4/06/2024
La Limeddh se pronuncia sobre lo sucedido en Ecuador
Mujeres en los»vuelos de la muerte», práctica militar de desaparición forzada
Escrito por Olga Laura Ochoa
La importancia de esta recreación y del trabajo conjunto realizado por las organizaciones de la sociedad civil, activistas, periodistas, así como, algunos funcionarios comprometidos con el esclarecimiento, es el dar a conocer estas historias que estaban destinadas al olvido, romper con los mitos y con los trascendidos, sirve para enfrentar a la verdad.
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) logró esta reconstrucción visual lo que permite documentar prácticas violentas, donde integrantes del Ejército, inicialmente bajo órdenes y la participación directa de los generales Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo, transportaban a la base aérea militar de Pie de la Cuesta en Acapulco, Guerrero, a personas consideradas como disidentes políticas; las ejecutaban arbitrariamente y realizaban vuelos nocturnos para arrojar sus cuerpos al mar, desapareciendo así todo rastro de ellas.
Hoy, por primera vez se reconstruyen visualmente los vuelos de la muerte, tratándose de un esfuerzo por obtener una construcción visual de uno de los programas clandestinos de la época llamada “Guerra Sucia” con base en una investigación militar, esfuerzos periodísticos y herramientas de investigación visual y así lograr esta pieza que ha sido un trabajo conjunto.
Este proyecto que permite reconstruir visualmente los vuelos de la muerte, utiliza nuevas tecnologías de investigación visual, por primera vez, y entender cómo se desarrollaba uno de los programas más violentos de la llamada «guerra sucia».
César Contreras León, del Prodh, dijo que «los vuelos de la muerte fue una operación secreta coordinada de manera sistemática, que desde el Estado mexicano, desde el Ejército Mexicano, en particular se dio. Y, lo que se relata en el video es una reconstrucción a partir de información que desafortunadamente permaneció oculta mucho tiempo».
La oficina de Investigaciones Visuales, SITU Research de Nueva York y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) desarrollaron este proyecto, que ha servido para que se perfile una hipótesis respecto a lo sucedido, tanto con la desaparecida Alicia de los Ríos, un caso emblemático y lo que pudo haber sucedido a más personas desaparecidos en la época de la contrainsurgencia.
Uno de los participantes fue Evan Grotchen de la oficina de Investigaciones Visuales, ´SITU Research´ de Nueva York, explicó como se construyó visualmente el video, realizado con rigor técnico y con base en la investigación minuciosa, «se trata del poder de las imágenes», resaltó.
Grotchen, tiene siete años de experiencia como periodista visual en el periódico The New York Times, y el trabajo que ahora realiza en el ´SITU Research´ de Nueva York, le apasiona el poder de las imágenes, y el poder de aplicar metódos visuales de evidencia forense, tanto en los campos del derecho, el periodismo y el activismo.
Alicia de los Ríos, activista desaparecida en los vuelos de la muerte
Al seguir el rastro de Alicia de los Ríos -una joven militante desaparecida forzadamente en 1978-, permitió acercarse a una muestra de las distintas fases de la práctica, desde el traslado de las víctimas a la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta, el lugar de detención y la práctica de ejecuciones arbitrarias, y hasta los vuelos, los cuales se visualizan por medio de un modelo en 3D del avión que se usaba, destaca el Centro Prodh.
Alicia de los Ríos Merino, era originaria de San José Bachíniva, Chihuahua; militaba en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Fue detenida el 5 de enero de 1978 en la colonia Nueva Vallejo, en la Ciudad de México, por agentes de la División de Investigación para la Prevención de la Delincuencia, al mando del coronel Francisco Sahagún Baca, y fue vista por última vez ese mismo año en una base militar en Guerrero… ahí se pierde su rastro.
La activista Martha de los Ríos Merino, tía de la Alicia, falleció hace doce años, un 27 de marzo del 2012. Ella buscó incansablemente a Alicia durante cuarenta años, hasta su fallecimiento, ella fundó el Comité de Madres de Personas Desaparecidas de Chihuahua.
Por su parte, Alicia de los Ríos hija, agradeció al Centro Prodh por brindarles ese acompañamiento legal, «tan respetuoso, cálido, solidario y arriesgado también. Por supuesto, agradecer a Situ, esta oficina de arquitectura no convencional en Nueva York, que tuvo oídos tan empáticos, que tuvo una visión sobre la investigación».
La transmisión, por parte de Alicia de los Ríos y de sus tías Irma e Irene, se llevó a cabo desde la casa materna, «estamos desde esta casa, que es la última que ella habitó, donde ella habló el 5 de enero de 1978 y, dijo, ´búsquenme, me van a detener´. Y bueno, nosotras no hemos fallado a esa petición que hizo Alicia ese día fatídico para la familia. La hemos seguido buscando», compartió su hija de nombre homónimo, Alicia de los Ríos.
Por tanto, la hija de Alicia de los Ríos, destacó que de los 46 años en búsqueda, estos 14 minutos de duración del video, sintetizan el valor de su búsqueda, una búsqueda sin descanso, que ha mantenido toda su familia. Así dio paso a la intervención de sus tías.
La tía de Alicia y hermana de la activista desparecida, Irene de los Ríos Merino, compartió, «queremos agradecer profundamente ese apoyo incondicional a la lucha, mi mamá primeramente fue la que luchó por su hija, se nos fue, y siguió Martha mi hermana; y, finalmente ahora su hija, es la que ahora anda buscando a su mamá. Queremos agradecer a todos los que nos han ayudado a saber del paradero».
Posteriormente, la tía Irene, dijo que a ella «le tocó cuidar a Alicia desde los 3 años. Nosotros tenemos muchas esperanzas, ha habido muchos momentos en que se nos abrían las esperanzas, pero luego, de repente se nos cerraban».
«Desde que detuvieron a Alicia, mi papá tuvo muchas esperanzas, después mi mamá y Martha estaban en la lucha, pero en este sexenio era importantísimo, y es importante, que la Sedena se dé cuenta que es muy importante para nosotros el esclarecimiento de la verdad», sostuvo.
La «guerra sucia», detonante de la participación política de las mujeres
La represión política padecida durante los años de la «guerra sucia» fue un importante detonador de la participación femenina en el escenario sociopolítico. Este fenómeno colocó a la mujer/madre en el papel de sujeto colectivo y activo tanto en México como en América Latina.
Los roles tradicionales de la mujer, esposas, madres y amas de casa se vieron trastocados en los últimos 25 años. Como consecuencia de la represión y desaparición de hijas e hijos, las mujeres se movilizaron y organizaron, desempeñaron actividades y entablaron relaciones políticas basadas en las demandas vinculadas a su papel tradicional de productora, reproductora y administradora de lo doméstico-familiar.
En la tesis doctoral «Los Mitos de la Maternidad: el Caso de las Madres de los Desaparecidos», Elizabeth Jean Maier Hirsh, asegura que esta expresión social latinoamericana se distingue del movimiento feminista, cuya diferencia estriba en los objetivos y demandas.
Para la investigadora el actuar de las madres de los desaparecidos sugiere un acontecimiento social contradictorio y representa un fenómeno de protagonismo femenino, cimentado en el eje de la identidad genérica tradicional: la maternidad. Es decir, olvidaron su rol de amas de casa y salieron a las calles a reclamar a sus hijos arrebatados.
En su tesis, la autora explora los significados simbólico-culturales y concreto-cotidianos de la desaparición sociopolítica de las madres.
Los agrupamientos de las madres de las y los desaparecidos se crearon en forma espontánea. La ausencia repentina de la hija o del hijo y el absoluto silencio oficial, los pasos comunes por encontrarlos terminaron por juntarlas y unir su búsqueda a través de la creación de nuevas colectividades protagónicas de la lucha contra la represión y el autoritarismo estatales.
