter ciudadano y
menos aún aislarlo del problema de la corrupción con el que se
identifica al PRI.
Es decir, sigue en la ambigüedad de ser priista sin pertenecer al
partido y participar como ciudadano cuando es parte de una estructura
partidista y de gobierno. Estas complicaciones lo siguen anclando en el
tercer lugar.
En el caso de Ricardo Anaya, su protagonismo, las diferencias con sus
compañeros de partido y la opacidad en su patrimonio, siguen siendo un
pendiente que le ha creado conflictos en el manejo de su imagen. Su
alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano tampoco logra convencer a
ninguno de los militantes de los dos partidos ni a los propios panistas.
El problema de la identificación partidista es evidente en Meade y en
Anaya. Según la encuesta de Buendía & Laredo, solo un 56% del
electorado reconoce al panista y un 41% a Meade. Es evidente que los
simpatizantes del PAN y del PRI, no identifican el nombre de sus
candidatos y este era uno de los principales objetivos de la precampaña.
Este punto es grave pues para los partidos es muy importante que la
gente sepa por quien van a votar.
El problema de la identificación no existe para Andrés Manuel López
Obrador quien después de dos campañas y de recorrer el país varias veces
tiene un porcentaje de 84% de reconocimiento popular. Esto lo mantiene
en el primer lugar de las encuestas, lo mismo que la actitud
despreocupada y divertida con la que venía tomando la campaña negra del
PRI de un supuesto apoyo de Rusia y Venezuela.
Sin embargo, continua sin poder controlar su carácter que explota
cuando todo parece favorecerle. Las recientes criticas a su estrategia
de sumar personajes de todo tipo y muchos con un pasado cuestionable, y
sus declaraciones de perdonar a todos –incluyendo a su principal
adversario carlos Salinas de Gortari–, provocaron que resurgiera esa
manera muy particular de descalificar a sus críticos. Con esa sola
acción López Obrador dio pie a pensar que sigue siendo el mismo, que no
permite la critica ni las opiniones diferentes a la suya, algo que se
pensaba ya había cambiado.
Por cierto… En este periodo de 40 días de precampaña
las redes sociales fueron el lugar donde los precandidatos tuvieron
mayor presencia y resonancia porque registraron de inmediato sus
mensajes, lo que no se puede tener en radio y televisión. Tan solo del
28 de enero al 4 de febrero la empresa de marketing digital PrixAd,
contabilizó que los tres precandidatos presidenciales acumularon dos
millones 743 mil 676 menciones en Twitter, siendo Meade el primero,
seguido por López Obrador y Anaya. Pero el que tuvo más positivos fue el
tabasqueño, seguido por el priista ciudadano Meade y al final el
panista perredista Anaya. El sentimiento que crean las publicaciones en
redes sociales es caprichoso y mucho tiene que ver el ingenio, el tono y
la calidad de la respuesta en 280 caracteres.
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