8/29/2020

¿Dónde están todas las mujeres dirigentes?

Kamala Harris hace historia como candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, pero en todo el mundo siguen existiendo barreras para que las mujeres accedan al poder

Fuentes: Al Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Foto: La ministra japonesa Satsuki Katayama con otros ministros del gobierno Shinzo Abe en 2018 [Reuters]
Cuando Satsuki Katayama fue nombrada la única ministra del nuevo gobierno del primer ministro Shinzo Abe en 2018 en seguida se topó con los obstáculos prácticos a los que se enfrentan las mujeres en puestos dirigentes. Justo antes de la ceremonia de constitución del nuevo gobierno se le informó de que no iba vestida correctamente para la ocasión. El código de vestimenta del Palacio Imperial estipula que las mujeres deben llevar vestidos largos, así que mientras los hombres se relajaban y charlaban distendidos con sus compañeros parlamentarios antes de la ceremonia Katayama se tuvo que marchar a toda prisa en busca de un atuendo más adecuado, solo porque es una mujer.
Es fácil minimizar estos incidentes y considerarlos molestias menores, pero cuando ocurren a diario actúan como obstáculos y barreras para que las mujeres asuman puestos dirigentes. Aunque las mujeres han hecho progresos, especialmente en las sociedades capitalistas avanzadas, este sigue siendo un ámbito nuevo para ellas, especialmente para las mujeres de color.
Esta semana el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos Joe Biden anunció que la senadora Kamala Harris será su compañera en la candidatura y la futura vicepresidenta si Biden gana las elecciones en noviembre. Se trata de un hito importante, la primera vez que se le da a una mujer de color semejante posición en la lista de un partido importante en Estados Unidos. Para algunas personas pone de relieve hasta qué punto perdura el sistema patriarcal ya que se lo tuvo que otorgar un hombre, Biden. Habrá que ver si es un verdadero indicador de progreso o un gesto simbólico de los demócratas.
El hecho es que siguen estando muy arraigados los obstáculos que impiden a la mayoría de las mujeres llegar a posiciones de poder.
Los códigos de vestimenta, como el código con el que tropezó Katayama, no son los únicos obstáculos con los que se encuentran las mujeres en los parlamentos de todo el mundo. Entre 2004 y 2014 Silvana Koch-Mehrin obtuvo un escaño como parlamentaria alemana en el Parlamento Europeo de Bruselas. En esos años se quedó embarazada, dio a luz y descubrió que no había instalaciones para que las mujeres cuidaran a sus bebés, como espacios privados en los que poder amamantarlos o cambiarles los pañales. A menos que les pareciera bien hacerlo abiertamente en las reuniones o en hemiciclo, las mujeres no podrían cumplir con sus deberes parlamentarios poco después de dar a luz. “Era una de esas necesidades que no están en el horizonte de los hombres”, afirma ahora. “Yo podría simplemente haber utilizado mi despacho para amamantar, pero ser trata de un parlamento en el que trabajan muchas personas, no solo diputados, y no todas estas personas disponen de un despacho privado” . En parte gracias a su propia campaña, desde entonces se han creado instalaciones para mujeres en el Parlamento Europeo, en el que la participación de las mujeres ha ido aumentando de forma lenta pero constante cada año desde las primeras elecciones en 1979.
En 2013 la europarlamentaria italiana Licia Ronzulli participó en una votación con su hija [Archivo: Reuters]
Durante su trabajo como política y parlamentaria en diferentes parlamentos del mundo Koch-Mehrin observó muchos obstáculos directos e indirectos para una verdadera participación igualitaria. Por ejemplo, solo recientemente el Parlamento Italiano eliminó el privilegio que tenían los diputados varones de tener cortes de pelo gratuitos. “Es un pequeño elemento simbólico”, afirma. Pero resume algunas de las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres. Mientras que los hombres se cortaban el pelo en el centro de trabajo y en horas de trabajo, las mujeres tenían que dedicar tiempo de sus obligaciones parlamentarias a visitar una peluquería, una distracción de su trabajo y, por lo tanto, una desventaja.
A consecuencia de lo que aprendió mientras fue parlamentaria Koch-Mehrin encabeza ahora la red global de mujeres políticas Women Political Leaders (WPL), cuya sede está en Reykjavik. El objetivo de esta organización independiente es aumentar la cantidad de mujeres que ocupan puestos de dirigentes políticos y su influencia, y en la última década las investigaciones que ha realizado han puesto de relieve las muchas barreras no legales a las que todavía se enfrentan las mujeres.
“Resulta sorprendente que más de cien años después de que se concediera por primera vez el derecho a voto a las mujeres (en Islandia), todavía esté viva la primera mujer elegida presidente”, afirma Koch-Mehrin. Se refiere a Vigdis Finnbogadottir que en 1980 ganó las elecciones presidenciales de Islandia y se convirtió en la mujer jefe de Estado que más tiempo ha permanecido en el cargo, casi 16 años.
Por supuesto, Islandia está lejos de ser la norma. Aunque algunos países habían tenido mujeres jefe de Estado antes de que Finnbogadottir asumiera el cargo, desde entonces la cantidad de naciones que han roto la barrera de género para elegir a una mujer dirigente es notablemente baja. Estados Unidos, por ejemplo, continúa luchando para lograrlo. “Sigue siendo un fenómeno nuevo en sistemas políticos que durante cientos de años se han establecido y adaptado a las necesidades de los hombres”, afirma Koch-Mehrin. “Las mujeres siguen siendo el grupo ‘nuevo’ que trata de entrar”.
Silvana Koch-Mehrin en una sesión del Parlamento Europeo en Estrasburgo en 2009 [Archivo: Reuters]

Mujeres de color

El ascenso a la cima es todavía más problemático para las mujeres de color, incluso en sistemas políticos que se han esforzado por facilitar este paso de las mujeres en general. Es especialmente claro en sociedades muy multiculturales, como Estados Unidos y Reino Unido. Veamos, por ejemplo, las agresiones raciales y misóginas que sufren las políticas de color en Reino Unido. Diane Abbott es una exministra del Interior en la sombra en Reino Unido. Según una investigación de Amnistía Internacional, recibió casi la mitad (45 %) de todos los tweets insultantes enviados a mujeres parlamentarias en el período previo a las elecciones generales de junio de 2017. La investigadora de Amnistía Internacional Azmina Dhrodia afirmó que como no se podían tener en cuenta los tweets borrados, probablemente la verdadera dimensión de los insultos fuera mucho peor. Aunque se excluyó a Abbott del total, se concluyó que las parlamentarias negras y asiáticas habían recibido un 35 % más de tweets insultantes que sus colegas blancas.
Amanda Hunter es directora de investigación de la Barbara Lee Family Foundation [Fundación de la Familia Barbara Lee] de Cambridge, Massachusetts, que trabaja para incrementar la representación de las mujeres en la política de Estados Unidos. Según ella, “además de enfrentarse a los prejuicios de género, las mujeres de color tienen que lidiar con los prejuicios raciales durante la campaña electoral. Gracias a nuestras investigaciones sabemos se supone que los hombres están cualificados, pero las mujeres candidatas tienen que demostrar a los votantes que están a la altura del cargo. Las mujeres tienen que demostrar que pueden obtener resultados, mientras que los hombres simplemente pueden entregar su currículum. Las mujeres de color y en particular las mujeres negras tiene que trabajar el doble para demostrar que están cualificadas, particularmente en aspectos como su trayectoria referente a cuestiones económicas. También parece que las mujeres de color tienen que hacer frente a más dudas de ‘elegibilidad’ que sus colegas masculinos blancos”.
La exministra del Interior en la sombra en el Reino Unido Diane Abbott con el entonces líder laborista Jeremy Corbyn en 2019 [Getty Images]

“Un problema sistémico”

