Empleo formal, sustancial alza salarial
y seguridad social son añejas demandas de los mexicanos, siempre
prometidas por los gobiernos neoliberales y por ellos mismos incumplidas
en forma permanente. ¿Resultado? Más pobreza y a estas alturas sólo uno
de cada tres connacionales en edad y condición para laborar tiene
acceso a la economía formal, con las consecuencias sociales que implica,
y el grueso obtiene un ingreso raquítico.
Como bien advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el
Crecimiento Económico (IDIC, de cuyo análisis se toman los siguientes
pasajes)
la principal causa de la pobreza en México es atribuible al bajo ingreso económico que tienen los hogares: 61.1 millones de personas tienen uno inferior a la línea de pobreza por ingresos. En otras palabras, el mercado laboral no genera las condiciones adecuadas de ingreso económico para que millones de mexicanos superen su pobreza.
La pobreza sintetiza la mayor falla del modelo económico mexicano: el
grado de marginación en el que viven 52.4 millones de personas; la
magnitud de la pobreza llega al extremo de que 25.5 millones se
encuentran en una situación que se ha denominado
carencia por acceso a la alimentación; es decir, sufren de hambre ante la imposibilidad de acceder a los alimentos que se requieren para mantener un nivel mínimo de subsistencia.
Desafortunadamente, el entorno adverso que se exacerbó desde la
crisis económica de 1982 no se ha modificado durante la última década.
La precarización del mercado laboral originada desde 2005 sigue
avanzando en 2019. En los primeros tres trimestres del año, más de 77
por ciento de la ocupación y empleo se creó en los micronegocios.
Ante la evidencia de la correlación entre empleo en micronegocios
–que, además, solamente pagan hasta un salario mínimo–, es altamente
significativa la pérdida de ocupación y empleo que se dio en México en
los rangos de ingreso superiores a 3 salarios mínimos: tanto la revisión
que se puede realizar desde 2005 como la que ocurrió en los primeros
tres trimestres de 2019 permiten observar el fuerte retroceso que existe
en las oportunidades laborales bien pagadas.
Lo descrito redunda en un aumento en el riesgo de que una mayor
cantidad de mexicanos pueda encontrarse en una situación de pobreza,
particularmente si las condiciones de nulo crecimiento y recesión
industrial se mantienen en el país. La mayor correlación entre el número
de personas pobres en México y los bajos ingresos se genera no
solamente en estados rurales o con una alta población indígena: la
Ciudad de México y el estado de México incluyen una parte importante del
desequilibrio.
SEgún el Inegi, en los primeros tres trimestres de 2019 la Ciudad de
México sólo generó 26 mil puestos de ocupación y empleo, pero en el
rango de los micronegocios se crearon 131 mil; es decir: desaparecieron
plazas laborales en los otros tipos de negocios, por lo regular de mejor
remuneración y prestaciones sociales.
La precarización del mercado laboral, con las consecuencia que tiene
sobre la pobreza, se asocia a la propia precarización del sistema
productivo nacional: inseguridad, bajo crecimiento económico, escaso
financiamiento (además de caro), infraestructura deficiente, competencia
desleal por parte de las importaciones que llegan de algunos países, un
sistema tributario recargado en las empresas y empleo formal (la
minoría en el país), un gasto de gobierno improductivo, baja
competitividad y ausencia de un modelo de política industrial que
permita incrementar la productividad e innovación tecnológica nacional,
por citar algunos de los elementos básicos.
Las rebanadas del pastel
Para quienes fingen sordera, el presidente López Obrador activó los altoparlantes:
lo quieran o no, se acabó la burocracia dorada en el INE; los recursos que se usaban para privilegios ahora son dinero del pueblo. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre. Así o más volumen.
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