Carlos Bonfil
▲ Fotograma de la cinta de Richard Billingham
Voces distantes… Ray & Liz
primer largometraje de ficción y recuento autobiográfico del fotógrafo y
cineasta británico Richard Billingham, tuvo como primer momento, en su
laboriosa etapa de preparación, una exposición fotográfica suya titulada
Ray’s a Laugh, en la que el artista mostraba imágenes de su
familia (un padre alcohólico, una madre obesa y malhablada, un tío con
discapacidad mental, y un pequeño hermano algo tirado al abandono). Dos
cortometrajes amateur suyos se habían centrado antes en las
figuras del padre y del tío, respectivamente. El contexto social de
aquel retrato de familia disfuncional, sobreviviendo en los márgenes de
la asistencia social, era la Inglaterra de los años 80, en las regiones
obreras del Midlands, bajo el gobierno neoliberal de Margaret Thatcher.
A partir de esa experiencia fotográfica, Billingham elige filmar Ray & Liz
en 16 milímetros y un formato 4:3 (el marco de una ventana, según el
cineasta) para transmitir mejor el realismo de interiores domésticos muy
cerrados con el que se captura la intimidad de una vida precaria
marcada por el abandono social, la adicción al alcohol, la comida
chatarra, y la violencia. Dividida cronológicamente en tres segmentos,
la cinta evoca la infancia del director, con el niño Sid (Richard
Ashton), su alter ego evidente, como discreto testigo del proceso de
desintegración doméstica que obliga a su hermano menor Jason (Joshua
Millard-Lloyd) a ser confiado en adopción a otra familia, a su tío
infantilizado e impotente a naufragar en el maltrato y el olvido, a su
madre Liz (Ella Smith) a separarse de su esposo, el apocado y
socialmente inservible Ray (Justin Salinger), como figuras emblemáticas
de los nefastos saldos de un frágil estado de bienestar británico
remplazado, para mayor desgracia, por el rapaz conservadurismo
thatcheriano.
El clima social que describe Billingham remite a los retratos sociales del primer cine de Kenneth Loach (Pobre vaca, 1967; Vida en familia, 1971), aunque el director señala como fuente mayor de inspiración la notable Trilogía de Terence Davies (1993). El aspecto más interesante en Ray & Liz
no es tanto el registro de una miseria social que desemboca en el
alcoholismo, como mostrar la increíble anestesia moral que padecen los
protagonistas y que desdibuja los afectos familiares y todo rastro de
empatía y solidaridad con el entorno social. Raymond y su esposa Liz
viven obnubilados en una burbuja de insensibilidad aparente que les hace
casi preferir y atender mejor a sus mascotas que a sus propios hijos.
Curiosamente, en el duro retrato doméstico que traza el director no hay
un ápice de rencor o de amargura, simplemente una aguda observación
social detrás de la cual se insinúa una inmensa melancolía impregnada de
ternura.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 16 y 21 horas.
Twitter: CarlosBonfil1
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