Si pensamos en los perfiles que en el transcurso de esta semana han declarado públicamente su aspiración a ser candidatos o candidatas de Morena a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, podemos decir que los capitalinos tienen en estos momentos un problema que a todos nos gustaría tener: tienen que escoger entre los buenos y los mejores.
Si, antes de decantarnos por una preferencia, somos completamente honestos, no podemos decir que haya algún perfil indeseable, incompetente o impresentable en esas filas, que incluyen desde Omar García Harfuch hasta Hugo López Gatell, pasando por supuesto por Clara Brugada y -probablemente, pero sin que sea seguro-, Mario Delgado. Eso no quiere decir que cualquiera dé lo mismo, y desde luego todos sentiremos preferencia por alguno o alguna sobre los demás -llegados a esta línea ya seguramente el hecho de decir que “no hay malos perfiles” en esa lista habrá enojado a algunos de los lectores o escuchas, que creerán, con todo el derecho del mundo, que el o la aspirante que ellos prefieren no sólo el mejor, sino el único bueno.
Según las encuestas, dos aspirantes llevan la delantera: Omar García Harfuch, quien se desempeñó como Secretario de Seguridad Ciudadana hasta hace unos días, y Clara Brugada, quien también hasta hace unos días era Alcaldesa de Iztapalapa. Según una encuesta de Enkoll para El Universal del mes de agosto, el exsecretario cuenta con 35 por ciento de las preferencias para ser candidato a la Jefatura, mientras que la exalcaldesa cuenta con 27 por ciento. Sin embargo, según los careos en los que se les confronta con una posible candidatura de Santiago Taboada en el PAN, ambos aventajan al candidato opositor con más o menos los mismos números (53-39 por ciento si el candidato es Harfuch, 52-40 por ciento si es Clara Brugada).
García Harfuch fue, sin duda, un funcionario ejemplar al frente de la SSC, pues durante su gestión los índices delictivos en la Ciudad de México disminuyeron hasta 57 por ciento. La percepción de inseguridad se redujo diez puntos en tan sólo un año, según las cifras del Inegi, y pasó de 67.4 por ciento en 2022 a 57.1 por ciento en 2023. García Harfuch logró transformar la institución a su cargo, mediante un programa de desarrollo policial que incluye certificaciones, incrementos salariales pero también la denuncia y sujeción a proceso de elementos que cometieron faltas graves, incluidos altos mandos. Estableció una buena relación con la Fiscalía y coordinó una Policía de Investigación -figura antes inexistente-, con la que logró desarticular varias células de grandes generadores de violencia. Desde su Secretaría se idearon e implementaron programas interinstitucionales de prevención del delito, como Barrio Adentro y Alto al fuego. Por si fuera poco, en el imaginario colectivo permea la imagen del servidor público que sobrevivió a un atentado con más de 400 disparos en el que murieron tres personas. Y, al ser lejano -al menos en apariencia- a la política tradicional, puede bien contar con el beneplácito de quienes buscan en los gobernantes perfiles menos “partidizados”.
Clara Brugada es licenciada en Economía y luchadora social de toda la vida. Desde la organización comunitaria de los vecinos de San Miguel Teotongo, una de las zonas más pobres de Iztapalapa, y su pertenencia al Movimiento Urbano Popular, hasta su militancia temprana en el Partido de la Revolución Democrática, bandera bajo la cual fue Diputada federal y local y Jefa de la Delegación de Iztapalapa de 2009 a 2012. Pero lo verdaderamente revelador está en su gestión más reciente, bajo la bandera de Morena. En tan sólo un año, de 2018 a 2019, construyó en su Alcaldía, que condensa la cuarta parte de la población de la Ciudad de México y que también acumula la mayor parte de la pobreza y el rezago, cinco Utopías. El nombre de Utopías es el acrónimo para “Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social”. Son espacios donde la gente puede tomar clases de música, de natación, de código y hasta de hockey sobre hielo.
Se puede tomar una sesión de spa mientras se lava la ropa y conseguir en el comedor comunitario comida recién cocinada por 11 pesos. Brugada las presenta como “centros de bienestar”, y el acceso a todos los servicios es gratuito. A cinco años de Gobierno, ha construido 12 Utopías, cada una con un costo de construcción de 100 millones de pesos.
