Terminado
el desfile, ¿qué sigue para quienes no creen ciegamente en el discurso
oficial que presume supuestos logros en todas o casi todas las
dimensiones del devenir nacional? Si la ciudadanía crítica marchó en
defensa del INE, ahora toca a los partidos de oposición rechazar la
iniciativa de ley que pretende devolver el control de las elecciones (de
nuestro voto) a un gobierno centralista y autoritario.
Mientras
esperamos que el Poder Legislativo – incluidos los representantes de
Morena- recuerden su compromiso de responder a la ciudadanía y cumplir
con la Constitución (que les impone obligaciones y establece la división
de poderes) y cualquiera que sea el resultado, toca a la sociedad
ejercer su derecho a participar en la vida pública más allá de las elecciones. Toca también a quienes tienen poder de decisión ejercer la autocrítica.
Centrarse
en denostar al presidente o a los y las gobernantes estatales no
resolverá los problemas. Si acaso, contribuirá a profundizar la
polarización fomentada desde el Ejecutivo. El “divide y vencerás” puede
beneficiar al régimen – y sólo hasta cierto punto- pero en nada
contribuye a la construcción de un país mejor para todos y todas. Hay
asuntos que corresponden al Estado, en que este gobierno ha fallado,
desde poner freno a la violencia criminal hasta surtir medicinas y
recursos suficientes a hospitales y personas enfermas; desde proteger el
medio ambiente hasta preservar y mejorar la infraestructura.
Hay
otros en que la sociedad es corresponsable, aun cuando la mala gestión o
la negligencia del gobierno obstaculicen cualquier mejora, desde
respetar las leyes o las normas de tránsito hasta garantizar empleos
dignos, libres de acoso y violencia; desde rechazar la corrupción hasta
evitar la violencia en casa. En muchas áreas que no atañen sólo al
Estado, la sociedad mexicana, en particular quienes tienen poder
económico o pueden incidir en el ámbito laboral, en la educación o en
la salud o en la justicia, quedan mucho a deber.
Pensemos sólo en
la Ciudad de México. El gobierno (si así puede llamársele) ha ejercido
con opacidad los recursos públicos, caído en subejercicios en rubros tan
importantes como el Metro, ha dejado al garete la regulación del
tránsito y ha debilitado la normatividad en materia de construcción y
desarrollo urbano, ha callado ante la quema de combustóleo que nos
condena a recurrentes contingencias ambientales (declaradas o no) que
afectan nuestra salud.
¿Cómo ha respondido la ciudadanía? Quienes
padecen el transporte público, con resignación ¿Y los concesionarios que
podrían mejorar el servicio de autobuses? Aprovechan la negligencia
gubernamental para seguir maltratando al público con unidades
atiborradas, en mal estado y choferes que no respetan ni paradas ni
límites de velocidad. Quienes circulan en la ciudad en auto, moto o
bicicleta aprovechan la ausencia de agentes de tránsito para
estacionarse en doble fila, pasarse el alto, mirar su celular, sin
considerar a los peatones.
Empresarios que podrían contribuir a
un mínimo equilibrio social y ecológico ignoran las regulaciones, tiran
árboles, se apropian de calles, construyen monstruosos edificios, sin
considerar las necesidades de agua, un bien básico limitado, del
entorno. No hablemos de hospitales privados con precios excesivos y
denuncias por acoso sexual de médicos, ni de escuelas privadas que
fomentan el clasismo y/o la misoginia. Sí, el gobierno debería impedir
excesos y abusos pero quienes pisotean las normas o los simples
principios de respeto a los otros, por afán de riqueza y poder, bien
podrían asumir su propia responsabilidad.
En el ámbito laboral hay
así mismo cuentas pendientes. Existen normas laborales que deberían
impedir el acoso laboral y sexual, garantizar condiciones de trabajo y
salarios dignos. El gobierno las viola con sus sueldos “austeros” y
jornadas ilimitadas pero el sector privado también acumula violaciones a
la LFT, denuncias de violencia (que no atiende), y la crisis le ha
servido para justificar disminución de personal y sueldos. Si al menos
las empresas asumieran su corresponsabilidad, podrían mejorar la vida de
millones de personas.
La lista de fallas es larga pero no se
trata aquí de acumular ejemplos de vicios o ilegalidades. La pregunta es
¿qué país queremos? A los gobernantes y sus potenciales sucesores, por
lo visto, no les importa(ría) acabar gobernando sobre ruinas. Nosotros,
ciudadanos/as de a pie o privilegiados/as, ¿queremos también vivir
entre ruinas?
Justo
cuando nos encontramos en los 16 días de activismo contra la violencia
contra las mujeres, nos llamó mucho la atención un tweet de INMUJERES
donde anunciaron que tuvieron una reunión con “trabajadoras sexuales”
que fue presidida por la Dra. Patricia Uribe, Secretaria General del
INMUJERES y Nadine Gasman, que reconocía la importancia de las
propuestas.
Por eso me decidí a contar esta historia de aquellas
mujeres de las que nadie se acuerda, las adultas mayores que por pobreza
o miseria se prostituyen en las calles o las explotan a través de la
red profunda ofreciéndolas a gerontofílicos.
Y qué es la gerontofilia. Son personas que sienten atracción sólo por personas mucho mayores que ellas.
¿Filia o parafilia?
Como
dice la academia de la psicología y la psiquiatría, habitualmente, la
mayoría de personas tienden a interesarse sexualmente por personas con
edades cercanas o similares a las propias (hasta aproximadamente
alrededor de una década por encima o por debajo suele ser lo más
habitual). Pero también existen parejas de edades muy discordantes.
Sin
embargo, existen casos de personas que presentan intensas fantasías
sexuales y se ven atraídas exclusivamente o casi exclusivamente por
estímulos que la mayoría de la sociedad considera anómalos y que
generalmente incluyen personas o animales no consintientes, objetos
inanimados o relaciones de dolor/sumisión entre compañeros de cama. Cuando esta atracción genera un malestar a la propia persona o a otros,
es prácticamente el único tipo de estímulo que genera atracción sexual
y/o genera limitaciones en la vida del sujeto o de su compañero sexual
estaremos hablando de una parafilia.
Nos ha tocado atender casos
de nietos que violan a sus abuelas, o de hijos que violan a sus madres.
Pero también hemos tenido casos de mujeres adultas mayores que se habían
reportado como desaparecidas y estaban siendo explotadas sexualmente a
través de la web profunda, en condiciones de esclavitud. Muchas de ellas
murieron a causa del maltrato que sufrieron de los prostituyentes
gerontofílicos.