Han pasado cien años desde que algunas mujeres pudieron votar por primera vez y casi cien años desde que fue elegida la primera mujer en la Cámara de los Comunes de Reino Unido. Con todo, las mujeres siguen estando muy poco representadas en ella, puesto que solo son el 32 % de todos los diputados.
“Aunque se han hecho progresos, todavía hay que trabajar mucho para garantizar que el Parlamento refleja una gama diversa de voces”, afirma Sam Smethers, presidenta de la Fawcett Society, un grupo que trabaja para aumentar la participación de la mujer en el espacio público y en los centros de trabajo en Reino Unido.
En primer lugar, como pone de manifiesto el informe de 2019 del Banco Mundial Women, Business and Law [Mujeres, negocios y derecho], no es cierto que se hayan eliminado totalmente las barreras legales para la mayoría de las mujeres en la mayoría de los lugares. El informe examina las leyes y regulaciones que pueden obstaculizar la entrada de las mujeres en centros de trabajo o emprender negocios en 187 países de todo el mundo y da a cada país una puntuación de 100. El promedio es de 74,71. Esas regulaciones van desde derechos legales hasta regulaciones sociales, como el hecho de que se permita a las mujeres salir de casa sin el permiso de un pariente varón. La investigación deja claro que la situación es mucho peor para las mujeres en unos países que en otros.
Hasta el año pasado las mujeres de Arabia Saudí estaban sujetas a la estricta ley de tutela del país que exigía a las mujeres tener el permiso de un pariente varón para todo lo relacionado con el trabajo, el ocio, las finanzas, el derecho y la salud. El año pasado se relajó esta situación y ahora las mujeres pueden obtener el pasaporte y viajar sin el permiso de un pariente varón, y se han establecido algunas protecciones contra la discriminación en los centros de trabajo. Aun así, Arabia Saudí sigue situada en el último lugar del índice con una puntuación de sólo 25,63.
Aunque en los países del África subsahariana y del sudeste de Asia continúan lejos la igualdad de condiciones, de hecho es en estos países donde se han producido las mayores mejoras en los diez últimos años. El África subsahariana registró el tercer aumento más alto en el promedio regional ya que pasó de 64,04 a 69,63 en la década. En Asia meridional fue donde se observó el mayor aumento regional al pasar de 50 a 58,36. Le siguió Asia oriental y el Pacífico, que pasaron de 64,8 a 70,73.
Según el informe, “la mayoría de los principales reformadores introdujeron leyes sobre el acoso sexual o estipularon la no discriminación para acceder al crédito. Un tercio de las principales economías en proceso de reforma eliminaron las restricciones laborales en el trabajo nocturno o en ciertos tipos de trabajo”.
Sólo seis países (Bélgica, Dinamarca, Francia, Letonia, Luxemburgo y Suecia) obtienen los 100 puntos completos en el Índice de Mujeres, Negocios y Derecho. Hace diez años ninguno de estos países obtenía los cien puntos, lo que indica que ha habido algún progreso. Francia es e país que más progresos ha hecho en este periodo de tiempo ya que pasó de una puntuación de 91.88 en el Índice de 2009 a 100 en 2019 gracias al establecimiento de leyes contra la violencia doméstica, la imposición de sanciones penales por acoso sexual en el centro de trabajo y el establecimiento de la licencia parental remunerada.
“Me resulta bastante sorprendente que solo seis países traten igual por ley a hombres y mujeres”, afirma Koch-Mehrin. “En gran medida es un problema sistémico”
Sam Smethers encabeza un grupo que trabaja para aumentar la participación de la mujer en los centros de trabajo en Reino Unido [foto cortesía de Fawcett Society]

El trabajo de esposa

Cuestiones prácticas como los códigos de vestimenta y la falta de instalaciones para las madres son elementos que frenan a las mujeres. “El problema es cómo funciona el sistema”, afirma Smethers. “Si tienes una familia y niños en la escuela, y haces malabarismos para acudir todos los días al parlamento, entonces las mujeres tiene menos posibilidades de atender un escaño”.
Gran parte de esto se debe a las expectativas que la sociedad tiene generalmente de las mujeres, el fenómeno denominado “Second Shift” [segundo turno] en Estados Unidos y «Wifework» [trabajo de esposa] en Reino Unido por los libros con estos mismos nombres de Arlie Hochschild y Susan Maushart respectivamente.
Anthony Pahnke, profesor asociado de relaciones internacionales de la Universidad de San Francisco, donde también estudia a los dirigentes políticos de Estados Unidos y América Latina, lo considera el principal problema al que se enfrentan las mujeres en las sociedades capitalistas avanzadas. “Desde que las mujeres han entrado a formar parte de la fuerza de trabajo han acabado teniendo dos trabajos”, afirma. “Los papeles de las mujeres han cambiado en el mundo exterior, pero se las sigue considerando responsables del hogar. Siempre hay estudiantes que afirman que eso es ‘una forma anticuada de pensar’, pero no lo es. Aparece constantemente en lo que opina la gente. En la población activa de Estados Unidos las mujeres son inmigrantes. Y la política sigue siendo un reino del hombre”.
En 2014 WPL hizo un estudio global sobre las barreras no legales que obstaculizan las carreras de las mujeres directivas empresariales y dirigentes políticos. “Estudiamos por qué, a pesar de que las empresas conceden los mismos derechos particulares a hombres y mujeres, en la mayoría de los países todavía no conseguimos el mismo nivel de participación. Ocurre lo mismo en todo el mundo”, afirma Koch-Mehrin “No es en absoluto una cuestión exclusiva de la política. Es una combinación de tener familia y trabajo, y de la suposición de que a la mujer le corresponde encontrar las soluciones. A ningún hombre se le pide en absoluto que gestione el hogar y el trabajo. Además”, continúa, “las mujeres tienen que ganarse la aprobación de su familia antes de poder siquiera empezar a hacer malabarismos con ambas cosas. Las mujeres siguen buscando el consentimiento y el permiso de su familia, una cuestión por la que los hombres no tienen que preocuparse en la mayoría de los casos”.
La exprimera ministra Theresa May hablando en el Parlamento en Londres en 2019 [Reuters]
En 2018 The Fawcett Society elaboró un estudio sobre cómo eligen los partidos políticos en Reino Unidos a los candidatos parlamentarios. “Constatamos que en la inmensa mayoría de los partidos políticos quienes hacían la selección tenían en mente una idea muy rígida del candidato ideal y en la inmensa mayoría de los casos era un hombre blanco de clase media”, afirma Smethers. “De modo que cuando conocen a candidatas estas ya no son ‘lo que ellos tenían en mente’. Muchas mujeres afirmaban que se les había preguntado cómo se iba a arreglar para cuidar a los niños y quién cuidaría del hogar. Ni siquiera se contemplaba la idea de que puedan tener un cónyuge que se ocupara de ello”.

“Simplemente se supone que los hombres están cualificados”

Por consiguiente, los estereotipos sociales son muy importantes. “Simplemente se supone que los hombres están cualificados”, afirma Hunter. “Las mujeres tienen que demostrar una y otra vez que están cualificadas. Por lo tanto, es importante para ellas mostrar que obtienen resultados y destacar sus éxitos. Las mujeres tienen que estar más que preparadas. No puede haber errores”. Hunter cree que esta es la razón de que varios países dirigidos por mujeres hayan salido mejor parados de la pandemia de coronavirus, por ejemplo, algo que ha atraído mucha atención de los medios de comunicación. Las mujeres simplemente no se pueden permitir hacerlo mal.
La primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Ardern interviene en una cumbre en la ONU en 2019 [Getty Images]
En Nueva Zelanda, por ejemplo, se ha elogiado a la primera ministra Jacinda Ardern por su estilo empático de comunicarse y por el hecho de que el pico de coronavirus del país se produjera en abril cuando hubo solo 22 personas muertas en una población de cinco millones de personas.
“Cuando las mujeres nos presentamos al cargo de mandatario, además de hacer una campaña electoral, tenemos que hacer una campaña para que se crea en nosotras. Los hombres no tienen que hacerlo. Se debe al estereotipo de que las mujeres no están tan cualificadas”.
En 2018 WPL publicó su Índice Reykjavik de países del G7 y BRIC, en el que se examinaba cómo se veía y estereotipaba a las mujeres cuando se trata de ser elegidas dirigentes políticos. “Concluimos que es muy fuerte el estereotipo de que las mujeres son menos adecuadas para puestos dirigentes. Lo que hace que aún no hayamos llegado a ese punto es una combinación de eso y las desiguales posiciones de partida”, afirma Koch-Mehrin.
La investigación realizada por la Barbara Lee Family Foundation apoya firmemente esta conclusión. “Cuando lo investigamos, los votantes con los que hablamos reconocieron que se sometía a las mujeres un nivel mayor de exigencia”, señala Hunter. A consecuencia de ello las candidatas también se someten a sí mismas a un nivel mayor de exigencia. “Investigamos a los candidatos y descubrimos que aunque hombres y mujeres afirmaron consumir la misma cantidad de medios de comunicación, seguía siendo tres veces más probable que las mujeres afirmaran que no se sentían lo suficientemente informadas [para tomar decisiones de liderazgo sobre cuestiones importantes]. Para las mujeres, la palabra ambición es una palabra malsonante. Es amenazadora para muchas personas. Pero las mujeres están empezando a defenderse unas a otras y a sí mismas”, añade.
En su trabajo sobre los dirigentes políticos en Estados Unidos y América Latina Pahnke ha descubierto un tema común: la presunción de que las mujeres no pueden “hacer” economía. “Se ha investigado mucho acerca de los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en la política, tanto aquí como en América Latina, y lo he estudiado”, afirma Pahnke. “Parece que cuando la política se convierte en economía, a las candidatas les va muy mal. Hay mucha desigualdad en Estados Unidos y también en 2016 [cuando se produjeron las últimas elecciones presidenciales] el comercio era un tema fundamental. No se trataba solo de la conexión entre Hillary Clinton y el NAFTA [siglas en inglés de Tratado de Libre Comercio de América del Norte] sino que también estaba el problema del género y esta idea de que las mujeres no pueden hacer economía”.
Elizabeth Warren habla a la prensa ante su casa acerca del final de su campaña a la presidencia de Estados Unidos en 2020 [Reuters]
Pahnke cree que es una de las razones por las que no tuvo éxito la candidatura de Elizabeth Warren a la presidencia por el Partido Demócrata. “No se trata de la competencia de Elizabeth Warren”, añade. “Su equipo hizo muchas declaraciones políticas sobre temas que iban desde la agricultura a los bancos, y pidió ideas a la gente sobre alimentación y agricultura. Habría sido una gran presidenta. Veamos el caso de “Medicare For All” [el programa de asistencia sanitaria universal]. Bernie [Sanders] no dio respuestas. Warren sí las dio y su popularidad bajó debido a la ceguera sobre la capacidad de las mujeres para gestionar la economía”.

