11/30/2024

Datos de violencia contra las mujeres en Mexico durante el 2024. #25N

 Escrito por La Redacción 

«Cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público».

Por lo que hoy, es importante visibilizar algunos datos de violencia en contra de mujeres en México.

Violencia contra las mujeres privadas de la libertad

Las mujeres privadas de la libertad enfrentan condiciones de extrema vulnerabilidad debido a que las políticas penitenciarias carecen de enfoque de género y las prisiones fueron diseñadas por y para los hombres, esto de acuerdo con el informe Mujeres privadas de la libertad en las Américas en el 2023.

De acuerdo con la ENPOL, Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2021, del total de la población privada de la libertad (PPL) en 2021, 64.5 % experimentó al menos un acto de violencia psicológica realizada o permitida por la policía o autoridad después de la detención y antes de llegar a la Agencia del Ministerio Público (AMP) o juez de lo penal. Se estima que había 220 mil 477 personas de 18 años y más privadas de la libertad en los centros penitenciarios del país, de las cuales 5.7 % eran mujeres y 94.3 % hombres.

Al desagregar la información, según sexo, se observa un porcentaje similar de hombres: 64.5% y mujeres 64.4% que vivieron estas situaciones. Sin embargo, existen situaciones de violencia psicológica diferenciadas entre mujeres y hombres, por ejemplo, el porcentaje de mujeres privadas de la libertad a quien le amenazaron con hacerle daño a su familia: 29.9% y le presionaron para denunciar a alguien 27.5% es mayor que el de hombres: 21.2 y 21.5%, respectivamente, en 8.7 y 6.0 puntos porcentuales.

En cuanto a la violencia física, 48.6 % de la PPL vivió alguna agresión física realizada o permitida por la policía o autoridad después de su detención y antes de llegar a la AMP o juez de lo penal.

Aunque el porcentaje de mujeres que vivió este tipo de violencia, 39.8 %, es menor que el de hombres, 49.1%, la proporción de actos de violencia sexual en su contra es mayor.

El porcentaje de mujeres que vivió situaciones como: le agredieron mediante acoso sexual, manoseo, exhibicionismo o intento de violación fue de 15.5%, cinco veces mayor que el de hombres: 3.2%. El porcentaje de mujeres, 4.8% que fue obligada mediante violencia física o amenaza a tener una actividad sexual no deseada (violación sexual) fue 2.5 veces mayor que el de hombres, 1.9%.

En contraste, los porcentajes de hombres a quienes le lastimaron órganos sexuales mediante golpes, descargas eléctricas, aplastamiento, cortaduras o introducción de objetos
fue de 11.4% y le hirieron por el disparo de un arma de fuego (lesiones por arma de fuego), 1.9% fueron 2.5 y 2.4 veces mayor que los de mujeres, 4.6 y 0.8%, respectivamente.

Violencia contra adultas mayores

La vejez a menudo se asocia erróneamente con la fragilidad y la dependencia, lo que puede llevar a situaciones de discriminación, aislamiento y, en casos extremos, maltrato y violencia.

Los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, informaron que, de las 9 millones 063 mil 53 mujeres de 60 años y más que había en México, 14.6 % experimentó violencia en los 12 meses previos a la encuesta por parte de familiares o convivientes.

El tipo de violencia más prevalente para estas mujeres fue la psicológica 13.0%, seguida de la económica 4.7%, la física 1.5% y, con menor prevalencia, la sexual 0.5%.


Entre las situaciones de violencia contra las mujeres de 60 años y más en los 12 meses previos al levantamiento de la encuesta, las más comunes fueron: le dejaron de hablar (6.3 %), la dejaron sola o la abandonaron (3.7 %), y le gritaron, insultaron u ofendieron (3.2 %). (Ver gráfica 4).

Violencia contra mujeres con discapacidad

En general, las personas con discapacidad enfrentan diversas formas de exclusión y violencia, pero las mujeres están especialmente expuestas dada la intersección de la condición de género con la discapacidad. Al respecto, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, estimó que, de las 50 millones 523 mil 469 mujeres de 15 años y más que había en México, 11.9 % vivía con discapacidad, 31.7 % con limitación y 56.4 %, sin discapacidad ni limitación.

La encuesta también mostró que 75.1 % de las mujeres con limitación experimentaron algún tipo de violencia a lo largo de la vida. Dicho porcentaje es mayor que el de las mujeres con discapacidad: 72.6 % y el de las mujeres sin discapacidad ni limitación: 66.7%.

Por otra parte, la ENDIREH 2021 evidencia que, en los 12 meses previos a su levantamiento, la prevalencia de violencia contra las mujeres con discapacidad fue similar a la de las mujeres sin discapacidad ni limitación: 41.5%.

Por el contrario, las mujeres con limitación experimentaron la mayor prevalencia de violencia en dicho periodo: 45.7%.


De acuerdo con el tipo de violencia vivida en los 12 meses previos a la ENDIREH 2021, la mayor diferencia se dio en la violencia psicológica. El porcentaje de mujeres con limitación que experimentó este tipo de violencia fue mayor que el de aquellas sin discapacidad ni limitación, con una diferencia de seis puntos porcentuales: 32.9 frente a 26.9%, respectivamente.

Asimismo, al comparar la prevalencia de violencia psicológica de las mujeres con discapacidad y aquellas sin discapacidad ni limitación, se tiene una diferencia de 4.5 puntos porcentuales.

Las mujeres con limitación y las mujeres sin discapacidad ni limitación experimentaron este tipo de violencia en porcentajes similares: 23.8 y 23.5% respectivamente, los cuales fueron mayores a la prevalencia de las mujeres con discapacidad: 20.3%.


Al analizar la prevalencia de violencia por ámbito de ocurrencia, se observa que en el ámbito escolar se registran las mayores diferencias por condición de discapacidad, pues en los 12 meses previos a la encuesta, 31.7 % de las mujeres con discapacidad, 23.3 % de las mujeres con limitación y 17.5 % de las mujeres sin discapacidad o limitación experimentaron violencia en este ámbito.

Discriminación contra mujeres con discapacidad

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, del total de la población de 12 años y más con discapacidad en México, 55.5% era mujer y 44.5%, hombre.

