5/25/2019

Aprueban en Veracruz la Ley Olimpia


Tipifica como delitos, entre otros, divulgar, compartir videos de carácter sexual

Con 42 votos, el Congreso de Veracruz aprobó de manera unánime la Ley Olimpia, la cual típica como delito el divulgar, compartir, distribuir o publicar, audios, imágenes o videos de carácter erótico o sexual de una persona sin su consentimiento.
La iniciativa por la que se adiciona al Código Penal local el capítulo quinto denominado “Violación a la intimidad sexual” fue presentada el 17 de enero de 2019 por la diputada Montserrat Ortega Ruiz, integrante del Partido Acción Nacional (PAN) en coordinación con el Frente Nacional para la Sororidad.
Luego de cuatro meses, finalmente este día la iniciativa fue aprobada en el pleno, con lo que Veracruz se une a Yucatán, Chiapas y Puebla, entidades que ya tipificaron los delitos contra la intimidad o privacidad sexual.
En la iniciativa a la que tuvo acceso esta agencia, se adicionan los artículos 190 quindecies, 190 sexdecies y 190 septendecim para quedar de la siguiente manera:
En el artículo 190 quindecies se especifica que comete el delito de violación a la intimidad sexual quien por cualquier medio divulgue, comparta, distribuya o publique imágenes, audios o videos de una persona desnuda parcial o totalmente de contenido íntimo o erótico sexual, ya sea impreso, grabado o digital, sin el consentimiento de la víctima.

“Estas acciones se sancionarán de cuatro a ocho años de prisión y multa de mil hasta dos mil Unidades de Medida y Actualización, al momento de que se cometa el delito. Este delito se perseguirá por querella”.
En caso de que esta conducta se realice contra una persona en situación de discapacidad que no comprenda el significado del hecho, se perseguirá de oficio.
En cuanto al artículo 190 sexdecies se especifica que las penas del artículo anterior aumentarán hasta en una mitad del máximo de la pena cuando el delito sea cometido por el cónyuge, concubinario o concubina o por la persona con la que haya estado unida la víctima en alguna relación de afectividad, aun sin convivencia.

También se incrementará la pena cuando este acto se cometa en contra de una persona con discapacidad y cuando de esa acción se obtenga algún tipo de beneficio económico.
Finalmente, en el artículo 190 septendecim se establece que la autoridad investigadora ordenará el retiro inmediato de la publicación que se realizó sin consentimiento de la víctima, al administrador de la plataforma digital, medio de comunicación o red social que la contenga.
Esta iniciativa no castiga el intercambio de imágenes con contenido sexual “puesto que es una forma de vivir la sexualidad, lo que sí se busca castigar es la transgresión de la confianza depositada de una persona a otra, y que una de ellas difunda o haga pública sin consentimiento, las imágenes, videos, audios, con contenido sexual que le fueron enviados”, se lee en el documento.

VIOLENCIA DIGITAL EN VERACRUZ

De acuerdo con el Frente Nacional para la Sororidad, en 2018 se detectó que en Veracruz operaban 45 mercados de explotación digital, particularmente en Facebook y Twitter, donde se han publicado hasta 3 mil 55 videos sexuales sin consentimiento de mujeres y menores de edad.
Estas publicaciones generan diferentes tipos de violencia digital como la ciber persecución, la extorsión y la trata virtual de personas.
Ante esto, las víctimas sufren vulneraciones en el aspecto emocional y psicológico al ser sometidas a reproche social y burlas.
Esto lo conoce bien Olimpia Coral Melo Cruz, una mujer poblana quien en 2012 accedió a grabar un video íntimo con su pareja, misma grabación que fue subida a seis páginas pornográficas.
Pese a esto, Olimpia Coral venció la depresión que el acoso y las burlas le provocaron y para 2014 fundó el Frente Nacional para la Sororidad y elaboró una ley para enviar a la cárcel a los responsables de subir a internet imágenes, videos y audios de contenido sexual difundidos sin consentimiento de los involucrados: la Ley Olimpia.
Ahora, Olimpia Coral busca que a Veracruz, Puebla, Yucatán y Chiapas se sumen el resto de los estados del país. Su siguiente paso es Coahuila, donde el pasado 20 de mayo se presentó la última parte de esta ley.   

CIMACFoto: Priscila Hernández

Por: Berenice Chavarría Tenorio
Cimacnoticias | Ciudad de México.-



Ranking Par, un diagnóstico que mide la equidad de género y la equidad en las empresas


Convocatoria para México termina el 15 de junio


Estimular la competencia de empresas privadas en materia de igualdad de género, y de esa manera, lograr avances para las mujeres, es el objetivo de la empresa social Aequales, con sede en Perú, Colombia y México. Fue fundada por Maria Adelaida Perdoma, una periodista peruana, y Andrea de la Piedra, psicóloga de Colombia.
Las dos se conocieron cuando fueron invitadas a participar en un programa de becas de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. A su regreso, formaron la empresa social que este año por quinta vez convoca al Ranking Par, un diagnóstico que mide la equidad de género y la equidad en las empresas.
El objetivo de este diagnóstico es medir a las organizaciones anualmente a través de un cuestionario virtual, difundir los resultados y las mejores prácticas a las empresas tanto como a la sociedad civil, y con esto reducir las brechas de género que existen en el ámbito laboral.
Las empresas llenan el cuestionario de manera gratuita y confidencial. Sólo se publican los primeros diez puestos del ranking, para incentivar las buenas prácticas. En México, donde la competencia se llevó a cabo por primera vez el año pasado, con 33 participantes, fueron premiadas P&G, SAP, AT&T, 3M, Sodexo, Accenture, Johnson & Johnson, CompuSoluciones, Telefónica y Dupont.
Los beneficios para las empresas, explicó en entrevista con Cimacnoticias la directora de Aequales México, Stephanie Rodas González, serían que reciben un diagnóstico gratuito, el cual les ayuda a ubicarse y evaluar sus logros. “Por ejemplo, Johnson & Johnson consideraba que estaba haciendo algo, pero no sabían que era mucho, por ejemplo, prestan seis semanas de paternidad!”, narró. Además, las diez mejores empresas reciben premios y pueden así atraer la atención de futuras empleadas y empleados.
En cambio, con la publicación del ranking, el tema de la igualdad en los negocios recibe más atención en la sociedad. No solamente hay argumentos éticos a favor, dicen las emprendedoras de Aequales. En su página, citan varios estudios, según los cuales, a partir de un 20 por ciento de mujeres en posiciones de liderazgo incrementa en gran medida el retorno sobre lo invertido en innovación. Las empresas pueden ser hasta un 26 por ciento más rentables cuando tienen mujeres en posiciones de liderazgo.
La equidad de género permite la disminución del nivel de rotación de personal en un 69 por ciento. Y, finalmente, los niveles de confianza y ambición de las mujeres para ascender a posiciones de liderazgo aumentan un veinte por ciento en empresas que invierten en equidad de género, explican las asesoras de Aequales.
Para saber si los esfuerzos de las empresas en materia de igualdad son ciertas y no puras declaraciones, en su cuestionario piden subir documentos que comprueban las políticas de género. Estos, van desde planes de acción, políticas de género y diversidad, códigos de ética, hasta manuales para evitar sesgos de género y protocolos de sanción, prevención y acompañamiento ante casos de acoso y hostigamiento sexual laboral.
Además, preguntan si las empresas condujeron diagnósticos internos o campañas de sensibilización sobre género y diversidad, si tienen presupuestos asignados para promover una cultura de igualdad, por ejemplo, capacitar a talentos femeninos, o prestaciones en caso de maternidad o subsidios a estancias infantiles. También preguntan por el porcentaje de mujeres en todos los niveles jerárquicos de la empresa, y sus sueldos.
En total, se evalúan la gestión de objetivos como estrategias y acciones positivas, la cultura organizacional con prácticas de balance vida personal-laboral, la estructura organizacional, con el número de hombres y mujeres que ocupan posiciones de liderazgo, y la gestión de talentos. La convocatoria para el ranking de México termina el 15 de junio, la premiación se prevé para septiembre, dijo Rodas.

CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México

Secta de Nxivm quería 100 esclavas sexuales con el apoyo de mexicanos


Lauren Salzman narra cómo eran marcadas en la piel e incluso quedaban sujetas a castigos sádicos que incluían azotes.
DOS, la rama oculta de la agencia Nxivm cuyos principales asociados enfrentan a la justicia federal estadounidense en Nueva York, tenía como objetivo alcanzar 100 esclavas, cada una de las cuales debía sumar a sus conocidas, incluidas sus madres.
La revelación fue hecha por Lauren Salzman, una de las encargadas de lograr esa meta y quien rindió su testimonio en la Corte federal del distrito este de Nueva York, donde se sigue el juicio contra Keith Raniere, cabeza de toda la trama.
El autoproclamado “genio”, conocido dentro del grupo como “Vanguardia”, tenía para satisfacción personal a ocho esclavas que conformaban su primer círculo, una de ellas la mexicana Rosa Laura Junco.
La resonancia mediática del caso rebasó a Estados Unidos y alcanzó a México, tanto porque algunas víctimas fueron traídas de este último país, como porque al menos un par de figuras de la sociedad mexicana tuvieron diversos grados de implicación, según los testimonios recogidos en el juicio.
Junco compró una casa en Halfmoon, suburbio de Albany, en el estado de Nueva York, que tenía el estatus de “sorority house”, es decir, residencia exclusiva para mujeres, nombre tomado de las casas empleadas en las fraternidades universitarias estadounidenses.
En esa residencia, Raniere habilitó una especie de galera donde tenía su propia celda, señaló Salzman en su testimonio rendido este lunes y citado por artvoice.com.
Añadió que Junco la llevó al grupo luego de recibir la invitación personal de Raniere en la ceremonia fúnebre de Pam Cafritz, muerta en noviembre de 2016 y quien también era parte de esa comunidad.
“¿Que deseas hacer por tu crecimiento?”, le preguntó Raniere a Salzman y le adelantó que sería contactada por alguien más, la que resultó ser Junco, hija de Alejandro Junco, fundador de Grupo Reforma, un conglomerado de medios en México.
DOS, la rama oculta de Nxivm, fue creada luego del intento suicidio de Camila, mexicana de 13 años de edad que tuvo relaciones sexuales con Raniere y fue fotografiada en poses abiertamente sexuales.
Rosa Laura fue quien sugirió a Salzman que entregara fotos de ella desnuda, a lo que se negó, pero le insistió y le dijo que ella misma ya lo había hecho.
Salzman acabó tomándose las fotografías y en su testimonio dijo que Rosa Laura le causaba una buena impresión, ya que era una persona que calificó de “muy conservadora”.
Tras la entrega de las fotografías, Rosa Laura le dio los detalles de DOS, y le hizo ver que “todas somos esclavas para algo“. Podemos aprender a servir nuestros asuntos o aprender a servir a nuestros principios, añadió.
En Nxivm se trata del compromiso para ser una persona noble, a través del sufrimiento de experiencias duras. La idea, le dijo Rosa Laura, es vencer el sufrimiento por nuestros principios, idea que atrajo con fuerza su atención, recordó Salzman.
Además, Rosa Laura le mostró la marca a fuego que en la piel se había dejado hacer con la iniciales de Raniere, y entonces estuvo de acuerdo en dejarse marcar.
De acuerdo con The New York Times, la ceremonia para marcarlas sucedió en 2017 dentro de un hogar en Albany, Nueva York, donde las integrantes del grupo Nxivm tuvieron su rito de iniciación para una nueva participante de la secta ultrasecreta dentro de la organización.
Salzman testificó que la hicieron arrodillarse y decir: “Amo, por favor, márcame, sería un honor, un honor que quiero portar por el resto de mi vida”. Luego la sostuvieron en una mesa para dar masajes mientras alguien usaba una herramienta de cauterización para quemarla con las iniciales de Keith Raniere, el líder de Nxivm, en una zona cercana a la cadera.
“Fue lo más doloroso por lo que he pasado”, dijo Salzman durante el segundo día de su testimonio en el juicio contra Raniere.
Salzman también declaró que un grupo de mujeres perteneciente a la secta sexual dentro del grupo llamada Nxivm fueron sujetas a castigos sádicos que incluían azotes con una correa de cuero.
Lauren Salzman es hija de Nancy Salzman, conocida como la “prefecta” y cofundadora de Nxivm. Justificó su adhesión a DOS guiada por lograr el empoderamiento de las mujeres.
Se encuentra acusada de forzar el trabajo de una víctima sexual de nacionalidad mexicana de Raniere, para lo cual la amenazó con hacer que la deportaran y aunque esto no ocurrió, sí fue regresada a México contra su voluntad y sin documentos por mostrar interés por un hombre diferente a Raniere.
Al igual que su madre, Lauren se ha declarado culpable a fin de evitar una pena de hasta 20 años de prisión, y coopera con las autoridades para la reducción efectiva de su sentencia.
Nxivm y DOS han alcanzado a figuras relevantes en Estados Unidos y México, como Allison Mack, actriz protagónica de la serie Smalville, y la heredera del emporio de bebidas alcohólicas Clare Bronfman, las tres ya encausadas.
Además, Emiliano Salinas, hijo del expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, miembro del Consejo y copropietario de Executive Succes Programs (ESP) concesionario en México de Nxivm. (Ntmx)

Informativo Feminista #124 21/05/2019


- Marcha del Silencio
- Pañuelo verde de película
- Oh, Alabama
- ¿Huelga de sexo?
- Testosterona
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- Radar feminista: contra la devastación de la Tierra; Reconocer-nos; evento AFM; centenario Benedetti; volvió "Ni más, ni menos"
- Música: Amendment, de Anna DiFranco
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Myrna Dolores Valencia Banda Hasta los 30 años pude apreciar el mundo tan bonito que me fue negado


Enormes planicies sembradas con trigo y canola invaden el territorio yoreme. Los campos son trabajados por cientos de jornaleros que labran para los nuevos dueños la tierra que hasta hace poco les pertenecía. Vendieron o rentan su fuente de alimento y de cultura, con engaños o a sabiendas, pero siempre en condiciones desiguales. Hoy son peones en sus propias tierras. En el camino también se observan sauces, sabinos y álamos mexicanos que sobreviven a la agroindustria. Es el sureste de Sonora, donde hace décadas el pueblo yoreme hizo fértil esta tierra hoy desértica.
En esta región nació Myrna Dolores Valencia Banda, concejala por Cohuirimpo, uno de los ocho pueblos yoreme, conocidos como mayo, del sur de Sonora. Ella también es parte del concejo del gobierno tradicional de su pueblo, maestra de secundaria y defensora del territorio. “Soy Myrna y estoy viva”, así se presenta al inicio de la entrevista esta mujer de 41 años, que en mayo del 2017 fue nombrada representante de su pueblo ante el Concejo Indígena de Gobierno.
La conversación con Myrna transcurre en la ribera de lo que queda del río Mayo, cerca de la comunidad El Recodo, centro del pueblo ancestral de Cohuirimpo, donde se encuentra el cementerio de los más antiguos. Desde donde estamos, se aprecia el afluente sagrado contaminado y disminuido. “Nuestro pueblo”, explica Myrna, “es hermano del río, y como él, ha ido perdiendo identidad y se ha dispersado. Es una tristeza que muchas de las tradiciones y de las costumbres ya no sean más, porque es lo que ha hecho nuestro actual sistema de producción y de organización, teniendo como resultado agua contaminada por las granjas porcinas y otras empresas”.
La mayor problemática que enfrenta su pueblo, explica la Concejala y defensora del territorio, es el despojo. “Dirán que (la venta) está del lado de la razón, de la legalidad, que la gente vende, pero no es así. Nuestra verdad nos indica que sólo se puede hacer tratos entre iguales. Quien llegó primero tiene el derecho y nadie que haya llegado después tiene la verdad y el derecho de quitar o expropiar algo de lo que depende la vida. La tierra significa eso, nuestra propia existencia”.
Aquí son palpables las consecuencias de la reforma al artículo 27 constitucional que hace más de 20 años abrió la puerta a la privatización del ejido. “Los ejidatarios, por necesidad y por la opresión, se han visto orillados a rentar o vender, incluso con artimañas y engaños de los terratenientes modernos, quienes no piensan en la vida de nuestros hermanos, sólo en aumentar sus propiedades, en tener una producción, pintar de verde permanente la tierra y llevar papeles verdes al banco, aunque a nosotros no nos quede nada”.
En 1973, los ejidatarios tramitaron 520 hectáreas de tierras para afianzarlas, pero sólo les reconocieron 90, y en otro lugar. Vino la crisis y nadie podía vivir del fruto de la tierra, por lo que poco a poco fueron aceptando rentarlas o venderlas. Entre 5 y 7 mil pesos dijeron que les pagarían por hectárea, de tal modo que si alguien tenía cinco hectáreas, recibiría entre 25 y 30 mil pesos anuales, como 2 mil 500 pesos mensuales en promedio. Pero muchas veces ni eso les pagan, siendo el gobierno cómplice de esta dinámica.
Myrna se desplaza en bicicleta o caminando a la telesecundaria en la que da clases. Sus alumnos son mestizos e indígenas, pero de estos últimos ninguno viste ropa tradicional ni habla lenguas originarias. La lengua yoreme se ha ido perdiendo en el más grande de todos los pueblos indígenas que viven en el estado de Sonora. El despojo de tierras y costumbres, acusa Myrna, es apoyado desde el sistema. “Esta es nuestra realidad”, afirma.
La infancia de Myrna transcurrió en pleno auge de la agricultura, cuando “toda la familia podía trabajar en la tierra y, luego de cosechar, llevaba el dinero al banco y todavía le quedaba un poco”. Eran tiempos en los que “la gente que no tenía tierras iba a las casas de los ejidatarios y les pedía un poco de la producción. No había egoísmo. Me acuerdo de los montones de semillas, la gente venía con sus costales y a todos se les daba algo para que vendieran y consumieran. Eran tiempos de abundancia”.
Del relato del siglo pasado poco queda en este territorio. Los “tiempos de felicidad” que retrata Myrna se acabaron cuando llegaron empresas y gobiernos “a quererlo todo”. Aquí se sembraba trigo y maíz y se completaba la milpa con calabaza y frijol. Ahora el monocultivo de trigo se come la tierra. “Nuestros abuelos nos han dicho que el monocultivo provoca que la tierra se empobrezca, pues es sólo una variedad de semilla”, explica la Concejala. Y de sembradíos de trigo está lleno el horizonte.
La conversación con la Concejala yoreme ocurre días después de su visita a Chiapas, donde recorrió las cinco regiones zapatistas junto a sus compañeras y compañeros del CIG y su vocera Marichuy. De lo que vio y hablaron se organiza una reunión nocturna en la comunidad de Buaysiacobe, municipio de Etchojoa. Un grupo de hombres y mujeres reunidos en el patio delantero de una casa la espera. A media luz, entre gallinas, perros dormitando y los cantos de fondo de una iglesia evangélica, Myrna relata a la concurrencia lo que vio, escuchó y sintió en las comunidades rebeldes del sureste mexicano. Pero primero hablan los demás de los problemas que enfrentan como pueblo y de las amenazas que se ciernen sobre sus comunidades:
“Tenemos que rescatar la verdad de nuestros antepasados. Queremos resurgir y recuperar esa autonomía”. “Conoce uno de vista a gente que tiene muchas tierras y que siempre andan en sus camionetotas y que compran la tierra a los ejidatarios o se las arrebatan. Nosotros les llamamos los yoris, son los ricos, los que vienen a despojar sin importarles nada”. “Lo que me asustó fue haber visto algunas camionetas de Monsanto. Ésa y otras empresas de agroquímicos que contratan gente y les hacen exámenes periódicamente para después de poco tiempo liquidarlos, inexplicablemente”. “Estamos a punto de extinguirnos, porque las generaciones que vienen ya no hablan la lengua”. Dicen algunas de las voces. Myrna apunta. Y luego revira: “Queremos resurgir y recuperarnos como pueblo”. “A todos nosotros nos toca aportar algo para poder sobrevivir, ya no tanto para defender otra cosa, sino para defender nuestras vidas”. “Hablar de un ejército zapatista no es hablar de un extraño. En todos los pueblos existen esos cuerpos de defensa”. “En los territorios indígenas existen gobiernos, costumbres, existe un todo, es un mundo completo. Queremos recuperar nuestro espacio, no vinimos de ninguna parte extraña”. “Nuestra lucha es para seguir organizándonos y seguir trabajando”.
Al final de la reunión alumbrada por un tenue foquito, la gente junta las sillas y las cubetas que han servido para sentarse. La dueña de la casa recoge del patio escobas e instrumentos de labranza, ropa colgada de los tendederos, ganchos, macetas, jergas, tiliches y todo lo que encuentra. Los rateros rondan todos los días y se lo llevan todo. Les dicen “cholos” y dicen también que los mandan los caciques de la región.