Estas organizaciones maternas emergieron también como la piedra angular de los movimientos en defensa de los derechos humanos, así como del paradigma basado en los principios de la dignidad de la vida, del respeto y defensa de las diferencias humanas.
Debido a la histórica subordinación de la mujer, (educada para obedecer y callar), los regímenes autoritarios solo consideraron una respuesta femenina a su ejercicio de brutalidad: el silencio y el sufrimiento abnegado.
Locas, las llamaron en Argentina, pero «no existe historia de la locura que no sea a la vez historia de la razón».
En México, el primer comité de familiares contra la represión política se fundó en Monterrey en 1977 y tendría como objetivo la defensa y la lucha por la libertad de los presos políticos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos.
Hoy, este grupo se llama Comité Eureka (que significa: he hallado, he encontrado) y su trabajo fue más allá de la documentación de la represión y búsqueda incansable de sus vástagos. Ellas asumieron el quehacer político que sus hijos no pudieron seguir. Y así entre casa y Comité, emprendieron un camino de transformación individual y social.
Este estudio incluye historias de vida que entretejen la historia y cuyas expresiones atestiguan la manera en que el recuerdo y el olvido moldean las prácticas sociales con que están asociadas.
Herramientas contra las violencias institucionales
Laia Serra
En diciembre de 2020 se aprobó la reforma de la ley de violencia machista catalana para incluir en ella, entre otras novedades, la violencia institucional como nueva forma de violencia machista. El concepto de violencia institucional va más allá del concepto de revictimización, porque alude a una responsabilidad que tiene que ver con la falla estructural o sistémica, con un patrón de negligencia provocado o bien tolerado por las administraciones. Con ello, se logró un hito histórico, como era el de ampliar el foco de responsabilidad, que hasta la fecha había recaído únicamente en los sujetos individuales responsables de las violencias.
La reformada ley catalana, explicita un régimen de responsabilidad similar al que es vigente en todo el Estado: por un lado, existe la responsabilidad profesional o disciplinaria individual de cada profesional y por el otro, el de la Administración como ente, por su funcionamiento, siendo ambas complementarias. A pesar de la existencia de este doble régimen de responsabilidad, en la práctica, cuando una mujer enfrenta violencia institucional, por ejemplo en el desarrollo de un procedimiento judicial, tiene la opción de realizar una queja por mala praxis profesional ante cada uno de los organismos de los que depende cada uno de los profesionales que han intervenido en el proceso judicial, a saber, Fiscalía, Judicatura, Medicina Forense, personal técnico de los organismos de evaluación o incluso la representación letrada que le haya asistido. Para ello, la agraviada debe realizar un notable esfuerzo para redactarlas, adaptarse al formato de queja requerido por cada organismo, y localizar dónde presentarlas.
En la práctica, la mayoría de estas quejas acaban sin surtir efecto alguno frente al organismo y frente al profesional. Pero peor aún, plantear estas quejas cuando ese procedimiento u otros siguen abiertos o bien plantear quejas reiteradas, fácilmente puede volverse en contra de la reclamante. Los organismos frente a los que se presentan las quejas, van a interpretar esas quejas como un ataque a sus profesionales y al sistema en general, reaccionando para autoprotegerse frente a la conducta beligerante e irrazonable de la reclamante. Esa reclamante pasa de ser una agraviada a una persona atacante de la que es legítimo protegerse para defender el sistema.
En la práctica, la mayoría de estas quejas acaban sin surtir efecto alguno frente al organismo y frente al profesional
Por otro lado, la mujer agraviada tiene la opción de plantear una demanda de reclamación de responsabilidad patrimonial contra el Estado por su actuar negligente. Este procedimiento es el cauce que tiene la ciudadanía para demandar a la Administración por su falta de actuación –omisión–, por su actuar negligente o por su actuación, aparentemente correcta, pero que ha provocado igualmente un daño.
Este procedimiento es un procedimiento estándar, que canaliza quejas tan dispares como la del funcionamiento indebido de la justicia antes aludido o la de una lesión provocada por el estado defectuoso de la vía pública. La demanda será evaluada por la Administración y, si la misma niega su responsabilidad, se iniciará la fase judicializada del proceso en la que los órganos judiciales de lo contencioso administrativo decidirán si deben considerar que la Administración ha incurrido en responsabilidad y en qué grado.
A efectos prácticos y volviendo al ejemplo del procedimiento judicial negligente, este procedimiento contra la Administración, conlleva que la mujer que ya ha enfrentado un procedimiento judicial al que ha dedicado toda su energía, su esperanza y probablemente sus recursos económicos, debe iniciar un nuevo recorrido legal contra la Administración que puede alargarse años y que en caso de resultarle desfavorable, puede suponerle la imposición de las costas judiciales, además del coste de su propia representación letrada durante el mismo. La realidad demuestra que son escasos los procedimientos de estas características que se emprenden en general y muy en particular frente a los procedimientos judiciales negligentes.
El procedimiento de reclamación patrimonial contra la Administración de “talla única” es obsoleto y no incorpora la perspectiva de género o interseccional
Este procedimiento de reclamación patrimonial contra la Administración de “talla única” es obsoleto y no incorpora la perspectiva de género, interseccional ni de derechos. Es un procedimiento diseñado para reclamar por el fallo de un eslabón de la cadena, pero no para impugnar la cadena en sí. La reclamación por el funcionamiento de la Administración resulta especialmente compleja cuando tiene que demostrarse que el resultado final ha sido provocado debido al engranaje de diversos profesionales implicados a lo largo del tiempo, como sucede con los procedimientos judiciales.
El reconocimiento de la violencia institucional como una forma de violencia de género contra las mujeres es una asignatura pendiente en la legislación estatal y en todos los protocolos y en la política pública que debería desplegarse a su alrededor. Pero para que esta figura pueda desplegar todo su potencial de tutela de los derechos de las mujeres, debe venir acompañada de herramientas efectivas para poder denunciarla.
Deberíamos poder contar con un procedimiento específicopara los casos que afecten al ejercicio de derechos fundamentales
Para ello, deberíamos poder contar con un procedimiento específico de reclamación contra la Administración para los casos en los que su funcionamiento provoque una vulneración que afecte al ejercicio de derechos fundamentales o impacte en los derechos de una colectividad concreta. Este procedimiento debería tener en cuenta los estándares internacionales sobre prohibición de discriminación, como la inversión de la carga de la prueba. También debería facilitar la litigación de las asociaciones, para descargar a las víctimas de ese peso, entre otras, eliminando factores disuasorios como el riesgo de imposición de costas.
Y, lo más importante, además de permitir indemnizar a las agraviadas por la violencia institucional, a modo de garantía colectiva de no repetición, siguiendo el ejemplo de los tribunales internacionales, los juzgados y tribunales deberían poder realizar pronunciamientos sobre la procedencia de la revisión de resoluciones judiciales, la imposición de formación a profesionales, la enmienda de normas o la modificación de instrucciones y protocolos, que hayan originado o facilitado la violencia institucional.
La creación de un procedimiento especial para vehicular las vulneraciones de derechos derivados de las violencias institucionales cometidas por las administraciones debería ser una prioridad en las agendas de ministerios como el de Igualdad o el de Justicia. No podemos permitirnos seguir sin herramientas legales para defender nuestros derechos frente al Estado.
Violencia sexual, fiesta y drogas: por qué no hablamos de “sumisión química”
.-Vino una tarde a su casa. En esa época ella ya vivía sola y se rindió. Se bebió una botella y media de vino y dejó que él tuviera relaciones sexuales con ella.[Notificación de auto de resolución de una denuncia interpuesto por agresión sexual continuada en el ámbito familiar]
Empecemos por el final.