¿De dónde sacó recursos esta Alcaldesa, cuya Alcaldía, por un lado, cuenta con el mayor presupuesto de la CdMx, pero al mismo tiempo con el menor presupuesto per cápita? Con un modelo de Gobierno novedoso: organiza su enorme territorio en 13 demarcaciones menores y se encarga de que cada una tenga cubiertas sus necesidades de obra pública (iluminación, bacheo y pavimentación, por ejemplo) con infraestructura y maquinaria adquirida por la propia Alcaldía, lo que reduce sus costos en hasta 50 por ciento.
Otro ámbito en el que la gestión de Brugada ha sido novedosa y contundente es en su enfoque abiertamente feminista. De ella vino la idea de los llamados senderos seguros, que en su demarcación se llaman Caminos de Mujeres Libres y Seguras. Se trata de un programa para que las avenidas más transitadas, que generalmente se usan -y especialmente las mujeres usan- para trasladarse hacia y desde sus centros de trabajo, cuenten con iluminación, cámaras de vigilancia conectadas al C5, botones de emergencia y presencia de policías auxiliares. También fundó las “Casas de las Siemprevivas”, espacios donde las mujeres que son víctimas de violencia pueden encontrar asesoría jurídica y acompañamiento psicológico. El programa Siemprevivas, cuyo nombre después fue retomado por el Gobierno federal para su estrategia contra la violencia contra las mujeres, también incluyó en Iztapalapa la visita casa por casa de decenas de miles de viviendas para difundir información sobre el problema de la violencia y dirigir a quienes pudieran ser víctimas de ella a las casas donde pueden recibir apoyo.
Escuchar hablar a Clara Brugada contagia entusiasmo por su manera creativa y eficiente de gobernar en un momento en el que podría parecer que gobernar es repetir fórmulas probadas. Indiscutiblemente el de Brugada es un perfil de izquierda que pone como prioridad la lucha contra la desigualdad, la dignificación de los más pobres y el ejercicio efectivo de sus derechos. Es decir, pasa los derechos del papel a un espacio real, cercano a la gente, donde los ciudadanos pueden encontrar eso que las leyes les dicen que merecen pero que en muchos casos los gobernantes no les ponen a mano. Tal vez esa es la característica que mejor resume la gestión de Clara Brugada: la de hacer los derechos realidades.
Sin embargo, creo que este razonamiento es erróneo, y daré tres razones. Primero, porque las inercias que actúan en una elección intermedia no son las mismas que las que animan a la gente a votar en una elección presidencial. En 2021 la oposición aprovechó lo que previó como un nivel de participación bajo de parte del oficialismo y salió a votar en números altísimos, convirtiéndola en la elección intermedia con mayor participación en 20 años. Eso no es lo que se prevé para la elección federal del 2024. Recordemos que la del 2018 tuvo 63.42 por ciento de participación.
Segundo, Morena en la Ciudad de México cuenta con una ventaja de más de 10 puntos sobre su posible contrincante, Santiago Taboada, del PAN, independientemente de si su candidato es Brugada o García Harfuch. En tercer lugar, la idea de que la clase media no aceptaría una candidata como Clara Brugada y en cambio sí votaría por Harfuch no tiene sustento. Dice Clara Brugada en una entrevista con Sabina Berman que hay dos tipos de clase media: hay una clase media conservadora y una clase media progresista. Ella está segura de que, si la clase media progresista conoce su trabajo, la preferirían como Jefa de Gobierno. Hay que considerar que en una encuesta a población abierta es posible que la clase media conservadora prefiera a García Harfuch, pero la verdad es que, llegado el momento de la elección, jamás cruzarían en la boleta el logo de Morena, así el candidato fuera Harfuch o el mismísimo Luis Miguel. Por otro lado, la clase media progresista no votaría por Harfuch, debido a su perfil políticamente indefinido y por la mala prensa que le reditúa, en ese imaginario, el tener un perfil policial.
En suma, decir que Omar García Harfuch es el candidato inevitable de Morena porque es el que va más alto en las encuestas, y el único que puede recuperar la simpatía perdida de las clases medias y altas, parece más una profecía con ganas de ser autocumplida que una observación empírica. La realidad es que, entre los buenos perfiles, Morena tiene definitivamente uno mejor en Brugada, que bien puede ganarse el favor de los sectores decepcionados si tan sólo conocen los resultados de su Gobierno. Y para eso le quedan por delante a la exalcaldesa, esperemos, varios meses de campaña.
Violeta Vázquez-Rojas Maldonado
Doctora en lingüística por la Universidad de Nueva York y profesora-investigadora en El Colegio de México. Se especializa en el estudio del significado en lenguas naturales como el español y el purépecha. Además de su investigación académica, ha publicado en diversos medios textos de divulgación y de opinión sobre lenguaje, ideología y política.
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