4/11/2019

El interés máximo de los pueblos oprimidos

FRAGUA

El 10 de abril de 1919 la Hacienda de Chinameca, Morelos, se cubría de vergüenza y traición: el general Emiliano Zapata caía en la tierra que amó para no levantarse jamás. Víctima del engaño por parte de Jesús Guajardo (coronel del ejército constitucionalista), quien, bajo las órdenes de Pablo González y Venustiano Carranza, fingió una alianza con el Ejército Libertador del Sur para después tenderle una trampa a Zapata y terminar con su vida, pues sólo de esta manera Carranza se podría levantar con la victoria en la Revolución. Este 2019 recordamos con fuerza al general del pueblo, a Emiliano Zapata Salazar, pero no lo recordamos con el oropel de las fiestas oficiales ni con el recuerdo monográfico de una leyenda muerta, sino como un ejemplo de la necesidad de luchar por la transformación de la sociedad, por la urgente necesidad de reencontrar su calor, su ímpetu revolucionario y, una vez más, que inunde la mente y los corazones de los oprimidos, de los pobres, y se estrechen de nuevo las manos callosas de quienes trabajan en el campo y en el taller.
Para nosotros como Organización de Lucha por la Emancipación Popular el recuerdo de Zapata también es el recuerdo de la historia de lucha de nuestro pueblo, el cual forma parte de nuestros fundamentos teórico-prácticos, pues consideramos que la experiencia práctica y las contribuciones teóricas de la lucha del pueblo mexicano, así como sus procesos de resistencia frente al yugo de las distintas clases opresoras, nos marcan el camino a seguir para desarrollar la lucha en contra de nuestro enemigo principal en la actualidad: la burguesía, los grandes empresarios nacionales y extranjeros.
Al mismo tiempo, nosotros partimos de la necesidad de la transformación socialista de la sociedad mexicana como objetivo principal de nuestra labor de agitación, propaganda, organización y labor teórica cotidiana; para ello echamos mano de la ciencia del marxismo leninismo y damos cuenta de los hechos económicos y políticos a nuestro alrededor: el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la construcción de la termoeléctrica en Huexca, las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales.
Con estos pilares fundamentamos nuestro quehacer cotidiano y creemos que son la mejor manera para desarrollar una adecuada práctica transformadora, pues muchas de las tácticas e incluso consignas del pasado siguen resonando y siendo oportunas al día de hoy.
En este 2019 nuestro pueblo aún necesita ser dueño de los grandes medios de producción, entre ellos la tierra, pues hoy, como ayer, los ricos son dueños de nuestra patria; ahora sufrimos la herencia de los neoliberales, quienes vendieron la tierra, destruyeron nuestra industria y privatizaron absolutamente todo.
Hoy, como ayer, es necesario que las consignas democráticas se materialicen y sólo es el pueblo quien lo hará por la vía de los hechos. Aún quedan muchos verdaderos conservadores quienes estarán felices con que las cosas cambien mientras no se toquen sus intereses económicos y, para ello se vestirán hasta de revolucionarios, como el traidor de Carranza.
Sin embargo, también debemos aprender de los errores cometidos por quienes nos antecedieron. La lucha por la tierra, por el trabajo, por los grandes medios de producción y por todos los derechos del pueblo debe ser una lucha que tenga como objetivo la construcción del socialismo, pues, de otro modo, no arrancaremos el mal de raíz, dejaremos que la semilla del mal, de la violencia, de todos los males que aquejan al pueblo, siga germinando. Por eso, para nosotros la vigencia de la histórica lucha del zapatismo enarbolado por el Ejército Libertador del Sur debe empatar con la necesidad de la superación del capitalismo y con la construcción del socialismo, no podemos volver a bajarnos de la silla después de la foto. Hoy nuestro enemigo inmediato es el neoliberalismo y todo lo que nos dejó con sus políticas de explotación, despojo y represión: 40 mil desaparecidos, 300 mil ejecutados, 40 mil huérfanos, 90 millones de pobres, caída del salario en 40, reducción del 35% en gasto social, más de la mitad de los mexicanos sin seguro social. Este enemigo se anuncia terminado por medio de decretos, pero si algo nos enseñó el Plan de San Luis es que la letra sin hechos no funciona y que sólo el pueblo hará válido lo que se escribe y promete.
También recordamos el Plan de Ayala y el Manifiesto al Pueblo Mexicano que prometieron lo olvidado por el maderismo y la lucha contra el carrancismo, respectivamente. Nosotros también tenemos un Programa Mínimo de Lucha que guía nuestro actuar cotidiano y enarbola las necesidades más sentidas del pueblo mexicano que recoge demandas inmediatas, pero urgentes, para mejorar la vida de los trabajadores.
Es momento para construir con nuestro Programa, método y objetivos; para estar con más pueblo, para levantar a esas masas ávidas de un cambio verdadero y sumarlas a la lucha independiente y combativa; este momento tal vez no regrese en muchos años y debemos aprovecharlo. Luchar por la tierra, el trabajo y el socialismo será la mejor forma de conmemorar la caída de nuestro general. Por eso mismo no podemos olvidar las propias palabras que Zapata nos legó un 14 de febrero de 1918 cuando dijo que “mucho ganaríamos si todos comprendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de la Rusia representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos”, es decir, que la lucha por el zapatismo y el socialismo son la causa de todos los oprimidos del mundo !
¡Destruir el neoliberalismo de raíz y construir el socialismo!
¡Contra el despojo, la represión y la explotación; resistencia, organización y lucha por el socialismo!
NOTA: Este artículo fue publicado en el No. 41 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Marzo-Abril 2019.

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