Cuando crezcan ustedes jamás van a extender la mano para que alguien las mantenga

Myrna creció en una familia de mujeres. Cinco hermanas y ningún varón tuvo su madre, quien las crió forjándoles el carácter. “Cuando crezcan ustedes jamás van a extender la mano para que alguien las mantenga”, les dijo. “Tienen que ganarse lo que comen con su trabajo”, fue la consigna.
La niña Myrna jugaba con muñecas, pero nunca se conformó con “estar todo el tiempo en esa naturaleza de la maternidad”, y aunque aclara que “adora a los niños”, insiste en que representan “sólo una etapa en la vida de las mujeres”. Tanto le gustan que por eso decidió estudiar para maestra y consagrar su vida a la educación.
Originaria de un pueblo que siente amenazado su futuro por la reducción de su territorio y población, Myrna siguió la costumbre de “salvarlo pariendo”. Siendo menor de edad tuvo dos hijos y, con ellos en brazos, decidió seguir estudiando, para lo que contó con el apoyo de sus padres y de quien era en ese momento su compañero.
Su infancia transcurrió en un pueblo pequeño, donde “a más de cien metros a la redonda no había otras casas ni cercos, sino sólo mezquites, una siembra un poco más allá, un canal, y por allá, como a 200 metros, se podía ver otra construcción”. El primer cerco que construyeron le impidió pasar a jugar entre los mezquites “y más tristeza me dio después que un pajarito se clavó una púa. Yo no sé si el pajarito quiso cruzar y se la enterró, pero lloré mucho porque me representaba a mí. Igual que yo, él no podría cruzar el cerco. De ahí me nació el sueño de vivir en una comunidad donde haya libertad y en una verdadera comunión, donde los adultos sean responsables de los niños sin importar quién los parió”.

| Myrna tenía 30 años cuando asumió totalmente su identidad yoreme, “y hasta entonces pude apreciar el mundo tan bonito que me fue negado” |

El sueño infantil se hizo recurrente y fue tomando forma. Myrna recreaba en su imaginación un espacio circular con los niños al centro, luego los adultos y después los más ancianos: “Ése sigue siendo mi sueño y es a lo que aspiro. Como concejala estoy trabajando para cumplirlo”, dice, enfática.
Después del primer cerco, Myrna vio levantarse otros y otros y otros. Y a derribarlos ha dedicado su vida. Como el que le impidió aprender y hablar el yoreme. Fue una decisión tajante de su abuela, pues asumir su identidad representaba enfrentar el racismo y la discriminación. “Tú no vayas a hablar así, tú tienes que estudiar y de la escuela te van a correr si te oyen hablar así”, le dijo. Por eso Myrna, como tantos otros indígenas del país, creció sin tener clara su identidad. “¿Por qué me siento rara entre la gente blanca?”, se preguntaba. “¿Por qué yo no puedo ser yo en esos espacios?”. Las respuestas las encontraría más tarde, con el deseo firme de rescatar su raíz y los saberes de su cultura, que incluso llegó a confundir con supersticiones. Para los yoreme no hay mayoría de edad. Las personas se consideran adultas conforme las responsabilidades que van adquiriendo. Mirna tenía 30 años cuando asumió totalmente su identidad yoreme, “y hasta entonces pude apreciar el mundo tan bonito que me fue negado”. Mirna reprocha esa injusticia. “¿Cómo es posible que todo un sistema se haya confabulado para que yo no hablara el idioma de la gente de la que vengo?”.
Luchadora incansable, ya casada y con hijos, Myrna fue a la Universidad y ahí tomó clases para aprender el yoreme. Pero más lo aprendió de los ancianos, de las señoras grandes como su abuela que lo impidió, de los chistes, las leyendas y de las fiestas en las que predomina la lengua original.

Indígena, mujer y maestra

Muy temprano, Myrna recorre las calles de su comunidad, en estos meses abiertas por la introducción de un drenaje cuya obra no fue consultada y ha provocado más de 30 accidentes y pérdidas humanas. Pedaleando llega Myrna a la telesecundaria 130 de Buaysiacobe. Ahí la esperan 24 alumnos, en su mayoría mestizos o amestizados, que poco o nada hablan el yoreme. Por el camino se atraviesan los caballos y carretillas que hablan de otra época. Y un esplendoroso amanecer en las montañas es el fondo del caserío en el que se inicia el día.
Los niños y niñas van uniformados, ellas con faldita cuadriculada y ellos con pantalón azul marino. Dicen que amaneció “fresco”, casi “frío”, pero el termómetro marca 26 grados centígrados a las seis de la mañana del desierto yoreme. En el recorrido en bicicleta de su casa a la escuela, se aprecia el despojo a este pueblo en muchas de sus fases: al fondo se ven los campos de trigo con los jornaleros trabajando la tierra que antes fue de ellos; de las casas antiguas poco queda y, en su lugar, se levantan casas de materiales ajenos; un señor en bicicleta anuncia la venta de tortillas, pues ya casi nadie cosecha maíz ni para el autoconsumo; y los niños y niñas, así como sus maestras, no hablan su lengua ni visten sus trajes. Muchos porque son mestizos, otros porque la educación es en español y con uniforme.
Aun en estas circunstancias, o precisamente por ellas, Myrna se las arregla para difundir la resistencia. No para un segundo. De la escuela a la casa, de ahí a una asamblea, luego a unirse a la protesta contra los invasores de unos terrenos en Cohuirimpo. Todo sin dejar de responder las llamadas al celular de sus hijos y de vecinos de la región.
Como indígena, mujer y maestra, Myrna rechaza las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto. La reforma en educación, materia que le compete todos los días, “está diseñada para que ya no sea del pueblo”. Aquí la problemática es específica: “La dinámica de trabajo de los padres, producto también del despojo, los lleva a trabajar en el campo desde las cuatro de la mañana, de tal modo que los niños están solos desde esa hora y si pueden, si quieren, si desayunaron y otras condiciones, van a la escuela. Pero la autoridad educativa, dice, lejos de estudiar la situación, lo que nos dice es que tienen que pasar de grado a como dé lugar, provocando un aumento alarmante en la deserción escolar”.
Myrna es clara y de hablar pausado. Tiene el carácter fuerte y la belleza del norte. “El sistema educativo mexicano no me hace maestra a mí. Yo soy maestra porque tengo la responsabilidad de un pueblo”, dice. Es maestra y está en resistencia: “Y defenderé en todo momento el ser responsable de estos niños que ni siquiera tienen a sus padres cerca, y la reforma educativa no me está ofreciendo nada para ellos”. Este 2018, explica, entrará en vigor un nuevo plan de estudios que no contiene ningún apoyo porque simplemente no hay presupuesto para las escuelas. “No nos ofrece, al contrario, nos despoja, y por eso decimos que se trata de una reforma laboral que atenta contra los derechos de los maestros”.
Además del déficit educativo, la salud en las comunidades yoreme se ha deteriorado de manera alarmante en los últimos años. Diferentes tipos de cáncer, entre otras enfermedades, afectan a los pueblos originarios de la ribera del río Mayo. “Hay situaciones muy penosas en las comunidades, pues no se trata sólo de sobrellevar la enfermedad, sino también el problema de la situación económica, la crisis en todos los aspectos y el dolor que causa”.

| El sistema educativo mexicano no me hace maestra a mí. Yo soy maestra porque tengo la responsabilidad de un pueblo |

El acaparamiento de tierras no tiene freno, explica Myrna, y el uso que se les da difiere mucho “de lo que nosotros conocemos como el buen vivir”. Por eso, por lo que introduce el yori (hombre que no respeta) a las comunidades, los yoreme (que significa hombre que respeta), le temen y también lo enfrentan.
Como en la educación, Myrna asocia los problemas de salud con el despojo. Explica: “A nosotros nos han robado o comprado con engaños la tierra y con ella la manera de producir los alimentos sanos. Han desaparecido las pequeñas granjas familiares donde sabíamos de qué se alimentaba la gallina, el puerco o la res. Hoy el consumo es de alimentos industrializados y procesados, ni siquiera sabemos lo que estamos comiendo y qué tanto nos va a perjudicar”.
Los yoreme más viejos cuentan que antes no había diabetes, no se conocía el cáncer ni las embolias y las enfermedades se curaban con plantas medicinales. Hoy la salud está amenazada, “y todo por la alimentación que se deteriora por la falta de nuestras tierras para sembrar. A eso se suma la contaminación del agua y la desaparición paulatina de algunas plantas medicinales”. Y se cierra el círculo.
También, explica Myrna, la salud emocional está afectada. Con el territorio disminuido, la dinámica del jornalero y la introducción de nuevas tecnologías (como el celular), “el calor humano se va perdiendo, también la fraternidad para platicar y estar juntos y, en resumen, el espíritu de comunidad disminuye”. A esto se le suman las adicciones que han aparecido en los adolescentes y jóvenes. “Es difícil concebir que haya seres humanos que atenten así contra la vida de nuestro pueblo”, lamenta la Concejala.
El problema de la introducción de las drogas en estos pueblos no pasa desapercibido. Es cotidiana la imagen de jóvenes deambulando por las calles, sentados en las esquinas o caminando sin rumbo fijo. Todo esto, evalúa la maestra de secundaria, “no se puede enfrentar de manera aislada. Por eso tenemos que unirnos”.