Dedicarse a la política nacional es ir demasiado lejos

Smethers señala que aunque en la política local se acepta mucho más a las mujeres, también hay ceguera acerca de su idoneidad para el liderazgo nacional. “El público las votará en el ámbito local. Hay datos que muestran que el público afirma que quiere ver a mujeres en la política porque le parece que ellas le representan mejor. Pero cuando se trata niveles superiores, están más expuestas y si no parecen hombres machistas y se expresan como ellos, no se las toma en serio”, afirma.
A esto se une el hecho de que las mujeres tienen un acceso limitado a las finanzas y a las redes cuando se trata de promocionarse para puestos dirigentes. Hunter afirma que en Estados Unidos, por ejemplo, el sistema es profundamente patriarcal en su modo de operar con las dinastías políticas familiares y el acceso a la riqueza. “Muchos de los puestos en el Congreso y el Senado se han convertido en puestos familiares… y es extremadamente importante tener apoyo financiero”.
Amanda Hunter trabaja para incrementar la representación de las mujeres en la política estadounidense [Foto cortesía de la Barbara Lee Foundation]
Koch-Mehrin añade: “Es bien sabido que las mujeres no tienen el mismo acceso a los donantes y la financiación de las campañas, ni participan en ello del mismo modo. Los partidos políticos dan menos a las candidatas”.
A consecuencia de todos estos factores las mujeres también se enfrentan a muchas más agresiones cuando desempeñan un cargo público, otro factor disuasorio para desempeñar puestos importantes en la vida pública. El hecho es que grandes sectores de la sociedad se siguen oponiendo vehementemente a que la mujer esté en la vida pública.
Según cifras de la ONU y de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), más del 80 % de las parlamentarias informan de haber sido objeto de acoso e insultos on line, que van desde ocurrencias acerca de su atractivo hasta la violencia física, fatal en ocasiones, como en el caso de la parlamentaria británica Jo Cox a la que un activista de extrema derecha disparó y apuñaló hasta causarle la muerte en 2016. En 2018 la política brasileña Marielle Franco fue asesinada en su coche en circunstancias similares. En este caso los dos sospechosos del asesinato habían sido fotografiados previamente con el presidente del país Jair Bolsonaro. Ambas mujeres también habían sufrido campañas de agresiones on line. “El acoso y las agresiones on line son pésimos para las mujeres, con amenazas de muerte y amenazas de violación. Es un enorme elemento disuasorio para que las mujeres participen en la política”, afirma Smethers.
“Las mujeres lo pasan muy mal en la vida pública. Se analiza al milímetro cualquier aspecto de su vida, si están casadas, si tienen hijos, etc., y ese escrutinio puede ser agotador y amenazador”, añade Koch-Mehrin.
Hunter afirma que este escrutinio les dificulta enormemente concentrarse y es una pérdida de tiempo para mujeres que deberían tener la libertad de dirigir su atención a su trabajo y a su candidatura, y supone una desventaja más a la que sus colegas masculinos no se enfrentan.
“Si nos fijamos en las senadoras (es un buen ejemplo de uno de los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres) pagan un precio mucho mayor si cometen un error”
La candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, la senadora Kamala Harris interviene en un debate presidencial demócrata [Saul Loeb/AFP]
La senadora Kamala Harris, la demócrata de California que el año pasado anunció que se presentaba como candidata a la presidencia y que ahora se presenta a la vicepresidencia junto con Joe Biden, se llevó una buen bronca tras afirmar en una entrevista distendida que escuchaba a raperos como Tupac y Snoop Dogg mientras fumaba cannabis en la universidad, cuando en realidad los discos que mencionaba se publicaron después de que se licenciara. “Después acabó teniendo que defender ese error durante muchos días, lo que la distrajo de sus objetivos políticos”, afirma Hunter. “Los hombres pueden reírse simplemente de esas meteduras de pata, pero las mujeres tiene que defenderse”.
Las mujeres están sujetas a unos criterios que los hombres no tienen que cumplir. En 2019, por ejemplo, Politico publicó un artículo titulado “Warren battles the ghosts of Hillary” [Warren lucha contra los fantasmas de Hillary] y lo tweeteó con el comentario “¿Cómo evita una “reedición” de Clinton Elisabeth Warren, tachada de demasiado desagradable antes de que despegue su campaña?”. “Ante la pregunta de si era suficientemente ‘agradable’, en las redes sociales hubo una inmensa respuesta de indignación impulsada por mujeres”, afirma Hunter. “Las mujeres están verdaderamente hartas y simplemente ya no quieren seguir soportando este sexismo flagrante, incluso sólo cuatro años después de 2016 [cuando Hillary Clinton perdió las elecciones presidenciales contra Donald Trump]”.
Smethers señala la forma en que los medios de comunicación también tratan como objetos a las mujeres. “Te encuentras con que los medios hablan de las piernas de [la primera ministra de Escocia] Nicola Sturgeon y dedican muchas páginas a la ropa que llevan [las políticas]”. El resultado es una existencia muy limitada para las políticas a menos que sean lo suficientemente valientes para soportar las agresiones resultantes de haber expresado, aunque sea un poco, opiniones incómodas.

Aunque… Margaret Thatcher

Muchas de las personas que niegan la idea de que las mujeres se enfrentan a complicados obstáculos para ocupar puestos dirigentes señalan la única excepción notable: Margaret Thatcher, que fue primera ministra de Reino Unido desde 1979 hasta 1990. Pero tanto Smethers como otras personas que han estudiado su mandato afirman que Thatcher lo logró emulando el estilo masculino de liderazgo.
La primera ministra británica Margaret Thatcher y el primer ministro chino Zhao Ziyang en diciembre de 1984 [Archivo: The Associated Press]
“Margaret Thatcher tenía un carácter muy populista (venta de casas de protección oficial, poner en venta acciones de British Gas). A la gente le parecía que su vida estaba mejorando. Ella jugó con las aspiraciones de la gente. Pero tenía que demostrar a los hombres que podía lograrlo. No podía dar muestra de ninguna debilidad. Siempre estaba pendiente del menor detalle, no se le pasaba nada. Su base de poder consistía en ser la Dama de Hierro. No le puso fácil a las mujeres seguirla. No se ocupó de las barreras sistémicas, se limitó a operar dentro de ellas”.
En cambio, afirma Koch-Mehrin, la canciller de Alemania Angela Merkel no se ha limitado a encajar en el patrón masculino de los dirigentes políticos. En vez de gobernar con mano de hierro o de tomar las riendas con contundencia machista, Merkel ha basado su postura en el consenso y la aceptación. “Angela Merkel sabé cómo funciona el sistema”, señala Koch-Mehrin.
“Las mujeres suelen tener una vida política más corta que los hombres debido a las normas informales y a los acuerdos secretos, que no forman parte de las normas oficiales y no están a disposición de las mujeres. Angela Merkel es diferente a esto. Conoce a todas y cada una de las personas de su partido. Ha trabajado con todos los dirigentes internacionales, de modo que está familiarizada con las normas no escritas”.
La canciller alemana Angela Merkel en la cumbre de dirigentes de la Unión Europea en febrero [Reuters]
“Pero en sus discursos tiene un estilo muy diferente al de los hombres. No grita ni se quita la chaqueta para arremangarse. Tiene una forma de hablar más analítica y menos atractiva. No da puñetazos en la mesa. Su estilo consiste en sopesar opiniones y crear una base de consenso sólida, algo que requiere tiempo. Consigue que la gente esté de acuerdo y entonces toma una decisión. Lo que mejor hace es crear consenso y colaborar.”.
“En las fotos de ella en el congreso del partido, los medios de comunicación toman nota de cuántos asientos se colocan lejos de su gente. Pero nunca lo dice ella misma. Su credibilidad personal es que desea servir. Vive en un piso modesto y no frecuenta los yates de multimillonarios. A diferencia de muchos dirigentes hombres, tiene un estilo de vida con los pies en la tierra”.