De las personas de 12 años y más con discapacidad, 33.8% experimentó discriminación en los 12 meses previos a la encuesta. De las mujeres con discapacidad, 33.4% reportó haber sido discriminada, y 34.4% de los hombres con discapacidad reportó haber sido discriminado en los 12 meses previos.

La discriminación hacia las personas con discapacidad es multifactorial. Los prejuicios que motivan la discriminación, además de la discapacidad: 49.6%, son: la edad: 26.1%, el peso o estatura: 20.6%, la forma de vestir o arreglo personal: 21.6%, la clase social: 13.6% y sexo: 13.2%.

Cabe destacar que la experiencia de discriminación es diferente según el sexo de la persona: las mujeres con discapacidad reportan con mayor frecuencia discriminación por su sexo: 19.4%, que los hombres con discapacidad: 5.8%, con una diferencia de 13.6 puntos porcentuales.

Violencia obstétrica

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), numerosas mujeres alrededor del mundo enfrentan un trato irrespetuoso y ofensivo al dar a luz en establecimientos de salud.

En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, de las 7 millones 839 mil 186 mujeres de 15 a 49 años que tuvieron el nacimiento de un bebé entre 2016 y 2021, 31.4% experimentó violencia durante el parto o la cesárea.

Fue mayor la prevalencia de violencia cuando los partos ocurrieron en hospitales o clínicas del sector público: 37.9% que en los del privado: 15.1%.

Los actos que experimentaron en mayor porcentaje estas mujeres fueron: le gritaron o la regañaron: 11.0%, la presionaron para que aceptara que le pusieran un dispositivo o la operaran para ya no tener hijas(os): 9.7%, la ignoraban cuando preguntaba cosas sobre su parto o sobre su bebé: 9.0%, se tardaron mucho tiempo en atenderla porque le dijeron que estaba gritando o quejándose mucho: 8.0% y la obligaron a permanecer en una posición incómoda o molesta: 7.2%.

El Feminismo como pilar de la democracia moderna:de Clara Campoamor a Claudia Sheinbaum

tribunafeminista.org

Sandra Moreno

La construcción de la ciudadanía femenina

El sufragio universal constituye el fundamento jurídico sobre el que se construye la verdadera democracia. Hasta la consecución del voto femenino, los sistemas políticos operaban bajo lo que podríamos denominar técnicamente como «androcracia»: un sistema de gobierno ejercido por y para los hombres, que excluía sistemáticamente a la mitad de la población. La transformación de este paradigma a través del reconocimiento del derecho al sufragio femenino conquistado por las feministas representa, desde una perspectiva jurídico-política, la piedra angular de las democracias modernas.

El artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece el derecho a la participación política como un derecho humano fundamental, caracterizado por ser inalienable, universal e imprescriptible. Este reconocimiento internacional consolida jurídicamente la lucha histórica del movimiento sufragista, elevando la participación política femenina a la categoría de derecho inherente a la dignidad humana. Y así se establece específicamente en el artículo 7 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW).

El mandato democrático contemporáneo: la agenda feminista

El panorama político internacional atraviesa una transformación, sin precedentes, en materia de representación femenina en las más altas esferas del poder ejecutivo. La reciente toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México no sólo marca un hito histórico para una nación con más de sesenta y cuatro millones de mujeres y niñas, sino que se inscribe en un momento extraordinario de la política global donde las mujeres están redefiniendo el ejercicio del poder.

Este momento histórico podría alcanzar un punto de inflexión en los próximos meses, pues por primera vez en 248 años de historia estadounidense, existe la posibilidad real de que una mujer alcance la presidencia de la primera potencia mundial. Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata demócrata, representa no sólo la posibilidad de romper el último techo de cristal en la política estadounidense, sino también un cambio paradigmático en el liderazgo global.

El mapa del poder ejecutivo mundial tiene ya una muestra significativa de liderazgos femeninos:

  • En Europa: Ursula von der Leyen (Comisión Europea), Giorgia Meloni (Italia), Kaja Kallas (Estonia), Katerina Sakellaropoulou (Grecia), Evika Siliņa (Letonia), Ingrida Šimonytė (Lituania), Myriam Spiteri Debono (Malta), Maia Sandu (Moldavia), Nataša Pirc Musar (Eslovenia).
  • En América: Xiomara Castro (Honduras), Dina Boluarte (Perú).
  • En África: Samia Suluhu Hassan (Tanzania), Sahle-Work Zewde (Etiopía), Judith Suminwa (República Democrática del Congo).
  • En Asia: Sheikh Hasina (Bangladesh), Droupadi Murmu (India), Salome Zourabichvili (Georgia).
  • En Oceania: Fiamē Naomi Mata’afa (Samoa), Hilda Heine (Islas Marshall).

No obstante, la mera presencia de mujeres en los máximos puestos de poder no garantiza la consecución de los objetivos feministas, ni que estas lideresas defiendan los derechos de las mujeres. El verdadero logro de que las mujeres lleguen al poder consiste en traducir esta representación en políticas públicas transformadoras que consoliden y amplíen los derechos de todas las mujeres, entre las que se hallan:

  1. Implementar políticas públicas con perspectiva feminista en materia de participación política, educación, empleo, salud, lucha contra la pobreza.
  2. Fortalecer los mecanismos institucionales para propiciar la igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres en la participación en la vida política, social, económica, cultural y demás ámbitos relevantes.
  3. Desarrollar estrategias y medidas efectivas para combatir todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres y niñas.
  4. Adoptar medidas efectivas para abolir las causas de opresión contra las mujeres: explotación sexual, reproductiva y laboral; los roles y estereotipos de género; y todas las formas de mercantilización de las mujeres.
  5. Garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas.
  6. Blindar la categoría jurídica ‘sexo’ –que es donde se construyen los derechos de las mujeres y las niñas– y se deroguen todas las leyes que permiten a los varones autodeterminarse ‘mujeres registrales’.
  7. Garantizar la paridad en los puestos y cargos de representación política y los órganos de decisión de los niveles más altos del sector empresarial.