Y las que sobrevivieron y pudimos rescatar, nos
contaron que estaban en extrema pobreza, muchas de ellas mayores de 60
años, que se casaron y nunca trabajaron. Cuando quedaron viudas, fueron
sacadas de sus casas por sus propios hijos e hijas y estuvieron viviendo
con sus hermanas, sus vecinas, sus sobrinas, sus hijas o hijos, sin
ningún ingreso, y finalmente fueron lanzadas a la calle, sin comida, sin
medicinas, sin atención médica y sin un lugar seguro para vivir o
refugiarse.
Llegaron a los puntos de reunión de las personas que
viven en calle un grupo de hombres a ofrecer trabajo para mujeres
mayores de 60 años, y ellas, la mayoría de 70 y más, vieron en esa
propuesta laboral la posibilidad de resolver su precaria situación que
las mantenía por debajo de la sobrevivencia, por su condición de
exclusión social y no sólo en la Ciudad de México, Guadalajara y
Monterrey.
Y quiénes o qué características tienen quienes tienen
esta filia. ¿Por qué sienten atracción por personas de la tercera edad?
¿Es verdadera atracción o es el simple ejercicio de poder sobre alguien
que no puede defenderse?
Son hombres de 20 a 45 años, con y sin
educación. Todos, violentos, lo que puedo atestiguar por los desgarres,
cicatrices, moretones, y lesiones anales y vaginales, infecciones de
trasmisión sexual y otras enfermedades que presentaron, como colitis,
gastritis, cistitis, dermatitis, diabetes, hipertensión y una gran
capacidad de evasión que muchas veces dificulta la atención psicológica.
Tienen un profundo miedo al contacto con otras personas y tienden a
aislarse.
Muchas de ellas me narraron que intentaron quitarse la
vida y que al no lograrlo fueron víctimas de tremendas palizas de sus
captores que sólo les daban de comer dos veces al día y no las medicaban
a las que lo necesitaban y las obligaban a drogarse cuando tenían que
estar con prostituyentes.
¿Será esto lo que el INMUJERES quiere
legalizar? O, también, ¿eso es lo que quiere legalizar y llama disfrute
del normal desarrollo de su personalidad María Clemente?
Es
increíble que una institución del Estado que fue creado para defender el
avance de las mujeres, hoy esté haciendo propuestas para violar el
Artículo 6 de la CEDAW, que es ley suprema de la unión, por virtud el
Artículo 1º. de la Constitución, que a la letra dice:
…”Artículo 6
Los
Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de
carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres
y explotación de la prostitución de la mujer.” …
Y ahí,
hasta donde yo entiendo habla de la explotación de la prostitución y en
la prostitución, hay una cadena de personas que se benefician de la
prostitución de las mujeres, el taxista, la peinadora, la maquillista o
quien vende maquillaje, vestidos, hoteles, narcomenudistas, y no se diga
los proxenetas.
Además, no me puede decir que la CEDAW es un
tratado muy antiguo, porque fue aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en 1979. Pues la Declaración Universal de los Derechos
Humanos fue aprobada el 10 de diciembre de 1948 y nadie la desautoriza o
la cuestiona.
Dicen las sobrevivientes que esas funcionarias que
con recursos públicos están promoviendo un estado proxeneta, deberían ir
a pararse en una esquina, para que se den cuenta que en la misma fila,
en la esquina o en un burdel, en un antro o un table, las forman en la
misma fila a las que dicen que son voluntarias y las que están ahí
obligadas, que nos le ponen un distintivo de color o hacen filas
separadas.
Y además estamos hablando que son voluntarias el 1 por
ciento de las mujeres en situación de prostitución. Las demás están
obligadas por un proxeneta/novio o esposo, por un proxeneta de la
delincuencia organizada o de la delincuencia común.
Y hablamos de
los derechos de las mujeres y vamos a levantar la voz porque no podemos
ni debemos permitir que estas mujeres queden invisibilizadas frente a
las defensoras del patriarcado y su agentes.
Foto: César Martínez López.- El
pasado viernes 25 de noviembre las mujeres volvimos a salir a las
calles. Nos queremos vivas, seguras y sin miedo. Comenzaron así los 16
días de activismo que concluirán el 10 de diciembre el Día de los
Derechos Humanos.
Una característica de los derechos humanos es la
interdependencia, por eso cuando hablamos del derecho a una vida libre
de violencias, esto se vincula con otros derechos como el derecho al
trabajo, a la salud o al ocio. A pesar de esto, hay una realidad
existente: la sobrecarga del trabajo doméstico asignado históricamente a
las mujeres, el reparto del tiempo, las pocas posibilidades de
incorporarse al mercado laboral remunerado y el riesgo a ser víctimas de
violencia en los hogares. Aunado a los estereotipos de género mediante
los cuales se reproduce la idea de que el trabajo del hogar de las
mujeres es parte natural de ellas.
Las mujeres dedican hasta 2.3
veces más que los hombres a estas tareas y esto dificulta que se
incorporen al trabajo formal. La dificultad de generar ingresos las hace
dependientes de otros para lograr solventar sus gastos y de sus
familias, a su vez que la dependencia económica las coloca en
vulnerabilidad.
Sin embargo, el que salgan a buscar empleo no les
garantiza no vivir violencias. De acuerdo con INEGI, 7 de cada 10
mujeres ha vivido violencia en su vida, 27 por ciento en el ámbito
laboral y ocupan apenas el 29 por ciento de los empleos mejor pagados en
México.
Ellas se enfrentan a las brechas salariales de género, la
falta de contratos laborales y condiciones del empleo un espacio
seguro, así como al acoso y hostigamiento sexual, además de las barreras
que hacen que prevalezcan los techos de cristal. Esto, son solo algunos
de los grandes pendientes para los derechos laborales de las mujeres.
De
acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el índice
actual de participación de las mujeres en la población activa en el
mundo se aproxima al 49 por ciento, el de los hombres es del 75 por
ciento.
Los centros de trabajo forman parte de una estructura
social que ha naturalizado la violencia contra las mujeres. Los
estereotipos de género que reducen la presencia de las mujeres a las
tareas del hogar, el poco valor que socialmente se asigna al aporte de
las mujeres, así como el sexismo con el que se lee su presencia a lo
largo de la escala jerárquica en los entornos laborales, dificultan su
desempeño.
No todos los casos son iguales. Tenemos las exigencias
de las trabajadoras del hogar que por años han reclamado el
reconocimiento de su trabajo y la erradicación de estereotipos que las
desvalorizan. Recordemos a las textileras que, ante la ausencia de
condiciones laborales dignas han quedado atrapadas e incluso perdido la
vida en los edificios dañados tras los sismos. O las periodistas que
seguimos exigiendo condiciones laborales dignas, espacios de trabajo
libres de violencia.
La violencia es una realidad para todas las
trabajadoras, pero la resistencia y la organización también. Así han
surgido iniciativas feministas como las mercaditas, para la venta en
línea o en el metro, o las conocidas como “las nenis” que llevan el
sustento a casa, para ellas y sus familias como una apuesta política por
la autogestión.