Rechazar el patrón masculino

Por consiguiente, ¿la respuesta para las mujeres es simplemente dejar de tratar de emular a los hombres para conseguir puestos de poder? A fin de cuentas, el resultado de hacerlo es solo éxitos puntuales como Margaret Thatcher, que no resuelven ninguno de los obstáculos a los que se suelen enfrentar las mueres.
Hunter afirma que es algo que finalmente está empezando a suceder. “Con las mujeres de la generación del milenio se puede constatar verdaderamente un cambio en este sentido. El Movimiento #MeToo las ha motivado mucho. Las mujeres ahora avanzan más que nunca”.
En vez de limitarse a encajar en el patrón masculino, más mujeres empiezan a presentarse como seres humanos completos y a adoptar el “enfoque de 360 grados”, como Hunter lo denomina. Pone el ejemplo de Ayanna Pressley, la diputada estadounidense por el séptimo distrito del Congreso de Massachusetts y una mujer de color. “Ayanna Pressley es un ejemplo de una candidata 360 grados, como lo son muchas de las mujeres de su estilo que fueron elegidas para el Congreso (después de 2016). En vez de tratar de encajar en un patrón anticuado que fue creado para un hombre, las mujeres están mostrando a los votantes toda su experiencia humana y cómo influirá en su forma de liderar”. Por ejemplo, durante su campaña Pressley habló de tener que trabajar para pagar la universidad como una forma de demostrar a los votantes de su distrito que comprendía sus problemas financieros. Habló de ser una superviviente de una agresión sexual y de tener familiares en el sistema de justicia penal.
Hunter señala que otro buen ejemplo de ello es la senadora Tammy Baldwin que durante su campaña publicó un anuncio sobre la adicción de su madre. La senadora republicana Martha McSally es otra mujer que ha hablado de ser una superviviente de una agresión sexual. “Al mostrar diferentes aspectos de sus experiencias de vida las mujeres demuestran a los votantes que están en contacto con los retos cotidianos a los que se enfrenta la población estadounidense. Sabemos gracias a nuestra investigación que eso es muy importante. Lo vimos durante el ciclo 2020 cuando Elizabeth Warren habló de hacer frente a la discriminación por embarazo y la senadora Harris habló de ir en autobús a la escuela de niña”.
Ayanna Pressley, a la izquierda, en una rueda de prensa con la diputadas demócratas Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez y Rashida Tlaib en 2019 [Reuters/Erin Scott]
Smethers añade que las mujeres dirigentes están empezando a permitirse demostrar características distintas de las de los hombres, como la falta de autocomplacencia, lo que en cierto modo puede explicar por qué algunas mujeres dirigentes parecen haber gestionado la experiencia que han tenido sus países de la pandemia de coronavirus mejor que sus colegas masculinos. “Los dirigentes masculinos pueden utilizar un estilo muy machista y una gran debilidad es la autocomplacencia. Por ejemplo, cuando Boris Johnson salió del hospital y estrechó la mano de la gente demostró una actitud muy displicente. Muchos de nuestros líderes simplemente no se tomaron la pandemia lo suficientemente en serio”. Este error no lo cometieron la mayoría de las mujeres dirigentes, como se puede ver por la forma de gestionar la pandemia en Nueva Zelanda, Islandia, Alemania y San Francisco, entre otros lugares.
“En segundo lugar está la calidad y el estilo de las comunicaciones”, señala Smethers. “Las mujeres tienden a ser más abiertas, más humanas y más tranquilizadoras. En Nueva Zelanda y Alemania hay un estilo diferente de comunicarse con el país. Simplemente parece que se preocuparan más”.

¿Algunos sistemas políticos son mejores para las mujeres?

No es de extrañar que los países que van a la cabeza de mujeres dirigentes a menudo sean aquellos que han concedido sistemáticamente más acceso a las mujeres. “Los países con mujeres en los cargos más altos tienen sistemas diferentes”, afirma Hunter. “Hemos descubierto que los votantes están dispuestos a apoyar que las mujeres formen parte de un órgano deliberativo. Si después ese órgano deliberativo las sitúa en el puesto dirigente, una vez que los votantes las ven en ese puesto, es más probable que las vuelvan a votar”.
Según Pahnke, también es más probable eso que lo facilite más el sistema parlamentario que el presidencia. “Las elecciones presidenciales se pueden convertir en referéndums sobre masculinidad”. “En Alemania y Nueva Zelanda hay más oportunidades de que los votantes se expresen a través de las diferentes opciones de partidos, hay más opciones electorales”, señala. “Por ejemplo, en Alemania hay un Partido Verde viable que tiene escaños en el Parlamento. Los sistemas parlamentarios también dan lugar a líderes que pueden llegar a compromisos porque tienen que formar coaliciones por necesidad, de no hacerlo no pueden dirigir el gobierno. Cuando se tienen más opciones de partido, los partidos pueden centrarse más en uno o dos temas que pueden atraer particularmente a las mujeres y, por lo tanto, a más candidatas”.
Smethers afirma que de forma similar cuando la gente está en general más abierta a las ideas progresistas es más probable que acepte a mujeres candidatas. “Nueva Zelanda es quizá más progresista en general. Fue uno de los primeros países que concedió el voto a las mujeres y son mucho más activos en cuestiones relacionadas con los derechos humanos. Un poco de ideas progresistas abre la mente a los demás”.
Koch-Mehrin cree que los sistemas que han visto más cantidad de mujeres en el poder político son los que han reformado su forma de trabajar, como los cambios realizados en el Parlamento de la Unión Europea para tener en cuenta a las madres de bebés.
Pero se trata sobre todo de construir un historial de más mujeres en el poder para crear una nueva “normalidad” que los votante empezarán a aceptar sin plantearse preguntas. “Por tercera vez vemos en Finlandia un gobierno en el que hay más ministras que ministros, de modo que ya no es una noticia novedosa en Finlandia. Es una cuestión de números, simplemente el hecho de aumentar la cantidad de mujeres en el poder es enormemente importante”.
La primera ministra Sanna Marin, la ministra de Educación Li Andersson, la ministra de Finanzas Katri Kulmuni y la ministra del Interior Minister of Interior Maria Ohisalo de Finlandia tras la primera reunión del gobierno en Helsinki, Finlandia, el 10 de diciembre de 2019 [Reuters]
De forma similar, en la Unión Europea la cantidad de mujeres parlamentarias ha aumentado cada año desde las primeras elecciones en 1979 y ahora llega casi al 40 %.
Hunter afirma que es fundamental el hecho de que las mujeres hayan empezado a apoyarse mutuamente, animadas por la campaña #MeToo. “Después de 2016 se produjo la Marcha de las Mujeres en 2017 y se eligió a una cantidad récord de mujeres para ocupar cargos en Estados Unidos. En las últimas nominaciones de candidatos a la presidencia tuvimos seis mujeres en la lista de candidatos y también mucha más diversidad. Por lo tanto, hay personas que están creciendo ahora y que no recordará una época en que las mujeres no estuvieran en las listas de candidatos. Este ciclo ha sido muy diferente del período previo a 2016. Esta vez los votantes han podido ver a mujeres debatiendo y apoyándose mutuamente. Esto es lo que creará los cimientos para que la gente empiece a ver que votar a una mujer no es algo extraordinario. Vemos de distinta manera a mujeres comprometidas y activas. Parece que el cambio es más posible que nunca”.

Utilizar cuotas, “los hombres no están ahí por sus méritos”

Si el hecho de que haya más mujeres en el poder es clave para que más mujeres lleguen a ser dirigentes, muchas personas argumentan que entonces las cuotas son esenciales para lograrlo. Sin embargo, la idea de las cuotas es muy polémica, de modo que WPL no tiene una postura formal al respecto porque sus miembros no están de acuerdo acerca de la utilidad de las cuotas. Con todo, Koch-Mehrin afirma: “Mi opinión personal es sí, necesitamos cuotas para normalizar la idea de las mujeres en el poder”. Afirma que, de hecho, las cuotas se pueden utilizar para motivar a los hombres para que sean más activos en la promoción de las candidatas. Los estatutos del Partido Verde Alemán, por ejemplo, estipulan que la cantidad de candidatas y de candidatos debe ser igual, lo que significa que los hombres simplemente no se pueden presentar para un cargo a menos de que se aseguren de que también se presenta una mujer. “Si un partido lo establece como norma, entonces se convierte en normal”, afirma Koch-Mehrin
En Estados Unidos, donde son impopulares las cuotas para las mujeres, está claro que las mujeres tienen dificultades para obtener los puestos más altos. Hunter afirma que la Barbara Lee Family Foundation ha hecho una investigación que demuestra que para que una mujer llegue a ser presidente tendrá que tener en su historial el haber desempeñado el cargo de alcaldesa y de gobernadora. Pero hasta que los partido no empiecen a promover activamente a las mujeres para escaños que se pueden ganar es poco probable que eso ocurra pronto.
Aunque después de la elección de Donald Trump como presidente en 2016 en Estados Unidos hubo una cantidad récord de mujeres elegidas para puestos de poder (en la Cámara de Representantes se eligió o reeligió a la cantidad récord de 103 mujeres), Pahnke afirma que la representación de la mujeres en Estados Unidos sigue siendo baja. “Se ha hablado de un aumento de esa cifra y lo ha habido, pero sigue siendo muy baja, afirma. “Tenemos un 23 % de mujeres en la Cámara de Representantes, que es muy bajo. Es un problema fundamental en Estados Unidos porque no existe apoyo institucional para las mujeres candidatas. En este sentido Estados Unidos está muy mal. Incluso cuando existen cuotas para las mujeres, no se asignan recursos para hacer que funcionen. No se hace nada al respecto en Estados Unidos”.
Carrie Lam Cheng Yuet-ngor, de Hong Kong, de pie junto a otros funcionarios [Reuters]
Smethers añade: “Ahí donde mejoramos la representación de las mujeres en general conseguimos más mujeres dirigentes. En Reino Unido los partidos de izquierda, Laboristas y Demócratas Liberales, son progresistas respecto a las listas de mujeres. El Partido Conservador, sin embargo, afirma que quieren que las mujeres lleguen allí por sus méritos. Pero los hombres no están allí por sus méritos”. A consecuencia de ello solo el 24 % de los diputados conservadores en Reino Unido son mujeres, mientras que el 51 % de los diputados laboristas y el 66 % de los diputados demócratas liberales son mujeres. “A los laboristas les ha costado 20 años lograrlo, pero también han mejorado a la hora de situar a las mujeres en puestos elegibles”, afirma Smethers. “Hay que intervenir. Alrededor del 80 % de los países que tienen más del 30 % de mujeres diputadas han utilizado la intervención para lograrlo. Si solo se espera a que ocurra, no sucede”.
De hecho, puede que estemos en el año del centenario del sufragio femenino en Occidente, pero costó más de 70 años que las mujeres obtuvieran el voto. El cambio es lento y, aunque se acepte más las mujeres como dirigentes potenciales, costará tiempo hasta que deje de ser algo excepcional.
Cuando la Barbara Lee Family Foundation investigó la actitud de los votantes respecto a la idoneidad de las mujeres para ocupar puestos dirigentes, concluyó que los votantes frecuentemente afirmaban que votarían por una mujer “cualificada”. “Se asume que los hombres están cualificados; las mujeres, no”, señala Hunter.
En un momento especialmente sombrío, Helen Clark, la exprimera ministra de Nueva Zelanda, dijo que la verdadera medida de la igualdad llegaría cuando haya tantas mujeres mediocres en puestos de poder como hombres mediocres. ¡Menuda meta por la que luchar!
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción. 