El tiempo de las mujeres es ahora

El legado del sufragismo no consiste sólo en el derecho al voto y a ser elegibles para representar cargos públicos; sino en la construcción de una democracia sustantiva e igualitaria, donde las mujeres tengan el reconocimiento a la misma dignidad y humanidad que los hombres y, por tanto, tengamos de los mismos derechos, libertades y responsabilidades, que suponen el disfrute al derecho a vivir una vida libre de violencia. Es en esto en lo que consiste precisamente el feminismo: en reconocer la misma humanidad y dignidad de mujeres y hombres.

Las actuales líderesas políticas tienen la responsabilidad histórica de honrar este legado feminista gracias al cual hoy día ejercen el poder. Todos los derechos que tienen, se los deben al feminismo y a las feministas que los conquistaron. Por lo que es de justicia que sean leales y usen su mandato para preservar los derechos de las mujeres y las niñas.

Enhorabuena Presidenta de México, con la esperanza de que cumpla su promesa de que «es tiempo de transformación, es tiempo de mujeres«.

25N: La violencia consentida

 tribunafeminista.org

Amparo Mañes

Amparo Mañes

Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género

Cada 25N vuelve el regusto amargo de tener que conmemorar una cifra de asesinadas que no para de crecer desde que hay recuentos. De la que sabemos que no es más que la punta del iceberg de una enorme violencia sobre cientos de miles, millones de mujeres, a las que cada día se les exige que carguen solas con las responsabilidades de cuidados y domésticas, se las controla hasta la asfixia, se las machaca psicológicamente despreciándolas, insultándolas, ninguneándolas, triturando su autoestima. Se las golpea y se las viola. El final de este ciclo mortal es el asesinato, sí. Y no pocas veces, les precede el de sus hijas o hijos, convertidos en instrumento para incrementar su sufrimiento.

Pero los asesinatos de mujeres o de sus hijas e hijos apenas estremecen. Quizá a su entorno más cercano, pero nada más. El tuit político de rigor, el minuto de silencio, el luto municipal… y a otra cosa. El goteo es lo que tiene. Que te acostumbras y ya casi dejas de oírlo. Y si no se “oyen” los asesinatos, ¿por qué nos va a conmover el maltrato?

Quizá una sociedad más civilizada, al menos, podría pagar con su desprecio a los varones maltratadores y asesinos. Pero lo cierto es que, en realidad, lo que queda es el desprecio hacia esas mujeres: por ser “débiles”, por no hacerse respetar, por no saber manejar la situación, por ser incapaces de parar la violencia, por no separarse del agresor. No importa que, para entonces, esas mujeres machacadas crean que no tienen dónde ir, ni cómo hacerlo, ni a quién acudir. La sociedad prepara a las mujeres para ser víctimas y cuando están heridas casi de muerte, se les echa en cara que no se defiendan. Aunque tampoco importa mucho que lo intenten, porque si toman la decisión de separarse de su maltratador, lo único que conseguirían es que se incremente sustancialmente el peligro de ser asesinadas ante la pasividad -a veces la complicidad- de las instituciones obligadas a protegerla.

No es casual esta reacción de desprecio tan paradójica en la que el asesino o violento sale de la ecuación -incluso era un buen vecino- y se pone el acento en su víctima. Y es que ese desprecio es funcional al sistema: la víctima no solo recibe la violencia, sino que se avergüenza de ella. Y lo último que quiere es ser, además, despreciada, así es que calla, así es que “consiente”.

Por otra parte, a muchas mujeres se las prostituye en agobiantes cuartos cerrados, en callejones oscuros, por apenas unos euros. Pero también en pisos y hoteles más o menos lujosos. También se las prostituye delante de una cámara en estudios de grabación más o menos sórdidos, para que millones y millones de hombres compensen sus miserias excitándose pornográficamente viéndolas sufrir, ser humilladas, azotadas, asfixiadas, penetradas por todos sus agujeros corporales… y no por uno, sino mejor, por varios hombres a la vez. Enseñando a niños y adolescentes quién manda en el sexo Y EN TODO, mostrándoles lo que las mujeres merecen y deben esperar de ellos: nada más que violencia, desprecio y humillación. Al tiempo que, a las adolescentes y las mujeres se las adiestra para que acepten toda esa violencia que reciben como si fuera lo natural, como si nada más pudieran esperar ni exigir de los varones. Como si fuera aceptable lo inaceptable. Como si pudiera caber el consentimiento.

La cantera de la que se extrae a las mujeres prostituidas, sea en la intimidad o bajo los focos, es la pobreza, el engaño y/o el abuso sexual previo. Esa es la auténtica llave de su consentimiento. Podría pensarse que son mujeres que lo que hubieran necesitado es salir de la pobreza, recibir apoyo social, o que hubieran podido denunciar a sus asquerosos violadores pederastas para que la justicia les castigara con la contundencia que su crimen merece. Pero la solución que la sociedad es capaz de ofrecerles es la violencia y la violación de pago: en lugar de ponerles pan, les ofrecen poner un pene en su boca, abofetearlas, escupirlas, humillarlas.

Eso sí, para tranquilizar conciencias, los progres posmodernos le llaman trabajo libremente elegido. Saben de sobra, que, como los trabajos miserables, no son libremente elegidos. Y saben de sobra que ni es trabajo ni es digno. Y no me refiero a la dignidad de las mujeres que claro que la tienen, especialmente porque todas querrían poder salir de esa salvaje explotación. Me refiero a la indignidad de los puteros y los proxenetas.

Pues bien, cuando pensábamos que todo lo que puede explotarse sexual y reproductivamente de una mujer estaba ya inventado, descubrimos, gracias a una tecnología siempre al servicio de los varones, que también pueden comercializarse nuestras capacidades reproductivas. Y convertir en cierto lo que siempre ha creído, pero sobre todo querido, el grupo de los varones: Que el sagrado derecho de paternidad, si quieren ejercerlo, les autoriza también a trocear a las mujeres, a ellas sí, para cosificarlas como “donantes” de óvulos o como “altruistas personas de alquiler”.