Las excavaciones y el despojo

Myrna pone el cuerpo cuando se trata de la defensa del territorio. Nos trasladamos en camioneta a las comunidades cercanas a Camargo, en Cohuirimpo, donde aparecen enormes excavaciones con la tierra extraída a un lado, en forma de pirámides. El panorama es desolador. Es la imagen del despojo consumado. De aquí se están llevando grava, gravilla, material pétreo para las construcciones. Son terrenos de familias yoreme, pero, sin permiso ni consulta, los están “asaltando”. El área es de unos 500 metros cuadrados y es de la empresa Siglo XXI la maquinaria que en estos momentos trabaja. “Para cuando nos dimos cuenta ya habían tumbado toda la vegetación que había. Hasta animales muertos se veían”.
El yori (el blanco, el que no respeta, el de afuera), es así y “no le importa que la extracción de material rompa el equilibrio, porque si la tierra tiene esa constitución, por algo es. Al sacar el material, los enormes huecos que quedan son un peligro porque cuando llueve se llenan de agua. Aquí de por sí es un lugar bajo y al llover los arroyuelos traen el agua, se estanca y crea focos de infección”.
Sacan también de aquí relleno para las calles. “Acaban de revestir toda la colonia de San Ignacio. Echaron 150 viajes de material de relleno y por eso hay gente contenta ahorita, porque estuvieron 20 años pidiéndole al gobierno que le arreglaran las calles y no lo habían hecho, hasta ahora. Hay quienes dicen entonces que es malo que se lleven el material y otros que dicen que es bueno. Se supone que es la autoridad la que tiene que decir si hay o no hay despojo, pero la autoridad está implicada”, explica la también integrante del concejo de gobierno tradicional de este pueblo.

| A finales de mayo del 2017, los pobladores advirtieron excavaciones en el camino que une a las comunidades de Nachuquis y Punta de la Laguna. No hubo anuncios ni información previa |

En el camino a las excavaciones atravesamos una enorme granja porcina. “Ésa también la pusieron sin consultar. Ahí había un pozo de agua potable que fue contaminado por la proximidad con la granja”. Y de ahí las enfermedades.
A finales del mes de mayo del 2017, los pobladores advirtieron otras excavaciones en el camino que une a las comunidades de Nachuquis y Punta de la Laguna. No hubo anuncios ni información previa hasta que miembros del gobierno tradicional, entre ellos Myrna, acompañados de un grupo de pobladores, interrogaron a los encargados de las excavaciones. Así se enteraron de que se trataba de la introducción del drenaje. En ese momento la obra se detuvo, sólo para continuarla tres meses después, en septiembre, esta vez trazando la construcción de una laguna de oxidación en un predio de uso común de pastoreo perteneciente al territorio de Cohuirimpo, en las cercanías de la comunidad de Rancho Camargo, congregación integrante del citado pueblo ancestral.
Ya antes los yoreme detuvieron la construcción de la laguna. Ellos y ellas pusieron el cuerpo frente a la maquinaria, acamparon en el lugar e impidieron el paso de las excavadoras. Y hasta ahí, ahora sí, llegaron las autoridades para “dialogar”. Funcionarios de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y de otras dependencias se presentaron en Rancho Camargo, previo paso por la comunidad a la que llegaron ofreciendo, a cambio de la autorización de proyectos productivos, becas a estudiantes y atención a la educación para adultos.
Los sistemas de lagunas de oxidación se utilizan generalmente en las zonas rurales para el tratamiento de las aguas residuales. Terminan siendo un peligro para la salud, más que un remedio para la descarga de desechos, pues se convierten en focos de bacterias y generan un olor nauseabundo en los alrededores. Myrna es enfática: “El pueblo está en resistencia porque la obra no solamente no beneficia, sino que además la comunidad nunca la pidió. Nada nos asegura que una inundación provoque que se desborde esa laguna con todos los desechos”.
Las actuales excavaciones están a 50 metros del cauce del río Mayo, en la comunidad del Recodo, en la que la laguna de oxidación recibirá, dicen, el drenaje de Nachuquis, pero ni la población de esa comunidad “beneficiada” tiene conocimiento y temen los riesgos. “Así es como actúa la CDI, así es como traen el ‘progreso’ a las comunidades, así es como nos despojan y se burlan”, advierte Myrna.
Es justo la contaminación de las aguas uno de los grandes problemas que afecta la vida del pueblo yoreme. La concejala explica que los agroinsumos que se vierten en el río Mayo han provocado que “el agua que es vida, ahora signifique muerte”, pues no sólo el río está contaminado, sino también los mantos freáticos. “La laguna es un ecosistema muy valioso para nosotros. Hay lugares sagrados que se van a perjudicar. El gobierno quiere transformar nuestros ambientes en otros mundos”.
La maestra lo sabe y trabaja todos los días para la recuperación del tejido comunitario. “Lo que quieren es llevarnos a la sumisión”, dice, “y por eso seguimos resistiendo”.

Ser integrante del CIG es ser guardiana de la vida

En la historia del pueblo yoreme, relata la Concejala, “hay periodos con revueltas sociales en los que los hombres, por su fuerza física, que yo creo que es una de las distinciones humanas, anatómicas, tenían que ir a pelear. Las batallas diezmaban la comunidad de hombres, y las mujeres asumían de manera natural sus roles. En Cohuirimpo se habla de una mujer de nombre Nacha Pascola, que en medio de una cacería organizada por el hombre blanco, organizó a las mujeres y salieron, pelearon y corrieron al hombre blanco para que no se metiera a sus casas”. Esta historia, dice, retrata el espíritu de las mujeres mayo.
Myrna no confronta la fuerza de las mujeres con la de los hombres, “siempre hemos estado a un lado, a la par”. Admite que hay machismo dentro de las comunidades y lo vincula al sistema capitalista que “nos convierte en objetos”. Ejemplifica: ”A mí me gusta mucho la vestimenta tradicional, pero mucha gente dice ‘ay, qué bárbara, te ves gorda’. Pero bueno, ésta soy yo y no tengo que negar qué soy. El hecho de que tenga una idea de lo que soy y una seguridad en mí misma no permite que haya ningún tipo de opresión en mi vida. En cambio el capitalismo fomenta la vanidad y que haya un mayor consumo en el intento de imitar modelos impuestos por el mismo sistema”.
Sin duda, refiere, su actual papel como concejala y representante de su pueblo la ha hecho crecer, pues “nosotras vamos actuando de manera libre, como nos sentimos, y eso es importante para enfrentar el machismo. El hecho de que tengamos una mujer como vocera, y que ella sea igual a nosotras, nos ayuda a ver nuestra propia realidad, una igualdad que nos permite tener las riendas de nuestros hogares y nuestros pueblos, y también de nosotras mismas”.

| Somos un Concejo Indígena de Gobierno, pero no un gobierno que oprime, sino que acompaña al pueblo, que vive la problemática y que jamás pondrá en duda dar la cara |

Para Myrna, ser concejala es dar continuidad a su quehacer cotidiano. “Ser integrante del CIG es en parte ser gobierno, ser guardiana de la vida, es preservar la vida, organizar al pueblo, defender al pueblo en colectivo. Eso es ser un representante, no un gobernante. Nosotras decimos que somos un Concejo Indígena de Gobierno, pero no un gobierno que oprime, sino que acompaña al pueblo, que vive la problemática y que jamás pondrá en duda dar la cara, dar la palabra, acompañar en todo momento al pueblo y padecer los dolores del pueblo sin esperar nada a cambio”.
Por eso, explica, la propuesta del Congreso Nacional Indígena “es una tabla de salvación, es algo que se acerca a la esencia de ser yoreme, que hace eco en nuestro ser. Algo que de pronto llega a nosotros y nos hace identificarnos y decir ‘esto es lo que soy’. Es un modelo de gobierno que se acerca mucho al modelo ancestral que nosotros traemos en nuestra información genética, porque no concebimos una autoridad que representa el gobierno blanco, el gobierno yori, que siempre ha estado distante y que se ha conformado de personas distintas a nosotros”.

Del enamoramiento al amor

Myrna se casó a los 17 años y diez años se mantuvo en el matrimonio, hasta que dijo que “ya no, que era momento de caminar sola”. Y así lo hizo. Como mujer ha vivido el amor a plenitud, al igual que el ser madre, lugar en el que se siente bendecida, pues “ese ciclo me va conduciendo por un camino por el que sé que voy a llegar”. Los hombres, en cambio, “no tienen un ciclo que los regule como a nosotras”.

| Me hace sentir muy orgullosa tener esa capacidad de enamoramiento porque no es sólo algo que tiene la tendencia a la reproducción, sino que me hace sentir humana, mujer, viva |

Cuando se divorció, tratando de encontrar respuestas, Myrna escribió un libro: “Del enamoramiento al amor”. Le llamó así a su terapia de recuperación. “Me hace sentir muy orgullosa tener esa capacidad de enamoramiento porque no es sólo algo que tiene la tendencia a la reproducción, sino que me hace sentir humana, mujer, viva”. Cuando se quedó sin pareja, dice, empezó a encontrar “a otras mujeres que estaban sufriendo”. Y su sueño era trabajar con y junto a ellas. El sueño se hizo realidad y 40 mujeres se juntaron y se pusieron a trabajar. Se hicieron llamar “Mujeres de movimiento”. Con ese colectivo Myrna participó en la contienda por el comisariado de su comunidad. No ganó, pero la experiencia la dejó abierta a la participación política. “Sabía que si no era ahí, estaría en algo más”. Y siguió trabajando.

***

Con la noche a cuestas, Myrna va a saludar a don Alfredo Osuna, del Consejo de Ancianos de Cohuirimpo, hombre sabio y autoridad yoreme, de los acompañantes primeros del Congreso Nacional Indígena (CNI). A media luz, don Alfredo la recibe y le lee sus más recientes escritos: “La verdad sufre a veces más por el calor de sus defensores que por los argumentos de los opositores. La verdad es poderosa y permanecerá. Si no es verdad, es bien inventada. La verdad es inmortal. El error es mortal. La verdad es más extraña que la ficción. La verdad es fuerte, se parece a una pelota de futbol: podemos patearla todo el día, y por la noche permanecerá redonda y resistente”.


Exigen cancelar gira de Miss México en Chiapas


 Reproduce y fomenta violencia contra mujeres y niñas


Organizaciones en defensa de los derechos de las mujeres, integrantes de la Red Colectiva Ciudadana para la Prevención del Feminicidio en Chiapas y de la Alianza entre Colectivas Feministas, exigieron la cancelación del concurso de Miss México, que se realizará en San Cristóbal de las Casas, ya que reproduce y fomenta violencia contra mujeres y niñas, cuyo círculo se cierra con la pérdida de la vida por feminicidio.
Capítulo IV, Voces Feminista, Colectivo Bocas, Colectiva Chamanas, Altersol, Jumaltik Equidad Sur, Lupita Aguilar Aguiro Lupita, Red Colectiva Ciudadana para la Prevención de la Violencia Feminicida, Observatorio Feminista contra la Violencia a las Mujeres de Chiapa, fueron los organizaciones, mencionaron que la realización del concurso Miss México, perpetúa la valoración de las mujeres por las características de sus cuerpos que, desde una perspectiva patriarcal y comercial son valorados como “belleza”.
También reproducen discriminación, valoración de los cuerpos “femeninos” como mercancías, impulso de la competencia entre mujeres por el reconocimiento de valores físicos que no fomentan las alianzas y vínculos entre mujeres, que promueven entre las niñas y las adolescentes aspiraciones que repiten estos parámetros.
Por todo lo anterior, exigieron la cancelación del concurso de belleza ya que Chiapas necesita crear condiciones para una vida libre de violencia para mujeres y niñas conforme a las leyes nacionales, la normatividad internacional y la generación de una cultura basada el reconocimiento de las mujeres más allá de sus cuerpos con pertinencia cultural y respeto pleno a sus derechos.
Cabe señalar que el pasado 18 de mayo, en conferencia de prensa realizada en la Ciudad de San Cristóbal de las Casas, la subsecretaria de turismo del gobierno de Chiapas, Guadalupe Rodríguez Miceli, acompañada del director nacional del concurso de belleza Miss México Adán Sotelo Ortíz, y de la presidenta municipal de San Cristóbal de las Casas, Jerónima Toledo Villalobos, anunciaron la realización de la primera fase de dicho concurso en espacios turísticos de San Cristóbal, Comitán y Chiapa de Corzo, Chiapas, municipios que se encuentran con Alerta de Violencia de Género, de un total de 7 declarados.
Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y febrero de 2019, San Cristóbal de las Casas ocupó el quinto lugar del país en la comisión del delito de feminicidio, Comitán el lugar número 26, seguido de Tuxtla Gutiérrez en el lugar número 27.
Exigieron claridad en el supuesto impulso al turismo a través del concurso Miss México y cuestionaron ¿cuántos recursos se prevé obtener? ¿Quiénes son los principales beneficiarios? ¿Cuál será la inversión de recursos públicos? ¿Cuántos recursos han asignado San Cristóbal de las Casas, Comitán y Chiapa de Corzo para la prevención, atención y erradicación de la violencia feminicida? ¿Qué acciones afirmativas están realizando estos 3 municipios en la atención de la violencia feminicida?