Educación y cuidados feminizados descansan en mujeres


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CIMACFoto: César Martínez López
Uno de los efectos más importantes de la pandemia son la sobrecarga de trabajo en los cuidados, el llamado “Home-Office” y ahora el reinicio de las actividades escolares a distancia. Todo ello implica una excesiva carga de trabajo para las mujeres, descansa en sus espaldas, donde la variable pobreza, es determinante.
No es lo mismo enfrentar todo esto en una vivienda de dos cuartos y una televisión, que con tres televisores, igual número de computadoras y un departamento de 150 metros, o una casa de 6 recámaras, jardín y cochera, con la posibilidad de contratar trabajo doméstico remunerado y contando con la colaboración de la pareja.
La educación a distancia la impuso la pandemia, permite proteger la salud de la niñez y de toda la sociedad, como se aprecia en esta gráfica es lo que se ha tenido que aplicar en toda Latinoamérica, sólo en cuatro países se resuelve con clases en vivo. Aquí es imposible, ni las condiciones de las familias o de las escuelas lo permiten.
Pero la educación a distancia tiene graves riesgos e inconvenientes, de eso no hay duda, para variar descansa en gran medida en las mujeres y sus cuidados, o acompañamiento de la niñez, ya sea como mamá o como maestra.
La secretaria de Educación en la CDMX, Rosaura Ruíz, declaró: “Es un tremendo reto y sí creo que por la pandemia va a haber una afectación en la educación, porque los niños tienen que estar en la escuela, con sus maestros, que vean a sus amigos, que tengan una vida social, un ambiente cultural”.
Explicó que uno de los problemas a enfrentar en el nuevo ciclo escolar, que inició este lunes, es cómo llegar a las y los estudiantes que no tienen conectividad a Internet ni computadora, aunque dijo que la mayoría del alumnado tiene acceso a teléfonos celulares inteligentes, de allí que junto con la Agencia Digital de Innovación Pública, se planea una estrategia para que el estudiantado de educación básica puedan tener conectividad desde los postes de las cámaras de videovigilancia. “Será muy díficil evitar que se acentúe el rezago educativo que de por sí ya se tiene en materias como lectura, lengua materna y matemáticas”. 
Además del rezago se enfrenta la deserción escolar, ya sea a nivel básico, medio superior o superior. Jóvenes que abandonan la escuela por la presión económica que ha implicado esta pandemia, pero con un horizonte laboral muy, muy precario.
El subsecretario de Educación Superior, Luciano Concheiro Bórquez informó que al menos 10 por ciento del alumnado de preescolar, primaria y secundaria en México –es decir, 2.5 millones– abandonaron las aulas en el ciclo escolar 2019-2020 en el contexto de la pandemia del COVID19, mientras que en el nivel superior, en el que estudian poco más de 4 millones 538 mil jóvenes, la deserción fue de 8 por ciento.
Implica mayores obstáculos para la recuperación integral del país y el riesgo de que toda una generación de jóvenes (que no estaban bien), ahora cancelen definitivamente su presente y cero futuro.
“Se tiende a la regresión de peores condiciones de trabajo o peor ingreso”, alertó la titular de la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet), Carolina Ortiz Porras. Totalmente cierto.
Cuidados y desigualdad de género y económica
Es reconocido y aceptado -pero sin resolver- que persisten en el país profundas inequidades de género en los aspectos más básicos materiales de la vida, en la tarea de cuidados es enorme la brecha de género, las mujeres destinaban a las actividades de trabajo doméstico y de cuidados entre 22 y 42 horas semanales.
Eso era antes de la pandemia, ahora necesitan días de 72 horas para poder atender tooodas las tareas de cuidados, su homeoffice o desplazarse al trabajo, salir a las calles a ofrecer sus mercancias. En síntesis, conseguir un ingreso y no descuidar la carga de cuidados.
El compromiso con la transformación de las situaciones de desigualdad supone que un ámbito que recibe máxima prioridad es el de la incidencia en las políticas públicas, sin embargo aunque parezca increible no existe una “agenda de cuidados” y eso sucede en toda América Latina, NO hay un reconocimiento a este trabajo y las políticas públicas no representan un “soporte” para estos trabajos feminizados.
Así como atender desigualdades o inclusión real de las mujeres al crecimiento económico o al desarrollo, su capilaridad es mucho más limitada que la de los hombres, por supuesto.
Para ONU-Mujeres en su documento: “La economía feminista desde América Latina, Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región”, la “agenda de cuidados” no es ni tan clara (qué se demanda) ni tan uniforme (quiénes lo demandan), y permea de maneras diferentes de acuerdo a las “resonancias” que el concepto tenga en los contextos locales.
La idea de “cuidado” es muy fácilmente aceptada por visiones que feminizan, e incluso “maternalizan” el cuidado, naturalizándolo como lo propio de las mujeres/madres. La apelación moral al cuidado (en particular en el caso del cuidado de niñas y niños) remite a valores familiares tradicionales (los ideales de “buena madre” y “buena esposa” en la familia nuclear tradicional) muy vigentes en la región.
El cuidado con sus “alegrías” (porque “se hace por amor”) puede a veces requerir del “sacrificio” del propio bienestar de las cuidadoras (hay menos “cuidadores”, y menos sacrificados también).
A veces, el cuidado deja de ser recíproco para tornarse servil, o brindarse en condiciones extremadamente precarias cuando es remunerado (el caso de algunas “trabajadoras del cuidado”). Para maestras y maestros, el cuidado es un “saber no experto”.
Sin embargo ahí están como una terca realidad las formas de familia que no se corresponden con el arquetipo de varón proveedor-mujer cuidadora. Jefas de familia es una categoría nueva pero otra vez, no reconocida y mucho menos pariarcalmente aceptada.
Las mujeres con sus trabajos de cuidados sostienen el funcionamiento de las economías al asegurar cotidianamente, con su trabajo reproductivo, “la cantidad y la calidad” de la fuerza de trabajo, como bien señala el documento de ONU-Mujeres.
Interesa saber dónde se cuida (¿en los hogares? ¿en instituciones públicas como escuelas, hospitales de día, geriátricos? ¿en instituciones comunitarias?), quién cuida (¿las mujeres en tanto madres/? ¿madres y padres? ¿trabajadoras del cuidado?) y quién paga los costos de ese cuidado (¿el Estado a través de transferencias para que el cuidado sea prestado por las mujeres en las familias? ¿el Estado a través de la provisión de servicios de cuidados? ¿las familias, de acuerdo a su capacidad de pago?).
Y construir esa agenda de cuidados con demandas precisas y concisas, porque esa también es violencia contra las mujeres.
Un abrazo a todas las maestras, a nuestra niñez y a esas mujeres cuidadoras.
20/CRPM/LGL