Habría que sumar, además el impacto de la
pandemia. De acuerdo con la CEPAL, los dos años de pandemia
retrocedieron una década de avance de mujeres en mercado laboral. El
mismo organismo, señala que 3 de cada 10 mujeres mayores de 15 años en
México no generan ingresos económicos propios.
El hecho de no
contar con protocolos que permitan acceder a espacios laborales seguros
es en sí mismo una violación a lo establecido en la Ley Federal del
Trabajo, cumplir con contratos que establecen las obligaciones y
responsabilidades con las trabajadoras y le dan legalidad al proceso de
contratación es un avance, sin embargo, es necesaria una transformación
social de fondo que reconozca el aporte económico de las mujeres, así
como su derecho a una vida libre de violencia y el derecho a un trabajo
digno, libre y justo. Derechos que debe garantizar el Estado.
De
acuerdo con el Banco Mundial “Si las mujeres participaran a la misma
tasa que los hombres, el ingreso per cápita sería 22 por ciento más
alto”. Nos sobran razones para potenciar la participación de las
mujeres, su autonomía económica y el impulso de políticas que permitan
conciliar la vida personal y la laboral así como el reparto y pago justo
por el trabajo que ahora no es remunerado.
Basta
entrar a redes sociales o acercarse a los medios para corroborar que,
pese a los discursos triunfalistas de autoridades locales y federales,
la violencia contra mujeres y niñas sigue sembrando muerte y
destrucción. No es exagerado decir que México es un infierno para las
mujeres, tampoco afirmar que los gobiernos mantienen una negligencia
criminal, aun cuando resuelvan algún caso, en general por presión
mediática. Si con la pandemia la situación laboral y económica de las
mujeres ha retrocedido de 10 a 20 años (CEPAL), la persistencia de las
violencias machistas agrava el deterioro de su vida personal y social.
Imposible
e insoportable sería trazar aquí un panorama exhaustivo de las
violencias cotidianas que degradan la vida y el bienestar de las
mujeres. Llevamos años acumulando datos, analizando distintas
manifestaciones de agresión, abuso y crueldad, planteando la urgencia de
dar prioridad a la prevención para frenar esta espiral demoledora.
¿Cómo se responde a las denuncias y señalamientos? Con aseveraciones
falsas sobre la dimensión de los delitos, con iniciativas punitivistas o
con nuevas leyes, que de poco servirán mientras no cambien las
fiscalías, no se castigue a los agresores y a funcionarios omisos o
corruptos y no se actúe de manera integral contra la normalización de la
violencia en el ámbito laboral y escolar, en la casa y en la calle, en
los medios y en el discurso oficial.
Veamos sólo algunos
ejemplos. A unos meses del feminicidio de Debanhi, que causó particular
indignación por la usual culpabilización de la víctima por medios y
autoridades, Ariadna, asesinada en la Ciudad de México y tirada en
Morelos, fue revictimizada por diversos medios y usada como botín
político por la máxima autoridad capitalina. ¿Dónde queda la justicia?
Distorsionada o inexistente. En un descampado.
El feminicidio
sigue siendo un delito negado, ocultado como homicidio doloso, culposo o
suicidio, para no “alertar” a la sociedad. Quienes denuncian un intento
de feminicidio o maltrato grave se siguen topando con MPs que les
aconsejan no exagerar porque siguen vivas. Si quieren justicia, ellas,
como las familias de chicas asesinadas, pasarán meses o años en procesos
judiciales tortuosos. La madre de Ingrid Escamilla tuvo que perseverar
más de dos años para que se dictara sentencia contra el asesino de su
hija; Irinea Buendía ha esperado más de 12 años y aún no hay justicia
para Mariana Lima. Ambos son casos mediáticos; del segundo se deriva una
Sentencia de la SCJN que obliga a investigar toda muerte violenta de
mujer como feminicidio desde 2015, aunque apenas el Ministro Zaldívar lo
recuerde. Como afirma el OCNF, “justicia no expedita no es justicia”.
La
negligencia de las autoridades ante el feminicidio desde los años 90, y
la expansión de la violencia extrema, han favorecido su generalización e
impunidad. Las consecuencias de la omisión o colusión ante el crimen
son tan evidentes que indigna que el Estado pretenda seguir ocultando la
magnitud de las violencias machistas y se aferre a “estrategias de
seguridad” que no frenan ni al crimen organizado ni al “común”. Así, lo
mismo que el feminicidio, se van multiplicando las desapariciones de
niñas y adolescentes ante autoridades omisas, incapaces o desbordadas.
Según datos de la REDIM en 2021, en este sexenio se ha triplicado la
cifra de desapariciones de menores de 18 documentada para 2012-2018, en
un 20% de estos casos no se ha encontrado a las víctimas, unos 710 se
encontraron sin vida. Algunos casos recientes en la CdMx sugieren que,
cuando la sociedad presiona, las autoridades logran ubicar a las
víctimas. La semana pasada, por, fortuna, encontraron con vida a tres de
cuatro niñas desaparecidas en Álvaro Obregón. ¿A cuántas más no han
siquiera buscado? ¿En cuántos casos habrán argumentado que se fueron
“por su propia voluntad”? Lo mismo se decía de las chicas desaparecidas
en Cd. Juárez. Luego se les encontraba cruelmente asesinadas.
Además
de la violencia letal y la desaparición (intermitente o de largo
plazo), niñas, niños y adolescentes son víctimas de acoso y pornografía
infantil sin que hasta ahora las autoridades hayan tomado medidas
serias. Hoy, México es el segundo productor de material pornográfico que
usa a menores de edad y el primer difusor de éste. Hace más de 15
años, Lydia Cacho se atrevió a denunciar redes de pederastia; desde hace
años se han denunciado en medios el turismo sexual, el abuso sexual en
escuelas. ¿Qué castigos se han impuesto a los criminales? ¿Se les ha
buscado? ¿A quiénes beneficia esta impunidad?
En vez de
descalificar y desoír las exigencias de justicia que sin duda resonarán
hoy #25N en las calles del país, las autoridades deberían reconocer el
hoyo negro que han contribuido a cavar, dar prioridad a la prevención
con programas en escuelas y barrios, abandonar su fallida “estrategia de
seguridad”, acabar con la impunidad de criminales y funcionarios/as
omisos/as, cumplir con su obligación de garantizar la vida y los
derechos de niñas, jóvenes y mujeres, de todas y todos nosotros.
