Esperan justicia presos políticos de Tlanixco
Pide la ONU-DH reparar las violaciones al debido proceso
▲ Comuneros de San Pedro Tlanixco se manifestaron frente al Poder
Judicial del estado de México para exigir la libertad de los presos
políticos de esta comunidad.
Dominga González, presa política de Tanixco, Estado de
México, lleva 11 años en el Cereso de Santiaguito, municipio de
Almoloya, y aún no ha sido sentenciada. Es acusada de homicidio junto
con otros cinco dirigentes de su pueblo que lucharon contra el despojo
de sus manantiales en las faldas del Nevado de Toluca.
Su caso, junto con el de Lorenzo Sánchez Berriozábal y Marco Antonio
Pérez González, se encuentra finalmente en etapa de apelación ante el
tribunal de alzada, con 10 años de atraso.
Según el pronunciamiento del representante en México del Alto
Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos Jan Jarab, este
procedimiento judicial constituye
una oportunidad única para que el Poder Judicial repare las violaciones al derecho al debido procesocometidas en contra de los procesados y de otros tres presos por la misma causa –Pedro Sánchez Berriozábal, Teófilo Pérez González y Rómulo Arias Mireles–, quienes fueron sentenciados a 50 años de cárcel.
Esta sentencia es calificada por el abogado defensor José Antonio Lara Duque como un castigo
bárbaro e injusto, con un fuerte sesgo racista y la clara intención de castigar la lucha contra el despojo de un pueblo náhuatl.
Campaña en pro de los presos políticos
El 10 de octubre la senadora por Morena Nestora Salgado
arrancó una campaña nacional para la liberación de los presos políticos
de todo el país, precisamente con una visita a este colectivo de
defensores del agua de Tlanixco, acompañada por otros que también
sufrieron cárcel punitiva por sus actividades políticas, Alberto
Patishtán y Erika Zamora.
Salgado, quien apenas hace dos años y medio también era presa
política, aseguró durante esa reunión que un día antes de la visita
habló con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, sobre la
campaña para apoyar a los luchadores sociales confinados en prisiones.
Él me dijo: si son presos políticos, los quiero a todos afuera. Encárgate.
Agrega Nestora:
Quiero transmitirles la firmeza con la que me lo encomendó. Conozco lo que se vive dentro de una prisión cuando uno es inocente, y me voy a hacer cargo. Tenemos esta oportunidad histórica. Tenemos la experiencia de que cuando se lucha sí se logra la libertad.
Junto a la guerrerense participó en la visita penitenciaria el
profesor Alberto Patishtán, chiapaneco, tzotzil, quien estuvo preso
durante 13 años, también acusado falsamente de homicidio y liberado en
octubre de 2013. Y Erika Zamora, hidalguense, presa durante un ataque
del Ejército en el poblado de El Charco en 1998 y recluida durante
cuatro años en Chilpancingo.
En defensa de su manantial
Dominga y los dirigentes indígenas son acusados de haber
matado al líder de los floricultores de Villa Guerrero, Alejandro Issak
Basso, el primero de abril de 2003. Ese día el hombre encabezó a una
comitiva de 11 personas que incursionó a la zona de manantiales de
Tlanixco para desalojar a los pobladores que lavan ahí su ropa. El
directivo de la Asociación de Floricultores de Villa Guerrero había
logrado, con el apoyo del gobernador, que la Conagua concesionara el
caudal del río de Tlanixco para el riego de los campos e invernaderos de
la vecina población que produce flor para exportación y consumo
nacional y genera anualmente ganancias multimillonarias.
La procuraduría mexiquense alegó que Isaak Basso fue linchado. Los
pobladores de Tlanixco sostienen que el empresario resbaló y cayó a un
barranco. El expediente no aporta pruebas contra los acusados.
Teófilo Pérez González, sobre quien ya pesa una sentencia de 50 años,
por ejemplo, contó con testigos que declararon ante el agente del
Ministerio Público que a la hora de la tragedia él no estaba en el lugar
de los hechos. Sus pruebas de descargo no fueron admitidas. Acababa de
ser electo como presidente del Comité de Agua del ejido. Al comisionado
saliente, Pedro Sánchez, también lo acusaron y sentenciaron a 52 años.
Los seis presos de Tlanixco no tuvieron una defensa legal consistente
desde que fueron apresados hasta que hace tres años el Centro de
Derechos Humanos
Zeferino Ladrilleroque se encarga principalmente casos del estado de México, examinó el expediente y decidió litigar a su favor.
Lara explica las principales líneas de la defensa:
Las acusaciones son inverosímiles. Los testigos señalaron a los imputados sin haberlos visto nunca y sin que les constara su participación en los hechos, al grado de que entre los nombres que dieron como posibles homicidas estaba un vecino ya difunto y otro, discapacitado, de quien se dice pateaba a la víctima.
El defensor apunta que durante la investigación uno de los que
participaron en la incursión de Villa Guerrero a Tanixco fue el abogado
de los floricultores, Adolfo Vázquez Carrasco, quien se retractó de sus
acusaciones y declaró ante el agente del MP que todos los testigos
aportados por la parte acusadora fueron aleccionados por personal del
gobierno. En una reunión a la que él asistió se mostraron videos de las
marchas y las mesas de negociaciones con los pobladores de Tlanixco para
que pudieran identificar a los supuestos agresores. Ninguno de ellos
participó en los hechos. Esto quedó demostrado durante los careos, pero
los jueces no hicieron caso de esa pieza fundamental de la averiguación y
los defensores de oficio no insistieron.
Pero para el abogado el argumento central de la defensa radica en
demostrar la inocencia de Dominga González. Ella fue mencionada por los
acusadores hasta cuatro años después, cuando como suplente del
comisariado ejidal firmó documentos oficiales del litigio por el control
del agua. Fue entonces cuando algunos testigos
recordaronhaber visto a una mujer
morena, chaparrita, chapeadaen la escena del falso linchamiento. Sin otra evidencia, esa misma noche, en un operativo donde participaron más de 80 elementos de la policía estatal y una docena de patrullas, Dominga fue sacada de su casa a la mitad de la noche, torturada y trasladada a Santiaguito.
Tres mujeres acudieron en su defensa y dieron fe que ese día Dominga
estaba de guardia en la parroquia, limpiando, cuando oyeron las campanas
y supusieron
que algo grave había pasado. El juzgado desechó estas pruebas. Dominga lleva 11 años encarcelada sin sentencia.
Visitantes y reclusos intercambian experiencias de la vida
carcelaria: el dolor de estar lejos en el momento de la muerte de una
madre o un padre; los abusos de las autoridades, el cobro indebido por
atención médica negligente y, sobre todo, el desconsuelo de no poder
guiar a sus hijos en su infancia.
“Dígale a López Obrador que le tenemos confianza –concluye Pedro
Sánchez–; que todos estos años, mientras más gritábamos nuestra
inocencia, peor nos iba en los tribunales. Ahora sabemos que con él en
la Presidencia sí nos van a escuchar”.
Foto Mvt
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
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