Redistribuir labores y que el Estado asuma su responsabilidad
El actual modelo económico obliga a las mujeres más pobres, las adultas
mayores, indígenas y a las migrantes, a realizar trabajos de cuidado en
condición de explotación, advirtió la economista Amaia Pérez Orozco.
La doctora en Economía por la Universidad Complutense de Madrid
participó en el ciclo de conferencias “Tres días de género en la
Economía”, que se realiza en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), en colaboración con ONU-Mujeres.
Pérez Orozco llamó a que en vez de analizar los mercados y los
flujos monetarios, se debe observar el trabajo que normalmente
permanece invisible y “oculto” en el sistema capitalista, es decir las
tareas de cuidado.
Dicho trabajo –que tiene como objetivo “sostener la vida”, apuntó
la especialista– regenera cotidianamente el bienestar físico y
emocional de quienes son la fuerza de trabajo en el flujo de mercado
tradicional.
Amaia Pérez detalló que los trabajos de cuidado –desde una
perspectiva feminista– son la base de la economía mercantil, y hacen
funcionar el proceso de producción aun cuando el sistema no reconoce
salarialmente a las mujeres que los realizan, ni las apoya para que los
lleven a cabo.
De acuerdo con el análisis de la experta en género, en la
actualidad la sociedad se enfrenta a una crisis de cuidados que deviene
de una quiebra del modelo tradicional de familia y de los roles de
género convencionales del mercado laboral, lo que genera un desbalance
entre la necesidad de recibir cuidados y las capacidades de las
personas para brindarlos.
Agregó que este quiebre hace relucir que los Estados, los
mercados y los hombres no asuman las responsabilidades de cuidado pese
a que las mujeres dejen de realizarlas.
Tales “tensiones en el sistema” –prosiguió Pérez Orozco– llaman
de manera urgente a una redistribución de las tareas de cuidado, porque
el sistema productivo “ya es insostenible e injusto”.
Así, las mujeres se han visto orilladas a generar estrategias
individuales para armonizar sus actividades remuneradas con los
trabajos de cuidado, tales como redistribuir estas labores de manera
intergeneracional (delegarlas a las abuelas o hijas), por etnia (a las
indígenas), y por clase (a las más pobres).
Otra estrategia, precisó la economista, son las “cadenas globales
de cuidado”. Puso como ejemplo el caso de una mujer migrante que deja
la responsabilidad del cuidado de sus hijas e hijos en su país de
origen a otra mujer, mientras que en la nación de destino la migrante
se ve obligada a realizar trabajos de cuidado en condición de
explotación para otra familia.
Amaia Pérez observó que el actual modelo económico muestra que
hay cambios respecto a quienes realizan las actividades de cuidado,
pero se sigue naturalizando que éstas son responsabilidad de una mujer;
además, pagar por servicios particulares de cuidado “lejos de romper
con la explotación del sistema capitalista expande una lógica
neoliberal”.
Recordó que se debe profundizar en el análisis sobre los trabajos
de cuidado, sin caer en prototipos de mujeres occidentales en contextos
urbanos porque podría quedar fuera el cuidado de la tierra y los
animales que realiza la población rural.
Señaló que categorizar trabajos remunerados y no remunerados
oculta la situación de las mujeres que desempeñan ambas actividades,
por ejemplo el caso de una mujer que vende dulces en un crucero
mientras carga en sus espaldas a su hijo.
Por ello, la economista llamó a una urgente redistribución de los
cuidados y a cuestionar el conjunto de teorías económicas tradicionales
que dejan fuera del análisis “los cuerpos, la dimensión emocional, la
vida y el bienestar”.
La experta aclaró que los trabajos de cuidado que realizan las
mujeres no están motivados “por el amor”, sino por un compromiso por el
bienestar ajeno y por hacerse cargo de los cuerpos vulnerables
“atravesados por los afectos y los desafectos”.
Detalló que si bien los cuidados no son una prioridad del
sistema, es necesario que la sociedad exija su derecho a recibir
cuidados y a elegir si se quieren darlos, a fin de conseguir servicios
públicos de cuidados.
A la par, esta exigencia debe estar acompañada por reglas
laborales y políticas de flexibilización en los mercados de trabajo,
que permitan a las personas conciliar su actividad remunerada con las
tareas de cuidado.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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