Imagen retomada del portal Chiapas Paralelo | Foto: Joselin Zamora
Por: la Redacción
Cimacnoticias | Tuxtla Gutiérrez, Chis 

¿Qué factores explican la participación laboral femenina?

Monedero
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*


México y Perú comparten varias dimensiones asociadas al comportamiento laboral de las mujeres: distribución geográfica de la población, tamaño de los hogares, nivel educativo de las mujeres adultas, niveles de pobreza y de desigualdad de ingresos. Sin embargo, sus tasas de Participacion Laboral Femenina (PLF), difieren en 20 puntos: mientras en México sólo un 58.5 por ciento de las mujeres entre 25 y 54 años trabajaban o buscaban activamente empleo en 2014, en Perú ese porcentaje era del 79.6 por ciento, el más alto de la región.
Esto representa una brecha de 20 puntos porcentuales a favor de Perú. En áreas urbanas, donde se concentra 80 por ciento de las mujeres en ambos países, la brecha es de 15.4 puntos, mientras que la brecha en las áreas rurales es de 43 puntos.
Esta información es generada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en: Participación laboral femenina. ¿Qué explica las brechas entre países? Este estudio busca comprender cuáles son los factores que explican el gran diferencial existente en los niveles de PLF de México y Perú. Esto puede darnos pistas sobre las causas de la heterogeneidad en los niveles de PLF en toda América Latina.
Para desarrollar el análisis, consideramos mujeres de entre 25 y 54 años, en el periodo comprendido entre 1998 y 2014 y nos basamos en información proveniente de encuestas de hogares nacionales.
Las brechas entre ambos países se deben fundamentalmente al comportamiento laboral de las mujeres con bajo nivel educativo, no indígenas, casadas, con hijos pequeños y con cónyuges con bajos ingresos.
México y Perú, dos países con muchas similitudes, pero con niveles de PLF muy distintos. Así, mientras que en Perú ocho de cada 10 mujeres participan del mercado de trabajo, en México la cifra no llega a seis.
El objetivo consiste en aprender qué factores determinan esta brecha en la PLF entre México y Perú para, a partir de este contraste, extraer lecciones de política capaces de impulsar la participación laboral de las mujeres en la región y fortalecer la igualdad de género en los mercados laborales de América Latina.
El fuerte crecimiento de la participación laboral femenina (PLF) es uno de los cambios socioeconómicos más importantes del último medio siglo. Este fenómeno de alcance global se ha producido también en América Latina. Así, mientras que en los años 60 sólo un 20 por ciento de las mujeres adultas trabajaban o buscaban trabajo activamente, el porcentaje ha subido hasta alcanzar 65 por ciento en la actualidad.
Pese a estos avances, la PLF todavía está muy por debajo de la de los hombres, que ronda 94 por ciento, lo que implica una brecha de género de casi 30 puntos en la participación laboral para la región.
Incluso entre las propias mujeres el panorama dista mucho de ser homogéneo y todavía encontramos grandes diferencias en la PLF entre países y fuertes brechas entre grupos poblaciones dentro de cada país. Es lo que sucede con México y Perú, el caso en el que se centra este estudio, dos países con características similares que exhiben niveles muy distintos de participación laboral femenina.
En la siguiente gráfica se aprecia que el nivel de PLF de México es inferior al promedio de América Latina (66.0 por ciento); para Perú la cifra es de 79.6 por ciento, de las más altas de la región.
Gran parte de la brecha observada en los niveles de PLF entre México y Perú, especialmente en áreas rurales, se asocia a una mayor inserción de las mujeres peruanas en empleos precarios caracterizados por la no remuneración monetaria y altos niveles de informalidad.
En términos de su ingreso per cápita los hogares urbanos de Perú y México son bastante similares, pero en el ámbito rural hay grandes diferencias: los hogares rurales mexicanos tienen ingresos un 28 por ciento mayores que los hogares rurales peruanos. Esto se produce, en parte, por el mayor volumen de transferencias monetarias provenientes de programas sociales como los Programas de Transferencias Condicionadas (CCTs)2 y de remesas del exterior.
Esto podría desincentivar la participación de las mujeres en el mercado laboral por una doble vía:
1. La mayor disponibilidad de dinero en el hogar puede actuar como un desincentivo para la participación laboral de las mujeres.
2. Los CCT suelen colocar sobre las mujeres la responsabilidad de cumplimiento de las condicionalidades inherentes de estos programas, restándoles, de esta manera, dispo- nibilidad de tiempo para trabajar. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe  (Cepal), tiene un estudio donde demuestra que  México es el país donde más tiempo dedican las mujeres a este tipo de programas, reduciéndoles sensiblemente su disponibilidad para un empleo y para un ingreso propio.
El estudio del BID concluye que la brecha de PLF entre Perú y México se explica fundamentalmente por una inserción laboral precaria de las mujeres con bajos niveles de calificación en Perú que se traducen en mayores niveles de pobreza femenina en Perú.
¿Qué efectos tiene una baja participación laboral femenina en la Mujeres y en México?
Bueno, limita considerablemente la posibilidad de construir una autonomía económica, contar con ingresos propios posibilita o “ayuda” a construir las otras autonomías de la vida femenina: la del cuerpo y la autonomía política. Pone a las Mujeres en una importante situación de desigualdad de género frente a la vida, en todos sus ámbitos.
Los índices de capilaridad femeninos son más bajos que los masculinos, significa que una mujer y sus hijos pueden nacer y morir pobres.
Según Coneval 39.3 por ciento de las mujeres son vulnerables por ingresos, mientras que únicamente 7.5 por ciento de la población masculina no cuenta con ingresos propios. Es una gran brecha de desigualdad, es indispensable cerrar las brechas, en aras del desarrollo de la sociedad en su conjunto.
*Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce

CIMACFoto: César Martínez López
Ciudad de México.-

Se prepara la quinta edición de Feminasty, arte por y para mujeres


 Espacio para exponer obra de cualquier artista


Con el objetivo de generar comunidad y tejer redes de apoyo, llega la quinta edición de Feminasty, un evento que busca abrir espacios artísticos para mujeres y personas no binarias.
Feminasty es una colectiva feminista que desde abril de 2018 tiene como propósito construir espacios seguros para exponer la obra de cualquier artista.
El evento surgió como una idea de bazar entre amigas; sin embargo, se transformó en un evento al que acudieron más de 30 artistas y más de mil asistentes que disfrutaron de fotografía, música, poesía, arte gráfico e instalaciones hechas por mujeres.
Luego del éxito decidieron realizar más ediciones y el próximo 26, 27 y 28 de julio llegarán a la quinta presentación de este evento ahora en La Nana, Laboratorio de Arte Urbano Comprometido, ubicado en la colonia Guerrero, Ciudad de México.
Para “Maremoto”, ilustradora, diseñadora textil y una de las organizadoras del evento, es necesario contar con espacios que estén gestionados por mujeres, “desarrollados por mujeres, curados por mujeres y que todo sea enteramente hecho por mujeres, porque solamente nosotras entendemos las necesidades que tenemos”.
En entrevista con Cimacnoticias “Maremoto” afirmó que en México no hay oportunidades para artistas jóvenes. “Las chicas que participan se nos han acercado a decir que, si no hubieran expuesto con nosotras, quizá nunca habrían tenido la oportunidad de hacerlo en otro espacio. Nos gusta creer que abrimos espacios e hicimos camino para las demás”.
Han llevado el proyecto a Guadalajara, en la casa taller de José Clemente Orozco, donde expusieron a artistas locales. “Estaba llena, el patio y la azotea estaban abarrotados. Nos dijeron que en dos días llegó más gente de la que llega en dos meses, eran aproximadamente dos mil asistentes”, detalló “Maremoto”.
Para Feminasty, la interseccionalidad es fundamental en las artistas que exponen y el tipo de obras y disciplinas que buscan exhibir, por eso cuentan con diversas categorías.
Algunas de las secciones son arte visual, desde la cual se busca mirar y entender cómo diversas violencias marcan el día a día de las mujeres; audiovisual, donde se generan y difunden materiales con nuevas subjetividades y puntos de vista que buscan dejar de excluir a creadoras.
Otra sección es danza y performance, a través de la cual se busca omitir la mirada tradicional y masculina, e incorporar las diversas dimensiones de las corporalidades y la interacción con el público.
A través de la música se pretende reclamar espacios sin violencia y buscar experiencias y presentaciones musicales de aquellas personas que han sido discriminadas y aisladas. Otras secciones son talleres y conversatorios, zineteca, fotografía y textil.
Para enviar propuestas la convocatoria estará abierta hasta el 9 de junio y los requisitos se pueden consultar en nastyfeminasty.com. A pesar de que la convocatoria está dirigida a mujeres y personas no binarias, el evento es abierto a todo el público. “Queremos que entren personas a un sitio en el que escuchan, vean y disfruten; un espacio seguro donde sientan que pueden conocerse y platicar”, concluyó “Maremoto”.

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Berenice Chavarría Tenorio
Cimacnoticias | Ciudad de México.

