11/22/2023

Cuna de grillos


Desde que el PRI se fundó bajo las siglas de PNR en 1929 no había dejado de presentar un candidato propio a la Presidencia, hasta ahora. Desde 1997, fecha a partir de la cual los habitantes de la Ciudad de México deciden a través de las urnas quién los gobierna, el PRI no había dejado de presentar un candidato propio a la jefatura de Gobierno, hasta ahora.

En ambos procesos el alguna vez revolucionario y hoy ya ni siquiera institucional levantó la mano a dos representantes de la derecha, a Xóchitl Gálvez para la Presidencia, y a Santiago Taboada para la Ciudad de México, ambos políticos del PAN, partido creado por los sectores más reaccionarios de México en 1939 con ideología fascista surgido con la intención de detener las políticas progresistas y antimperialistas de Lázaro Cárdenas. Está claro: el PRI entregó la plaza al PAN.

La candidatura presidencial del frente que, aunque reducido llaman amplio, se dio a través de un proceso que, a pesar de haber prometido participación ciudadana y democracia, cepilló a las y los aspirantes a través de declinaciones obligadas para, de nuevo, imponer el dedazo, en esta ocasión a favor de Xóchitl Gálvez con una decisión exclusiva de las cúpulas partidistas. El Frente Amplio por México, fiel a su pasado y a través de la imposición, evitó tener un proceso democrático para decidir sus candidaturas y con ello, una vez más, mostró su falta de interés a la voluntad popular.

La candidatura opositora en la Ciudad de México tuvo, al igual que la presidencial, la promesa –falsa– de que se daría a través de un proceso democrático, pero la realidad se impuso a la utopía y después de que el Frente Amplio cepilló a las aspirantes mujeres designó, a través del dedazo, al alcalde panista en Benito Juárez, Santiago Taboada, dejando fuera de la jugada al alcalde priísta en Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, quien, como era de esperarse, se inconformó ante esta decisión cupular y renunció a su militancia tricolor.

En conferencia de prensa Rubalcava acusó a Alejandro Moreno de traicionar a su persona y al proceso, de haberlo insultado durante una llamada telefónica, y señaló a Santiago Taboada de tener imputaciones por la construcción de inmuebles de manera irregular. En medio del comunicado, frente a cámaras y micrófonos de distintos medios y con una transmisión en vivo, llegó la alcaldesa en Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, también cepillada por el Frente Amplio por México del proceso interno en la Ciudad de México, para mostrar su apoyo y con él, de acuerdo con sus palabras, también su amor. Dos días después anunció que pone una pausa a su relación con el PAN, el PRI y el PRD.

Vemos una telenovela política que ni Caridad Bravo y Ernesto Alonso juntos hubiesen podido crear, cuenta con los elementos indispensables de un buen culebrón: simple, lento, repetitivo, predecible, lleno de traiciones, villanos inescrupulosos, desamor, y amor con todo y el galán rubio y su enamorada de barrio.

Sucesos como el anterior son los que ocupan las noticias relacionadas con la oposición. Si no es el escándalo de que, como bien me adelantaba el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, en entrevista con Telefórmula, cuando se reparten mal el botín, hay motín, está el lapsus a través del cual Xóchitl Gálvez dijo que Alito es un mal priísta y una de las personas con las que nunca trabajaría, para segundos después afirmar que trabaja muy bien con Alejandro Moreno (igual y no sabía que se trataba de la misma persona), o que la precandidata se queda en blanco después de que en un acto de campaña disfrazado de informe de actividades se le va el prompter y con él el discurso.

Si se le fue el prompter o no es lo de menos. Al haber quedado callada Xóchitl Gálvez en el Monumento a la Revolución mientras parafraseaba, por no decir plagiaba, el discurso que ahí dio hace 29 años Luis Donaldo Colosio, mostró la incapacidad de improvisar, síntoma de ausencia de proyecto y con ello de una necesaria oposición que sea contrapeso real y proponga, aporte, represente intereses ciudadanos, y reconozca que es oposición por mandato popular para a partir de ahí construir un proyecto de nación.

Las simpatías a Gálvez no son mayoritariamente hacia su persona, sino a lo que representa: oposición a Morena, al presidente López Obrador y a la continuidad del proyecto de transformación bajo el bastón de mando de Claudia Sheinbaum. Pero no son simpatías a favor de un proyecto de nación o una propuesta de gobierno debido a que del lado opositor no lo hay; es decir, quien está con Xóchitl lo hace porque antipatiza con la 4T, los votos que obtendrá en las urnas no serán a favor suyo, sino en contra de sus oponentes, serán votos que buscan destruir, no construir.

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