En lo que se refiere a las vendedoras (que no donantes) de óvulos, se busca a chicas jóvenes y de adecuadas cualidades físicas y psíquicas, pero pobres. Pero de una pobreza “fabricada” en el primer mundo. Un mundo en el que, si no tienes dinero para comprar el móvil de última generación, eres una pringada. O chicas a las que un derrotado estado del bienestar les obliga a pagar el alquiler de la vivienda, o la matrícula de la universidad por este medio. No busquen demasiada investigación sobre los efectos dañinos de esa técnica a corto, medio y largo plazo. Los escasos estudios que sí se han realizado, muestran que estos efectos ni son pequeños ni exentos de peligro para la fertilidad y, en algunos casos, para la vida de esas chicas ¿Qué importa? De todas ellas se dirá que consintieron.

A las “altruistas personas de alquiler”, se las busca -en cambio y, sobre todo- en el tercer mundo. Porque poco importa qué mujer, convertida en incubadora humana, albergue ese semen, ni cuanta miseria le haya llevado a consentir un embarazo para otros. Basta con que los buitres reproductivos organicen el negocio y exploten la miseria de esas mujeres en algunos de esos países. Y cuando un Estado ya no puede seguir negando o ignorando la vergüenza de que sus mujeres deban someterse a esa infame explotación reproductiva y la prohíben, no pasa nada. Siempre hay nuevos países donde buscar cantera y montar un nuevo chiringuito. Las criaturas así gestadas son arrancadas del seno materno para convertirse en objetos de una macabra compra-venta porque nacen de una maternidad troceada, fruto de un sucio negocio, y con padres de los que nadie se ha preocupado por su idoneidad (nadie que compre seres humanos debería ser padre o madre idóneo), ni de otros fines delictivos que pudiera tener la compra.

El punto en común de todas esas violencias es que dejan un inmenso dolor en un grupo humano y solo en uno, de los únicos dos que integran la humanidad: en el de las mujeres, por el hecho, al parecer delictivo, de haber nacido mujeres.

Pero ahora asistimos con perplejidad al más reciente ejercicio de dominio patriarcal: decirnos a las mujeres que no somos quienes para identificarnos como grupo. Que ese poder les pertenece también a ellos. Que los hombres pueden ser mujeres y, no solo eso, que lo importante del grupo de las mujeres son los hombres que lo habiten, que su “derecho” a ser mujeres es prioritario frente a cualquiera de los nuestros. Que su discriminación es mucho peor que nuestra opresión. Que, para no ofenderles, debemos negarnos y borrarnos. Porque nos dicen que “las mujeres trans son mujeres”, pero las mujeres, no: Las oprimidas y despreciadas mujeres somos gestantes, procreadoras, cismujeres… pero no mujeres.

Esa es la más reciente violencia patriarcal. Y como en las demás violencias masculinas, se reclama de las mujeres que la aceptemos diciendo que sí, que tienen toda la razón “como siempre”. Que los varones pueden ser mujeres con solo desearlo, incluso las más auténticas, las mejores (“la mejor mujer, un varón). O, al menos, que nos callemos, que guardemos silencio, que no podamos decir que no. En una palabra, nos piden que consintamos esta nueva realidad patriarcal.

Decía antes que las violencias relatadas en este artículo tenían un punto en común: que nos son infligidas por los varones debido a nuestro sexo. Pero ¿saben? hay otro punto en común en las relaciones entre varones y mujeres: Que, cuando se habla de consentimiento, se habla de las mujeres. Porque los hombres no consienten, proponen, cuando no ordenan.

Pues va a ser que no. El 25N hay que dejar muy claro que no consentimos ninguna de las violencias patriarcales que se ejercen contra nosotras, las mujeres. Las sufrimos, las rechazamos y las denunciamos en nombre de las que no pueden correr el riesgo o de hacerlo, o ya ni siquiera pueden por haber sido asesinadas. Por eso nos veremos en las calles las desobedientes, las despiertas de verdad, no las falsas “woke” adoctrinadas. Las que no nos callamos, las que decimos NO. Las que estamos hartas de sentir vergüenza por una violencia que no es nuestra ¡Qué la vergüenza cambie de bando! (gracias, Gisèle Pélicot). LAS QUE ESTAMOS HARTAS DEL CONSENTIMIENTO PARA JUSTIFICAR LA VIOLENCIA DE LOS VARONES.

Por todas estas razones y tantas otras que no cabrían en ningún artículo, este 25N, en el que nos siguen asesinando física y simbólicamente, os necesitamos a todas. ¡Despertad, mujeres! Nos vemos en las calles porque, juntas, haremos historia.

Valencia, 24 de noviembre de 2024

Misoginia en línea: más cosificación y ciberacoso hacia las mujeres que nunca

 Este es un artículo de opinión de Águeda Gómez Suárez, del Departamento de Sociología, Ciencia Política y de la Administración y Filosofía de la española Universidad de Vigo.

Imagen: Antonio Guillem / Shutterstock

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, este lunes 25, es importante analizar cómo opera la “política sexual” de las Big Tech, las grandes tecnológicas, y la expansión imparable de la misoginia digital, una de las amenazas más urgentes del entorno en línea.

La paradoja es evidente: estos espacios, diseñados inicialmente para democratizar el diálogo y fomentar la comunidad, se han convertido también canales para una toxicidad contra las mujeres cada vez más sofisticada.

Grandes titanes tecnológicos operan bajo modelos que maximizan las interacciones y las ganancias, colisionando con conceptos, principios, valores y procedimientos democráticos.

Como resultado, el ecosistema virtual se ha transformado en un espacio marcado por una semiótica sexista y misógina omnipresente que permea la cultura globalizada dominante y facilita la reproducción de estereotipos sexistas, con efectos perjudiciales para las mujeres.

Investigaciones recientes han documentado la magnitud del problema: un estudio reciente en el que se analizaron 349 500 fotos de Google View reveló cómo estos prejuicios se reflejan en las imágenes mostradas en este espacio virtual, que reflejan un importante sesgo de género.

En cuanto al ciberacoso y la objetivación femenina, estudios indican que 60  % de las jóvenes en todo el mundo han sufrido ciberacoso, y en España esta cifra asciende a 80 %.

Plataformas como OnlyFans han reforzado un sistema de objetivación de las mujeres, con 97 % de cuerpos femeninos mostrados – 97 % de las creadoras de contenidos en OnlyFans son mujeres y solo 3 % son hombres–.

