Debemos prepararnos para el potencial regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En Europa están divididos, mientras los grupos de derecha y ultraderecha en el poder lo festejan, otros, en cambio, le temen.
Sorprende que políticamente, Estados Unidos esté dominado por ofertas presidenciales gerontocráticas. Joe Biden, de 81 años, ya no parece tener energías para dirigir el país. Sin duda, los continuos olvidos y desorientaciones serán usados como parte de la campaña sucia de los republicanos. Mientras, Trump está convertido en un héroe, sobreviviente de un temerario atentado, goza ahora de una popularidad épica. El extremismo ultraconservador de Trump, tan histriónico como impredecible, vincula su rol en la historia estadunidense como un mandato divino. Esta elección promete ser diferente de las demás.
Es un hecho que la ultraderecha secular, fascista o supremacista
tiene en la Iglesia católica a una gran aliada. El reconocido teólogo
Juan José Tamayo, autor del libro La internacional del odio, denomina al cristianismo de Trump cristoneofascismo
.
El autor explica en el libro su concepto: el cristoneofascismo es esa
alianza entre la ultraderecha legitimada por el capitalismo y los
movimientos cristianos integristas que encuentran el apoyo de
importantes jerarcas de la Iglesia católica y evangélicas. Casi todos
los adversarios del papa Francisco, crítico implacable del
neoliberalismo.
En Estados Unidos, los expertos en derechas y religión hablan de nacionalismo cristiano. Nosotros también le podríamos denominar nacionalismo evangélico. Es una ideología de la derecha subalterna. Desmesuradamente influyente entre los creyentes conservadores. Se basa en la idea de que Dios mandata que Estados Unidos es el nuevo país elegido. Que debe ser un Estado etnorreligioso controlado por protestantes europeos. Sostiene que las leyes estadunidenses deberían basarse en interpretaciones evangélicas del texto bíblico y que los cristianos estadunidenses deberían ejercer dominio religioso sobre los otros discursos de la sociedad.
Los nacionalistas cristianos en Estados Unidos creen que el país fue fundado como una nación cristiana y que los valores cristianos deben ser prioritarios en todo el gobierno y la vida pública. A medida que el país se ha vuelto más diverso y secular, Russell Vought, ex funcionario del gobierno trumpista, ha aceptado la idea de que los cristianos están siendo atacados y ha hablado de que podría implementar respuestas punitivas.
La agenda del nacionalismo cristiano es antimigratoria o, en el mejor de los casos, de migración restrictiva, es decir, las personas inmigrantes deben aceptar las enseñanzas bíblicas: el Dios de Israel, sus leyes y su comprensión de la historia.
Russell Vought está involucrado en el llamado Proyecto 2025, plan conservador liderado por la Fundación Heritage que busca remodelar el gobierno federal. Vought fue nombrado director de políticas del comité de plataforma del Comité Nacional Republicano en mayo de 2024. Tiene una estrecha afiliación con el nacionalista cristiano William Wolfe, otro ex funcionario de la administración Trump que ha abogado por revocar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Coordinado por la Fundación Heritage y escrito por una serie de
organizaciones conservadoras, incluidas algunas lideradas por
nacionalistas cristianos, el Proyecto 2025 se sincroniza estrechamente
con una agenda evangélica para hacer cumplir una definición binaria de
género y al mismo tiempo poner fin al acceso al aborto, la
anticoncepción y los cuidados al final de la vida. Entre sus
innumerables recomendaciones políticas, el documento que tiene más de
900 páginas exige al próximo presidente republicano: 1) prohibir la ideología transgénero
como la pornografía y encarcelar a los maestros y bibliotecarios
escolares que eduquen a los estudiantes sobre ella; 2) exigir que las
clínicas de salud reproductiva financiadas con fondos federales
proporcionen información sobre la importancia del matrimonio
; 3)
reconocer el domingo como día de descanso según la tradición
judeocristiana y exigir a los empleadores que paguen a los trabajadores
tiempo y medio si trabajan en sábado; 4) despojar a toda la legislación,
regulaciones federales y subvenciones del lenguaje que cubra el aborto,
la salud reproductiva, la orientación sexual, la identidad de género,
la diversidad y otros auxilios rechazados por la derecha.
El trumpismo sostiene que la mayoría de partidos de derecha latinoamericanos son blandengues y no representan el nacionalcristianismo, por lo que es necesario que endurezcan sus posiciones. Dios debe imponerse sobre las débiles ideologías del poder. Eduardo Verástegui, en México; Javier Milei, en Argentina; Jair Bolsonaro, en Brasil; Nayib Bukele, en El Salvador, entre otros, saldrán fortalecidos con el probable triunfo de Trump. Hay que decirlo, el nacionalcristianismo con que coqueteó Xóchitl Gálvez durante su campaña, es discrepante con la democracia, el nacionalismo cristiano va a contramano de los valores democráticos modernos.
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