Madre fundadora, guía, maestra, amiga, abogada, teóloga, defensora de derechos humanos, feminista no
son sólo palabras, son definiciones que colocan cuando se les pregunta a
quienes han colaborado con ella, como la definen, y que se repiten
cuando ella misma se identifica. Lucha Castro es “una defensora de derechos humanos, así tal cual”
Es una mujer del norte, “del desierto, de lo árido y de la carne seca”, como es Chihuahua. Sus “manos piecito” que aprendió a colocar de niña para alcanzar la libertad y superar los muros de su escuela de monjas, los convirtió en un instrumento para que otras mujeres logren la libertad que los muros que el patriarcado les impone.
Nacida en Villa Ahumada, Chihuahua un
29 de febrero de 1952. Su pueblo natal se ubica entre Ciudad Juárez y
Chihuahua, dos puntas de su historia como defensora feminista. Lucha
ocupa el tercer lugar de las cuatro hijas (Bertha Alicia, Ana María, Luz
Estela y Martha Isela) que parió su madre, Bertha Rodríguez, a quien
califica como “una feminista y empresaria increíble”, de ella conoció el
valor de la autonomía económica de las mujeres y de la sororidad.
“A
los cuatro años mi madre se va a Chihuahua para que pudiéramos
estudiar. Yo empecé el kínder a los 4 años y a los 17 ya estaba en
primero de Derecho, antes no se requería la edad mínima para entrar a
escuela ni a la preparatoria. Cada vacación, me iba al rancho de mi
abuela paterna, María, ella tenía una pequeña capillita y ahí iban todos
los peregrinos a llevar los exvotos, que son esas pinturas que hacen,
en donde la gente habla de los milagros. Me cuentan mis tías abuelas que
yo en lugar de jugar con muñecas jugaba con el Santo Niño de Atocha y
hacía peregrinaciones con las niñas de ahí, cantando, era un ambiente
muy libre”.
Esos juegos infantiles sin duda perfilaron el legado que ha construido y compartido Lucha Castro con sus colegas abogadas.
Para la actual directora del CEDEHM, el ejemplo que le dejó Lucha se
resume en tres cosas concretas: “La congruencia, tenacidad y
generosidad con la que se entrega a la causa del bienestar de las demás
personas; la alegría con la que afrontaba el diario vivir, en medio de
tantos dolores ajenos e injusticias, al final siempre sabe disfrutar,
gozar, bailar, reír, amar, compartir…. Siempre pensaba que nadie se
imaginaba lo alegre que es y lo divertido que es estar con ella y la
profunda espiritualidad desde donde realiza su labor, es decir con un
profundo sentido de vocación”.
“Cuando estábamos en Chihuahua
nos inscribieron a escuela de monjas y recuerdo que mi primera memoria
de libertad y cuestionamiento lo tuve cuando estaba en esa escuela. Era
una escuela que tenía unos grandes muros donde las monjas preservaban a
las niñas, honorables. Entonces convencí a mis amigas a que nos
trepáramos encima de la barda, porque había un parque enorme donde se
juntaban las parejitas y para ver qué estaba pasando en el mundo
exterior. Entrelazábamos nuestras manos y una niña se subía y nos decía
qué era lo que estaba pasando, la llamábamos “Operación piecito” y ese
sueño infantil de libertad es el que me ha perseguido en mi vida, ahí
aprendí a escuchar lo que la otra percibía desde su realidad y a
sentirme también contenta cuando me tocaba explicar lo que yo estaba
viendo, pero también cuando era la ‘niña piecito’ y ayudaba a otras. Es
así, como decidí convertir mis ‘manos piecito’ para que las mujeres
alcanzaran una vida libre de violencia y he puesto mis manos, mis
brazos, mi regazo y mi voz para las mujeres.
Ella ha sido
consejera para otras mujeres que han tomado en sus manos la defensa de
la vida de las mujeres, por ejemplo, la defensora Lydia Cacho, quien
conoce a Lucha Castro en los noventa recuerda, “me llamó tanto la
atención su claridad para explicar los componentes de la violencia
feminicida, de la tortura sexual y a la vez hacerlo con tanta calma y
una especie de dulzura comprensiva. En esa primera reunión entendía que
la violencia contra mujeres debía explicarse desde la calma y
argumentarla con solidez para acceder a la empatía de quien lee o
escucha. Lucha es una mujer sumamente espiritual y realista a la vez,
ese equilibrio me ha impactad siempre, le aporta una solidez ejemplar a
todo lo que hace. Hablando del refugio que yo fundé, Ciam Cancún, Lucha
me dijo ‘no des asesoría legal, crea un equipo de defensa jurídica de
principio a fin, es la única forma de proteger verdaderamente a las
víctimas’, tuvo razón, era una pionera y una visionaria desde el
inicio”.
La
sororidad fue un legado de su madre “en mi casa mi madre acogió a 14
mujeres más, mi casa era prácticamente una comuna; porque como
mayoritariamente la familia de mi padre era del sector rural, mi mamá
que era una maestra normalista, tenía mucho la conciencia de mi abuelo
que fue fundador del Partido Comunista, creador del primer ejido en Chihuahua,
corredor de Flores Magón, era un hombre increíble. Bueno pues ese
abuelo mandó a sus hijas a estudiar y mi madre entendió y comprendió la
importancia de la educación para las mujeres y entonces todas las primas
de los ranchos se fueron a mi casa porque era mi madre la que vivía en
la ciudad y que tenía una posición cómoda. Imagínate, 14 primas, más
nosotras, aquello era un internado, aquello era alegría, fiesta y
también drama”.
Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo es que decides ingresar a las leyes, que era un mundo masculino, ajeno a las mujeres?
Lucha Castro (LC):
En aquel tiempo solo existían tres facultades en la Universidad
Autónoma de Chihuahua, una era medicina otra contabilidad – soy alérgica
a los números- y la otra era derecho, pero me parece que fue por el
tema de la capacidad de indignación. Viviendo en una comuna de puras
mujeres y empoderadas, aunque todavía no nos llamábamos feministas, y
las primas todas estudiaban carreras propias de las mujeres, ya sabes,
enfermería, para maestras, etc.… Sin embargo, ese ambiente nos hizo ser
muy sensibles al tema de la discriminación hacia nosotras y entonces fue
ahí cuando descubrí poco a poco cómo el patriarcado estaba ensartado en
las leyes y algo teníamos que hacer. Si tuviera que decir una palabra
del por qué decidí estudiar derecho, la palabra sería indignación porque
me indigna la injusticia, me indignó y me seguirá indignando.
LLH: ¿Cuándo te asumes que eres feminista, en qué momento dices sí soy feminista?
LC:
Creo que la mayor contribución que yo me reconozco, que es poco
conocida, pero que me da a mí mucha satisfacción, es el que hicimos con
la compañera Alma Gómez en el 94 cuando. Las madres de Ciudad Juárez, se
acercaron y me pidieron que fuera su abogada, en aquel tiempo no había
abogadas feministas en Ciudad Juárez y ellas les decían a las
autoridades y a quienes venían a visitarlas ‘es que el gobierno no busca
a nuestra hijas’, pero no tenían manera de comprobarlo, era su dicho
contra el Estado y entonces lo que hice fue algo tan sencillo como el
ejercicio de la coadyuvancia, hacer un escrito en donde se le pide al
ministerio público que se nos acredite a la madre y a mí, y a Alma
Gómez, a solicitar la copia del expediente, solicitamos la copia del
expediente y ahí nos dimos cuenta que, por ejemplo, en el caso de Erika
Nohemí y Julieta Marlen, dos chicas que estaban desaparecidas desde
hacía dos años, los expedientes tenían 7 páginas, o sea; la denuncia de
desaparición, un auto de radicación y un oficio de búsqueda, el
expediente estaba ahí tirado y a las madres que fueron durante dos años,
el ministerio público les decía que ya habían hecho rastreos, que
habían hecho cateos en casas, que habían llevado testigos, eran puras
mentiras y entonces pudimos documentar eso.
Lo que sucedió, es
que vino Amnistía Internacional a Ciudad Juárez e hizo un informe
llamado “Diez años de desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad
Juárez y Chihuahua”, escrito desde las madres y eso lo logramos desde la
coadyuvancia y estamos hablando de que en esa época no teníamos la
reforma del 2011(la reforma que reconoce los derechos humanos como el
eje constitucional), pero existía por ahí un artículo constitucional, en
donde se determinaba que podía haber coadyuvancia, recordemos que en
aquel tiempo las víctimas eran las olvidadas del sistema; no solamente
no tenían voz, si algo querían tenían que ir con el ministerio público y
si el ministerio público le daba la gana incluía la petición o no. En
cambio, con la reforma constitucional, la coadyuvancia en este caso, las
representantes de las víctimas podrían incluso interponer el amparo y
acusar por delitos diferentes de los del ministerio público. Ese fue un
salto cuántico.
Otra
cosa, cuando iba yo a los tribunales llevaba los artículos de CEDAW
para obligar a los jueces y juezas a que investigaran porque cuando
tenían ellos que resolver se tenían que poner a estudiar los tratados
internacionales y qué es lo que nosotras queríamos decir. Esas son de
las cosas que me parecen que son importantes con el avance ya en los
litigios y ahora están ahí, las madres empoderadas que llegan y piden
expedientes, que participan, esos fueron los antecedentes.
LLH: Fuiste construyendo la evidencia del no actuar de las autoridades. ¿Qué te dio el feminismo, Lucha?
LC:
Otra vez tengo que volver a mis raíces. Cuando yo litigué el primer
caso de tentativa de feminicidio en el 2007, porque nosotros
transitamos, y Chihuahua, fue el primer estado que tuvo el sistema
(penal) acusatorio, yo tenía que entender por qué era tan difícil para
un juez o para los operadores del sistema de justicia entender un tema
como la violencia familiar, como el feminicidio. Lo entendí
perfectamente cuando en un caso de acá, llega la madre y el juez
determina que no le da mucha credibilidad al testimonio de la madre
porque ella permanecía en mucho silencio y eso se traducía en que había
sido aleccionada, lo que no sabía, el pinche juez, es que esta mujer,
era una mujer campo, María, nunca había salido a la ciudad, mucho menos
había estado en un tribunal y ella estaba en pánico.
El concepto de feminicidio nos lo enseñó Marcela Lagarde,
cuando estábamos en Juárez en los litigios, llega Marcela Lagarde y nos
explica el concepto, entonces entendemos la responsabilidad del Estado y
ahí empiezo a buscar en jurisprudencia internacional, en sentencias
internacionales. El bagaje cultural que me dio el feminicidio para el
litigio es impresionante porque tú lo puedes verter y también en este
caso de tentativa (de feminicidio) de Lolita, cuando le hablaron a la
pareja sentimental, el ministerio público le dijo que firmara un acuerdo
de no agresión, cuando él se levanta a la computadora para firmar el
documento que acababan de imprimir, se levanta y le dice a Lolita
‘acabas de firmar tu sentencia de muerte’. Cuando él regresa, ella dice
que quiere hablar y el ministerio público fue fiel a lo que te dice la
escuela de derecho, (que) te enseña las circunstancias de tiempo y
lugar, a mí dígame qué fue lo que pasó a las tres de la tarde cuándo
usted le habló a la policía; significa que solo quieren ver una escena
de la película, no la película completa. Si vieran la película completa
se darían cuenta perfectamente de toda esta violencia y todas las
herramientas que te da el feminismo y yo me asumí como feminista cuando
tuve que estudiar más leyes, para llegar más preparada a los tribunales.
Fui,
también, muy creativa en los casos de los tribunales, me acuerdo que en
un caso que tuve, una mujer que se defendió de su pareja, entonces le
daban una penalidad enorme por el homicidio de su pareja, cuando él
había entrado a su casa drogado, amenazándola, a ella y a sus hijos de
asesinarlos, entonces se volteó el cuchillo y lo mató, todavía ella se
sube al carro, no sabía manejar, y lo lleva a la clínica y entonces
cuando ya estaba detenida y la iban a sentenciar, cuando le digo al
juez: “A ver; don Alejo, (que) es un hombre que enfrentó al crimen
organizado cuando lo amanzanaron porque iban a quitarle su racho, sale y
mata a todos. Tiene un corrido porque es un hombre chihuahuense bravo y
valiente porque defendió como nadie a su familia y a su racho, pero
como ella es una mujer y se defendió, ¿ella es una asesina?
LL: El feminismo es también la vida cotidiana y en esa vida cotidiana, ¿qué te dio?
LC: Me
hizo cambiar la forma de la crianza hacia mi familia, la forma de
conceptualizarme y aceptarme a mí misma, por supuesto, la cuestión de la
repartición del trabajo doméstico. El tema de no culpabilizar por no
estar en casa y varias cuestiones que me ayudaron a construirme como una
persona con derechos para ser feliz y sin sentimientos de culpa.
Me
gusta muchísimo la música y según el estado de ánimo me gusta bailar,
cantar, viajar muchísimo y me gusta la poesía, escribir también. La
verdad que disfruto cada cosa que hago, nunca había cocinado porque en
mi familia se dio una vida privilegiada porque mi madre fue la primera
mujer que fue empresaria de la perforación de pozos en el país, así que
ella tenía tres empleadas domésticas y teníamos una vida privilegiada,
desde el punto de vista económico, pero ahora que vine acá (España), mis
compañeros de toda la vida crearon un grupo de WhatsApp que se llama “La lucha sigue”
y entonces ahí aprendí a cocinar. Ellos me mandan las recetas, pero me
mandan la historia de la abuela, “mi abuela hacía esta receta, pero mi
abuela vivía en tal lado” y me cuentan la historia, entonces ya
conocemos a las abuelas, a las mamás de ellas y de ellos. Amo también
meditar, me parece que esas son algunas de las cosas que me gustan.
LL: Si alguien escribiera tu biografía, ¿con qué frase te gustaría que iniciara y con qué frase cerrarías tu biografía?
LC:
Ese es un ejercicio que aprendí. Soy teóloga, entonces me acuerdo que
en las clases de escatología, el padre Martínez nos llevó al panteón
para que leyéramos los epitafios, entonces, cada quien debía de escribir
su epitafio y uno de los epitafios sería, por supuesto la palabra
defensora de derechos humanos, pero aquí en el libro que tengo: “Mi
horizonte es ser luz que fluya en el amor, desnudo mi consciencia para
descubrir las relaciones conmigo misma y con los demás seres de la
creación, Asumo el compromiso de reconocer y respaldar su dignidad, pido
la gracia para desmontar el falso discurso de libertad; construido con
miedos y apegos, para desenmascarar con honestidad mi soberbia, raíz de
mi desorden. Confío en Dios padre y madre que abraza mi debilidad,
anhelo aprender a ser compartida con mi prójimo a la manera de una buena
samaritana, guíame clara luz, no me dejes volver a la madre Tierra con
las manos vacías, amén”.
LL: Finalmente te pediría una frase ¿qué es la justicia para Lucha Castro?
LC:
Es el camino para ayudar a bajar a las crucificadas de la tierra, es el
respeto a la dignidad de las personas. La injusticia es cuando pisoteas
la dignidad de alguien, me parece que la palabra es dignidad,
simplemente dignidad.
Con lo que termino, hubo un juicio que fue emblemático, por supuesto que fui la abogada de Marisela Escobedo,
pero este juicio es de Berenice, una chica que fue asesinada y entonces
al terminar con el juicio dije esta poesía porque era una sobrina de
Alma Gómez, mi compañera, ella la escribió y la quiero decir.
Nos queremos vivas para
escribir poesía, música, historia, para conquistar el cosmos, las
profundidades del mar y la cima de la montañas; para usar los espacios
públicos para el arte, la cultura, la construcción de ciudadanía, para
ocupar los bancos escolares, la curules, las sillas presidenciales y
ejecutivas de las empresas. Nos queremos vivas para decirle a los niños, los jóvenes y los adultos que somos iguales en derecho y dignidad, que queremos transitar la vida con ello sin violencia, con amor y respeto, que somos dueñas de nuestros cuerpos y decisiones. Nos queremos vivas para tejer sueños…
Fotografía: Pexels.- Durango.- Este 1 de diciembre sumaron 18 muertes de mujeres a causa de un brote de meningitis en el estado de Durango.
Según informó el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell Ramírez, ya
se identificó al agente infeccioso responsable de estos decesos y de la
hospitalización de por lo menos 68 personas más.
Actualmente, 65 mujeres y tres hombres permanecen hospitalizados con
meningitis. El gobernador de Durango, Esteban Alejandro Villegas
Villarreal, declaró la intención de mantener a todos estos pacientes en
un mismo lugar (el Hospital General 450) para brindarles la mejor
atención posible. Incluso, afirmó que el gobierno federal ofreció la
posibilidad de contratar a más especialistas con dicho objetivo.
En una conferencia de prensa, López-Gatell declaró que el agente causante del brote de meningitis es un hongo microscópico cuyo nombre científico es fusarium solani.
Dicho hongo es el presunto responsable de que decenas de mujeres en
Durango estén presentando infecciones en las meninges (las médulas que
envuelven al cerebro y la médula espinal) tras haberse sometido a
procedimientos gineco obstétricos en diferentes clínicas privadas de la
entidad.
De acuerdo con la fiscal general del estado, Sonia Yadira de la Garza Fragoso, ya se han analizado los expedientes de 2 mil 400 pacientes.
De igual forma, se han tomado muestras a ocho lotes de fármacos
anestésicos, los cuales han sido resguardados para evitar que el
personal médico siga utilizándolos.
La investigación sanitaria
continuará, aunque está restringida por la investigación de la FGJED
para no afectar las carpetas abiertas por este brote de meningitis.
Por otra parte, el subsecretario de Salud informó que la Fiscalía General de Justicia del Estado de Durango (FGJED) también está investigando el
brote y ha llegado a conclusiones similares a las de la Secretaría de
Salud y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios
(COFEPRIS).
Entre dichas conclusiones, el funcionario destacó que las pacientes se infectaron con el hongo luego de recibir una dosis de anestesia directamente en la médula espinal.
Según dio a conocer el anestesiólogo Isaac Chávez Díaz a través de sus
redes sociales, la mayoría de las mujeres recibieron estas dosis para
someterse a una cesárea.
López-Gatell afirmó que, en condiciones
habituales, este procedimiento es completamente seguro, por lo que ya se
están investigando las fallas que dieron lugar al brote de meningitis.
Hasta el momento, el anestesiólogo Chávez Díaz apunta a dos hipótesis.
La primera es que el hongo se propagó a través de cuatro lotes
sospechosos de anestesia bupivacaina producidos por la farmacéutica
PISA; la segunda, que todo sucedió por el uso de agujas contaminadas.
Aún hay más de mil pacientes sin síntomas y bajo observación
Durante la conferencia de prensa, Hugo López-Gatell dio a conocer que hay mil 400 mujeres bajo observación por la posibilidad de que ellas también hayan contraído meningitis tras someterse a procedimientos gineco obstétricos.
Algunas
de estas mujeres se encuentran en la capital de Durango, mientras que
otras residen en diferentes municipios de la entidad. Ninguna de ellas
ha presentado síntomas, pero se les está dando seguimiento vía telefónica y están acudiendo a consultas médicas frecuentes para monitorear su estado de salud.
Mientras tanto, las autoridades duranguenses han clausurado cuatro hospitales
privados por el brote de meningitis: Santé, Dikvaca, San Carlos y el
Hospital del Parque. Además, la FGJED ya está investigando lo sucedido.
Ternura radical: una respuesta transgresora en la que nuestras resistencias y sensibilidades son desobediencia
Ciudad de México.-“Ternura radical es ser crítica y amorosa, al mismo tiempo. Ternura radical es entender cómo utilizar la fuerza como una caricia”. En la actualidad, este término se instala como un abrazo desde la resistencia
y ha invadido las mentes y las cuerpas, arropándonos desde el amor y la
rebeldía ante un sistema que nos quiere aisladas y envueltas en el odio
y el rechazo de las unas a las otras.