Un estudio realizado por Sensity AI en 2020 encontró que 97 % de las imágenes deepfake (manipuladas) eran de mujeres y niñas. Hay 700 millones de páginas web porno, 3500 millones de visitas al mes en Pornhub, y 99 % de las víctimas de vídeos pornográficos deepfake son mujeres.

Recientemente, en 70 % de las escuelas de Corea del Sur se detectaron grupos de alumnos Telegram que realizaban deepfakes sexuales con fotos de sus compañeras. En Portugal se ha detectado un chat de Telegram donde 70 000 hombres intercambian fotos de carácter sexual de mujeres de su entorno.

En efecto, el uso de inteligencia artificial ha abierto una nueva frontera para el abuso digital. La ONU ha alertado sobre el incremento de imágenes generadas por IA que simulan abusos sxuales infantiles.

Esta realidad es parte de una desigualdad estructural más amplia en el ámbito tecnológico, donde las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), así como en inteligencia artificial, con solo 22 % de presencia en IA y 29 % en investigación y desarrollo, impactando directamente en el desarrollo de tecnologías y en la cultura resultante.

La misoginia digital se está convirtiendo en un arma de desestabilización social. La normalización de discursos hostiles hacia las mujeres es una amenaza tangible para la seguridad global. Y en la medida en que los gigantes tecnológicos continúen beneficiándose económicamente de la viralidad de estos mensajes, la situación parece lejos de mejorar.

Este “capitalismo de desastre” está erosionando la cohesión social y la calidad de las democracias.

La responsabilidad de la ‘enshittification’

El fenómeno de la enshittification (mierdificación) como lo llama el periodista canadiense Cory Doctorow, es un ciclo en el que los servicios en línea, en lugar de mejorar, experimentan una degradación progresiva de su calidad. En este caso, se puede concluir que asistimos a una imparable enshittification misógina del ecosistema digital.

El daño es profundo y duradero. En términos de bienestar, se ha encontrado que las personas con acceso a internet están 8 % más satisfechas con sus vidas que aquellas que no lo tienen, salvo en el caso de las mujeres de entre 15 y 24 años, quienes experimentan una situación diferente.

Paralelamente, estamos siendo testigos de un fenómeno de fanatismo pospolítico donde la viralidad de la misoginia se ve amplificada por la alianza entre las administraciones políticas autoritarias y antidemocráticas y los líderes de grandes corporaciones tecnológicas, que utilizan su poder para erosionar,los derechos de las mujeres a nivel global.

La pregunta que surge es: ¿qué medidas podemos tomar para frenar esta amenaza en expansión? Es urgente que tanto gobiernos como ciudadanía tomen conciencia de esta situación y actúen para proteger los derechos humanos, expropiando el espacio digital de utilidad pública.

Las plataformas digitales deben asumir su responsabilidad en la creación de espacios seguros y respetuosos. Sin embargo, el problema va más allá de la tecnología: requiere de políticas globales y un compromiso colectivo para erradicar la misoginia y construir un futuro digital más compasivo, humano y justo.The Conversation

Águeda Gómez Suárez, Área de Sociología Departamento de Sociología, Ciencia Política y de la Administración y Filosofía, Universidade de Vigo

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

La violencia contra las mujeres no perdona a algún país en todos los continentes

  .-Amber Morley (D), concejala de la ciudad de Toronto, la mayor y más poblada de Canadá, habla con IPS sobre la violencia contra las mujeres y los esfuerzos para combatirla. Imagen: IPS


TORONTO, Canadá – A pesar de las 1583 medidas legislativas adoptadas en 193 países, la violencia contra las mujeres no ha sido erradicada, ni siquiera atenuada en ninguna parte del mundo, donde cada 10 minutos muere una mujer es asesinada por su condición de género.

Cada 25 de noviembre, el mundo celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El lema de este año es ¡Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas! con la etiqueta #Nohayexcusa. La fecha abre 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres, que concluye el 10 de diciembre, cuando se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Según datos de ONU Mujeres, «se estima que 736 millones de mujeres -casi una de cada tres- han sido objeto de violencia física y/o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida».

IPS se reunió con Amber Morley, concejala de Toronto, la mayor y más poblada ciudad de Canadá, donde la violencia de género y la violencia de pareja fueron declaradas epidemia el año pasado. Morley opina que esos temas ya no son tabú para esconderlos bajo la alfombra o mantenerlos en el armario.

«Ya sea por ignorancia voluntaria o por vergüenza y estigma, históricamente no hemos tenido un espacio real para mantener conversaciones reales sobre el impacto de estos comportamientos nocivos», afirmó.

Morley añadió: «Ahora, nos encontramos en un momento en el que estamos teniendo la conversación y por fin tenemos espacio para escuchar a los supervivientes y a las víctimas y para crear estructuras más solidarias en nuestra sociedad que permitan a las personas superar esos traumas y retos intergeneracionales».
Una carga universal

Se trata de un problema generalizado que no discrimina entre culturas, etnias,niveles educativos y económicos, lenguas o geografías. Es probable que se haya encontrado con una víctima en su familia, entre sus parientes, amigos, compañeros de trabajo o desconocidos. Dos tercios (65 %) de los canadienses conocen a una mujer que ha sufrido malos tratos físicos, sexuales o emocionales.

Se trata de un problema enrevesado y muy arraigado que no solo está presente en el Sur global, sino también en el mundo desarrollado.

«Por desgracia, yo he sido una persona expuesta a la violencia de pareja en mi propia familia. Sé que es el caso de mis dos padres, que vivieron estas experiencias de jóvenes», afirmó Morley. «Eso deja huella y realmente nos da cosas que considerar y contemplar a medida que crecemos en nuestro propio viaje, nuestra propia edad adulta y nuestras relaciones», añadió.

En épocas anteriores, apenas se hablaba abiertamente de este asunto, sobre todo entre las víctimas.

