Lo primero que sorprende en la cinta de Marcelo Gomes, cineasta también conocido por Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo (2010) es la apuesta de mostrar la relación de Zé con su mujer trans de manera tan natural y sana que resulta incomprensible que pueda ser objeto de una fobia tan rabiosa. Paloma lleva una vida doméstica muy armoniosa y apegada al orden, con una pequeña hija de una unión anterior, y un trabajo estable en una plantación agrícola. Ella es todo un modelo de conducta conyugal. Sin embargo, el cura local, y también el Vaticano, rechazan su pretensión a su matrimonio vestida de blanco, rúbrica y trámite para ella indispensable para asumirse plenamente como mujer. Sólo un sacerdote católico mucho menos ortodoxo acepta desafiar a la jerarquía eclesiástica y a la opinión pública con consecuencias fáciles de imaginar. La película de Gomes semeja así un cuento de hadas muy singular que pronto se transforma en pesadilla. Es, sin embargo, ese mismo rechazo social el que terminará propiciando, como en el caso de Una mujer fantástica (2017), del chileno Sebastián Lelio, el vigoroso empoderamiento de Paloma. Algún aspecto de la cinta, como el brusco cambio en el comportamiento del joven Zé en el tramo final del relato, parece poco creíble o insuficientemente elaborado, pero se trata de un detalle menor en una cinta original y valiente que entrevera la ficción y los hechos reales de un modo muy atractivo.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 15:30 y 20:30 horas.
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