Antonio Gershenson
Ha habido, y está habiendo, una serie de actos en torno a una posible consulta única respecto de la
reformaenergética en proceso. Se han llevado a cabo dos grandes campañas por consultas similares, con millones de firmas cada una, pero siendo un problema singular merece una escueta consulta única: ¿quieres o no quieres los cambios a la Constitución, quieres o no la entrega del país en el terreno de la energía?
Debemos impulsar esta campañas, y mientras, queremos mostrar cómo la
calidad de la vida en México es de lo peor, y peor sería si se imponen
las contrarreformas en cuestión.
En estas páginas se incluyó el martes pasado un análisis sobre la
calidad de la vida en los países de la OCDE, y México queda en último
lugar:
México salió reprobado en un estudio sobre calidad de vida en los 34 países socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quedando por debajo del promedio de ese grupo en áreas como seguridad, salud, ingreso disponible y acceso a Internet, de acuerdo con un estudio publicado el lunes.
El país aparece último en la lista de la OCDE en términos de
seguridad, con 22.9 homicidios por cada 100 mil habitantes, más de cinco
veces el promedio de 4.2 por cada 100 mil habitantes del grupo de 34
países.
“La tasa de homicidios, el ingreso disponible de los hogares, el
acceso a conexiones de banda ancha y la parte de la fuerza laboral con
al menos un certificado de secundaria, son los indicadores de bienestar
donde la brecha entre el caso de México y el promedio de la OCDE es
mayor’’, dijo la organización en su reporte, denominado
¿Cómo es la vida en tu región?
Sólo 40 por ciento de la fuerza laboral mexicana tiene certificado de
educación secundaria, contra un promedio de la OCDE de 74.6 por ciento,
según el estudio, y el país también arrojó una expectativa de vida
menor al promedio, con 74.2 años, contra los 79.5 de la organización.
Esta teoría, ahora aplicada a México, fue inventada por
Amartya Sen, de India, que recibió el Premio Nobel en 1998, precisamente
por este descubrimiento, que se ha conocido como economía social, o
economía del bienestar. Incluye educación, seguridad, salud, edad
promedio en el país, disponibilidad de trabajos y ahora se considera
también el acceso a Internet. También criticó este científico, en
discusiones de principios de 2012, la política europea, la del euro,
diciendo que iba a prolongar el estancamiento económico de esos países
por lo menos 10 años, lo cual se ha venido cumpliendo. Mientras China
crece en lo económico al siete por ciento anual en los peores años hasta
el momento, la zona del euro lo hace en promedio a menos de uno por
ciento.
Este estudio es anterior, por ejemplo, a los recientes asesinatos en
masa, y posiblemente ahora estaríamos peor que en el estudio.
¿Qué pasaría con el nivel de vida, nivel cultural, etcétera, de la
población, si se siguen entregando no sólo pozos y campos petroleros
sino estaciones de gasolina, con gasolina más y más cara, gas importado
encarecido a medida que hacen bajar la producción de trasnacionales que
ya lo tienen, electricidad encarecida, etcétera?
¿Que pasaría si sigue el salario real base estancado y hasta reducido?
Los asesinatos masivos no afectan sólo a las víctimas directas, no
sólo a las instituciones a las que pertenecían, sino que son medios para
atemorizar a todos los demás.
No es extraño que organizaciones sindicales, campesinas y otras se
muestren contrarias a esta política. Tienen que pelear no sólo por el
resguardo de la tierra y la comida, sino incluso en defensa del agua.
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