Pero ahora las cosas han cambiado. «Tenemos la oportunidad, al menos, de empezar a abordar el comportamiento e intentar, esperemos, concienciar a la sociedad en general», dijo Morley. «Cuando ves que se responsabiliza a la gente, eso da confianza a las víctimas para curarse y superarse, en lugar de perpetuar estos ciclos», añadió.
El papel de la policía y un cambio claro

Los primeros intervinientes ante una situación de violencia, incluida la policía, desempeñan un papel decisivo a la hora de abordar la violencia de género y el maltrato doméstico mediante una formación especial para apoyar a las supervivientes de este tipo de violencia. Como lideresa comunitaria y designada por el alcalde en el Consejo de Servicios Policiales de Toronto, Morley comprende muy bien este hecho.

«Tenemos varias divisiones, departamentos y organismos diferentes que trabajan en apoyo de nuestro mandato y nuestros objetivos. La policía de Toronto colabora muy bien con el Ayuntamiento de Toronto en lo que respecta a nuestros principios de seguridad. Tienen servicios de atención a las víctimas, y hacen un seguimiento del número de denuncias que llegan a través de la cartografía y el análisis intencional», contó.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Morley también reconoce que, a pesar de los asombrosos índices anunciados de violencia en la pareja, hay muchas cosas que no se denuncian.

Por mucho que aprecie la Constitución canadiense, los principios democráticos, los derechos y las libertades, considera que estos sistemas son frágiles y requieren «un buen liderazgo, responsabilidad y diversas perspectivas para seguir evolucionando de una buena manera y ser reflexivos y receptivos a las necesidades reales que tiene la gente».

«Hemos visto recientemente en los medios de comunicación canadienses que los maltratadores, maltratadores en serie en algunos casos, tienen por fin su día en los tribunales muchos años después. Las víctimas por fin pueden denunciar. Y hay un ambiente de apoyo y de creerles», detalló Morley.

«En nuestras instituciones y organismos estamos cambiando hacia un espacio mejor en el que las personas rinden cuentas. Nos alejamos de esa idea de ‘los chicos serán chicos’ que creo que ha sido muy perjudicial a lo largo de los años», añadió.
Concienciación y escolarización

Saber y hacer son dos cosas distintas. Sin embargo, difundir el conocimiento entre los individuos a una edad temprana podría actuar como un amortiguador contra la agresión y la violencia cuando no se tiene en cuenta la salud mental.

Morley cree que hay que «educar a nuestros niños y niñas sobre lo que significa ser capaz de regular tus emociones y regularnos a nosotros mismos como personas cuando nos sentimos provocados o alterados. Al menos según mi experiencia, cuando la gente no tiene las herramientas para regularse o superar situaciones difíciles, es cuando la violencia se intensifica».

«¿Cómo podemos centrarnos mejor en educar a los niños para que tengan poder, se traten a sí mismos con amabilidad y, con suerte, traten a los demás de la misma manera? Creo que todo se reduce a estas cosas fundamentales», adujo.
También pérdidas económicas

Se han estudiado e investigado exhaustivamente innumerables repercusiones de la violencia contra las mujeres, incluidos los perjuicios económicos.

Morley menciona que los empresarios canadienses, por ejemplo, pierden 77,9 millones de dólares anuales debido a las repercusiones directas e indirectas de la violencia doméstica.

Entre las soluciones, propone que el primer paso sea crear entornos más protectores para las víctimas de la violencia doméstica y eliminar parte de la vergüenza que supone revelarla y denunciarla.

«Ahí es donde todos deberíamos centrar realmente nuestra atención y hacer que los empresarios y la gente participen en esa conversación para determinar cómo podemos contribuir todos a crear un entorno más seguro y solidario para las personas que son víctimas», planteó la concejala de Toronto.

La elección de las palabras podría mover la aguja en la dirección deseada, influyendo en el problema y replanteando los ángulos de la solución. Morley nos invita a replantearnos los datos como índices de bienestar comunitario en lugar de indicadores de delincuencia.

«El bienestar de la comunidad no es solo la ausencia de delincuencia, encerrar a los malos, sino crear entornos sanos para que la gente prospere, crezca y esté bien. Todos tenemos un papel que desempeñar en ello», consideró Morley.

Por ejemplo, dijo, «en nuestra comunidad tenemos Women’s Habitat, una organización que atiende a personas afectadas por la violencia de pareja. Forman parte de la red de personas que se están conectando a través de diferentes organizaciones y en apoyo con la ciudad para ayudarnos a levantar un mejor camino hacia adelante».

Estado mexicano debe erradicar causas estructurales de la violencia contra mujeres: Amnistía Internacional

 

“En el marco del nuevo gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, hacemos propicia la ocasión para invitarla a que dé contenido y sentido a su frase: “llegamos todas” –dicha en su toma de posesión–, mediante la adopción de medidas que permitan la efectiva aplicación de la reforma constitucional en materia de igualdad sustantiva recién aprobada por el Poder Legislativo, para que no se quede en el papel”.

Edith Olivares Ferreto, Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional, sección mexicana.

Como cada año, una contingenta de Amnistía Internacional se sumó a las cientos de colectivas de mujeres que participarán en la marcha conmemorativa del 25N, evento en el que hicieron un llamado a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, para que se concluyan los trámites que formalicen jurídicamente, y de manera definitiva, a la Glorieta de las Mujeres que Luchan.

La misma Olivares Ferreto, recordó que “el intenso e incansable trabajo de diversas colectivas de mujeres impulsó en México la creación –a lo largo de más de tres décadas– de un robusto andamiaje legal e institucional para tutelar los derechos de las mujeres. Sin embargo, advirtió que éste no opera de manera adecuada porque el Estado no ha invertido en la infraestructura, los presupuestos, ni en el personal adecuado.

“Para atacar de raíz los factores estructurales que impiden el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres, sería ideal que el nuevo gobierno dé cabal cumplimiento a las recomendaciones que el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ha hecho al Estado mexicano, y a las que se le han realizado en el marco del Examen Periódico Universal (EPU), el último de los cuales tuvo lugar en enero de 2024”.

Edith Olivares Ferreto

También recordó que la deuda de México con las mujeres «es inmensa», y el Estado mexicano sigue quedando corto en su obligación de garantizar derechos fundamentales como la vida y la justicia, porque cada da día, diez mujeres son asesinadas en promedio; de estos, al menos una tercera parte son investigados como feminicidios, y la mayoría queda en la impunidad.

