Cuando AMLO estaba
en precampaña, recordamos que para llegar al poder, Lázaro Cárdenas tuvo
que tejer una amplia alianza, no sólo con los movimientos obreros y
campesinos: también con caciques, empresarios y algún que otro político
corrupto (https://bit.ly/37yg3Nc).
Hoy, que AMLO gobierna, necesitamos recordar que, una vez en la
Presidencia, Cárdenas necesitó año y medio para empezar a instrumentar
las grandes reformas sociales que la Revolución exigía.
Para hacerlo, Cárdenas necesitaba tener los hilos del poder (no sólo
el aparato del gobierno) y, sobre todo, el respaldo organizado del ala
izquierda de la alianza que lo llevó a la Presidencia. La punta de lanza
del ala izquierda la constituía la Confederación General de Obreros y
Campesinos de México, que en 1936 se convirtió en Confederación de
Trabajadores de México (CTM), particularmente los sindicatos de
ferrocarrileros, petroleros, electricistas, minerometalúrgicos y otros
gremios de larga tradición de lucha. La otra clave fueron los sectores
más radicales del movimiento campesino, herederos de la Liga Nacional
Campesina, los alacranes rojos y otros grupos ligados al Partido Comunista.
En 1935 los apoyos de estos sectores eran aislados y el grupo
cardenista pensó que debían ser articulados y dirigidos por el Partido
Nacional Revolucionario (PNR). Sin embargo, el presidente del partido de
junio de 1935 a agosto de 1936, Emilio Portes Gil, se limitó a
gestionar los problemas electorales, y a impedir que creciera la fuerza
de los líderes sociales en la toma de decisiones. También obstaculizó el
funcionamiento del Instituto de Estudios Sociales, Políticos y
Económicos, encabezado por Lucio Mendieta y Núñez.
Para muchos observadores, el resultado de la política de Portes Gil
fue la parálisis del partido y su desprestigio ante las masas. Ello se
resolvió en agosto de 1936, cuando Portes Gil renunció y fue electo
presidente del partido Silvano Barba González, uno de los más cercanos
colaboradores del presidente. A los pocos días de instalada, la nueva
dirección nacional divulgó cuáles serían sus líneas de trabajo, en un
Manifiesto a las clases proletarias de México: se anunciaba que el partido iniciaría una profunda transformación formal para ampliar la participación política de obreros y campesinos. Transformaba el partido en un frente revolucionario de masas.
De inmediato empezó la gran obra social del cardenismo: el reparto
agrario en gran escala, que arrancó en septiembre y tuvo su primer salto
espectacular en noviembre, con el reparto de La Laguna, en el que
asesoraron al presidente los dirigentes agrarios comunistas y ex
villistas Pedro Rodríguez Triana y Lorenzo Ávalos, aliados del general
Francisco J. Múgica, cabeza del ala izquierda del gobierno.
Las historias de la expropiación petrolera consignan el papel central
del sindicato petrolero en la batalla por la recuperación de nuestra
soberanía energética y económica, así como el apoyo del secretario
general de la CTM, Vicente Lombardo Toledano, a esa tarea. No olvidemos
el enorme respaldo popular expresado en calles y plazas a esa medida,
audaz y decidida.
Sin embargo, la política social del cardenismo se detuvo en 1939 y se
le empezó a dar marcha atrás en 1940, no frente a una oposición que no
encontraba otro discurso que el fascista y/o la crítica calumniosa al
proyecto de Cárdenas, sino por la derrota interna del ala izquierda en
la lucha por la candidatura presidencial de 1940.
Aunque dediqué a ese tema parte central de mi tesis de maestría en
historia de México, no termino de entender exactamente qué ocurrió.
Creo, sin estar seguro del todo, que los intereses reales de poder (las
cámaras empresariales, la mayoría callista del Senado y varios
gobernadores de derecha encabezados por Miguel Alemán, Maximino Ávila
Camacho, Wenceslao Labra y Marte R. Gómez) se le adelantaron a Cárdenas y
lo enfrentaron a un hecho casi consumado (la candidatura del “caballero
–de Colón–” Manuel Ávila Camacho), pero, ¿por qué la izquierda no apoyó
eficazmente a su candidato natural, Francisco J. Múgica?
Según declaraciones posteriores, Lombardo Toledano y otros líderes
obreros y campesinos tuvieron miedo de un golpe de Estado, con el que
amenazaban la derecha fascista y sus instrumentos. Pero también es
cierto, que durante el periodo de control callista y portesgilista del
partido, se instalaron en posiciones clave los políticos que,
encabezados por Alemán, inclinaron la balanza contra Múgica.
Confío en que atentos a esas lecciones, los resultados del Congreso
Nacional de Morena verificado este domingo, acaben con la parálisis
política del partido, para que asuma la defensa activa de la Cuarta
Transformación y la canalización de las demandas de la sociedad.
Pd: No, el PRI, nacido con Miguel Alemán, no es heredero del cardenismo (https://bit.ly/30WAJMn).
Twitter: @HistoriaPedro
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