Acoso escolar, discriminación, adicciones, embarazos tempranos vive niñez y adolescencia oaxaqueña


 Encuesta revela condiciones graves en esta población
   

Oaxaca es tercer lugar en embarazo adolescente, lo que origina la deserción escolar, reproduce los ciclos de pobreza y marginación, condena a niñas menores de edad y sus parejas a círculos de pobreza y no hay claridad en los entornos escolares para frenar el acoso escolar y adicciones.
Esos son los problemas de gran magnitud que prevalecen en la niñez y adolescentes de Oaxaca, reveló la encuesta realizada a ese sector poblacional del Instituto Nacional Electoral (INE).
La Consulta Infantil y Juvenil 2018, realizada a nivel nacional, arrojó datos graves para este sector en Oaxaca, al que toda la clase política califica como el futuro de México, pero poco hace por ella a largo plazo.
En la consulta participaron 179 mil 423 niños, niñas y adolescentes de Oaxaca. El INE instaló 904 casillas con el apoyo de las 10 juntas distritales. De comunidades y pueblos indígenas, participaron 100 mil 971 menores de edad. Con alguna discapacidad, participaron 28 mil 301.
El delegado del INE-Oaxaca, Edgar Humberto Arias Alba, alertó que uno de los temas trasversales que se consultaron tenían que ver con las percepciones de niñas, niños y adolescentes sobre aspectos relacionados con liderazgo en el trabajo y en el hogar, y la percepción u opinión de quién debería dirigir en el trabajo, la respuesta con mayor resultado fue papá y mamá por igual, de igual manera en el hogar.
Refirió que aunado a la consulta, la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras para América Latina y España, realizó un estudio entre abril de 2017 y abril de 2018 y en el caso de México, los casos de Bullying van en aumento. En Oaxaca concretamente, 7 de cada 10 niñas, niños y adolescentes sufren todos los días algún tipo de acoso en el entorno escolar, un alto nivel de niñas, niños y adolescentes han manifestado por medio de la consulta que han padecido violencia.
Así mismo en la Consulta Infantil y Juvenil 2018 (CIJ 2018) se fijó como objetivo principal el promover que niñez y adolescencia ejerzan su derecho a participar y a expresar su opinión sobre los asuntos y los problemas que les afectan, facilitando que se escuchen y tomen en cuenta sus opiniones y propuestas.
Arias Destacó que se ha avanzado en los roles de mujeres y hombres, lo cual fue reflejado en la consulta.
Con esta visión de la niñez y juventud Oaxaqueña se busca detonar el desarrollo de directrices y políticas de estado, impulsadas desde la sociedad civil y de instituciones, para que esas situaciones, vivencias y propuestas de niñas, niños y adolescentes tengan eco y no se pierdan en simples números.
Será en el mes de octubre cuando se socializará a las instituciones y organizaciones participantes y comprometidas el resultado de las mesas de análisis que se realizaron, así como los temas de la agenda, posteriormente el Grupo Coordinador Estatal en un evento público entregará a la Cámara de Diputados Local la presentación y resultados de la agenda para que se lleven a cabo las políticas públicas para la atención a niñas, niños y adolescentes de Oaxaca.

CIMACFoto: Itandehui Reyes Díaz
Por: Jaime Guerrero
Cimacnoticias/pagina3.mx | Oaxaca, Oax .-

Sara López González Las mujeres no queremos ser más, sino que se escuche nuestra palabra



Sara tardó mucho en olvidar los ruidos de la cárcel, los golpes de la puerta y los madrazos que la hacían brincar del susto durante los once meses que estuvo encerrada por su lucha contra las altas tarifas de la energía eléctrica. La primera vez que escuchó cerrarse la reja de la prisión, sintió “coraje, rabia, impotencia” de saberse ahí injustamente. Salió libre gracias a la presión nacional e internacional y de inmediato se reincorporó a la lucha, ya no sólo contra las tarifas injustas, sino también por la defensa del territorio maya. Hoy, además, es integrante del Concejo Indígena de Gobierno por Campeche.
Sara López González nació en el municipio de Candelaria hace 52 años. Sentada en medio de las flores que adornan el patio delantero de su casa, rememora el momento en el que, junto a su colectivo, decidió involucrarse en la iniciativa del Congreso Nacional Indígena y ser parte de una propuesta que pretende “organizar al pueblo”. En el 2006 participó en La Otra Campaña, iniciativa del EZLN que, al margen de los partidos políticos y de la estructura electoral, recorrió el México de abajo llamando, al igual que ahora, a organizarse para enfrentar el despojo, la explotación, el desprecio y la represión que ofrece el capitalismo.
El Concejo Indígena de Gobierno, explica Sara, “no llama a tomar la silla presidencial, sino al autogobierno y a organizarnos desde los pueblos. Y así como estamos organizados en una comunidad, queremos hacerlo a nivel estatal, a nivel Península y a nivel nacional”. El trabajo que le corresponde como Concejala, señala, “es recorrer la región y explicar la propuesta”. En realidad, insiste, “no queremos llegar a la presidencia ni convertirnos en partido político. No queremos ser como un partido, no somos aquellos corruptos que viven de los demás”. Y justo le corresponde explicar las diferencias.
Por Campeche hay otros ocho concejales,  y entre ellos, “dos compañeros que viven cerca de la frontera con Guatemala, quienes tienen un trabajo específico en la defensa de la tierra”. A los tres les preguntan los mayas qué soluciones ofrecen a los problemas de la región. Y la anticlimática respuesta es que el CIG no ofrece soluciones, “pues ésas se construyen con los pueblos, que no hay una receta de cómo gobernar”. Y el ejemplo que se desglosa es el de las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, que tampoco ofrecen un manual, pero son una posibilidad real. “Ni Marichuy, que es la vocera, ni el CIG, vamos a decir, ‘te vamos a dar tantos proyectos’ para que resuelvas tus problemas’. Eso no es, porque entonces caeríamos en el mismo juego de gobierno y los partidos políticos”.
En el momento en el que Sara explica las dificultades en la organización, sus nietos regresan de la escuela jugando con radios walkie-talkie. Al entrar se detiene uno en seco. “Aquí, llamando, a mi abuela la están entrevistando, cambio y fuera”. Su hermanita se acerca de inmediato y pega el brinco sorprendida. La abrazan, la llenan de besos y siguen jugando y correteando por la casa que comparten con ella.
“Es por ellos, por los hijos y los nietos por los que luchamos”, dice Sara. Y continúa con su opinión sobre los partidos políticos, que “nos dividieron”, señala. Su propaganda “entra en los pueblos y comunidades y nosotros vamos a contracorriente, no tenemos los medios para cambiar la ideología de la gente. Es muy duro, se necesita un trabajo muy fuerte para que los pueblos vean las cosas de manera diferente”. La Concejala maya insiste en que la propuesta del CIG no termina con el proceso electoral, “pues es un proceso y una lucha de resistencia muy larga, que seguiremos después del 2018, se gane o no se gane, se vote o no se vote. El objetivo es organizar este país, a los pueblos indígenas y no indígenas, los del campo, los de la ciudad. Por lo menos ya lo iniciamos, y lo vamos a terminar cuando nos vayamos a la otra vida”.
La iniciativa del CIG tiene como vocera a una mujer y, en general, son mujeres las que participan en el recorrido que María de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy, realiza por el México de abajo. Sara explica que con una mujer como vocera indígena “queremos decirle al mundo que aquí estamos y lo que queremos es la vida para todos y para todas. Es una mujer indígena que lleva la palabra de todos los pueblos y de las mujeres, para decirle a este sistema capitalista que existimos y que decimos ‘ya basta’”.

Las mujeres somos unas chingonas

Sara piensa que aún son pocas las mujeres que deciden libremente salir a luchar y tienen un compromiso con el pueblo. O puede que no sean pocas, aclara, pero no se ven. Y esto, dice, “también se debe a la violencia que existe contra ellas, en muchos sentidos. Con el simple hecho de que te griten que la comida está caliente o está fría, o que el café no les gustó, eso ya es violencia”.
En la cultura maya, como en la mayor parte de culturas del mundo, existe el machismo y la violencia contra la mujer. “Todos somos explotados, hombres y mujeres de todo el mundo, pero la mujer lo es más, y está más relegada, le dicen que sólo sirve para la casa, para hacer las tortillas, la lavada, la planchada, todo el trabajo doméstico”. Y nosotras, afirma Sara, “somos más que eso”.
Las mujeres “somos milusos porque tenemos la capacidad de hacer muchas cosas. Pero queremos tener el espacio que nos corresponde, en la lucha y en todo, tanto en lo local como en lo nacional. Que no nos relegue ni el sistema ni la casa ni la lucha. No queremos ser más, sino que se escuche nuestra palabra. No es que vayamos a la delantera, sino a un lado del compañero, porque así vamos a reconstruir este país. Queremos demostrar a los compañeros que nosotras no nos estamos queriendo sentir más que ellos, sino que queremos que se nos reconozca y se nos respete, en la lucha y en todo”.
Por ejemplo, “cuando organizamos talleres en Xpujil asisten casi puros hombres. En la reunión de delegados del Concejo Regional Indígena de Xpujil hay únicamente dos o tres mujeres. Las mujeres participan en sus comunidades, pero aún no como representantes, pues es complicado. No me van a dejar mentir los compañeros luchadores sociales, porque los vas a ver a ellos, pero a la compañera no, ella se va a quedar cuidando al hijo o a la hija. Es algo diferente a lo que hacen los compañeros zapatistas, porque allá el hombre ya se queda a cuidar a los hijos y les hace de comer”.
La cotidianidad, tanto en las comunidades como en las colonias, continúa la Concejala, “es que tú no puedes sonreír si pasa un compañero o un hombre porque entonces ya le estás coqueteando, pero si eres hombre sí puedes. Y a nivel nacional e internacional la violencia es contra las mujeres, a ellas las violan y las matan. Yo no digo que no haya asesinatos de hombres, pero las que están en riesgo son las mujeres jóvenes, señoras, ancianas. Es decir, la violencia la viven en su casa y luego afuera, en la sociedad y en las calles”.
Cuando estuvo presa, Sara leyó literatura de las mujeres zapatistas. “Lo recuerdo mucho porque me causó risa reconocer la situación. Decía una zapatista: ‘yo le dije al compañero tal que los invitamos a que se organicen bien porque por ellos no avanzamos. Las mujeres siempre vamos, pero si no avanzamos es por nuestros compañeros hombres”. Nada mejor dicho, dice Sara. Nosotras, insiste, “somos más aceleradas, más ágiles en hacer las cosas. Somos fuertes, valiosas y con grandes capacidades. Podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo. Somos madres, hermanas, hijas, abuelas, luchadoras, organizadoras. Somos unas chingonas”.Sara piensa que aún son pocas las mujeres que deciden libremente salir a luchar y tienen un compromiso con el pueblo. O, aclara, puede que no sean pocas, pero no se ven. Y esto, dice, “también se debe a la violencia que existe contra ellas, en muchos sentidos. Con el simple hecho de que te griten que la comida está caliente o está fría, o que el café no les gustó, eso ya es violencia”.