Sumisión química: consumación de una ideología
En el informe ‘Diagnóstico sobre informaciones mediáticas en torno a las violencias sexuales, el uso de drogas y la sumisión química’, que realizamos en el marco de nuestro trabajo en el Observatorio Noctámbul@s, buscamos arrojar luz sobre los imaginarios que se desprenden en cada forma de nombrar las agresiones sexuales con presencia de drogas como paso previo al análisis del impacto de las narrativas mediáticas que (re)producen estos relatos.
El primer concepto que encontramos, y que sigue teniendo más presencia mediática hoy, es el de “sumisión química”, el cual hace referencia a un modus operandi utilizado para cometer delitos de distinta naturaleza, no únicamente sexual. Sin embargo, este concepto ha cobrado protagonismo en los últimos años para nombrar únicamente los casos de delitos contra la libertad sexual, lo cual resulta problemático en tanto que se utiliza como sustituto de la violencia y, en consecuencia, la invisibiliza. En algunos casos se utiliza la terminología “violencia/s sexual/es bajo sumisión química”, que, aunque sí visibiliza la violencia, sigue apuntalando el imaginario que vincula estas agresiones a la tipología proactiva, es decir, aquellas en las que el agresor intoxica con alguna sustancia a la víctima para disminuir o anular su capacidad de reaccionar ante una agresión sexual. Así, se deja de lado el modo más común de ejercicio de violencia sexual cuando hay sustancias de por medio, el oportunista (también conocido como “vulnerabilidad química”), referente a las violencias en las que el agresor se aprovecha de las dificultades de la agredida para expresar consentimiento derivadas del consumo voluntario.
Los datos muestran que las agresiones sexuales con presencia de drogas suponen una tercera parte del total de agresiones y que, de esta tercera parte, aproximadamente el 80 por ciento responden a la tipología oportunista. Concretamente, y según datos del Hospital Clínic de Barcelona, durante el año 2022 se confirmó la presencia de sustancias en un 29 por ciento de los casos atendidos. De estos, en un 17 por ciento se trataba de una intoxicación intencionada por parte del agresor con el objetivo de agredir sexualmente. En el 83 por ciento de los casos, las mujeres agredidas habían consumido voluntariamente alguna sustancia. En ambos porcentajes, la sustancia más presente fue el alcohol, seguidas de la cocaína y el cannabis.
Las implicaciones políticas y transformadoras son, a nuestro parecer, a lo que debería aspirar una conceptualización útil. Desde diferentes ámbitos se han propuesto nuevos conceptos que puedan visibilizar y dimensionar la realidad de todas las violencias sexuales cuando hay consumo -voluntario o no- de drogas, pero ninguno cumple con estos objetivos. Cuando se habla de “violencias sexuales bajo vulnerabilidad química” o de “violencias sexuales facilitadas por drogas” se sigue poniendo el foco explicativo de las agresiones en el consumo de sustancias, no en la violencia.
Nuestra propuesta es hablar de agresiones sexuales con presencia de drogas, para ensanchar y politizar no solamente el contexto de las violencias sexuales, sino también los espacios y las formas en las que se producen. Se trata de dar cabida a las diversas casuísticas relacionadas con el consumo de drogas cuando se da violencia sexual: consumo voluntario tanto con finalidad recreativa como con otras finalidades, uso de psicofármacos (con o sin prescripción médica) dentro y fuera de los entornos festivos (prestando especial atención al espacio doméstico) o, como se desprende de la resolución que encabeza este artículo, consumo voluntario como estrategia para gestionar la violencia.
¿Por qué las violencias sexuales “bajo sumisión química” en contextos de ocio han triunfado en los medios?
La sobredimensión de una tipología concreta -la proactiva- tiene como consecuencia más inmediata que otras formas de violencia sexual no se reconozcan como tal y que se mantenga la lógica de la excepcionalidad. Si las violencias se muestran como algo raro y, por lo tanto, fuera de la normalidad de género, la norma sigue quedando intacta.
Si la violencia no se muestra como consecuencia de la desigualdad de género, se convierte en algo arbitrario y fortuito
Si la violencia no se muestra como consecuencia de la desigualdad de género, esto es, por su dimensión estructural, se convierte en algo arbitrario y fortuito. La violencia, entonces, pasa a formar parte de aquello inevitable que conforma las condiciones normales de la vida de las mujeres que, además, asumimos implícitamente la gestión cotidiana de la amenaza de sufrirla. Esta esencialización del peligro es la base del relato de la violencia sexual. Se trata de un relato que, como señala Nerea Barjola, es el producto que “mediante la repetición de un mismo discurso, y de idénticos significados y mitos alcanza el efecto deseado”. Así pues, con el análisis del discurso y los significados sociales se busca subvertir el silencio que protege la narrativa de la violencia: lo que no se dice constituye el alimento del que se nutre la disciplina del terror sexual que, en palabras de Barjola, es “una estrategia heteropatriarcal para controlar, someter y explotar el cuerpo y la vida de las mujeres [mediante] operaciones a través de las representaciones sobre el peligro sexual que nos marcan pautas de comportamiento y que nos generan miedo y, por tanto, control”.
En este sentido, y precisamente porque hay una estructura profunda anterior legitimando la existencia de la violencia (cultura de la violación), comprendemos las agresiones sexuales como un mensaje disciplinario no solo a la mujer que recibe la agresión, sino a las mujeres como colectivo. Las agresiones son siempre un castigo a la transgresión de haberse salido del lugar físico o simbólico que se le presumía; el desplazamiento de las mujeres a una posición no reconocida en el sistema jerárquico cuestiona la posición de los hombres en esta misma estructura: el poder no puede existir sin la subordinación.
Discursos hegemónicos sobre el ocio nocturno, las drogas y las mujeres como estrategia de mantenimiento del orden sexo-género
En las narrativas mediáticas que analizamos, encontramos una identificación progresiva entre “sumisión química” y “agresiones sexuales” que refuerza un modo de contar y visibilizar un tipo concreto de violencia sexual que concuerda con las lógicas y los mitos de esta violencia.
A través de estos mitos se dibujan escenarios muy alejados de la realidad de las violencias sexuales, los cuales despolitizan y dificultan la conceptualización, detección, abordaje y estrategias de autodefensa frente a las mismas.
Mitos sobre las lógicas y dinámicas de las violencias sexuales
Para moldear la narrativa de la excepcionalidad de la violencia, los discursos necesitan mostrarla como un suceso puntual y fenómeno espectacular. No es extraño leer noticias repletas de detalles morbosos que no aportan información relevante sobre la violencia, sino que desvían la atención al espectáculo y al amarillismo, condición si ne qua non para situar la violencia fuera de la trama cultural machista y dificultar así la identificación de la violencia y el posicionamiento político ante la misma. Un ejemplo: ‘El camarero que ayudó a la violada en El Maresme: “La desfiguró tanto que no supe si era mi clienta”’.
Otro mito es el que confunde y mezcla la sexualidad con la violencia: leemos atónitas “sexo no consentido”, “sexo con menores” o incluso “relaciones sexuales” como sustituto de violencia sexual. Titulares como ‘Seis meses de prisión por mantener relaciones sexuales con una amiga ebria que no las consintió’ o ‘Los policías drogaban a las gogós de Tito’s para tener relaciones sexuales’ contribuyen a construir un escenario de naturalización de la violencia sexual.
En la mayoría de las de agresiones en entornos de ocio nocturno que se visibilizan, el agresor o los agresores son desconocidos de la víctima, una figura que asume características lejanas y monstruizantes de las que se nutren sistemas de opresión como el racismo, el clasismo, el capacitismo o el cuerdismo. El artículo titulado ‘Sumisión sexual química o el peligro de la burundanga’ habla de “el caso del enano maligno” o de “el rumano de deseos lascivos” para dibujar, según casos concretos, un perfil de agresor muy sesgado y lejano a la realidad de las violencias, además de muy injusto. También se da una fuerte invisibilización de quienes cometen agresiones: el uso de oraciones impersonales como ‘La discoteca donde se violó a una joven…’ para titular noticias en las que se lee que ya se han identificado agresores (en este caso detenidos y encarcelados) es una constante que difumina al agente principal de la violencia (hombres) y desresponsabiliza a quienes agreden.
