2/26/2015

“Insostenible” que tareas de cuidado recaigan sólo en las mujeres

Redistribuir labores y que el Estado asuma su responsabilidad


El actual modelo económico obliga a las mujeres más pobres, las adultas mayores, indígenas y a las migrantes, a realizar trabajos de cuidado en condición de explotación, advirtió la economista Amaia Pérez Orozco. 

La doctora en Economía por la Universidad Complutense de Madrid participó en el ciclo de conferencias “Tres días de género en la Economía”, que se realiza en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con ONU-Mujeres.

Pérez Orozco llamó a que en vez de analizar los mercados y los flujos monetarios, se debe observar el trabajo que normalmente permanece invisible y “oculto” en el sistema capitalista, es decir las tareas de cuidado.

Dicho trabajo –que tiene como objetivo “sostener la vida”, apuntó la especialista– regenera cotidianamente el bienestar físico y emocional de quienes son la fuerza de trabajo en el flujo de mercado tradicional.

Amaia Pérez detalló que los trabajos de cuidado –desde una perspectiva feminista– son la base de la economía mercantil, y hacen funcionar el proceso de producción aun cuando el sistema no reconoce salarialmente a las mujeres que los realizan, ni las apoya para que los lleven a cabo.

De acuerdo con el análisis de la experta en género, en la actualidad la sociedad se enfrenta a una crisis de cuidados que deviene de una quiebra del modelo tradicional de familia y de los roles de género convencionales del mercado laboral, lo que genera un desbalance entre la necesidad de recibir cuidados y las capacidades de las personas para brindarlos. 

Agregó que este quiebre hace relucir que los Estados, los mercados y los hombres no asuman las responsabilidades de cuidado pese a que las mujeres dejen de realizarlas.

Tales “tensiones en el sistema” –prosiguió Pérez Orozco– llaman de manera urgente a una redistribución de las tareas de cuidado, porque el sistema productivo “ya es insostenible e injusto”.

Así, las mujeres se han visto orilladas a generar estrategias individuales para armonizar sus actividades remuneradas con los trabajos de cuidado, tales como redistribuir estas labores de manera intergeneracional (delegarlas a las abuelas o hijas), por etnia (a las indígenas), y por clase (a las más pobres).

Otra estrategia, precisó la economista, son las “cadenas globales de cuidado”. Puso como ejemplo el caso de una mujer migrante que deja la responsabilidad del cuidado de sus hijas e hijos en su país de origen a otra mujer, mientras que en la nación de destino la migrante se ve obligada a realizar trabajos de cuidado en condición de explotación para otra familia. 

Amaia Pérez observó que el actual modelo económico muestra que hay cambios respecto a quienes realizan las actividades de cuidado, pero se sigue naturalizando que éstas son responsabilidad de una mujer; además, pagar por servicios particulares de cuidado “lejos de romper con la explotación del sistema capitalista expande una lógica neoliberal”.

Recordó que se debe profundizar en el análisis sobre los trabajos de cuidado, sin caer en prototipos de mujeres occidentales en contextos urbanos porque podría quedar fuera el cuidado de la tierra y los animales que realiza la población rural.

Señaló que categorizar trabajos remunerados y no remunerados oculta la situación de las mujeres que desempeñan ambas actividades, por ejemplo el caso de una mujer que vende dulces en un crucero mientras carga en sus espaldas a su hijo.

Por ello, la economista llamó a una urgente redistribución de los cuidados y a cuestionar el conjunto de teorías económicas tradicionales que dejan fuera del análisis “los cuerpos, la dimensión emocional, la vida y el bienestar”.

La experta aclaró que los trabajos de cuidado que realizan las mujeres no están motivados “por el amor”, sino por un compromiso por el bienestar ajeno y por hacerse cargo de los cuerpos vulnerables “atravesados por los afectos y los desafectos”. 

Detalló que si bien los cuidados no son una prioridad del sistema, es necesario que la sociedad exija su derecho a recibir cuidados y a elegir si se quieren darlos, a fin de conseguir servicios públicos de cuidados.

A la par, esta exigencia debe estar acompañada por reglas laborales y políticas de flexibilización en los mercados de trabajo, que permitan a las personas conciliar su actividad remunerada con las tareas de cuidado.


Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.- 

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