| Las mujeres queremos tener el espacio que nos corresponde, en la lucha y en todo, tanto en lo local como en lo nacional. Que no nos relegue ni el sistema ni la casa ni la lucha |

En la cultura maya, como en la mayor parte de culturas del mundo, existe el machismo y la violencia contra la mujer. “Todos somos explotados, hombres y mujeres de todo el mundo, pero la mujer lo es más; y está más relegada, le dicen que sólo sirve para la casa, para hacer las tortillas, la lavada, la planchada, todo el trabajo doméstico”. Y nosotras, afirma Sara, “somos más que eso”.
Las mujeres “somos milusos porque tenemos la capacidad de hacer muchas cosas. Pero queremos tener el espacio que nos corresponde, en la lucha y en todo, tanto en lo local como en lo nacional. Que no nos relegue ni el sistema ni la casa ni la lucha. No queremos ser más, sino que se escuche nuestra palabra. No es que vayamos a la delantera, sino a un lado del compañero, porque así vamos a reconstruir este país. Queremos demostrar a los compañeros que nosotras no nos estamos queriendo sentir más que ellos, sino que queremos que se nos reconozca y se nos respete, en la lucha y en todo”.
Por ejemplo, “cuando organizamos talleres en Xpujil asisten casi puros hombres. En la reunión de delegados del Concejo Regional Indígena de Xpujil hay únicamente dos o tres mujeres. Las mujeres participan en sus comunidades, pero aún no como representantes, pues es complicado. No me van a dejar mentir los compañeros luchadores sociales, porque los vas a ver a ellos, pero a la compañera no, ella se va a quedar cuidando al hijo o a la hija. Es algo diferente a lo que hacen los compañeros zapatistas, porque allá el hombre ya se queda a cuidar a los hijos y les hace de comer”.
La cotidianidad, tanto en las comunidades como en las colonias, continúa la Concejala, “es que tú no puedes sonreír si pasa un compañero o un hombre porque entonces ya le estás coqueteando, pero si eres hombre sí puedes. Y a nivel nacional e internacional la violencia es contra las mujeres, a ellas las violan y las matan. Yo no digo que no haya asesinatos de hombres, pero las que están en riesgo son las mujeres jóvenes, señoras, ancianas. Es decir, la violencia la viven en su casa y luego afuera, en la sociedad y en las calles”.
Cuando estuvo presa, Sara leyó literatura de las mujeres zapatistas. “Lo recuerdo mucho porque me causó risa reconocer la situación. Decía una zapatista: ‘yo le dije al compañero tal que los invitamos a que se organicen bien porque por ellos no avanzamos. Las mujeres siempre vamos, pero si no avanzamos es por nuestros compañeros hombres’. Nada mejor dicho”, dice Sara. Nosotras, insiste, “somos más aceleradas, más ágiles en hacer las cosas. Somos fuertes, valiosas y con grandes capacidades. Podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo. Somos madres, hermanas, hijas, abuelas, luchadoras, organizadoras. Somos unas chingonas”.

Los mayas, vida y resistencia actual y no piezas de museos

La maya es una de las culturas de Mesoamérica más conocidas en el mundo y, por lo mismo, una de las más explotadas por el turismo y la industria cultural. Mercancía de charlatanes que estudian sus misterios “sobrenaturales” y de empresas que sobreexplotan los recursos naturales y sus vestigios arqueológicos, esta cultura milenaria es vida y resistencia actual. Los libros de historia separan el glorioso pasado de un presente que se opone a dejar de existir y que reivindica sus sitios sagrados como propios, aunque para gobiernos y empresas sean sólo escenarios de conciertos de moda.
Descendiente de la cultura que inventó el cero, de astrónomos, cazadores y de hombres y mujeres que levantaron maravillas arquitectónicas, Sara tiene que pagar una cuota para ingresar al sitio arqueológico de El Tigre, ubicado a unos kilómetros de su casa. Se dice que en este imponente lugar, probable capital de los acalanes, Hernán Cortés asesinó a Cuauhtémoc. Sara camina altiva por las construcciones. La gente de aquí es heredera de los chontales que crecieron a orillas del río Candelaria y ella, aunque de madre tabasqueña, nació aquí y se reconoce maya.
De niña, Sara corría en el monte, molía el maíz y hacía las tortillas. Más grandecita, recuerda, jugaba canicas, trompo, chácara y fútbol, pues se juntaba con puros hombres. Lo de la comidita y las muñecas no se le dio porque su papá, dice, “yo creo que quería un varón”.
Su formación política empezó con los jesuitas. La teología de la liberación le abrió otros mundos cuando apenas tenía 14 años de edad y fue creciendo con talleres de fe y política. “En ese tiempo trataba de captar las ideas y luego, en las reuniones de jóvenes, difundía las lecciones que aprendía, sin saber hasta dónde iba a llegar”. En la iglesia, el padre José Martín del Campo la ponía a rezar, pero le decía que el verdadero trabajo cristiano estaba afuera.

| Empezamos a convocar a la gente de Candelaria que tuviera problemas con sus recibos y se juntaron 80 personas. Así iniciamos la lucha |

Después Sara se fue a Xpujil y ahí se metió de lleno al trabajo de las comunidades eclesiales de base y organizó un taller sobre cooperativismo con un grupo de jóvenes mujeres. Trabajaban también con la soya, en ese momento no transgénica, y sus formas de procesamiento, apicultura y tiendas.
La joven Sara empezó a salir de Campeche para realizar trabajo comunitario. Y así llegó a cortar café a la Nicaragua sandinista. También trabajó con los refugiados guatemaltecos que llegaron a Campeche y Quintana Roo, a quienes impartía talleres de herbolaria y de odontología.
La palabra tenacidad es la que mejor representa a esta mujer concejala que de niña sólo estudió la primaria, pero se empeñó en terminar la secundaria en el Instituto Nacional de Educación para Adultos. Luego tomó talleres de odontología y medicina general con alumnos de la UAM Xochimilco y con médicos de otros países que llegaban a Campeche a proporcionar capacitación para que después ella y sus compañeras entraran a las comunidades a las que no llegaban servicios de salud.
Pata de perro como ninguna, hizo de su mamá una cómplice para las salidas que el padre le impedía, pues la tradición indicaba que sólo hasta después de casarse podía irse de la casa paterna. Ella y su madre se las arreglaron para que esto no sucediera. No era noviera, así es que con su primer amor duró 16 años casada. Tuvo con él cuatro hijos, todos hoy mayores de 30 años. Luego se volvió a casar y de ese matrimonio nació su quinto hijo, hace 20 años. Y entre uno y otro jamás dejó de luchar. Amamantaba al mismo tiempo que se involucraba en la defensa de los derechos humanos de la comunidad y en la defensa del territorio.
El divorcio en una comunidad no es nada sencillo ni común. Sara lo enfrentó y se salió de su casa con sus cuatro hijos de entonces. En ese momento cargaba una orden de aprehensión en su contra, así es que su huida fue doble, pues su ex esposo amenazaba con entregarla. Había participado durante dos semanas en un bloqueo carretero por la falta de agua en Xpujil y era perseguida. Sus compañeros de lucha la escondían en la montaña y su esposo llegaba a buscarla amenazando con entregarla, lo que la obligó a salir de la comunidad, donde dejó todas sus pertenencias. Con sus cuatro hijos y un poco de ropa regresó a Candelaria. Y volvió a empezar.
En ese momento la gente estaba muy enojada por los altos cobros de energía eléctrica. Sara puso una farmacia en el centro y le llegaba el recibo de mil pesos, pero empezó a triplicarse la tarifa y ya no podía pagar. Luego, junto a su familia, instaló una purificadora de agua, pero prácticamente trabajaban para pagar la luz. “Empezamos a convocar a la gente de Candelaria que tuviera problemas con sus recibos y se juntaron 80 personas. Así iniciamos la lucha”. Eran ella, su nueva pareja y su cuñado los que convocaban. Los mismos que se integrarían después al movimiento zapatista de La Otra Campaña.

Nueve meses tras las rejas

Fueron años de lucha y organización en los que miles de personas conformaron un movimiento de resistencia y se negaron a pagar los excesivos cobros. En 2009, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la demandó por el delito inventado de privación ilegal de la libertad a un funcionario. Les llegaron citatorios a ella y a su compañero y dos abogados les fueron facilitados por la entonces senadora Rosario Ibarra de Piedra, quien se unió a la defensa encabezada por David Peña, de la Red Nacional de Resistencia Civil contra las Altas Tarifas Eléctricas.
La Procuraduría General de la República (PGR) la perseguía y se establecieron mesas de diálogo cuyos acuerdos no se cumplieron. El movimiento pactó permitir la instalación de casillas para las elecciones municipales y estatales a cambio de que desistieran de las demandas. “Se firmó la minuta y dejamos instalar las casillas, pero antes de eso hubo un corte masivo de energía eléctrica, lo cual violaba el acuerdo con el gobierno, pues no se trataba sólo de que no nos detuvieran, sino de que tampoco atentaran contra el servicio. Fuimos muchos a exigirle al responsable de la CFE que reinstalara el servicio, quien dijo que iría con nosotros, pero en realidad él sólo estaba viendo quiénes participábamos”.
El representante de la CFE les dijo que no tenía camioneta para acompañarlos, que si podía irse con Sara, y ella, con cierta ingenuidad, dijo que sí. “Yo iba manejando y al lado iba el representante de la CFE, y por eso me acusaron de privación ilegal de la libertad”. El gobierno lo tenía todo planeado. Dejaron que pasaran las elecciones y enseguida la detuvieron a ella y a otros cuatro compañeros. Era el 9 de julio de 2009.
A las cinco de la mañana la despertaron los madrazos en la puerta de su casa. Sara escuchó los gritos de sus hijos y se incorporó “sin saber qué chingados hacer”. Tomó el celular para resguardar la lista de contactos. Entraron. “No sentí miedo, sino odio, coraje, impotencia”. A ella y a su compañero se los llevaron en una camioneta con la cabeza entre las piernas durante tres horas y media.

| En la cárcel, Sara volvió a sacar su carácter y, pese al miedo, se rebeló contra los malos tratos. Fueron, sin duda, los nueve meses más difíciles de su vida |