A esto se suma la violencia que enfrentan las mujeres buscadoras, quienes además de cargar con la ausencia de sus seres queridos, enfrentan agresiones, estigmatización y falta de apoyo estatal en su búsqueda. El aborto sigue siendo un derecho escatimado, afectando la salud de miles de mujeres, incluidas niñas víctimas de violencia sexual.

Los pendientes son muchos, y urge que este nuevo gobierno tome medidas concretas para consolidar los derechos de las mujeres, tan largamente postergados”, afirmó Edith Olivares Ferreto.

Tareas imprescindibles

Las cifras de asesinatos de mujeres en México siguen siendo altas, en 2020 se registraron:

20203 mil 957
20214 mil 002
20223 mil 928
20233 mil 578

Por lo que más allá de la discusión de si han bajado las cifras o no, el tema debe centrarse en que las políticas públicas puestas en práctica hasta el momento no son efectivas para disminuir los asesinatos y garantizar la vida de las mujeres en México.

Desde Amnistía Internacional, advirtieron que las violencias contra las mujeres son reflejo de un sistema de opresión y que los cambios que se requieren son de fondo, por eso, para este organismo es imprescindible poner el acento, como lo establecen las recomendaciones de la CEDAW, en la prevención de las violencias con políticas articuladas, empezando por la parte educativa, para atacar de raíz las actitudes machistas -–cuya expresión máxima se refleja en las agresiones y asesinatos de mujeres–, que están profundamente enraizadas en la idiosincracia mexicana.

Insistieron en erradicar la impunidad que persiste en las investigaciones de los feminicidios, al detallar que la sanción en éstos debe ser eficiente y para ello dijeron que hay que poner especial atención al trabajo de las fiscalías.

En el informe Juicio a la Justicia, Amnistía Internacional documentó las ineficiencias en que incurren éstas y que impiden el acceso a la verdad, la justicia, la reparación del daño y a las garantías de no repetición para las familias de las víctimas.

En dicho informe se destaca la necesidad de que las fiscalías cuenten con personal calificado; capacitación permanente y adecuada; infraestructura necesaria para efectuar su trabajo y presupuestos suficientes. De lo contrario, advirtieron, persistirá la impunidad y con ello el mensaje de que no habrá ninguna consecuencia por violentar una mujer en este país.

Mujeres del Cefereso Morelos llevan una vida de horror; 28 han fallecido desde 2016

 

Desde 2016, el Colectivo Artículo 20 ha registrado la muerte de 28 mujeres privadas de su libertad en el Cefereso 16, la única cárcel federal femenil en el país. ¿Qué está pasando? Las mujeres viven en condiciones de falta de atención médica, hacinamientos, alimentos descompuestos y desinterés en atender su salud mental; además, decenas están en un centro federal pese a ser procesadas por delitos del fuero común, y en Morelos, lejos de sus estados de origen.

Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- Viridiana Molina estuvo privada de su libertad en el Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) 16, ubicado en Coatlán del Río, Morelos, por delitos que no cometió. Fue detenida el 22 de agosto de 2014 por elementos de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), quienes la golpearon y torturaron. La acusaron de delincuencia organizada y de operaciones con recursos de procedencia ilícita por haber sido pareja de un hombre que sí los cometió.

Esto pasó en la Ciudad de México, pero por tratarse de delitos del fuero federal, fue trasladada al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No. 4 de Tepic, Nayarit, y después al Cefereso 16. Luego de luchar por su libertad, en 2019 la absolvieron, pero en junio de 2020, la Fiscalía General de la República (FGR) impugnó la resolución y solicitó una nueva orden de aprehensión con el argumento de que era cómplice “por ser la pareja del hombre acusado”.

Su caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el 16 de marzo de 2022 la Primera Sala ordenó juzgarlo con perspectiva de género; hace unos meses, en agosto de 2024, se ratificó la absolución de Viridiana.

Cuando recuperó su libertad, Viri fundó el Colectivo Artículo 20 para visibilizar las muertes de mujeres que han ocurrido dentro del Centro Federal, así como las condiciones en que viven y la violencia que también impacta a las familias. Solo en noviembre, dos mujeres presuntamente se suicidaron al interior del penal, con lo que suman 19 casos en los últimos tres años y 28 desde su apertura en 2016.

“La situación en el Cefereso 16 ha ido incrementando. Nosotras tenemos un registro desde el 2016, desde que estábamos privadas de la libertad hasta ahorita, de 28 mujeres que han fallecido y estamos hablando de mujeres que murieron por negligencia médica y casos donde las autoridades han estado cerrando sus carpetas”, comentó en entrevista con SinEmbargo, Viridiana Molina.

La activista explicó que quienes están muriendo al interior del Cefereso 16 son mujeres, por ejemplo, que llevan 10 años privadas de su libertad y se les diagnosticó colitis cuando en realidad tenían cáncer. U otra compañera, “tenía solamente un riñón y no hicieron nada, ¿qué pasó? Se pudrió por dentro, es decir, no hay seguimiento a la salud, ni física ni mental, de las mujeres presas”.
cefereso morelos

El Centro Federal de Readaptación 13. Foto: Arturo Pérez Alfonso, Cuartoscuro.

La primera muerte en el Cefereso 16 fue en 2016, la señora Molina padecía diabetes y en el penal no le administraron la insulina que necesitaba: “a todas y cada una de ellas se les tiene que recordar porque mujeres que fallecieron en custodia”.

LA INTOXICACIÓN MASIVA EN EL CEFERESO 16

Antes de 2022 poco se sabía de lo que ocurría en el Cefereso 16, pero el 29 de septiembre de ese año se dio a conocer que más de 400 mujeres privadas de la libertad sufrieron una fuerte intoxicación, dos días después de que el Gobierno federal decidió trasladar, sin previo aviso y de manera irregular, a mujeres que estaban en centros penitenciarios estatales, separándolas de sus familias.