No es así en el caso de los agresores con privilegios económicos, sociales o raciales: en estos casos se da una fuerte justificación, victimización o incluso idealización de los agresores. ‘El exjugador de la Arandina Carlos Cuadrado, tras conocer la sentencia: “Nos están intentando joder la vida”’ o ‘Alves: una estrella con su propia liga en prisión’ son claros mensajes de impunidad.
El juicio social hacia las víctimas y su comportamiento es una constante en noticias sobre ocio nocturno, contextos de ligue o espacios donde hay uso de sustancias
El reverso de la victimización de los agresores es la culpabilización sistemática de las agredidas: por consumir drogas (sanción derivada del sesgo de género en la percepción del consumo: atenuante para agresores y agravante para agredidas), por transitar “solas” (o no acompañadas de un hombre) determinados espacios a los que no pertenecen por mandato de género, por mostrarse como sujetos activos de placer, o por tener una sexualidad no normativa (no heterosexual, promiscua, etc.). El juicio social hacia las víctimas y su comportamiento es una constante en noticias sobre ocio nocturno, contextos de ligue o espacios donde hay uso de sustancias. Afirmaciones como “la joven violada en Bilbao había quedado con uno de sus agresores”, “La menor violada en grupo pasaba San Juan con unas amigas y se emborrachó” o “La vida “normal” de la chica violada en San Fermín: universidad, viajes y amigas” sancionan el comportamiento de las agredidas y la alejan del imaginario de la “buena víctima”, hecho que cobra especial relevancia en los casos de sumisión química proactiva, en los que el desagenciamiento de la víctima contribuye a la credibilidad de su relato. Como ya señalábamos en nuestro tercer Informe Noctámbul@s, “el foco sobre la sumisión química [proactiva] nos revela que de algún modo en el imaginario social las mujeres que son intoxicadas son más víctimas que las demás porque no han podido negarse o defenderse y por eso merecen nuestra indignación y alarma. Estas ideas inciden una vez más en diferenciar entre buenas y malas mujeres y apuntalan la responsabilización de las mujeres en buena parte de las agresiones sexuales”.
Mitos sobre los usos de drogas
En los relatos analizamos encontramos muchas informaciones incorrectas sobre la tipología de las sustancias usadas y su relación con la violencia sexual, sobre el modus operandi prevaleciente en las violencias con presencia de drogas y sobre su frecuencia o el estado de las víctimas cuando reciben la violencia.
La sustancia más presente en los casos violencia sexual es el alcohol
Identificamos centenares de noticias en las que se hace mención a la burundanga (escopolamina) y, en menor medida, al GHB, ketamina o benzodiacepinas. Numerosos informes epidemiológicos coinciden en que la sustancia más presente en los casos violencia sexual es el alcohol. Noticias con titulares desafortunados y contenidos inexactos como ‘Estas son las drogas de sumisión química ante las que hay que estar alerta’, ‘GHB, la peligrosa droga usada por el violador “más prolífico de Reino Unido” para agredir a sus víctimas’ o ‘Qué es la sumisión química, conocida como ‘droga de las violaciones’ tienen importantes efectos. Por una parte, son relatos de peligro sexual que producen alarma y afianzan el miedo en las mujeres y, por tanto, generan inmovilismo y nos dejan inermes frente a las violencias; por otra parte, relegan a la sustancia en el oscurantismo, el peligro y el tabú, hecho que vulnera nuestro derecho a la información y niega la capacidad de agencia en la gestión de riesgos y placeres; en tercer lugar, sitúa la responsabilidad “sumisión química” en las drogas, como si hubiera “drogas de sumisión química” o, aún más grave, “drogas de la violación”. El último titular confunde el modus operandi con la sustancia, lo cual contribuye a la rumorología, el mito y la desinformación.
La inmensa mayoría de noticias que abordan las violencias sexuales con uso de drogas asumen que la tipología “sumisión química” es proactiva, invisibilizando el modus operandi más frecuente, el oportunista. En 2022 se extendió y manipuló como la espuma este titular: ‘Justicia estima que una de cada tres agresiones sexuales desde 2017 se producen bajo el efecto de drogas o alcohol’, del que se extrajo tendenciosamente que el 33 por ciento de las agresiones sexuales son bajo “sumisión química proactiva”. El propio director del Instituto Nacional de Toxicología declaró que “a veces no sabemos cuál se ha producido [si premeditada u oportunista], nos faltan datos porque no ha habido un seguimiento a las víctimas”. Y añadió:. “Es clave, por ejemplo, saber si ella seguía algún tipo de tratamiento con ansiolíticos y el estado de mareo o pérdida de consciencia se produce por la interacción de estos con el alcohol”. La estimación, a falta del estudio pormenorizado de los datos que comenzará en 2022, es que el 15 por ciento de los casos corresponden a una sumisión premeditada”.
También asistimos a un aumento de la preocupación y la alarma frente a un supuesto aumento de la violencia sexual con uso proactivo de drogas. Titulares como ‘Drogadas para violarlas: la sumisión química, un problema cada vez más grave en Madrid’ alertan de ello pero, como señala la psicóloga forense especialista en violencias sexuales sin recuerdo Núria Iturbe, “desde el punto de vista de los datos judiciales o policiales no lo podemos confirmar. No tenemos datos exactos (ya que no se recoge ni en las sentencias ni en los atestados) ni tampoco tenemos datos anteriores para confirmar el crecimiento. Sin codificar un fenómeno se hace muy difícil estudiarlo”.
Problemas con los lugares a los que se enfoca y con las estrategias preventivas a las que se da eco
‘Tercera víctima de la burundanga en Galicia: una joven despierta sin ropa interior dentro de un coche’; ‘Inquietud en Francia por decenas de ataques con jeringuilla en discotecas’; ‘El lado oscuro del verano: más agresiones sexuales y más sumisión química’ son titulares que desvían la mirada del problema: los dos primeros ponen el foco en la sustancia atribuyéndole rasgos humanos e invisibilizando completamente a los agresores; el tercero pone el foco en la época del año, antropomorfizándola y representándola gráficamente con atributos exageradamente estereotipados: ¿es el verano el violador?
Las agresiones sexuales cometidas por más de un agresor y que son las que más cobertura reciben suelen explicarse por la juventud de los agresores -y de las agredidas-. La criminalización de la juventud y sus prácticas, como sinónimo de peligro y causa de la violencia sexual, se observa también en el protagonismo que se concede al espacio de ocio nocturno como espacio paradigmático de la violencia sexual.
La demonización adultista de las personas jóvenes, la concepción de los espacios de ocio como espacios de peligro, la criminalización del uso de sustancias -coherentes con las políticas de drogas hegemónicas prohibicionistas- desvían del problema y salvaguardan la norma patriarcal de la violencia sexual.
En cuanto a las informaciones sobre estrategias preventivas, proliferan mensajes como: “Ya existe un esmalte capaz de detectar droga en tu bebida”, “No compartas tu bebida ni aceptes bebida de nadie”, “El novedoso brazalete que detecta droga en las bebidas”, “este kit te ayuda a saber si han puesto algo en tu bebida”, “se repartirán 3000 tapavasos con tal de evitar agresiones sexuales” … Estos mensajes, además de ser cortoplacistas y responsabilizar a las mujeres, construyen un problema, opacan otros y apuntalan la lógica de tutelaje de nuestros cuerpos. El aleccionamiento y control del comportamiento de las mujeres limitan nuestra libertad, fomentan la impunidad de los agresores y refuerzan la cultura de la violación.