Preparan informe sombra OSC para presentar ante CEDAW

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Ciudad de México. Debilitamiento de las fiscalías especializadas para la atención de la violencia contra las mujeres, ausencia de presupuesto, falta de periciales y la ausencia de la perspectiva de género en operadores de justicia, son algunos de los temas pendientes que se reportará al Comité de Expertas de la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW son sus siglas en inglés). 
Convocadas hoy por la plataforma “Nosotros Tenemos Otros Datos”, expertas en derechos de las mujeres explicaron en conferencia de prensa cuáles son algunos de los pendientes que reportarán en el informe sombra de medio término que preparan para entregar en septiembre próximo al Comité CEDAW. 
El Comité CEDAW es un órgano integrado por 23 personas expertas independientes de todo el mundo que supervisan la aplicación de esta convención sobre los derechos de las mujeres en los Estados parte, entre ellos México. Este organismo revisa periódicamente a los Estados para vigilar su avance en garantizar los derechos de las mujeres. La revisión más reciente para México fue en 2018, cuando el gobierno de México entregó su noveno informe de cumplimiento y la CEDAW le devolvió una serie de recomendaciones cuyo avance debe informar el Estado este 2020. 
Aunque el Estado mexicano sabía desde 2018 que este julio de 2020 debía entregar un informe de medio término a la CEDAW, la Secretaría de Relaciones Exteriores informó vía transparencia que aún no lo elabora. Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil también presentarán un informe sombra para asegurarse que la CEDAW tenga información completa y certera sobre lo que ocurre en nuestro país. 
La doctora Patricia Olamendi, que ha participado en distintos mecanismos internacionales en materia de Derechos Humanos, recordó que las recomendaciones de la CEDAW son informar: qué ha pasado con la tipificación del feminicidio en todo el país, qué ha pasado con los protocolos de investigación criminal y policial, y cuál ha sido el resultado de las Alertas de Violencia de Género.  
Al respecto del primer punto, la coordinadora de la organización Red Mesa de Mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, Imelda Marrufo, explicó que la CEDAW establece que en 2018 sólo entre 10 y 13 entidades habían legislado el feminicidio como establece el Código Penal federal. Éste era el punto de partido para México.
Sin embargo, en materia de protocolos de investigación y de la aplicación del tipo penal de feminicidio, en estos dos años, lo que se observa es una ausencia y precarización de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), así como de otras fiscalías estatales y nacionales. “El tener indicadores muy claros de cómo están nuestras fiscalías va a ser muy importante para este informe de medio camino”, señaló. 
Marrufo agregó que desde el pasado 29 de julio, la Secretaría de Relaciones Exteriores inició mesas de trabajo rumbo a la CEDAW, encabezadas por la Unidad de Igualdad del Senado y la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim). 
Por su parte, la diputada Lorena Villavicencio, dijo que –como pide una de las recomendaciones de la CEDAW– el Congreso federal ya elaboró un tipo penal de feminicidio homologado para que adopten las entidades. No obstante, aclaró, esto no fue derivado de la Convención, sino de que el Fiscal, Alejandro Gertz Manero declaró que el tipo penal de feminicidio debía eliminarse.
La diputada dijo que esta propuesta nació del análisis de los códigos penales en las entidades, quienes ahora tendrán que adoptar el nuevo tipo penal. “Es una aportación importante que seguramente formará parte del informe ante la CEDAW”, expresó. 
No obstante este avance, en México aún no existe un registro certero sobre el número de mujeres asesinadas, por el contrario, se observa un precarización y ausencia de la perspectiva de género de las y los fiscales y los ministerios públicos, desmantelamiento de las fiscalías y ausencia de presupuesto, observó la diputada y agregó que en la propuesta legislativa quedó pendiente el fortalecimiento de penas contra funcionarios públicos que cometen omisiones.
“De nada sirve hacer buenas leyes, si no tenemos correspondencia en cuanto a responsabilidades por parte del sistema de justicia. Es una falla del Estado mexicano”, dijo la diputada.
La abogada penalista Ana Katiria Suárez, también participante en Nosotras tenemos otros Datos, explicó que el tipo penal de feminicidio, a diferencia del homicidio doloso, tiene por objeto señalar que este delito busca anular la dignidad de las mujeres a través del tipo de lesiones, muerte y antecedentes. No obstante, sigue siendo un reto incorporar las periciales en la psique de los agresores. 

El cine argentino pone a debate la violencia de género



La actriz Cecilia Roth encarna a Alicia, la madre y abuela que es personaje central en "Crímenes de familia", película argentina que trata relaciones laborales y violencia de género. Foto: producción del filme
BUENOS AIRES, 21 ago 2020 (IPS) - “Crímenes de familia”, la nueva película argentina que se estrena en la plataforma Netflix, ofrece una mirada profunda sobre la violencia de género y las vicisitudes del trabajo doméstico, dos temas propios de la agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Escrita y dirigida por el cineasta argentino Sebastián Schindel (El Patrón, 2014), el filme recibió apoyo, principalmente para el guion, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de ONU Mujeres,
la organización de las Naciones Unidas dedicada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

El filme narra, en paralelo, dos historias interrelacionadas sobre violencia de género en torno a una familia y su empleada doméstica, con una minuciosa presentación de las distintas instancias de procedimientos judiciales.
En la trama, Alicia, encarnada por Cecilia Roth, es una madre de buena posición social que está desesperada y maniobra para que su hijo Daniel (Benjamín Amadeo) no vaya preso, ya que está acusado de intento de homicidio de su ex esposa (Sofía Gala).
El esposo de Alicia, Ignacio (Miguel Ángel Solá) ya está cansado de intervenir en favor de Daniel. En paralelo, la empleada doméstica del matrimonio, Gladys (Yanina Ávila), quien tiene un hijo prácticamente educado por Alicia, también resulta acusada de un crimen.
La película “ilustra varias dimensiones abordadas por el Convenio 190 y la Recomendación 206 de la OIT”, observó Javier Cicciaro, oficial de la OIT y de la Iniciativa Spotlight, que apoya la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas y, en particular, el femicidio o feminicidio.
El Convenio 190, adoptado en 2019, busca proscribir la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, en su relación y en el lugar de labores, sea en espacios públicos o privados, en este caso en el ámbito doméstico.
La Recomendación 206, adosada al Convenio 190, pide a los países adoptar medidas apropiadas ante las modalidades de trabajo más expuestas a la violencia y el acoso, algunas derivadas de relaciones de poder, culturales y sociales y normas de género, entre las que se incluye el trabajo doméstico.
Cicciaro destacó que la nueva obra de Schindel “propone un debate necesario para jerarquizar la perspectiva de género en el cruce de dos temas muy importantes para la agenda global: el trabajo doméstico y la violencia y el acoso en el mundo del trabajo”.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que integran la Agenda 2030, el ODS 5 plantea lograr la igualdad entre los géneros y su meta 5.2 propone “eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado”.
A su vez, el ODS 8, al promover empleo y trabajo decente, planteó como meta 8.5 “lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres”.
El filme enhebra temas diversos, como la violencia de género, la solidaridad entre mujeres, la corrupción judicial, embarazos no deseados, la negación de la realidad, la drogadicción, la relación entre abuelos y nietos y la legalización del aborto.
Para Lucía Martelotte, de ONU Mujeres en Argentina, “la construcción de este filme permite vislumbrar la complejidad de las violencias basadas en género y también su carácter multidimensional”, por lo que abogó por políticas públicas que aborden la intersección entre los distintos tipos de violencias.

“Crímenes de familia”, apta para mayores de 16 años y con una duración de 99 minutos, está disponible en Netflix desde el jueves 20.

«El violador eres tú»


Fuentes: https://www.huffingtonpost.es/

Sin la complicidad pasiva y silenciosa del resto de los hombres, muchos de los agresores tampoco actuarían de ese modo.
Muchos hombres se indignan ante las críticas a lo que prácticamente sólo hacen los hombres, en cambio no se movilizan para que los hombres que lo llevan a cabo dejen de hacerlo. Así ocurre con las violaciones, cometidas en el 99% de los casos por hombres (US Bureau of Justice Statistics, 1999), y realizadas en el seno de una cultura construida desde el masculino plural del “nosotros”, para defender el posesivo plural masculino de lo “nuestro”.
No tienen problema ni se indignan cuando las afirmaciones no se ajustan a la realidad y presentan los grandes logros, avances y descubrimientos de la sociedad como algo de los hombres, aunque todo el proceso esté lleno de aportaciones y del trabajo de muchas mujeres. Hombre es sinónimo de humanidad y de “ser humano” para lo bueno, integrando en los hombres a todas las mujeres, en cambio, cuando se trata de conductas y acciones negativas, aunque sean realizadas mayoritariamente por hombres, como ocurre con las violaciones en general, o sólo sean realizadas por hombres, como sucede con la violencia de género, entonces una cosa son los hombres y otra “algunos hombres”.
Pero no se trata de un error, sino el reflejo de la capacidad que tiene el machismo de ocultar la responsabilidad colectiva e individual de los hombres por medio de la creación de significados alternativos. De manera que el modelo social no tiene ningún problema en aceptar “hombres” como genérico para lo bueno, y en rechazarlo para lo negativo. Es como lo del anuncio de TV y admitir “pulpo como animal de compañía”, al final quien tiene el poder es el que decide las normas, de lo contrario no hay partida.
Cuando los hombres critican las leyes contra la violencia de género, reconocen que el origen de esta conducta está en la masculinidad definida por una cultura machista, que crea las referencias para que las mujeres sean consideradas como una posesión más de los hombres, o como objetos que pueden utilizar cuando ellos lo decidan bajo su superior criterio, y consideren que “provocan”, que “quieren decir sí aunque hayan dicho no”, que van buscando a un “hombre de verdad”… Que luego lo hagan o no dependerá de su voluntad, puesto que la cultura no obliga a las conductas, sólo sitúa las referencias desde las se pueden realizar.
Cuando el colectivo “Lastesis” dicen “el violador eres tú” no están diciendo que todos los hombres son violadores, como interpreta el machismo paranoide.
Y esos hombres que maltratan, que acosan, abusan, violan y asesinan no son enfermos, ni drogadictos, ni alcohólicos; son hombres normales, tan normales que ni siquiera tras cometer los homicidios y las violaciones son cuestionados como hombres o ciudadanos, siguen siendo el atento vecino, el amigo afable, el honrado trabajador, el buen muchacho… tal y como recogen los testimonios de sus entornos tras los hechos.
Un ejemplo lo tenemos en el caso de Antonia Barra, una joven chilena que sufrió una violación el pasado septiembre (2019), y un mes después se suicidó. La conducta suicida tras las agresiones sexuales está descrita científicamente como una consecuencia del trauma de la violación, y fue puesta de manifiesto, entre otros, en trabajos clásicos como los de Kilpatrick (1985).
Las circunstancias que intervienen en el desarrollo del suicidio tras una violación son de diferente tipo. Entre ellas está el trauma psicológico ocasionado por la agresión sexual, la cultura que culpabiliza a la víctima por algo que ha hecho o ha dejado de hacer, los entornos y la propia familia que con frecuencia se ponen del lado de la culpabilización, aislando mucho más a la víctima, y sobre todo ello, la estrategia del agresor a la hora de desarrollar la defensa de atacar directamente a la víctima y criticar su compartimiento, no sólo ante los hechos, sino de forma generalizada, como también vimos aquí en el caso de “La manada” y en tantos otros.
El caso de Antonia Barra es paradigmático en todos esos elementos, y al margen del trauma por la violación, el miedo que demostró para que sus padres no conocieran lo ocurrido, más el rechazo de su novio, que directamente la insultó cuando le contó lo ocurrido llamándola “repugnante” y “cerda de mierda”, unido a la falta de una atención especializada por parte de la administración, condujo al suicidio en un plazo de tiempo corto, demostrando la intensidad de los elementos que intervinieron y la falta de ayuda.
El agresor, por su parte, ha recibido tal apoyo y sus palabras tal credibilidad, a pesar de las pruebas que ha encontrado la investigación demostrando que miente en algunas de sus manifestaciones públicas, que después de que la justicia acreditara la violación decidió que saliera de prisión y pasara a arresto domiciliario. La Corte de Apelaciones de Temuco tuvo que corregir esa decisión inicial del Tribunal de Garantías, y decretó de nuevo su ingreso en prisión bajo la movilización de las organizaciones feministas, que hoy día actúan como conciencia crítica de una sociedad inconsciente frente a este tipo de violencia.
Sin la complicidad pasiva y silenciosa del resto de los hombres, muchos de los agresores tampoco actuarían de ese modo.
Y nada de esto es casualidad, cuando el colectivo “Lastesis” dicen “el violador eres tú” no están diciendo que todos los hombres son violadores, como interpreta el machismo paranoide, lo que nos dicen es que el violador es un hombre como tú, como cualquier otro hombre; no un enfermo, ni un psicópata, ni un alcohólico o un drogadicto, como miente el machismo cuando se refiere a los violadores. Pero también nos dicen que sin la complicidad pasiva y silenciosa del resto de los hombres, muchos de los agresores tampoco actuarían de ese modo ni presumirían de haberlo hecho con vídeos y relatos.
El día que los hombres entiendan que lo que caracteriza a un violador, a un maltratador, a un acosador, a un abusador o a un asesino es su voluntad de actuar de ese modo sobre mujeres expuestas por la sociedad machista como una posesión o un objeto, se darán cuenta de lo importante que es dejar atrás esa masculinidad que permite interpretar la realidad desde esa violencia, para luego hacerla normalidad a través de las justificaciones.
Y si no se dan cuenta y abandonan la violencia, se lo recordaremos el resto hasta que la dejen diciendo, entre otras cosas, lo de “el violador eres tú”, “el maltratador eres tú”, “el asesino eres tú”.