Las mujeres intoxicadas no recibieron la atención médica adecuada y por esta situación, en marzo de 2023, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 59/2023 por violaciones al derecho a la alimentación, protección a la salud y al trato digno en agravio de 404 mujeres dentro del penal porque constató que solo estaban adscritos un médico y cuatro enfermeras pero ese día “no había personal médico alguno” ni medicamentos.

Así, comenzaron los traslados.

En enero de 2022 había 781 mujeres y para mayo de 2023 se llegó a mil 224, es decir, que en poco más de un año, casi 500 mujeres ingresaron al Cefereso 16 pero ni la cárcel ni ellas estaban preparadas y esto, según la CNDH, el Instituto Federal de Defensoría Pública y las propias mujeres internas, sería la principal causa de las muertes que comenzaron a aumentar desde entonces.

Los traslados carcelarios deben ser algo excepcional, reservados para casos de delincuencia organizada, de seguridad del centro o de salud para la persona privada de libertad. Las personas privadas de su libertad tienen el derecho de pasar su proceso y sentencia en la cárcel más cercana a su domicilio pero lo que ocurre en el Cefereso 16 no es así.

Según datos de la CNDH, 80 por ciento de los traslados en dicho centro no estaban motivados por ninguno de estos supuestos, lo que “podría poner en riesgo la integridad de las mujeres privadas de libertad”, dice su informe especial de enero de 2023.

Llegaron mujeres de centros penitenciarios estatales de Sonora, Michoacán, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas y Zacatecas, acusadas de delitos del fuero común. De las 11 mujeres que murieron en 2023 dentro del Centro de Morelos, las 11 habían sido trasladadas de otros penales.

“La gente nada más dice ‘están muriendo’, pero detrás de esto están los traslados que hicieron que, aparte de ser ilegales, las ingresaron al Cefereso sin sus expedientes clínicos y no se les dio medicamento. Algunas tenían cáncer o necesitaban su medicamento para la presión, otras no estaban ni diagnosticadas”.

“Yo les dije, antes de que se concretaran los traslados, que esto de llevar a mujeres del fuero común al 16 (el Cefereso de Morelos) iba a acabar en muertes por psicosis. En un centro federal se vive un régimen 7 por 24, estábamos acostumbradas todo el tiempo a estar encerradas porque así nos tenían, como estar en un campo de concentración: cabeza abajo, manos atrás y pegada a la pared pero las que llegaron de centro estatales llegaron de un lugar donde tiene teléfono, donde se mueve dinero, entonces no era lo mismo y justo se les dijo que esto terminaría en muertes de compañeras”, comentó Molina.
prision mujeres
Penal de Santa Martha. Foto: Cuartoscuro

Una cárcel federal es restrictiva. Las mujeres presas están 23 horas al día dentro de la celda, las llamadas están limitadas a una a la semana, de máximo 10 minutos con visitas cada 11 días, con vigilancia en todo momento.

Ahí conviven perfiles como Rosalinda González Valencia, alias "La Jefa", esposa del Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, así como mujeres que desde las prisiones estatales mantenían a su familia o, como Viridiana, presas por delitos que no cometieron, incluso sin sentencia.

Viridiana Molina destaca el problema que significa que el fuero común y federal están juntos: desestabilización.

“No pueden estar ahí mujeres del fuero común porque desestabilizan al fuero federal y una de las cosas que detonaron los suicidios fueron la codependencia de las mismas compañeras que no tienen familia cerca, ellas estaban acostumbradas a otra cosa y estamos hablando lento porque si el fuero común se rebela va a haber un motín, son 28 mujeres que han fallecido”.

En el Cefereso 16 hay, al cierre de octubre de 2024, 967 mujeres, de las cuales 558 no tienen sentencia, según el cuaderno de estadística penitenciaria de octubre de la Secretaría de Seguridad. Es decir, que pese a que no se ha comprobado su responsabilidad, son obligadas a seguir su proceso judicial en una prisión de alta seguridad.

ENCERRADAS EN EL INFIERNO

Pero no sólo es el régimen de un centro federal o los traslados masivos de mujeres al 16 en Morelos. También influyen las condiciones en las que viven (sobreviven) las mujeres privadas de su libertad y que han sido documentadas por la CNDH, la Defensoría Pública Federal y organizaciones como Artículo 20 y CEA Justicia.

Las internas no tienen posibilidad de trabajar dignamente, no hay servicios de salud que respondan a sus necesidades y carecen de actividades de capacitación, deportivas, educativas, culturales o recreativas.

“Un ejemplo. Una mujer fue trasladada de manera arbitraria y desde que llegó, por dos años, no tuvo acceso a su tratamiento médico adecuado y eso también puede considerarse una forma de tortura porque estás generando omisión y negación de darles estos servicios, que se ha dificultado por el aumento de las personas que han entrado”, dijo en entrevista Ana María del Valle de CEA Justicia.

Lo anterior sin contar que las mujeres no pueden ver a sus hijos menores de edad y que las visitas familiares son pocas por lo costoso y, si llegan al Cefereso, hay muchos filtros de seguridad por ser una prisión de máxima seguridad.

Y en todo este contexto es que suceden las afectaciones de salud mental: “no es un tema aislado la grave situación de salud mental que existe sino que tiene que ver con toda esta serie de factores que viven las mujeres, es multifactorial lo de los llamados suicidios”.
Penal de Santa Martha Acatitla. Foto: Cuartoscuro.

Las mujeres privadas de su libertad en el Cefereso 16 llaman “carcelazo” a la sensación de desesperación, desesperanza y zozobra:

“Es la desesperación, como que sientes una zozobra en el estómago que dices ya, ya quiero que acabe pero en realidad no sientes dolor, es como si sintieras una asfixia, ya no aguanto, ya no quiero estar aquí, ya quiero salir y ahí es cuando puedes llegar al límite de la misma locura”, mencionó Viridiana.

Lo que queda, porque el funcionamiento del Centro de Morelos tiene contrato por otros 12 años, es retornar a penales estatales a las mujeres procesadas por delitos del fuero común, cerca de sus lugares de origen y sus familias. Así como esclarecer todas y cada una de las muertes que siguen ocurriendo.

Nancy Gómez

Nancy Gómez es reportera especializada en periodismo judicial, de datos, derechos humanos y género. Egresada de la FCPyS de la UNAM.