La prevención efectiva y de calidad de las violencias sexuales tiene que ir a la estructura, a la raíz del problema; tiene, sin duda que atravesar siempre y profundamente un lugar: como dijo nuestra querida Nerea Barjola, “feminismo, feminismo y más feminismo”.
Las deudas del Estado con Camila
Escrito por Lucía Lagunes Huerta
No podemos dejar pasar el feminicidio de la niña Camila, como si todo estuviera resuelto, porque no es así, lo que tenemos hasta ahora es la conjunción de versiones oficiales que no necesariamente son la verdad sobre lo ocurrido.
Aunque suene obvio decir que Camila no debió de ser asesinada, hay que recordarlo porque pareciera, por la narrativa oficial, que esto fue así y ya. Que lo ocurrido con Camila es producto de la crueldad de una mujer, que hoy no puede dar su versión de los hechos porque Ana fue asesinada por una multitud.
El feminicidio de Camila es la consecuencia de la omisión de las autoridades Estatales y municipales, porque las niñas y mujeres en Guerrero viven en peligro permanentemente. Dos datos, Guerrero tiene dos alertas por violencia de Género, la primera tiene siete años por violencia feminicida, entidad que en 2023 tuvo un incremento de violencia contra las mujeres en 23 por ciento.
Hay que revisar el actuar de las autoridades y no perdernos en la versión que se centra en unos supuestos delincuentes.
Pues según las cronologías periodísticas, que salieron antes de la versión oficial de la mañanera, la madre de Camila no pudo denunciar la desaparición de la niña en Taxco, y tuvo que trasladarse a Iguala a la fiscalía general del Estado.
No hay explicación del porqué la negativa en Taxco cuando existe en Guerrero la “Alerta Violeta”, que según presume el gobierno del estado es el único operativo de búsqueda de niñas y mujeres desaparecidas que No requiere denuncia.
Aquí hay un primer punto para investigar en la revisión de las posibles omisiones de las autoridades municipales y estatales, y en caso de confirmarse fincar responsabilidades, pero, sobre todo, esta revisión debe servir para que no vuelva ocurrir.
No basta con tener protocolos si las autoridades los desconocen o no lo aplican, si no existe coordinación entre ellas y si la vida de las niñas y mujeres no se toma en serio.
Tampoco se trata de un peloteo de cultas entre autoridades que no ayuda a mejor la seguridad de niñas y mujeres.
Garantizarla es responsabilidad de los gobiernos, por ello es inadmisible que las respuestas de las autoridades sea culpar a las madres, como lo hizo el secretario de seguridad de Taxco, Doroteo Eugenio Vázquez, quien recientemente renunció al cargo.
La renuncia no lo exime de responsabilidad, y no hay que permitir que se vuelva el mecanismo para dar carpetazo a las investigaciones internas que hay que hacer, por posibles omisiones, inacciones o colusiones.
Luego de una semana del feminicidio de Camila tenemos una familia que no ha logrado verdad ni reparación, una comunidad que cargará el estigma de la violencia, autoridades que buscan eludir su responsabilidad y la acumulación de las deudas del estado con las víctimas de feminicidio.
Porque hasta ahora no hay nada resuelto y sí muchas víctimas, no solo Camila y su familia, sino también Ana, su hija e hijos, quienes fueron golpeados casi hasta la muerte frente a policías y elementos de la Guardia Nacional quienes solo observaron.
Dónde está el Estado, para hacer valer los derechos de niñas y mujeres en nuestro país, a esta pregunta no logramos tener respuesta aún.
En tanto el feminicidio de Camila se suma a la lista dolorosa e indignante de quienes esperan justicia, verdad y reparación, como Wendy la adolescente de 16 años del estado de México que un 20 de marzo de 2021 fue desaparecida y cinco días después encontrada sin vida o Debanhi Escobar, quien el próximo 9 de abril cumplirá dos años sin respuesta de lo ocurrido en Monterrey, pese a todas las promesas presidenciales y Estatales.
Dónde estaba la autoridad cuando estas niñas y adolescentes enfrentaban a sus agresores.
El formato que vimos el martes pasado donde el general Bucio describe la cronología post mortem de lo ocurrido con Camila es el mismo que presentó Ricardo Mejía Berdeja, entonces subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana en el feminicidio de Debanhi, ambas acciones se asemejan más a una simulación que a una verdadera investigación judicial que nos informe con certeza lo ocurrido con las víctimas y deje claro quiénes son los responsables y los lleve ante la ley.
Las deudas con las víctimas cobran intereses, cada feminicidio que queda en la impunidad es el banderazo que permite otro más y de eso son responsable las autoridades federales, estatales y municipales, porque todas han sido omisas, en distintos grados, para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, y el feminicidio de Camila es producto de ello y el linchamiento contra Ana también.
Feministas mexicanas se suman a convocatoria #YoMeRapoPorPalestina
Escrito por Rita Magaña Torres
Ciudad de México.- La campaña latinoamericana y feminista “yo me rapo por Palestina”, toma fuerza en México ya que mujeres del país se han sumado a la convocatoria que iniciaron cubanas el pasado 8 de marzo, ellas decidieron cortar su cabello en su totalidad y lo hicieron público, con la finalidad de sumarse a la múltiples protestas ejercidas contra el genocidio del pueblo palestino.
Ahora esa acción se replicará en la Ciudad de México este viernes a las 2 de la tarde frente a la Embajada de Israel, donde un bloque de mujeres se raparán como protesta, porque el cabello es un símbolo de la belleza de las mujeres, “el pelo crece, una niña o un niño asesinados no”.
¿Cómo iniciaron las protestas de mujeres y la utilización del cabello como protesta?
El hastío por condiciones de vida de las mujeres en Irán se acumuló por años y estalló el 16 de septiembre del 2022, cuando Mahsa Amini, de 22 años, murió en un hospital de Teherán en circunstancias sospechosas.
Personas que presenciaron los hechos relataron que la Patrulla de Orientación -policía de moralidad religiosa del gobierno de Irán– arrestó a Amini por no usar el hiyab de acuerdo a las normas del país, ya que se podía observar un poco de su cabello saliendo del velo negro.
La policía aseguró que luego de trasladar a Amini al hospital sufrió un ataque al corazón y entró en coma; sin embargo, testigos afirmaron que la joven fue golpeada hasta la muerte y un grupo de observadores independientes determinó que Mahsa Amini murió como consecuencia de un derrame cerebral ocasionado por dicha agresión.
La muerte de Amini resultó en una serie de protestas en las que mujeres decidieron quitarse el hiyab y muchas de ellas se cortaron el cabello en público, para exigir no sólo que el uso de este velo deje de ser obligatorio, también contra el apartheid de género (un sistema impuesto que discrimina y coloca en una posición de sumisión a las mujeres); contra la religión forzada, falta de debido proceso, juicios injustos, ejecuciones extrajudiciales, falta de libertad de expresión, tortura, matrimonio infantil, corrupción gubernamental, financiamiento al terrorismo, teocracia y por la situación económica que enfrentan.
Esta lucha es para que las mujeres tengan derechos a una vida en libertad.
El sufrimiento de la violencia cotidiana, los desplazamientos forzosos, las masacres, el despojo, el hambre, la desesperación, el apartheid y la humillación colonialista nos movilizan. Esta acción es un llamado para detener estas acciones bélicas que está llevando el Estado de Israel hacia el Estado de Palestina, así lo señaló Karla, una de las mujeres activistas y promotoras de esta protesta.
“Es un grito desesperado al mundo para detener el genocidio sionista en Gaza y en toda Palestina. Desechamos nuestro cabello para denunciar el despojo de la vida que sufre el pueblo palestino. Y es un grito de lucha: ¡Estamos con Palestina! A partir del 13 de marzo se publicaron videos para denunciar los 76 años de ocupación israelí del territorio palestino y para señalar la culpabilidad de las potencias imperialistas y sus cómplices”.
