8/09/2020

Indicadores de la regresión económica



La Jornada: 
José Antonio Rojas Nieto

En 2018 la energía inyectada por los generadores –públicos y privados– fue del orden de los 314 mil millones de kilovatios-hora (Kwh), es decir, 314 teravatios-hora (Twh). Con esa energía inyectada a la red se registró un consumo final de electricidad de alrededor de 270 Twh, luego de pérdidas técnicas y no técnicas.

Este consumo final tiene tres grandes componentes: 1) el abastecido por la CFE suministro básico del orden de 220 Twh, a los que se usan otros pequeños consumos; 2) el abastecido por diversos suministradores calificados, apenas poco más de cuatro Twh; 3) el abastecido por las figuras de autoabastecimiento, cogeneración, pequeña producción, usos propios continuos e importaciones en las que la energía se entrega a las cargas quelegalmentese registran como miembros de asociaciones de autoabasto y que en conjunto consumieron poco menos de 40 Twh en 2018.

Así, por el consumo final de electricidad que se alimenta de las redes públicas en México, en 2018 se registró ese total ligeramente mayor a 270 Twh, equivalentes a 86 por ciento de la energía originalmente inyectada a las redes nacionales de transmisión y –en una porción muy pequeña– a las redes generales de distribución. Una parte del 14 por ciento restante corresponde a las pérdidas técnicas de energía, en estándares muy próximos a los internacionales, tanto en las redes nacionales de transmisión como en las redes generales de distribución.

La otra parte a las pérdidas no técnicas, en torno a las cuales se formulan perspectivas de comportamiento mejor. Hay, también y por cierto, un consumo suplementario. El de autoabastecedores que generan y consumen su propia electricidad. Sin entrar a las redes nacionales. Pemex, incluido aquí, por cierto. Las estimaciones de 2018 ubican este consumo entre 15 y 20 Twh. Por una capacidad instalada del orden de 5 mil megavatios (MW) y una operación de 2 mil 700 horas al año. Pero su futuro puede ser interesante si se desarrollan –como debiera ser– formas descentralizadas de energía, que se instalen no sólo con impecabilidad técnica, sino con justeza económica.

Entre ellas la fotovoltaica en los hogares o los aerogeneradores en escala adecuada para diversos servicios en pequeñas comunidades aisladas que posean recursos eólicos. Agreguemos a estos números los de 2019 y los esperados para este 2020, considerando los datos reales a julio. En 2019 la energía inyectada a las redes fue del orden de 321 Twh, poco más del 2 por ciento que en 2018. El consumo final creció en una tasa similar. Pero las ventas de suministro básico y de suministro calificado casi no variaron. Sí, en cambio, la energía suministrada por los autoabastecedores. Poco más de tres por ciento, merced a los beneficios implícitos logrados irregularmente por esta figura.

Para este 2020 se estima ya una caída de la energía inyectada a la red del orden de 3.6 por ciento, poco más de 10 Twh. Las ventas descenderían cerca de 6 por ciento. Pero el suministro de autoabastecedores no. Incluso, podría crecer un poco. Sí, es cierto que experimentaremos el descenso más drástico de la historia del sector eléctrico, por la más drástica caída de la vida económica, derivada, evidentemente, de la terrible pandemia. Y eso a pesar de recuperaciones significativas que se perciben, por ejemplo, en la zona noroeste del país. De veras.

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