Gabriela Rodríguez*
La Jornada
Es machismo lo que hay atrás del #MeToo.
Es el desprecio a lo femenino, un rasgo arcaico arraigado en nuestras
culturas; no es un rasgo mexicano, no es de carácter nacional, es un
flagelo con el que crecemos mujeres y hombres de todo el planeta, que
tiene diversas expresiones regionales y de clase.
Muchísimas mujeres quisiéramos que desaparezca ese rasgo cultural que
es causa de múltiples formas de sufrimiento y angustia; hay también
hombres que comparten con nosotras la pretensión de erradicar el
machismo. Y no hay duda, el peor rostro del machismo son las formas de
violencia contra las mujeres. El silencio al respecto es otro rasgo
cultural: crecimos con la idea de que eso se calla, eso no se dice, de
eso no se habla.
Para romper el silencio, las jóvenes mexicanas hoy recurren a las redes sociales ( #MeToo)
para denunciar las violencias sexuales que viven en los ámbitos
laborales, escolares, artísticos y culturales. Por la enorme potencia de
estos medios, el eco se multiplicó exponencialmente y mostró que la
violencia machista ocurre en todas partes, incluyendo entornos
universitarios y creativos, con dimensiones mayores de las que
suponíamos. Porque los medios virtuales permiten expresar experiencias
puntuales de abuso de poder y agresiones sexuales contra las mujeres sin
tener que vulnerar la confidencialidad ni la identidad de quien las
sufre. Las jóvenes han decidido hablar en las redes ante la omisión de
las autoridades para escucharlas y atenderlas.
Hoy tengo una posición de autoridad, y como parte del gobierno de
esta ciudad comparto la responsabilidad de escuchar y de atender a las
mujeres que viven cualquier forma de violencia. Como titular de la
Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México y en conjunto con la
Procuraduría General de Justicia, hemos manifestado el compromiso de
contribuir a prevenir, atender e investigar las violencias de género
contra las mujeres y niñas que ocurren tanto en el ámbito privado como
público de esta ciudad. Nos hemos pronunciado para reconocer que esta
violencia es sistemática, que se encuentra naturalizada, que se
manifiesta de diversas formas y limita el pleno ejercicio de sus
derechos.
En los espacios laborales y escolares se están denunciado casos de
violencia cometidos por personas conocidas o de confianza y en ausencia
de testigos, que obligan a investigar los hechos sin poner en duda su
credibilidad, aplicando las reglas de valoración que fueron sostenidas
por la CIDH, al resolver los casos de Inés Fernández Ortega y Valentina
Rosendo Cantú, según los estándares establecidos por la Suprema Corte de
Justicia, cuando se considera la naturaleza traumática de los actos y
la declaración de la víctima como una prueba fundamental.
Para proteger de manera efectiva y garantizar los derechos de las
mujeres estamos trabajando con toda energía. En la Secretaría de las
Mujeres se están fortaleciendo las Unidades Territoriales o Lunas en las
16 alcaldías, en las cuales se ofrece orientación, atención sicológica y
jurídica; este mes se están instalando módulos de abogadas de las
mujeres, quienes les ofrecen escucha, orientación y acompañamiento en la
denuncia en las 78 agencias de los ministerios públicos de la ciudad.
Por su parte, la Procuraduría de Justicia está mejorarando las áreas
especializadas que brindan atención a mujeres y niñas víctimas de
violencia, entre las que se encuentran los Centros de Justicia para las
Mujeres; los Centros de Atención a Víctimas; la Fiscalía para la
atención de delitos sexuales; la Fiscalía de trata de personas; así como
el Refugio Especializado para Niños y Niñas Víctimas del Delito de
Trata de Personas. Se organizaron grupos de supervisión y análisis para
la adecuada investigación del delito de feminicidio, además de
capacitación, creación e implementación del Programa Integral de
Atención, Investigación y Combate a la Impunidad del Delito de
Feminicidio.
El grado de la violencia marca como prioridad escuchar a las mujeres
que viven situaciones de violencia, ofrecer una atención integral de
calidad y mejorar el acceso a la justicia. Es momento de revisar las
estrategias a la luz de las nuevas narrativas, así como de incidir sobre
las causas estructurales y culturales que nos permitan reducir o
erradicar la violencia, al menos en el mediano plazo.
Me hice antropóloga cuando entendí que la sexualidad y el género eran
una construcción cultural. Los dispositivos teóricos y técnicos ayudan a
comprender la complejidad que rodea a estos temas, la tendencia que
tienen las creencias para perpetuarse, así como la fuerza de la historia
para cambiar en lo concreto lo que es mucho más difícil de transformar:
las ideas y las creencias. Para el cambio cultural estamos trabajando
territorialmente con las mujeres y también con hombres jóvenes para que
nos ayuden a fortalecer la solidaridad, tanto en instituciones laborales
y educativas, y a recuperar el espacio público en colonias y
vecindarios, porque es con la gente con quien debemos construir una vida
sexual feliz y terminar con el machismo.
* Secretaria de las Mujeres de la Ciudad de México
Twitter: @Gabrielarodr108
No hay comentarios.:
Publicar un comentario