Si se considerara la distribución del ingreso bajaría al 72, subraya
El verdadero avance es cuando se invierte en educación, salud y empleo
El IDH lo ubica entre países con desarrollo humano alto, debajo de Uruguay, Cuba y Panamá
De 2000 a 2012, el menor nivel de crecimiento de México: PNUD
El
informe más reciente de esa oficina señala que si sumara el análisis de
desigualdad en la distribución de ingresos, descendería del lugar 61 al
72 entre 187 naciones
Khalid Malik, autor del informe, durante la presentación mundial del
mismo en la sede del Programa de Naciones Unidas para el DesarrolloFoto Luis Humberto González
Ciro Pérez Silva
Periódico La Jornada
Viernes 15 de marzo de 2013, p. 45
Viernes 15 de marzo de 2013, p. 45
Entre
2000 y 2012, México registró su menor nivel de crecimiento en el índice
de desarrollo humano (IDH) del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) –que promedia los avances de cada país en tres
dimensiones: vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida
digno– con 59 por ciento, mientras observa el mayor crecimiento, casi
el doble, entre 1990 y 2000.
Esto lo ubica entre los países con desarrollo humano alto, debajo de
otras naciones de la región como Uruguay, Cuba y Panamá y lejos de
países como Noruega, Australia, Estados Unidos Argentina o Chile, que
se colocan en niveles de desarrollo humano muy alto, de acuerdo con el Informe sobre desarrollo humano que ayer presentó en México la titular del PNUD, Helen Clark, y que es el más reciente de una serie de informes publicados por esta oficina desde 1990.
Destaca que entre 1990 y 2012, casi todos los países mejoraron su estado de desarrollo humano. De 132 naciones, sólo dos registraron en 2012 un IDH inferior al de 1990.
El progreso fue particularmente rápido en más de 40 países del sur, cuyas mejoras del IDH fueron notablemente superiores a las previstas para países que tenían un IDH similar en 1990. Esto incluye países como Ghana y Uganda en África Subsahariana; Bangladesh e India, en Asia meridional; Túnez, en los Estados Árabes; China y Vietnam en el Pacífico, Brasil, Chile y México en América Latina y el Caribe, precisa el texto.
Advierte que si bien esto es buena noticia,
no es deseable ni sostenible que el crecimiento del IDH esté acompañado por una creciente desigualdad en los ingresos, patrones insostenibles de consumo, elevado gasto en defensa y escasa cohesión social.
Menciona, además, que si a las variantes mencionadas se le sumara el análisis de la desigualdad en la distribución de los ingresos, México descendería del lugar 61 que ocupa actualmente entre 187 países al 72.
Lo importante no es sólo el nivel de ingresos, sino el uso que se dé a éstos. Una sociedad puede gastar en educación o en armas de guerra. Las personas pueden gastar sus ingresos en alimentos básicos o en narcóticos. Tanto para las sociedades como para las personas, la clave no radica en el proceso de maximización de la riqueza, sino en la elección que realicen para transformar los ingresos en desarrollo humano, explica el documento.
De México destaca que con la aprobación en 2003 del Seguro Popular pasó a ser
En temas como la delincuencia, señala que
un país líder en el traspaso rápido hacia una cobertura de salud universal mediante la adopción de un mecanismo de financiamiento innovador, además de que recientemente
promulgó la primera ley de cambio climático integral del mundo, con el propósito de reducir las emisiones y de construir el sector de energía renovable, dos de las variables que definen el bienestar.
En temas como la delincuencia, señala que
la falta de miedo debe reflejarse en bajos índices de delincuencia, en especial de homicidios. Retoma el Informe sobre desarrollo humano del Caribe de 2012 y subraya que los delitos violentos “debilitan la confianza en las perspectivas de desarrollo futuro, reducen la competitividad de las industrias y los servicios al generar altos gastos en seguridad, y dañan el clima de inversiones. La delincuencia puede provocar fuga de cerebros del país o de la comunidad afectada.
Además, la desviación de recursos para controlar la delincuencia limita los fondos disponibles para invertir en atención de salud y educación, lo que retrasa la integración social y obstaculiza el desarrollo.
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