El feminismo no consiste en cuidar



Resposable de Estudios Jurídicos de la Asociación de Afectadas por la Endometriosis (Adaec) y profesora del Departamento de Filosofía del Derecho de la Universidad de Granada

Amelia Valcárcel escribió en 1980 “El derecho al mal”. En dicho artículo, la filósofa critica el “argumento externo”, que consiste en defender la liberación de las mujeres por sus beneficios para los hombres. Ejemplos actuales de dicho argumento son: gracias al feminismo podrás llorar, podrás expresar tus emociones, podrás estar con una mujer “sexualmente liberada”, compartirás tu vida con una mujer que no te atosigará demasiado (pues tendrá su propia vida), la mujer pagará la mitad de la cuenta (o incluso pagará la tuya), ganará un salario igual que el tuyo (así que tendrás un nivel de vida mejor), etc.
Las teorías de las nuevas masculinidades presentan listas de las limitaciones que el patriarcado produce sobre el carácter de ambos sexos, ignorando que las listas no se encuentran en horizontal, sino en vertical: la socialización de los hombres sirve para mantener a las mujeres subordinadas. La perspectiva del argumento externo es la de los hombres que son incapaces de valorar el bien de las mujeres en la misma medida en que estiman el bien para sí mismos. La reflexión sobre el feminismo se presenta centrada en los hombres y en sus necesidades. Por eso comparan lánguidamente la dureza de la vida de los opresores con la de la vida de las oprimidas. Es habitual incluso, que aquellos hombres que se visualizan a sí mismos dentro de las “masculinidades no normativas” piensen que ellos son las auténticas víctimas del “heteropatriarcado” (añadir el “hetero” facilita el desplazamiento) y que, por tanto, el objetivo del feminismo es enfrentarse a los males que a ellos les afectan como “el binarismo” y la “heteronorma”.
En el artículo de 1980, Valcárcel introduce otra dimensión a la que podemos denominar “segunda formulación del argumento externo”. Se refiere a las propuestas que destacan los beneficios de la emancipación de las mujeres para el conjunto de la humanidad. Dichas voces animan a las feministas a que expongan las virtudes anticapitalistas, ecologistas o pacifistas de su horizonte político.
No pretendemos decir que el feminismo carezca de contenido ecologista, pacifista o anticapitalista. No estamos debatiendo sobre esto ahora. Lo que queremos resaltar es que parece que la emancipación de las mujeres es siempre un objetivo ético insuficiente, que necesita acompañarse de alguna causa que afecte directamente a los hombres, pues solo así alcanza la entidad suficiente para considerarse un asunto que concierne al bienestar de la humanidad (las mujeres “solas” nunca adquirimos entidad suficiente para representar a la humanidad, mientras que cualquier grupo de hombres “solos” es portador de la humanidad entera). Una vez más, por tanto, la felicidad de los hombres es el bien último que sirve como criterio para determinar lo importante.
parece que la emancipación de las mujeres es siempre un objetivo ético insuficiente, que necesita acompañarse de alguna causa que afecte directamente a los hombres, pues solo así alcanza la entidad suficiente para considerarse un asunto que concierne al bienestar de la humanidad
Las mujeres representamos la resistencia de la economía del cuidado frente al desbocado capitalismo extractivista. Nuestro modo de vida anticipa la transformación social que conducirá a la liberación del 99% de la humanidad frente a las élites del capitalismo financiero. Este hilo argumental lo encontramos en un manifiesto escrito por intelectuales de referencia de la izquierda posmoderna, titulado “feminismo del 99%”. En dicho texto el patriarcado aparece como un problema secundario, mientras que el término “capitalismo” aparece continuamente. Parece que son tan importantes las ventajas que trae el feminismo a la humanidad que no merece la pena perder el tiempo hablando del patriarcado, es decir, el dominio que ejercen los hombres sobre las mujeres.
El argumento externo aparece de modo recurrente: con frecuencia las antiguas “guardianas de la virtud” son también la reserva frente a la razón instrumental y las portadoras de la ética del cuidado. La escuela de Frankfurt realizó una crítica a la ciencia y la economía capitalistas que se habían despojado de sentimientos y de valores, separando los medios y los fines (esto es lo que se denomina “crítica a la razón instrumental”). De la razón instrumental surgen engendros como la bomba atómica y la destrucción de la naturaleza. La ciencia así entendida queda fuera de control. El feminismo de espíritu frankfurtiano tendría la misión de unificar los valores que la cultura patriarcal ha dividido (la razón y la emoción, lo masculino y lo femenino) concienciando a la humanidad acerca del nuevo equilibrio ecológico, el cambio trascendental para la supervivencia. La economía debe ser puesta al servicio de las necesidades. Y ello ha de hacerse desde una ética femenina del cuidado.
El corazón de la nueva izquierda nacida en el 15M presenta claras reminiscencias de la tesis sesentayochista de la “feminización de la sociedad”. Kate Millett reflexionó sobre las virtudes e inconvenientes de dicha tesis. Es muy interesante leer sus consideraciones para abordar críticamente afirmaciones como “el feminismo es cuidar”, habituales en la izquierda posmoderna.
En primer lugar, la autora suscribe algunas de las premisas de la tesis de la feminización de la sociedad. Afirma que, como una minoría masculina ha monopolizado el poder, muchos de los grandes problemas de la humanidad son consecuencia de las acciones de estas élites masculinas. También señala que algunos de los valores asignados tradicionalmente a las mujeres podrían aportar grandes beneficios a la sociedad. La autora afirma asimismo que aquello que en la cultura llamamos “masculino” se ha ido volviendo cada vez más antisocial, hasta convertirse en un peligro para la preservación de la especie humana y del planeta. En contraste, muchos aspectos que consideramos femeninos son necesarios para el bienestar social. A los partidarios de la tesis de la feminización de la política Millett les reconoce también que, dada la profunda separación que existe en la actualidad entre ambas “culturas sexuales”, solo cabría alcanzar un equilibrio humano reuniendo los aspectos de la personalidad colectiva fragmentada.
Ahora bien, la autora señala que la emancipación de las mujeres no debe estar condicionada a la idea de la autoridad maternal ni al rol de las mismas como dialogantes, cuidadoras, generosas e incluso abnegadas. Millett rechaza la ideología del instinto maternal presente en algunas de estas tesis. La autora rechaza la romantización cortés de las mujeres: nosotras no estamos aquí para ser las guardianas espirituales de la humanidad, no estamos para sacrificarnos por la paz y la armonía. Millett señala que la sociedad ha condicionado a las mujeres para decantarse por la aceptación complaciente de las ideas masculinas, para no poner límites a ideas que les perjudican, para rebajar toda tensión con una sonrisa, para renunciar al poder tan pronto como aparece la disputa y para replegarse en su vida personal cuando les hacen sentir que están pidiendo más de lo que merecen. Los hombres, por su parte, son educados para el egocentrismo, que vehiculan con actitudes tanto constructivas como destructivas.
Los elogios a las virtudes políticas de la feminidad pueden acabar reafirmando el papel tradicional de las mujeres y los hombres. Se describe como una prudente tolerancia lo que muchas veces encubre seguidismo o renuncia. Se da un aire metafísico al papel de las eternas segundonas, a la mujer que cuida del “gran hombre”. La mística de las virtudes de la feminidad impone a las mujeres un ideal consistente en ir “como sedadas” por la vida, paralizadas por el miedo a molestar o a ofender. Si los hombres encuentran realmente tan maravillosa esa manera de ser, deberían ser ellos los primeros en dar ejemplo dando un paso atrás con una sonrisa. Pero cuando los hombres llaman a esas virtudes “femeninas” parecen expresar que ellos no actúan así porque les cuesta mucho, que no les resulta “tan natural”. En el fondo a tal vez les parezca deprimente perder la visibilidad de la que han tomado posesión con su exceso protagónico.
Si los hombres encuentran realmente tan maravillosa esa manera de ser, deberían ser ellos los primeros en dar ejemplo dando un paso atrás con una sonrisa.
Por consiguiente, vemos que el problema de la supuesta superioridad de “los valores de las mujeres” es que implican para nosotras un deber de ofrecer ayuda moral a la humanidad, que en la práctica se traduce en “ayudar” a los hombres (porque el mundo ya está organizado para orientar hacia ellos nuestra “ayuda”). Estas “virtudes femeninas” llegan a esgrimirse incluso para exigirnos silencio o posiciones tibias en asuntos fundamentales para nosotras, como la lucha contra la explotación sexual o el borrado de las mujeres en las leyes. Habitualmente la llamada a que “feminicemos” cálidamente la sociedad se acompaña de apelaciones a la “sororidad” feminista (para que nos callemos cuando las posiciones machistas son defendidas por mujeres-pantalla).
Es necesario que las mujeres nos adentremos en la vida pública con osadía, exponiendo con seguridad nuestros puntos de vista sin miedo al desacuerdo, reclamando lo que nos corresponde y resistiendo frente a los intentos de desplazarnos o echar por tierra nuestros derechos. El feminismo no tiene el deber de ser complaciente. Es a los hombres a quienes corresponde admitir la autoridad de las mujeres, dejar de llamarnos “histéricas” o locas, dejar de acaparar el protagonismo y adoptar hábitos de reciprocidad, dulzura, responsabilidad diaria en el cuidado, autocontrol y diálogo (no solo delante de la cámara, sino especialmente detrás de ella y en casa). Son los hombres los que deben plantearse si sus deseos están invadiendo nuestros derechos.  


