El sistema de educación
superior en México se sustenta por un conglomerado de instituciones
históricas públicas y privadas sobre las cuales se empoderó finalmente
el gran capital.
Entre las partes que lo componen destaca el
crecimiento desmedido de la educación privada, a cuya vanguardia están
instituciones como la Universidad Iberoamericana o el Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, sin olvidar la
presencia de monopolios-universidades de los países imperialistas. La
educación privada resulta más rigurosa y abiertamente capitalista que
las configuradas bajo el manto del Estado, en razón de su entera
conexión con la gran empresa, siendo hoy el emblema de las perspectivas
neoliberales en la materia. Este tipo de instituciones suelen ser
capitalistas por los procesos a que se adhiere la educación como
negocio, y burguesas por la naturaleza misma de la enseñanza que se
imparte.
La otra parte, en líneas generales, es la educación
pública, en que prevalecen instituciones como la UNAM, el Instituto
Politécnico Nacional, las grandes universidades públicas de la Ciudad de
México, las universidades autónomas estatales, la Universidad
Pedagógica Nacional, las universidades militares, la Universidad
Autónoma de Chapingo, las escuelas de artes, las normales urbanas y
rurales1.
Con importantes éxitos para la derecha, se les viene cambiando sus
normativas para que se vuelquen al negocio de la educación, así como que
despeguen en el sentido de la ideología burguesa.
Su autonomía
es relativa en torno a su administración interior y diseño de programas,
no obstante, están entrelazados a los intereses del Estado-nación y a
sus dinámicas internas, algunas como grandes espacios del poder del
saber. La diferenciación entre las instituciones públicas sigue
igualmente la trayectoria de las que fungen como empresas privadas, el
Estado descapitaliza algunas que desde hace varios años atraviesan por
crisis financieras en los estados en que debiese haber prioridades
presupuestarias, lanzándoles a una competencia de la cual no pueden
salir bien libradas, para ser asimiladas al complejo mecanismo
privatizador. Tal situación de reducción de recursos ocurre con las
universidades autónomas estatales y las normales rurales.
En
conjunto este es el arco en que se instaló el paradigma general de
educación universitaria propietaria del saber, hacia el desarrollo,
legitimación y sustentación de la sociedad capitalista, de sus
conflictos, de sus relaciones, su sentido de dominación cultural e
ideológica.
Por lo que se refiere a sus políticas
institucionales y la construcción a que dieron lugar, así como de sus
tendencias propias; las universidades son presionadas a asumir las
premisas del capitalismo neoliberal, incluyendo la mercadotecnia en su
promoción.
Este universo naturalmente es más complejo, su
historia se desenvuelve según los procesos del capitalismo y la lucha de
clases por educación, vinculando conocimiento, aprendizaje, métodos e
intereses de las diversas clases y sectores sociales. Es claro que las
universidades, sus sectores integrantes, siempre dieron muestras de
grandes luchas por elevar los niveles de formación y desarrollo del
país; enfrascadas ineludiblemente en los antagonismos generales y los
del plano educativo, son fuente de resistencia contra su entera
mercantilización.
Contra el legado histórico, cultural y
científico, la política neoliberal pasó a la descuartización o
adecuación de propósitos en los saberes y profesionalización, así mismo
animó la individualización, elitización, tercerización de servicios,
franquicias de servicios universitarios, feudos, lucha de poderes,
degradación de la enseñanza, la exclusión económica, y la minimización
de los contenidos humanísticos. Resultando una profunda crisis de la
educación superior que se adentró en los intereses económicos
capitalistas, en la promoción del modo de vida burgués y clasemediero.
A las universidades públicas se les reprime de muy diversas maneras
para acallar voluntades, acciones y pensamientos. Además de abocarse el
sistema a una represión de muy diversos tonos, pero siempre presente en
todas estas instituciones (Secretaría de Gobernación, Procuraduría
General de la República, cuerpos policiacos), siguiendo el hilo del
poder. Hasta el más vulgar de los porrismos se instaló como elemento
teledirigido por autoridades universitarias o de ciertas dependencias
estatales, para mantener sus espacios en la paz neoliberal mediante el
terror contra los estudiantes. Resulta evidente el contubernio, la
complacencia, protección y encubrimiento del porrismo por parte de
autoridades universitarias y el Estado de forma sistemática contra todo
reclamo estudiantil.
Por su parte el conjunto de escuelas
normales, soportan la mayor carga en la formación de docentes para la
enseñanza básica, aunque en estas circunstancias han proliferado las
escuelas particulares de educación normal, y la formación de educadores
en las grandes universidades. En este sentido, el neoliberalismo no está
en las raíces de la educación mexicana, ni de su pedagogía; el sentido
educativo histórico, legado mucho tiempo atrás es popular, masificador,
solidario, universalista y formativo del ser humano para la vida en
sociedad y comunidad.
El capitalismo en su desenvolvimiento
neoliberal ha hecho de las universidades y demás instituciones de
enseñanza superior, ejes de trasmisión del comercio en la educación y
para la ideologización de su cultura dominante. En este sentido el
comportamiento de las élites universitarias dista mucho del puro interés
académico o cultural, entrelazándose con los fines y negocios del
capital, transformándose en capas aristocratizadas que detentan
presupuestos y constriñen toda posibilidad de cambio democrático en su
seno.
El sistema de educación superior e incluso las instancias
de educación universitaria alternativa, bajo la intensa actividad
estudiantil, académica e intelectual, que contribuyeron al empuje
cultural, académico, social y científico del país; hoy están en una
difícil condición ya sea por su constricción o por el férreo control de
las élites, las burocracias, el Estado y la política de gran empresa.
En la actualidad es necesaria una ardua batalla ideológica y política
de largo aliento, desde los movimientos estudiantiles y magisteriales,
como condiciones para debilitar el poder tecnocrático que rige la
enseñanza superior y las redes en como ésta se sostiene. Estas luchas y
estos sujetos sociales de cambio, históricamente establecen bases de una
auténtica revolución y democratización en su seno, contra el
tradicional adoctrinamiento en torno a las prácticas y el pensamiento
dominante formador de sus reproductores.
Nota:
1 Existen cerca de tres mil ochocientas instituciones de educación superior operando en el país.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario