Ángeles González Gamio
A pesar de que pronto tendremos una presidenta, todavía hoy en los derechos consignados en las leyes y la participación de las mujeres en casi todos los ámbitos, hay que combatir la misoginia y el machismo presente en todos los niveles y sectores.
Parte de ese proceso ha sido lograr el reconocimiento de las aportaciones femeninas, como el caso que hoy abordamos, que es el arte. El Museo Nacional de San Carlos celebra su cumpleaños 55 con la exposición Pintar en femenino: Mujeres en el sistema artístico mexicano, 1846-1940. Homenaje a Leonor Cortina.
La homenajeada es autora de un libro sobre el tema, organizó y curó en 1985 la exposición pionera Pintoras mexicanas del siglo XIX, que sacó a la luz a excelentes artistas que hasta ese momento eran prácticamente desconocidas.
La entonces directora del INBA, Lucina Jímenez, expresó en la inauguración que gracias
a su trabajo es que la historiografía de las artes en México tiene un
lugar para las mujeres, y lo tienen de una manera digna, documentada y
rigurosa, y el reconocimiento, no solamente de ser mujer, sino porque
ser mujer en un espacio dominado por una visión absolutamente
masculinizada dejaba a las mujeres solamente como musas, como algunas
inspiradas, pero en el ámbito de lo privado: el ámbito público estaba
destinado para ese sector masculinizado
.
La muestra actual está conformada por más de 180 obras, entre pinturas, grabados, dibujos, fotografías, títeres y tapices en los que se advierte el papel de las mujeres como creadoras y artistas a lo largo de nuestra historia. Hay obras de la muralista Aurora Reyes, de Nahui Ollin, Juliana y Josefa Sanromán, Ángela Icaza, Guadalupe Moncada, Eulalia Lucio, Otilia Rodríguez y otras.
El tema tiene resonancia; hace unos meses el Museo Kaluz presentó la exposición temporal: (Re)generando… narrativas e imaginarios. Mujeres en diálogo. Con otro enfoque, la curadora Karen Cordero, feminista y académica, partió de la pregunta: ¿dónde están las mujeres en las colecciones de arte en México?, e inició con una revisión de la propia colección Kaluz, a la que sumaron acervos de otros museos, coleccionistas y artistas contemporáneas.
Se analizó cómo cambia la historia del arte por medio de la mirada de las mujeres y buscó un punto de partida para interrogar y reimaginar la historia del arte, así como los futuros posibles de nuestra cultura y sociedad.
Otro agasajo de visitar la exposición-homenaje, es admirar el hermoso palacio neoclásico que aloja al Museo Nacional de San Carlos, obra del notable arquitecto y escultor Manuel Tolsá. Lo mandó a construir la marquesa de Selva Nevada como regalo para el hijo que no heredaría su mayorazgo, pero a quien en compensación le daba el recién adquirido título de conde de Buenavista.
El inmueble situado en Puente de Alvarado 50 –hoy avenida México-Tenochtitlan– es una belleza con un original patio ovalado único en su género en nuestro país. Custodia la colección de arte europeo que perteneció a la Academia de San Carlos, que se integró con obras de arte de grandes maestros europeos que sirvieron de modelo a los estudiantes. Se enriqueció con trabajos de los propios docentes, muchos venidos del viejo continente y de alumnos sobresalientes.
El Palacio de Buenavista nunca fue ocupado por el conde, tuvo muchos dueños y muchos usos, hasta que en 1968 fue acondicionado para servir de sede al recién creado museo. Lamentablemente, como en muchos recintos culturales, se ve el deterioro en el mantenimiento por los severos recortes presupuestales que ha padecido el sector.
En la vecina colonia Juárez, en la calle Lucerna 12, desde 1945 funciona el primer restaurante de cocina yucateca en la ciudad: El círculo del sureste. Muy conocido en el medio artístico por su cercanía con Televisa Chapultepec, constantemente recibe la visita de artistas.
Ahora ofrecen también cocina mexicana y española, pero su fuerte sigue siendo la yucateca: muy sabrosa la cochinita pibil, el pan de cazón, el queso relleno, el frijol con puerco, el salpicón de venado y el poc chuc. De postre, el pan de elote que sirven calientito, esponjoso y lleno de sabor.
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