Karla Leyva Gómez, integrante del Colectivo Nuestra América, quien forma parte de la campaña, explicó en el programa de Análisis Feminista, conducido por la periodista Lucía Lagunes Huerta y transmitido por Violeta Radio en el 106.1 FM, que la convocatoria fue por mujeres cubanas de diferentes espacios y organizaciones que activaron una red internacional para responder a este llamado de solidaridad y cese al fuego en tierra palestina por parte del Estado de Israel.
La movilización ha crecido, se han sumado mujeres de diferentes países, como Brasil, Argentina, Colombia, Puerto Rico y Bélgica, Argentina, Nicaragua y Costa Rica, quienes se han sumado en apoyo del pueblo palestino y contra la ocupación israelí.
Recordó que el 7 de octubre de 2023 inició esta ofensiva militar por parte del Estado sionista hacia la población palestina y a 6 meses de distancia de ese hecho, van cerca de 40 mil personas asesinadas y desaparecidas de esas víctimas, la mitad son mujeres e infancias y eso es lo que las mueve en esta iniciativa, manifestó.
Karla detalló que este movimiento comenzó en el marco del 8 de marzo pasado, «cuando las compañeras comenzaron a convocarnos a latinoamericanas, por lo que se han coordinado desde varios países».
“Compañeras de Cuba, Brasil, Argentina, Colombia, Nicaragua, Costa Rica y México etcétera, es una iniciativa que afortunadamente ha tenido una excelente recepción y una cosa que queremos remarcar mucho con nuestra campaña es que no son 6 meses de conflicto y de genocidio, sino más de 70 años de asedio de parte del Estado de Israel hacia la población palestina, en donde se les ha despojado sistemáticamente de su territorio”, dijo.
Indicó que además está en curso una campaña de aniquilación, de limpieza social y étnica, contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel, que es uno de los estados más poderosos del mundo que tiene el respaldo de Estados Unidos y con toda esa fuerza militar y económica es que están prácticamente arrasando con esta población, ese es el motivo por el que se suman a esta acción.
“Consiste en cortarnos el cabello, raparnos, renunciar a esa parte de nuestro cuerpo, esa es una primera intención de nuestra acción que utilizamos para intervenir nuestro cuerpo. Lo utilizamos como un vehículo para la protesta y para la solidaridad, considerando primero que tiene importancia para la cultura árabe, el cabello es muy importante, pero también para nuestra sociedad es patriarcal.
“Por eso también lo hicimos desde una iniciativa feminista, en el marco del 8 de marzo. Considerando que nuestro cabello es un bien preciado por el patriarcado. Es símbolo de belleza de feminidad y entonces el hecho de renunciar voluntariamente a eso es una manera de manifestar y denunciar estas atrocidades que se están cometiendo al otro lado del mundo, que de repente puede ser algo que nos parece muy lejano, pero nos damos cuenta de que son violencias”, expresó Karla Leyva Gómez.
Consideró que en México, también vivimos en un ambiente feminicida como el que se vive en Palestina, donde las mujeres son utilizadas como botín de guerra, así como aquí son utilizadas por los carteles y el ejército, encontramos esos paralelismos; por eso, decidieron cortarse el cabello, usando el cuerpo para protestar.
La activista precisó que hasta ahora tienen un grupo de coordinación de casi 300 mujeres, quienes se han rapado, pues su intención es generar un video por cada uno de los años de asedio, que son 76 años de invasión, ya tienen en sus plataformas esos videos, en los cuales contienen datos específicos del año que está representando estas mujeres con su acción de raparse.
Destacó que quieren que más mujeres se sumen a esta denuncia contra el genocidio, por lo que las pueden encontrar con el hashtag #yomerapoporpalestina y en todas las redes sociales, con la cuenta Juntas por Palestina en Facebook, X, Instagram y tienen un canal de Telegram, ahí está toda la información y “cuando te rapes cuéntanos un poco de tu historia, cómo fue, cómo tenías el cabello antes, ahora que lo tienes corto”.
En su caso, Karla Leiva ofreció testimonio sobre su experiencia de raparse la cabeza: “eso fue una acción poderosa, “no es fácil. Yo en cuanto supe de la iniciativa, por supuesto me llamó, porque me parece algo muy fuerte, renunciar al cabello, invité a otras compañeras, amigas mías a participar y muchas aceptaron, pero muchas no, porque los argumentos son totalmente válidos, hay inquietudes, porque es un paso difícil de dar, no sabes cómo va a reaccionar el entorno.
“(Se reciben) a lo mejor con burlas o a lo mejor violentamente críticas y demás, es complicado. En el caso mío y de otras mujeres valientes decidimos hacerlo frente a la Embajada de los Estados Unidos, nos rapamos ahí hace aproximadamente tres semanas y allí hicimos una transmisión de nuestra acción, nos grabamos por supuesto para integrar la campaña y decidimos hacerlo allí, porque Estados Unidos tiene que ver en este conflicto, ha estado dotando de armas y de capital al Estado sionista de Israel”, relató la activista.
– ¿Qué fue para ti mirarte sin cabello? Preguntó la periodista Lagunes Huerta. A lo que Karla respondió:
Yo tenía inquietudes, sobre todo porque soy mamá, tengo una hija pequeña y me preocupaba un poco cómo lo iba a tomar, pero fue algo interesante, porque ella me preguntó por qué no tienes cabello y es muy chiquita, pero nosotros estamos activas constantemente por Palestina, ella conoce la bandera, sabe que vamos a la marcha y yo le dije que era por Palestina, eso me hizo sentir un poco mejor y algo en lo que coincidimos todas las chicas que nos hemos rapado de todo el continente y tenemos un chat en común, es que estar así interrumpe la cotidianidad.
Expresó que llega a ser incómodo que la gente pregunte por qué hicimos esto o si estamos enfermas, pero es el pretexto para hablar de Palestina, no nada más con la gente a su alrededor con colectivos o su familia, sino en el trabajo, con los vecinos y eso es importante, porque el conflicto en muchos lados no se conoce fuera de algunos círculos muy concretos y hace falta mucha atención hay un silencio en redes, se les ha censurado.
Indicó que hay cuentas de sus compañeras que están bloqueadas, porque se silencia la conversación sobre Palestina, por eso es importante esta acción, además de lo mediático también en lo cotidiano, lo que genera en el entorno, por eso es importante este viernes a las 2 de la tarde que estarán frente a la Embajada de Israel para hacer este rapado colectivo de mujeres, precisamente en el marco de esta campaña “yo me rapo por Palestina” y continuará.
Carla Leiva señaló que aún no tienen medido en qué momento van a terminar la campaña, porque ellas pensaron en 76 mujeres, pero si llegan más, publicarán todas las experiencias; además, tristemente el genocidio no se detiene, lleva ya 6 meses de esta situación y el tiempo que puedan seguir haciendo ruido con su iniciativa, mientras el genocidio siga, “vamos a continuar”.
Insistió en que buscan que sean 76 mujeres que se rapen, pero les faltan algunas todavía, por eso es importante que se sumen, que las acompañen, tienen ya varios vídeos en el tintero que están en edición y por publicarse, como el de una compañera mexicana, “si nos pueden dar mucho amorcito en redes sociales para esos videos este estaría genial y vamos a seguir trabajando los videos que tenemos pendientes y los que nos sigan llegando”.
Denuncian apartheid de género en Irán. En México mujeres se unen a la resistencia mundial
“Nosotras crecimos en una cárcel”, dice Nesar Nohannadi, una joven iraní de 29 años que desde hace seis meses vive como refugiada en México tras huir de su país donde las mujeres no tienen derecho a la libertad.