La primera vez que este
término se dio a conocer fue por parte del colectivo La Pocha Nostra
-conformado por 50 artistas de 10 países-, quienes durante más de 10
años lo han hecho parte de la pedagogía-performance radical de sus
protestas que han recorrido varios rincones de América Latina.
Pero, ¿Cómo entendemos la ternura radical? Se vislumbra como una apuesta por abrazar la fragilidad, pues esto nos dará las bases de resistencia con las que podremos sostener (nos), amar (nos) y apoyar (nos).
A través de la ternura radical construiremos en comunidad, saliendo de un molde que nos ha llevado a relacionarnos desde la violencia y el individualismo. El sistema patriarcal encuentra la ternura
como sinónimo de debilidad y menosprecia las muestras de dulzura,
convirtiéndose en un sentimiento del que se debe huir a toda costa.
Sin embargo, la ternura radical es una respuesta transgresora, en la que nuestras resistencias y sensibilidades son una forma de desobediencia
contra el sistema patriarcal. Así lo vemos en las manifestaciones, con
mensajes como «no estás sola» o «me cuidan mis amigas». En las calles,
cuando una sonrisa o una mirada de mujer a mujer se revela como un
«estamos juntas». Y sí, estamos juntas.
En un manifiesto, Dani
d’Emilia y Daniel B. Chávez, dos artistas de performance y activistas
integrantes de La Pocha Nostra se preguntaron: ¿Cómo puede la ternura ser radical en nuestras alianzas, nuestras comunidades efímeras y nuestras relaciones interpersonales?
Así, por medio de las palabras, la ternura radical se materializó, aún cuando no hacía falta una definición:
“ternura radical es ser crítico y amoroso, al mismo tiempo
ternura radical es entender como utilizar la fuerza como una caricia
ternura radical es saber acompañarnos entre amigos y amantes, a distintas distancias y velocidades
ternura radical es escribir este texto al mismo tiempo desde dos continentes lejanos
…desde la misma cama
escribiendo al acariciar
ternura radical es saber decir que no
es cargar el peso de otro cuerpo como si fuera tuyo
…es compartir el sudor con un extraño
ternura radical es bailar entre cuerpos disidentes en un taller
…estar encimados y mantener la sonrisa y la fiesta
ternura radical es dejarse mirar; dejarse llevar
ternura radical es no desplomarse frente a nuestras contradicciones
ternura radical es no permitir que los demonios existenciales se conviertan en cinismos permanentes
es no ser siempre las mismas, los mismos, les mismes
es encarnar In Lak’ech…
porque tu eres mi otro yo
y viceversa
ternura radical es no tenerle miedo al miedo
ternura radical es vivir el amor efímero
es inventar otras temporalidades
ternura radical es abrazar la fragilidad
es enfrentar la neurosis de lxs demás con creatividad
ternura radical es encarnar gestos performativos que normalmente rechazarías
ternura radical es asumir el liderazgo cuando tu comunidad te lo pide, aunque no sepas qué hacer, ¡ni cómo hacerlo!
ternura radical es prestarle tus tripas a los demás
es ponerte el coño de tu amante como bigote
es arriesgarse a amar a contra pelo
ternura radical es creer en la arquitectura de los afectos
es encontrarnos desde los músculos más cercanos al hueso
es creer en el efecto político de los movimientos internos
ternura radical es no insistir en ser el centro de atención
es tener visión periférica; creer en lo que no es visible
ternura radical es hacer del temblor un baile y del suspiro un mantra
es disentir con el máximo respeto
…transitar en espacios que no entiendes
ternura radical es aceptar lo ambiguo
es no pensar dándole vueltas a tu ombligo
es romper con patrones afectivos, sin expectativas claras
ternura radical es compartir sueños, locura
sintonizar, no solo empatizar
es encontrar una galaxia en los ojos de otrx y no dejar de mirar
es leer el cuerpo del otrx como un palimpsesto
ternura radical es canalizar energías irresistibles y convertirlas en encarnaciones indominables
es activar la memoria sensorial
es reconocer al otro por su olor
ternura radical es sentir la posibilidad en cada duda
es dejarse atravesar por lo desconocido
ternura radical es darle la opción a un narcisista de acoplarse, o re/pensarse
ternura radical es acariciar espinas
ternura radical es convivir con la falta
es mirar a las cosas a la cara con el cariño de quien las quiere ver
es sostenerse desde distintos lugares, aunque no todos sean hermosos
ternura radical es un concepto apropiable y mutante
ternura radical
es algo
que no hace falta
definir
El amor es revolucionario, la ternura
crea redes y nos permite florecer con rebeldía. Por eso: ternura
radical desde nuestra digna rabia, ternura radical para crecer,
acompañar, criar y amar. Ternura radical como la respuesta a la
actualidad devastadora, sumergida en la violencia, la ira y el abandono.
Una de las
preguntas que me hacían con mayor frecuencia cuando volví a México
después de hacer la maestría, era: ¿qué es lo que más extrañas de vivir
en el extranjero? La respuesta sigue siendo la misma: la seguridad. No
estoy diciendo que en otros países no existan también problemas de
machismo, sexismo y feminicidio, pero, al menos para mí, la diferencia
fue evidente.
Ser mujer y vivir en México viene acompañado de una
serie de normas, cuidados y precauciones que una aprende e incorpora a
su rutina desde temprana edad. ¿Vas a salir a la calle? Cuidado con
esto. ¿Vas a tomar transporte público? Fíjate en tales cosas. ¿Vas a
regresar de noche? Cuidado con esto otro. ¿Vas a ir a un baño público?
Presta atención a estas cosas. ¿Vas a llevar a tus hijos? Suma otro
tanto de precauciones.
Malas experiencias y situaciones
angustiantes, puedo contar varias: desde piropos de mal gusto y no
solicitados, hasta hombres acechándome en la calle y recorridos
peligrosos con taxistas malintencionados. Una de las más recientes, me
dejó con sentimientos mezclados: a pleno mediodía, saliendo de una de
las jornadas de vacunación por COVID19 en la colonia Del Valle, una
mujer se acerca para alertarme que un hombre llevabs varios minutos
grabándome y comunicándose con alguien más. Me quedé aterrada y
agradecida. Ahí la palabra sororidad tomó un nuevo significado para mí.
El
riesgo no solo es cotidiano, es omnipresente, y nos ha obligado a
buscar nuevas y diversas maneras de cuidarnos. Para escribir esta
columna me di a la tarea de averiguar algunas de las medidas que toman
compañeras, amigas, familiares. Aquí sus respuestas:
Paulina O. “Si
puedo no salgo. No me gusta usar falda en general, pero si voy a la
calle trato de no usar nada por el estilo. A veces me vengo fijando
atrás de mí, en especial si es de noche o estoy en un lugar muy solo.
Llevo todo en bolsa cerrada”.
