6/30/2019

Largo viaje hacia la noche

La Jornada
Foro de la cineteca
Carlos Bonfil

Una travesía hipnótica. Los espectadores que pudieron apreciar en el Foro de la Cineteca hace dos años Kaili Blues: canción del recuerdo (2015), primer largometraje del realizador chino de 25 años Bi Gan, evocarán la fuerza expresiva y temeridad estilística de una narración construida a partir de largos planos fijos, uno de 40 minutos de duración, cuya virtud era manejar temporalidades muy diversas en el viaje interior del protagonista, ex presidiario, quien partía en busca de su sobrino de 10 años vendido por un pariente sin escrúpulos. 

La búsqueda se transformaba en un largo ritual de expiación de culpas en el que el propio espectador podía participar compartiendo sensorialmente las vivencias más delirantes del protagonista en una mezcla perturbadora de realidad y ficción. Un festín cinematográfico.

Esa experiencia se repite ahora en Largo viaje hacia la noche (2018) y el campo sensorial se ensancha considerablemente. Un hombre misterioso, Luo Hongwu (Jue Huang), regresa a su pueblo natal de Kaili, del que tuvo que alejarse por motivos que la cinta nunca deja claros, pero que parecieran relacionados con los ajustes de cuentas propios de un relato de cine negro. 

Esto importa poco, pues el meollo del asunto es la búsqueda que emprende el protagonista de la mujer que alguna vez amó y que no ha podido desprender de su memoria.

De nueva cuenta, el espectador se ve inmerso en un relato fragmentado, con reminiscencias del cine de Apichatpong Weeresethakul o David Lynch, donde los habituales planos fijos tan apreciados por el cineasta dan paso a una ruptura narrativa radical a mitad del relato, para proponer el resto de la travesía de Hongwu en 3D y en un largo plano secuencia de más de 50 minutos. 

Queda claro a estas alturas que el objeto y el propósito de la búsqueda inicial pasa a un plano secundario y lo que ahora importa es la exploración del universo sensorial del protagonista. En su rechazo total de las convenciones narrativas y de toda causalidad o coherencia expositiva, la cinta se planta de lleno en el terreno onírico, para fascinación o rechazo visceral del público, según el caso. Lo irrefutable es la originalidad y destreza artística del cineasta.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 12 y 17 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1

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