Ella, como miles más, anhela romper los barrotes de esa cárcel en la que se ha convertido Irán para las mujeres. Por eso, hace poco más de un mes las protestas en esa nación se han intensificado buscando un único objetivo: una sociedad libre.
“Nosotros no queremos un líder supremo en Irán, lo que queremos es una sociedad libre donde nadie nos obligue a seguir una religión o una ideología en particular”, aseguró Nesar Nohannadi en entrevista con Cimacnoticias.
La joven periodista y poeta cuenta que huyó de Irán debido a las nulas oportunidades con las que cuentan las mujeres y la violencia a la que están expuestas, ya que, por ejemplo, si no llevan el hiyab de manera correcta, pueden ser asesinadas e incluso se les lanza ácido al rostro, ocasionando laceraciones físicas y emocionales irreversibles.
Por este motivo Parichehr Kazemi también fue sacada de Irán por su familia cuando tenía siete años. La mujer estudiante de doctorado en Ciencias Políticas actualmente vive en la Ciudad de México y contó a Cimacnoticias que es una realidad que en su país natal no hay vida para las mujeres y refirió que la situación del país asiatico no es distinta a la del resto del mundo.
“En México hay machismo y en Irán también, pues hay muchos tipos de leyes que no dejan a una mujer estar en paz. En México 11 mujeres cada día son víctimas de feminicidio, pero en Irán las mujeres también están muriendo por ser mujeres, entonces no es tan diferente. Esto no es un problema iraní, es del mundo”.
A Parichehr Kazemi las protestas la envuelven en dos emociones: por un lado el orgullo, pero también la tristeza provocada por la represión perpetrada por el gobierno.
“Por un lado estoy super orgullosa que esas mujeres que han experimentado tanta opresión en su vida, están ahora en el frente de la lucha y de la sociedad. Pero por el otro lado es que muchas están muriendo solo por exigir sus derechos, eso también me pone muy triste porque deberían tener al nacer”.
Mujeres, niñas y niños, detenidas y asesinadas por protestar
De acuerdo con información de la organización Iran Human Rights, desde que iniciaron las protestas hasta el pasado 17 de octubre se tenía el registro de 215 personas asesinadas, incluidas 27 niñas y niños.
Iran Human Rights también dio a conocer que recibió numerosos informes sobre detenciones masivas de manifestantes y personas de la sociedad civil que han sido identificados por agencias de inteligencia. En estos casos destaca el uso de la tortura y los malos tratos contra las y los prisioneros.
Por otra parte, la organización acusó que el gobierno iraní está deteniendo a niñas, niños y adolescentes que protestan encerrándoles en centro psiquiátricos para que sean “corregidas”.
“En tales circunstancias y en esta etapa, los alumnos de la escuela pueden convertirse en personajes antisociales y queremos corregirlos”, confirmó el ministro de Educación, Yousef Nouri.
Con este panorama, la resistencia de las mujeres se ha extendido por el mundo. Tal es el caso de las iraníes en México, quienes el pasado 22 de octubre organizaron un performance en el Monumento a la Revolución como muestra de unión, libertad y apoyo.
“Aunque no estamos ahí, estamos aquí luchando con ustedes. Estamos haciendo lo que podemos hacer para que todo el mundo sepa lo que están haciendo, no vamos a dejar que la lucha de las mujeres se olvide”, aseguró Parichehr Kazemi.
Por su parte, Nesar Nohannadi pidió a las y los mexicanos alzar la voz por las personas de Irán que están protestando y muriendo en la exigencia de sus derechos. “Hay que romper por la fuerza esa cárcel”, sentenció.
El genocidio de mujeres, niñas y niños más perverso de la historia
Cuando empezaron los bombardeos sionistas en la Franja de Gaza, en octubre pasado, el mundo pensó que se trataba de una persecución al grupo Hamás. Sin embargo, con el pasar de los días su enemigo principal se configuró con un fuerte sesgo de género y generacional. Las bombas y balas tenían como blanco a las mujeres, las niñas y niños palestinos.
El enfoque patriarcal del asedio más cruento de los últimos tiempos se confirma en la cantidad y las historias de las víctimas. Porque son las mujeres, las reproductoras de vida, de cultura, gestoras de la sobrevivencia, organizadoras de la escasa comida y el agua, curanderas milenarias y portadoras de las tradiciones más profundas del pueblo palestino, ellas son las víctimas martirizadas.
En las antiguas batallas, se solían ver a jóvenes y adultos enfrentar los tanques con piedras. En este asedio que empezó hace unos 150 días, el sionismo atacó justamente lo que administran las mujeres: el agua y el pan, las medicinas, los mercados y la vida.
A la mitad de los ataques, cuando Israel se empecinaba en destruir hospitales en la Franja, Naciones Unidas denunció que cerca de cinco mil mujeres embarazadas no tenían donde dar nacimiento a sus hijos e hijas. Mientras más se conocían los pormenores de la destrucción, menos se supo qué sucedió con esas miles de mujeres y recién nacidos.
La estrategia sionista de exterminar el pueblo palestino -a través de las mujeres- apareció estampada en las camisetas de sus soldados: “dispare a una embarazada y mate a un terrorista”, así lo vestían sonrientes los oficiales de la muerte.
Cuántas madres fueron retiradas bajo los escombros abrazadas de sus hijos e hijas. Y cuántas criaturas quedaron enterradas bajo los cementos de cientos de casas y edificios destruidos que tardarían 15 años en reconstruir. Cuántas mujeres desoladas al perder sus familias enteras; cuántos huérfanos y huérfanas obligados a seguir solos en esta vida, con hambre, heridas y lo peor: el terror en el corazón.
El genocidio causado por todos los aliados de Occidente, el silencio de los países árabes, la inacción de las potencias de la seda y el Kremlin ha convertido a Gaza en el cementerio del feminicidio e infanticidio masivos más crueles y perversos de la historia contemporánea.
Las cifras oficiales señalan que en torno al 70% de las víctimas fatales del genocidio, son mujeres, niñas y niños: más de 8.800 mujeres y 13.230 menores de edad, incluidos bebés de pocos meses o años. Estos datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad de Gaza, la ONU considera fiables. Estas cifras suben cada día, y se adhieren denuncias de violación, tortura, robos y otros delitos enfocados en las mujeres.
Desde los feminismos y humanismos sabemos que las cifras no representan el contexto y el dolor de las historias que se esconden detrás de cada muerto. Por eso este Ramadán será rememorado como el año del feminicidio e infanticidio colectivos más crueles de los últimos tiempos, donde solo la resistencia de las hermanas palestinas y la solidaridad internacional superarán el olvido.
Claudia Espinoza Iturri, es periodista de Bolivia
Ilustración de Edwin Calle, artista boliviano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
María Magdalena, la pionera de la igualdad y el uso perverso de su historia
Escrito por Rita Magaña Torres .-Foto: pexels.-Ciudad de México.- El movimiento feminista ha reconocido a María Magdalena como “pionera de la igualdad”. Es hora ya de que las iglesias cristianas hagan el mismo reconocimiento en su seno y devuelvan a las mujeres el protagonismo que tuvieron en el cristianismo primitivo y que deben recuperar su contribución hoy.
“Apóstala de apóstoles” es el título que dio a María Magdalena, Hipólito de Roma, quien considera a las mujeres portadoras de la verdad, y las llama apóstalas de Cristo; en el mismo sentido se expresa Jerónimo, quien reconoce a María Magdalena el privilegio de haber visto a Cristo resucitado «incluso antes que los apóstoles».
Sin embargo, con el proceso de patriarcalización, clerizalización y jerarquización del cristianismo, María de Magdala fue relegada al olvido; más aún, es representada como la penitente y la sirvienta de Jesús en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos espíritus. Mejor suerte tuvo María de Nazaret, madre de Jesús, que fue declarada madre de Dios, elevada a los altares y tratada casi con honores divinos.