Teresa P. “Si salgo
sola, salgo armada (gas pimienta y navaja escondida en forma de
adorno). Cuando salgo verifico la zona y tengo presente quién vive por
allí para tener rutas de emergencia listas. Tengo códigos de emergencia
con grupos de autocuidado para que sepan si necesito asistencia sin
pedirla explícitamente. No uso joyas y no me visto con prendas
entalladas o ajustadas”.
Nathaly G. “No
maquillaje. No joyas caras. Ropa guanga. Horas con luz si es posible. Ir
fijándose. Mochila cerrada. Avisar a familiares a dónde voy, a qué hora
y avisarles cuando ya llegué”.
Beatriz A. “Variar las rutas en el coche, pasar por diferentes calles. Al caminar, variar el camino y cambiar de banqueta”.
Karen M. “Aviso
a dónde voy y con quién. Me fijo en quienes caminan a mi alrededor y
trato de caminar rápido. Busco calles iluminadas y con gente. Uso
vestimenta y calzado que no sean llamativos y que posibiliten moverme
rápido”.
Martha Z. “Mi mamá carga un desarmador y mi tía un cuchillo”.
Olga A.“Dependiendo
de a dónde vaya, elijo qué ropa ponerme para evitar que me acosen
tanto. Checo rutas de transporte público y elijo las que sean más
seguras. Si voy lejos, aviso a mis amigas y les mando ubicación. Si
camino sola por trayectos largos o en lugares que no conozco evito tener
audífonos”.
Gaby A. “Llevar todas mis cosas
guardadas, de preferencia en una mochila para tener las manos libres.
Mandar ubicación en tiempo real a alguien de la familia.Caminar con
seguridad. Si siento que alguien me sigue, voltear y verle directamente;
o dejarle pasar para no perderle de vista. En caso de sentirme en
peligro, buscar refugio en alguna tienda o negocio. También buscar apoyo
con alguien que vaya pasando y directamente decir que me siento en
peligro”
Abril G. “Previo a salir, investigo las
calles aledañas y reviso qué tan solas están. No transito por calles que
estén solas y si tengo dudas procuro preguntarle a otras chicas cómo
llegar a mi destino. Siempre comparto mi ubicación con la persona con la
que me reuniré”
Dora M. “De plano no utilizo
ningún servicio de taxi. Si voy a salir de noche trato de que sea en
grupo de varias para regresar todas juntas y quedarnos en la misma casa.
Además, me limito a usar solo los vagones exclusivos para mujeres en el
metro o metrobús”.
Brenda G. “Intento no
utilizar el celular en la calle. De ser necesario, me detengo en un
lugar donde tenga mayor visibilidad de lo que pasa a mi alrededor (me
recargo en una pared para no tener puntos ciegos) y trato de siempre
tener crédito en el teléfono. Si voy a alguna fiesta o con algunas
amigas, siempre tengo muy presente el camino que debo tomar de regreso.
Salgo siempre con un anillo por si acaso tengo que golpear algo”.
Eurídice A. “Envío
mi ubicación a mis amigas o a familia y tengo permanentemente activas
las palomitas azules y última hora de conexión en Whatsapp.Y eso que
casi no salgo porque trabajo desde casa y no voy a fiestas porque no
tomo. Dejé de tomar porque en 2015, en la cena de fin de año con la
familia, el esposo de una hermana de mi mamá intentó violarme”
Andrea M. “Yo
dejé de usar escotes y faldas cortas porque me incomodan mucho las
miradas. Sé que no debería, pero ya me adapté muy bien y puedo andar más
confiada. Por lo demás, evito andar sola muy tarde y en zonas
peligrosas, ni modo”.
Karla G. “Tengo Life 360 con mi hija, hermana y primas”.
Irene A. “Aviso a mi familia a dónde voy y cuando llego. Procuro no salir sola de noche”.
Cindy G.“Tomo
foto de las placas del taxi o tarjetón del chofer. Salgo con poco
efectivo y uso bolsos discretos. Es complicado, pero prefiero no ayudar,
ni pedir ayuda a extraños. En definitiva, evalúo el trayecto y, al
identificar zonas muy solitarias, subo los vidrios del coche”.
Mari Carmen H.
“Yo que viajo en coche siempre llevo los seguros puestos, no uso el
celular en el viaje para estar atenta, me quedo un poco despegada de los
coches por si necesito moverme, cambio de rutas para venir a la oficina
y regresar a casa y, saliendo de la oficina, aviso a casa que ya voy
para allá, y tengo a la familia en el Google Maps para que sepan en
dónde estoy”.
Alexa C. “Mis outfits, normalmente traigo una sudadera larga o algo para taparme los glúteos”.
Brenda G. “Viniendo
del Edomex y de haber sufrido asaltos, en la calle soy precavida de día
y de noche. Voy siempre viendo alrededor (sonará paranoico, pero así
es) y, aunque soy muy distraída para muchas cosas, cuando voy sola en la
calle trato de no serlo. Si voy a regresar sola de la fiesta, no bebo
mucho y comparto viaje”.
Mariana S. “Nunca ando
con audífonos, procuro no distraerme, aprieto el paso si no me siento
segura. Siempre traigo un suéter o una chamarra encima para minimizar
miradas lascivas”.
Ana E.L. “Mi primera
precaución es siempre usar zapato cerrado por si tengo que patear algo o
romper alguna ventana. Dentro de mi bolsa siempre traigo unas tijeras
largas, no para apuñalar, pero sí para quebrar vidrios o cerraduras si
es necesario. Siempre que salgo estoy al pendiente de mi alrededor y
checo en los reflejos de las ventanas si me vienen siguiendo, y si sí,
trato de meterme a una tienda o restaurante y quedarme cerca de donde
está la caja o donde haya mucha gente”.
Luisa T.
“Trato de llevar siempre mis llaves a la mano, me da seguridad por si
alguien intenta hacerme algo, puedo rasguñarlo. Estoy constantemente
viendo a mi alrededor y casi nunca traigo audífonos para escuchar quién
viene atrás de mí, alguna alarma o los autos que se acercan. En el auto
siempre veo quién viene a mi alrededor, si un auto lleva mucho tiempo
atrás de mí, trato de cambiar de carril o de ruta”.
Este breve
recuento es sólo una muestra del nivel de angustia y temor con el que
todos los días enfrentamos situaciones que, aunque no deberían de ser
riesgosas, en México, la realidad es que podrían resultar fatales. Salir
a la calle y realizar actividades cotidianas no debería ser motivo de
angustia, usar minifaldas, shorts o escotes no debería ocasionar
situaciones incómodas o peligrosas, caminar sola por la noche no debería
ser aterrador. Agradezco infinitamente la creciente sororidad que he
encontrado, pero hago también un llamado a los varones a sumarse a la
construcción de entornos seguros para todos.