Misoginia envuelta en una placa policial


CIMACFoto: Sonia Gerth
La violencia erótica es una expresión de poder que ejercen quienes lo tienen, sobre quienes no lo tienen, y sintetiza otros; el del género dominante en la sociedad, conjugado con el que otorga la edad y con el que emana de la autoridad, señala Marcela Lagarde.
“En una situación de privilegios patriarcales, los hombres con poder de clase o corporación lo usan como cualquier poderoso; agreden a las mujeres y se apropia eróticamente de ellas”.
Marcela Lagarde
Las agresiones sexuales de los policías contra Evelyn, en León, Guanajuato, y contra las mujeres que protestaron el fin de semana pasada, se enmarca en este ejercicio de poder. Poder misógino que viola a las mujeres cuando son detenidas, como lo vimos en Atenco y que de acuerdo con los pocos datos que se tienen, ocurren en una de cada 10 mujeres que son detenidas por elementos policiales.
La reacción violenta de la policía ante la manifestación feminista del 22 de agosto en León, es una respuesta autoritaria a todas luces.
Entre más antidemocrática es la sociedad más se desarrolla el totalitarismo. Por ello se criminaliza la protesta social, se le estigmatiza para justificar la acción violenta por parte del Estado.
Lo ocurrido en Guanajuato no es ajeno a lo que ocurre en otras entidades de país con la violencia policial, como tampoco lo es la violación de la menor de edad en Zacatecas, donde las autoridades siguen encubriendo al violador.
La denuncia pública de Evelin refleja precisamente el actuar violento de los policías para apropiarse eróticamente de ella.
Estamos frente a este abuso de poder misógino enfundado en una placa policial, cobijado por la complicidad e impunidad institucional.
Esto no se nos puede olvidar ni lo debemos desdeñar, porque nos habla de una estructura que permite su reproducción.

Romper el silencio

Mantener oculto este abuso de poder no es tan fácil hoy gracias a las víctimas que rompen el silencio y colocan en lo público la entraña misma de sistema patriarcal.
La destitución inmediata del secretario de Seguridad Pública Municipal, Mario Bravo Arrona y de agentes policiales responsables de la violencia en León, debe darse por respeto a los Derechos Humanos de las mujeres.
Democratizar a la autoridad para que la arbitrariedad y autoritarismo dejen de ser requisitos para ejercerla, de tal manera que un uniforme y cualquier jerarquía dejen de ser instrumentos de coerción erótica, es una de las claves que propone Lagarde.
La segunda clave feminista es construir una sexualidad y un erotismo que no se funde en relaciones de propiedad, sino que se conformen en espacios de creación y solidaridad humana, de encuentros y de libertades.

Dona una hora de tu tiempo: video academia para mujeres en detención



María Teresa Priego

Una nueva convocatoria de la Fundación Plan B, "Asociación Civil que busca bajar los índices de reincidencia delictiva trabajando con mujeres privadas de la libertad y sus familiares", creada por la escritora Tatiana Ortiz Monasterio, nos llama a participar en el proceso de reinserción de mujeres en situación de cárcel:  "Dona 1 hora de tu tiempo" para ofrecer un taller, un curso. Una conferencia. ¿Cuál es tu especialidad? ¿cuáles son tus talentos? ¿cuál es esa pasión que te gustaría compartir con otras mujeres? Para vencer el aislamiento. Para vencer el encierro. El de ellas tan profundamente distinto al nuestro. Un aula que se construye en un penal. Basta ese sistema de videollamadas (en el que ahora vivimos), para crear un vínculo entre el "afuera" y el "adentro". Para quizá, ayudar un tantito en la transformación de ese otro "adentro": el de las subjetividades. 
¿Cuál es el objetivo de Plan B? "Bajar el índice de reincidencia delictiva y prevenir la violencia en el país. Son mujeres que están muy solas...", explicó Tatiana en entrevista con Once Noticias. Sabemos que, a diferencia de lo que sucede con los hombres recluidos, a quienes sus parejas y familias (en la mayoría de los casos), continúan apoyando, las visitas a las mujeres en reclusión tienden a reducirse con el tiempo. Sus parejas las abandonan. Las familias toman distancia. La diferencia sexual se traduce en una doble moral para juzgar los delitos. Allí donde gran parte de los hombres pueden conservar sus vínculos afectivos, las mujeres los pierden. Aislamiento. Encierro y abandono.
La Fundación Plan B comenzó con talleres de costura, bordado, flores de papel. Apoyar a las mujeres en el aprendizaje de un oficio que les permita, no sólo reinsertarse a su liberación, sino ganar en el presente un ingreso. Ganar para sus gastos en prisión, para contribuir a la economía de sus familias. Recuperarse emocionalmente en el acceso al trabajo, a la dignidad de un salario. "Se vale aprender del error", dice Tatiana. Pero, "aprender" es un proceso que, para darse, necesita de oportunidades. Hace un año, Plan B lanzó su invitación: "Dona un libro", para crear una biblioteca en el penal de Santiaguito en Almoloya, en donde antes se construyó el taller de oficios.
No se trataba de donar cualquier libro. "Que el libro que regales sea ese libro que te transformó, que cambió tu vida, que te entretuvo, que te hizo viajar, quizá que cambió el rumbo de tu vida... y que lo dediques pensando en ella", explicó Tatiana. Con cuatro mil libros se abrió el espacio biblioteca en Santiaguito. Cada libro con una dedicatoria en la que el/la donador/a expresaba lo que esa obra le había significado. Bibliotecarias profesionales formaron a las mujeres en reclusión para que ellas mismas, organicen y manejen su biblioteca. "Un mensaje desde Almoloyita: 'Dejemos de ser presos de nuestras mentes'". 
Para el 20 de agosto en su cuenta Instagram, la Fundación anunció que, a una semana de su convocatoria, cinco mil personas se sumaron al proyecto "Dona 1 hora". Los programas son pilotos (muy exitosos) que, con la participación de la sociedad civil, Fundación B planea llevar a todas las cárceles de mujeres del país. Dona 1 hora de tu tiempo compartiendo lo que sabes. Lo que te gusta. Gracias a la Fundación Plan B por ofrecernos la oportunidad de participar. https://www.dona1hora.com/quiero-donar
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