En las últimas décadas se ha producido un movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por especialistas de la biblia cristiana, teólogas feministas que re leen textos con la perspectiva de género, elaboran una reconstrucción anti patriarcal de los primeros siglos de la iglesia, con una hermenéutica
Cristina Fallarás, teóloga feminista emprendió una encomiable labor de rescate al devolverle una voz empoderada a quien por años no la tuvo y fue satanizada por la iglesia. En las páginas de El Evangelio según María Magdalena es el retrato feminista y sensual de una mujer libre, cuyo papel en la fundación del cristianismo ha sido borrado por la Iglesia. Es hora de combatir la versión del patriarcado, porque su montaje ha resultado devastador. Con la voz de la Magdalena todo se comprende.
Las mujeres constituyen la referencia indispensable de la transmisión del mensaje evangélico; más aún, son el eslabón esencial para el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres, hoy quizá no habría iglesia cristiana.
Así, la pasión de cristo se puede vivir con la mirada de María Magdalena, a quien se le ha querido desvirtuar y ubicar como una «prostituta«, pero la periodista y feminista española Cristina Fallarás tomó en cuenta, para reivindicarla los documentos de los evangelios Mateo, Marcos, Lucas y Juan, donde encontró que en ninguno de estos testimonios se refieren a ella como prostituta.
No obstante, la escritora en su obra El evangelio según María Magdalena encuentra que Pablo de Tarso en las epístolas sí lo hace y además no pierde oportunidad en lanzar frases discriminatorias para ella, quien era vista como una ciudadana de segunda al servicio de los varones, pero que no dejó a Jesús como los apóstoles –a excepción de Juan– y fue testigo de la crucifixión y resurrección.
María Magdalena lleva ese nombre por ser originaria de «Magdala», pequeña ciudad pesquera de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberíades, y es la mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar en el grupo de discípulas de Jesús,
Ella es discípula, pertenece al grupo más cercano a Jesús, ocupa un lugar preeminente en él, hace el mismo camino que él hasta Jerusalén, comparte su proyecto de liberación y su destino. Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal.
Al formar parte del grupo de mujeres que sigue al Nazareno, realiza tareas domésticas (cocina, limpia, lava, sirve la comida). Para Fallarás algunos de los milagros que se le atribuyen al Nazareno son en realidad rumores, pues ellas se encargaban de tener todo listo para la gente que acompañaba al predicador, como la famosa historia de la multiplicación de panes y pescados.
En el libro de la feminista española dice que la voz de una mujer cuenta la historia de Cristo. Esta vez nadie la juzga, no hay miradas que limiten su presencia ni sus actos. Los epítetos misóginos están fuera de lugar: ni virgen, ni santa, ni prostituta, ni mujer engendradora. Ella es María de Magdala o María Magdalena, un rostro cercano al nazareno.
Conviene recordar que las mujeres desde la antigüedad, en Grecia, durante el siglo V a.C., no tenían derechos. En esos años los esclavos, los extranjeros, las personas con discapacidad y las mujeres no podían participar en la vida política. Con la presencia del nazareno, la visión sobre la mujer no podía ser distinta.
María Magdalena es un personaje que ha ocupado la atención de varios narradores desde Cervantes, Erasmo, Teresa de Ávila, Nikos Kazantzakis, Marguerite Yourcenar, Pedro Miguel Lamet y José Saramago, entre otros. El punto en común es el deseo de restituirle la voz a una mujer que fue importante en la vida y muerte de Cristo.
En la versión de José Saramago, El evangelio según Jesucristo, María de Magdala es vista como esposa de Cristo, hecho que desencadenó polémica. Sin embargo, Saramago todavía usaba la palabra prostitución para referirse a los antecedentes de María Magdalena.
Se da voz a una mujer bíblica
Fallarás es una narradora, periodista y activista en favor de los derechos humanos de las mujeres, quien da voz, de una manera sui generis, a este personaje bíblico. La María Magdalena de Fallarás es solidaria, lúcida, entusiasta, crítica, a veces intolerante y previsora.
Por otra parte, la vida de la mujer de Magdala es áspera como una roca. Su padre murió decapitado. Elabora un discurso a partir de la orfandad, desde el corazón de la mujer que ha sufrido y ha vivido la segregación. Es amiga de María, la madre de Cristo, y eso en ocasiones la vuelve su confidente.
«Yo María, hija de Magdala, llamada ‘la Magdalena’, he llegado a esa edad en la que ya no temo al pudor. Yo, María Magdalena, aún conservo la furia que me enfrentó y me enfrenta a la idiotez, a la violencia y al hierro que imponen los hombres sobre los hombres, los hombres contra las mujeres.
Dejo constancia aquí de los extraordinarios sucesos de los que fui testigo. Mi decisión es firme. Yo conocí al Nazareno. Fui la única que jamás se separó de su lado. No es vanidad. Es así. Me siento a relatar todo esto para que se comprenda su final y borrar tanta mentira. Nada será narrado en vano», plasma en su libro la Cristina Fallarás.
El evangelio según María Magdalena puede incomodar a las mentes más conservadoras y, a la vez, ser un discurso dinámico para quienes pueden imaginar a una mujer atípica.
En 2016, el papa Francisco redimió la figura de María Magdalena, quien durante años fue tachada de prostituta, poseída por siete demonios. A partir de esa fecha, la iglesia católica la define como “la apóstala de los apóstoles”; ese reconocimiento se debe a que ella fue la primera en anunciar la resurrección de Cristo y la primera a quien Jesús llama por su nombre.
La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran en la hora de la persecución y del sufrimiento. Cuando Jesús es condenado a muerte, los discípulos varones huyen por temor a ser identificados como miembros de su movimiento y correr la misma suerte que él. Solo las mujeres que le habían seguido desde Galilea le acompañan en el camino hacia el Gólgota y están a su lado en la cruz.
Dentro del grupo de mujeres, los evangelios citan a María Magdalena en primer lugar. Ella funge como discípula fiel, no de un mesías triunfante, sino de un crucificado por subvertir tanto el orden establecido religioso como el político de carácter imperial y patriarcal.
Los distintos relatos evangélicos coinciden en presentar a las mujeres como testigos de la resurrección y a María Magdalena como la primera entre ellas. Es precisamente ella quien comunica la noticia a los discípulos, quienes reaccionan con incredulidad. Ella cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea, haber visto a Jesús resucitado y haber sido enviada por él a anunciar la resurrección.
El reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo, al mismo nivel que Pedro, e incluso mayor en algunas iglesias. Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos de la biblia cristiana, el testimonio de las mujeres ya no aparece, y María Magdalena es sustituida por Pedro.
Ello se debe a que la Iglesia estaba empezando a someterse al dominio masculino, que muy pronto comenzó a suprimir el importante lugar ocupado por las mujeres en el movimiento de Jesús.
El silenciamiento, por parte de Pedro y de otras tradiciones de la biblia cristiana, de la aparición de Jesús a María Magdalena y a otras mujeres llevó derechamente a la exclusión de estas de los ámbitos de responsabilidad comunitaria.
Interlocutora preferente de Jesús
En los diálogos de revelación de los Evangelios de tendencia gnóstica, María Magdalena aparece como interlocutora preferente de Cristo resucitado y hermana de Jesús, discípula predilecta y compañera de el salvador.
Esa posición privilegiada provoca celos en algunos apóstoles, especialmente en Pedro, quien, según el apócrifo Pisis Sophia, reacciona en estos términos: «Maestro, no podemos soportar a María Magdalena, porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir».
Lo que hace falta es vencer las resistencias del pensamiento androcéntrico y de la organización patriarcal de la mayoría de las iglesias cristianas, y recuperar en la práctica la tradición del movimiento de Jesús como discipulado de iguales que lo seguían y el seguimiento de su causa de liberación de todas las esclavitudes.