“Llegamos a la PGR en Campeche y yo iba toda adolorida, con los ojos hinchados y calentura. Cuando bajamos vi a los otros tres compañeros de la lucha detenidos, entre ellos el encargado de moverse si nos detenían. La otra compañera estaba llore y llore. Me sentía responsable porque nosotros los invitamos a la resistencia y ellos aceptaron. Traté de ser fuerte. Después de que nos tomaron las fotografías en diferentes poses, nos metieron al penal San Francisco Kobén”. Y ahí, a punto de separar a los cinco activistas en las secciones de hombres y mujeres, los detenidos se abrazaron y se despidieron. Los acusaron de privación ilegal de la libertad a un funcionario y de obstrucción de un servicio público.
En la cárcel, Sara volvió a sacar su carácter y, pese al miedo, se rebeló contra los malos tratos y enfrentó lo mismo a los custodios que a la directora del penal. Fueron, sin duda, los nueve meses más difíciles de su vida. Los abogados consiguieron que para salvaguardar su integridad los mantuvieran en un lugar seguro y juntos. “Aquí no hay lugar seguro, pero los voy a mandar a la clínica, ahí van a estar los cinco”, les dijo la directora.
Más de cien tapetes tejió Sara durante esos meses y leyó cuanto libro se le acercó. Empezó también a escribir parte de su vida, los momentos que vivía en la cotidianidad de la cárcel, la rabia y el dolor que sintió al enterarse del asesinato de su amiga, la también activista y defensora Beatriz Cariño Trujillo, la caída de su hijo que le hizo perder la memoria, entre otras angustias que se mitigaban al escribirlas. Afuera las cosas no estaban mejor. A sus hijos los seguía la policía y hasta helicópteros sobrevolaban por encima de la casa. “Fue una cacería tremenda, había 36 órdenes para los compañeros”, situación que no le permitía mucho tiempo para la tristeza. Desde la cárcel sostenía reuniones con gente del movimiento y diseñaban estrategias. En la cárcel, el día de su detención, pudo ver las listas con los nombres de sus compañeros con órdenes de aprensión, memorizó los que pudo y en cuanto tuvo oportunidad se los comunicó para que escaparan.
En torno a su encierro se organizó una campaña nacional e internacional exigiendo su liberación. Los cinco se pusieron en huelga de hambre durante 15 días y Amnistía Internacional se ocupó del caso. Creció la presión hasta que fueron liberados bajo fianza. Y más tardaron en ser liberados que en darle continuidad a un trabajo organizativo que ni en la cárcel soltaron.
Son once años ya desde que iniciaron el movimiento contra el servicio y las tarifas impuestas por la CFE. Las demandas del movimiento son que la energía eléctrica se considere un derecho humano y tener una cuota bimestral “que se pueda pagar”. Negarse a pagar fue el primer acto de resistencia pacífica. Empezaron a organizarse alrededor de 80 personas, pero en un lapso de dos o tres meses ya eran más de 3 mil de 30 comunidades de Campeche. Una de las protestas más representativas fue cuando la CFE acudió a instalar nuevos medidores. La gente los quitó todos “porque nada más servían para robar, ya que la CFE los maneja a su antojo”.
La represión es la respuesta que se tiene a su demanda de una tarifa justa. Unos días antes de la entrevista detuvieron a uno de sus compañeros. Sara fue a la cárcel a verlo y junto a la familia tramitaba su liberación. La CFE “avanza en su trabajo de imponernos medidores digitales. Nosotros nos oponemos y viene el hostigamiento y la represión. El jueves detuvieron al compañero José Alberto Villafuerte García sin orden de aprehensión. Se lo llevaron diciendo que le harían unas preguntas en el juzgado y se lo llevaron al Cerezo Francisco Kobén, pidiéndonos una fianza de 250 mil pesos”. A Villafuerte lo acusaron de robo de energía eléctrica, a pesar de los acuerdos firmados con la Secretaría de Gobernación y con representantes de la CFE a nivel nacional. “Ésa es la situación actual del movimiento”, resume.

La devastadora palma africana, el despojo y la explotación

El camino a Candelaria está tapizado de sembradíos de palma africana, cultivo que destruye el medio ambiente y la diversidad cultural. Los investigadores Agustín y León Enrique Ávila Romero han documentado que en Campeche la siembran nuevos actores con mayor capital y con grandes extensiones de tierras, con prácticas similares a las que se dan en África, Sudamérica y Asia. El modelo de negocios que promueve, basado en una agricultura de contrato, explican los hermanos Ávila, “impulsa a los campesinos a desmontar la floresta para sembrar palma, lo que mercantiliza la economía campesina y deteriora las prácticas culturales propias de los grupos campesinos e indígenas con la llegada de agentes externo”. Las empresas transnacionales, explican, ven en este cultivo “un nicho de oportunidad” para abastecer de aceite a la industria alimentaria y de cosméticos, y en un segundo término convertir a biodiesel la pasta obtenida.
Sara López advierte que el gobierno de Campeche anunció la siembra de 120 mil hectáreas de palma africana en el estado, entre Candelaria, Palizada y Escárcega. “En muchas comunidades lo están rechazando, pero en otras lo están viendo como un medio de subsistencia, pues desconocen el problema de devastación, contaminación del suelo y aire”. El monocultivo de palma africana, continúa la Concejala, consume mucha agua y poco a poco va secando nuestro río, los arroyos, los ojitos de agua que hay en algunas comunidades”. De hecho, dice, “en la comunidad Pedro Baranda la sembraron hace muchos años y se secó el ojo de agua”.
Otra de las consecuencias del cultivo es que “donde se siembre ya no se podrá sembrar otra cosa porque la tierra queda infértil. Y la otra es la contaminación de la tierra, agua y aire por todos los pesticidas que utilizan”. Sara explica que es un círculo vicioso, pues la contaminación del agua incrementa la mortandad de los peces. Ejemplifica: hay una procesadora de aceite de la palma africana a la altura del río Candelaria, y este año, con las inundaciones, la planta empezó a tirar mucho aceite directo al río, lo que provocó la muerte de la fauna marina.

| Donde se siembre la palma ya no se podrá sembrar otra cosa porque la tierra queda infértil. Y la otra es la contaminación de la tierra, agua y aire por todos los pesticidas que utilizan |

Con la renta o venta de sus tierras para el monocultivo de palma, explica, la tierra se va empobreciendo y el campesino ya no puede sembrar frijol ni maíz, ni siquiera picante. Entonces llegó el gobierno con un programa de créditos para que los campesinos se dedicaran a la ganadería, “se endeudaron, cayeron en cartera vencida y ya no se pudieron recuperar”, por lo que muchos decidieron migrar a Estados Unidos o a los centros turísticos de la península, donde trabajan como albañiles o meseros. San Antonio y Florida son dos de las ciudades con grupos de campechanos ofreciendo su mano de obra, entre ellos el hijo de Sara que se va por periodos de dos años.
Campeche también padece la invasión de los cultivos transgénicos que llegó de la mano de los menonitas. La zona conocida como los Chenes es la más afectada, pero muy cerca de Candelaria, en el camino a Chetumal, “ya se puede ver a los menonitas sembrando soya transgénica”. Rumbo a Hopelchén, al oriente de la capital de Campeche, empieza la invasión de sorgo y soya. Desde ahí los empresarios distribuyen la semilla de la transnacional Monsanto, la madre de todos los males.
Otro ejemplo de la arremetida actual contra los pueblos mayas está en el pueblo ch’ol de Xpujil, la comunidad en la que Sara vivió muchos años. Aquí los pobladores originales han sido desplazados por la imposición del decreto de Reserva de la Biósfera de Calakmul, que les restringe el acceso a su territorio. La Concejala explica que “cuando declararon la reserva, desalojaron a varias comunidades y muchas que están dentro del núcleo de la reserva ahora no pueden sembrar. Si quieren hacer una casa y cortar una palma, no pueden porque están dentro de la reserva, y sí los pueden meter a la cárcel”. Justo hace unos días, una mujer con su leña fue detenida por los soldados, “pues ellos no pueden cortar leña en la reserva porque los detiene el ejército, pero los empresarios sí entran y hacen lo que quieren”.
Y a la lista de agravios se suma la invasión de proyectos turísticos en las paradisíacas playas de Ciudad del Carmen o Champotón, entre otras, donde les están arrebatando las tierras a base de engaños promovidos desde el gobierno. Es la privatización de los recursos naturales, explica Sara, y su trabajo como defensora la lleva a dar información a los pueblos y advertirles que si admiten la concesión del río Candelaria, “pronto serán maleteros en sus propias tierras”.
La conclusión es clara, dice Sara: “Si no nos organizamos, nos van a quitar lo que nos corresponde”.

Todo ha valido la pena

Tiene 52 años y, sin chistar, asegura que “todo ha valido la pena”, incluidos los reclamos de sus hijos por haberlos dejado mucho tiempo solos, como cuando se fue al corte de café a Nicaragua. “Ellos han estado conmigo antes de la cárcel, durante la cárcel y después de la cárcel. Sí apoyan, están de acuerdo con la lucha, y ahora son grandes y tienen que trabajar. Por eso yo soy la que anda movida y la única loca de la familia”.
De cabello largo, negro y rizado, guapa, alta y de sonrisa serena, Sara López rehace nuevamente su vida al lado de un nuevo compañero. Disfruta la vida y la lucha y su pasión es el baile, tanto que “si diario hubiera bailes, yo diario bailaba”. Y lo mismo le da a la cumbia, a la salsa o al rock. No deja de escuchar a Silvio Rodríguez, música de los 80, de Los Ángeles Negros o tríos. Y antes, durante y después de la entrevista revisa su teléfono que no para de sonar. Se actualiza en las redes sociales y por medio de ellas mantiene contacto con el resto de los concejales.

| En el CIG nada está hecho, sino que tenemos que ir aprendiendo y haciendo. Es vivir la práctica y la teoría, hacerlo nosotros sin depender de nadie |

Dentro del Concejo Indígena de Gobierno ha ocupado la comisión de prensa, por lo que le ha tocado lidiar con las urgencias del gremio periodístico. “En el CIG nada está hecho, sino que tenemos que ir aprendiendo y haciendo. Es vivir la práctica y la teoría, hacerlo nosotros sin depender de nadie”.
Su compañero actual le reclama tiempo, pero “el movimiento, la lucha, es mi vida. Así me conoció, y es muy difícil que lo deje”. Aunque a veces, reconoce, le hace falta el apapacho y la compañía, sobre todo en días como éste en el que detienen a un compañero y la tristeza la carcome. “Como persona y como mujer necesitas también el apoyo”, dice sonriendo.