Pedro Echeverría V.
1. Pensé que en eso que llaman democracia el pueblo mandaba; creí que con el voto mayoritario del poder legislativo todas las malditas leyes que beneficien a los empresarios, a los explotadores, que estén contra la mayoría de la población, podrían irse por el caño del sumidero. Hay que analizar, exponer, discutir, para que la gente entienda; pero perder el tiempo, energías, buscando convencer a quienes tienen intereses y se niegan a entender, me parece una estupidez. Los jueces o ministros, así como los inteligentes “chayoteros”, entienden todo a perfección, pero rebajarse el abultado salario a la quinta parte de lo que cobran desde hace décadas, “no lo entienden”.
2. Espero que el presidente electo, López Obrador, no dé algún paso atrás ante los jueces y toda la caballada que se niega a rebajarse el salario. Espero que no haya ley o poder que esté por encima de los mandatos casi unánimes de las urnas. Debe quedar claro que los 108,000 pesos que cobrará el presidente cada mes es 40 veces el salario mínimo de un trabajador. ¿Y a estos hijos de su madre, no les alcanza? ¿Por qué no se asocian con el expresidente Fox para vender mariguana ya legalizada o con los llamados “huachicoleros” que se roban camiones de gasolina y la venden en contubernio con el mismo gobierno en turno?
3. El gobierno de López Obrador se perfila (para el pueblo trabajador) como el mejor de la historia; pero tenemos que exigir que sea superior evitando que cometa tonterías contra el pueblo, así como denunciándolas. En estos últimos cinco meses se ha avanzado mucho en discusión de ideas, de leyes para aprobar, sobre todo parando el funesto negocio del aeropuerto de Texcoco que todavía debe arrojar grandes negocios y nombres de empresarios y derechistas, como los expresidentes. Lo condenable es que ninguno de éstos se va a la cárcel obligándolos a entregar todo lo robado; más aún se les devuelve todo, tal como pasó con el hermano de Salinas.
4. A mí esto de las leyes, constituciones y derechos me bloquean la mente porque desde hace 50 años aprendí que no existen verdades sino interpretaciones, que las verdades las establece el poder, que cuando te quieren joder te joden con leyes o sin leyes, además que todas las leyes y constituciones fueron hechas por la clase dominante. Por ello López Obrador, además de hacerse ilusiones de convencer a los ricos que han dominado el país durante muchas décadas, tiene que obligarlos a obedecer. Contra los pobres nada, porque ellos toda la vida sólo se han dedicado a producir, a mantener a México.
5. Mis amigos, por lo menos desde el estallido zapatista en Chiapas en 1994, demandaron la consigna de “nuevo constituyente y nueva constitución”; siempre me pareció una consigna abstracta. Ahora tenemos un nuevo congreso mayoritario que puede por lo menos transformar a fondo la constitución burguesa haciéndola cercana al pueblo. Sigo sin entender por qué por lo menos no se puede obligar a los jueces a rebajarse el salario, a despedir a todos sus mil familiares de la SCJN, a que todos los grandes ricos informen con detalle de sus propiedades y que cada uno pague impuestos por sus ingresos y sus propiedades(bajo pena de prisión).
6. Si López Obrador, los luchadores sociales de izquierda, los trabajadores, dejan ir esta magnífica oportunidad que con su enorme paciencia, trabajo, inteligencia, ha creado sin duda el mismo AMLO, ya nunca más -o habrá que esperar otros 50 años- se presentará. Pienso que todas las demandas y promesas deben cumplirse una a una y –si se presentara cualquier impedimento o traba- debería existir un gigantesco movimiento de masas en las calles que destruya cualquier muro. Por ello hay que estar muy atento en los bandidos empresariales y la derecha, así como en que López Obrador no dé paso atrás alguno ni para tomar fuerza. (7/XI/18)
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