Publicado el Martes, 03 Septiembre 2013 22:53
Del
25 al 31 de agosto, 1.600 mujeres de 48 países estuvieron reunidas e
São Paulo, Brasil para debatir sobre la trayectoria y las estrategias
del feminismo frente a la ofensiva conservadora, durante el 9º Encontro
Internacional de la Marcha Mundial de la Mujeres. Realizado por
primera vez en Brasil, el evento cerró con el mandato brasileño del
Secretariado Internacional de MMM y la elección de la próxima gestión
que ahora será la MMM de Mozambique. Las militantes también comenzaron
a organizar la 4ª Acción Internacional de la Marcha Mundial de las
Mujeres, que se realizará en 2015. Las acciones internacionales de la
Marcha son realizadas cada 5 años.
Después de una semana
de intensas actividades y discusiones políticas, la Marcha Mundial de
las Mujeres produció un documento final que pretende sintetizar el
contenido de los debates y sus principales éxitos de actuación, que
recibió el título del tema del Encontro: Feminismo em Marcha para
cambiar el Mundo. Lea a continuación.
Feminismo en Marcha para Cambiar el Mundo
Nosotras, mujeres brasileras presentes
en el 9º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres
(MMM), realizado en São Paulo, entre los días 25 y 31 de agosto de
2013, reafirmamos la resistencia, el enfrentamiento y la construcción
de alternativas al modelo patriarcal, capitalista, racista, lesbofóbico
e colonial.
La MMM construye desde el cotidiano, y
a partir de la realidad de las mujeres, una acción local conectada a la
articulación mundial en que la solidaridad es un eje estructurante.
Esta experiencia se consolidó como una fuerza mundial, actualizando el
feminismo como un proyecto para garantizar la igualdad entre todas las
mujeres, en los marcos de la construcción de una sociedade de mujeres y
hombres libres e iguales, sin discriminación de raza/etnia y con el
libre ejercicio de su sexualidad. Reconocemos que es fundamental
ennegrecer el feminismo y aprofundizar la reflexión entre patriarcado,
colonialismo y opresión étnico racial, para rescatar nuestras
ancestralidades y fortalecer la presencia de las mujeres indígenas
entre nosotras.
El capitalismo pasa por un importante
proceso de reestructuración para mantener el orden actual de
explotación y opresión, reforzado con la actual crisis mundial,
evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insustentable. Frente a
todas las crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que
significam más mercado y más concentración de renta, impuestas por
medio de un proceso violento de los Estados.
La expropriación de la naturaleza, los
ataques a los derechos y la soberanía de los pueblos, el control sobre
el cuerpo y la vida de las mujeres, el aumento de la militarización, la
criminalización y la violencia son mecanismos que sustentan la
acumulación por expoliación.
A una economía de mercado corresponde
una sociedad de mercado, con destaque para la expansión de la
mercantilización en todas las dimensiones de la vida humana. Eso se da
especialmente con la explotación del cuerpo de las mujeres, desde la
industria de la belleza, hasta el tráfico y la prostitución. Nuestro
cuerpo es constantemente controlado y regulado, a partir de patrones
morales de sexualidad –heteronormativa, fálica, lesbofóbica y enfocada
en el placer masculino– y en la maternidad.
Reafirmamos que la prostitución es
estructurante del sistema capitalista y patriarcal. Nuestra visión no
es ni liberal, ni moralista, pero reconoce el derecho de las mujeres a
vivir su sexualidad libremente. Repudiamos la cooptación del discurso
feminista “mi cuerpo me pertenece” para “mi cuerpo es mi negocio”. Por
eso, estamos contra el proyecto del Dep. Jean Wylis, que, en lugar de
contribuir para la mejora de las condiciones de vida de las
prostitutas, legaliza la sexualidade como un servicio mercantil,
refuerza el proxenetismo y profundiza la explotación de las mujeres.
Denunciamos la imposición de la maternidad como destino obligatorio de
las mujeres y reafirmamos la autonomia de decisión sobre nuestros
cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y público. Reafirmamos
nuestra visión de que la sexualidad es construída socialmente, y
defendemos la lesbiandad como fundamental para el libre ejercício de la
sexualidad sin coerción, sin estereotipos y sin relaciones de poder.
La violencia patriarcal está presente
en el cotidiano de la vida de todas las mujeres. Ella es, muchas veces,
naturalizada y legitimada, y se fortalece también con las desigualdades
de clase y raza, revelando el no reconocimento de las mujeres como
sujetos autónomos. Los datos deberian asustar, principalmente mediante
el hecho de que aún hay mucho para ser denunciado, como los estupros
colectivos y correctivos, el abuso sexual contra niñas y niños y la
impunidad en relación a un gran número de asesinatos de mujeres.
Exigimos la condena de los violadores
integrantes de la Banda New Hit, que bárbaramente violaran dos
adolescentes en Bahia, y dos violadores asesinos de Queimadas, en
Paraíba. Exigimos la aplicación plena de la Ley Maria da Penha.
En
todos los casos, denunciamos la culpabilización de las mujeres por la
violencia sufrida.
En este contexto, se intensifica la
mercantilización de los bienes comunes y el avance y control de los
territorios para el agronegocio. El avance sobre los territorios
indígenas y quilombos provoca muerte y destrucción. El pueblo
Guarani-Kaiowá en Mato Grosso do Sul ha sido víctima de homicidios en
número mayor a países en guerra. En las áreas urbanas hay un aumento de
la especulación inmobiliaria, incentivada por grandes obras
encomendadas por los megaeventos. Las corporaciones mineradoras amplian
las áreas de explotación, generando degradación de la naturaleza y
retirando las formas de sustento de las mujeres. Eso está diretamente
relacionado con el refuerzo de la militarización y de la exploración
del cuerpo y trabajo de las mujeres.
Exigimos que los recursos públicos, en
particular del BANDES, no sean destinados a las grandes empresas para
el financiamento del agronegocio, de los megaeventos y del capitalismo
verde. Denunciamos la imposición de los agrotóxicos y de las semillas
transgênicas, generando dependencia de las agricultoras y agricultores.
Somos protagonistas de la resistencia y de la defensa de nuestros
territorios, por ejemplo de las mujeres de Apodi, en lucha contra el
agro e hidronegocio, y de la afirmación de la agroecología como medio
de producción de alimentos saludables, fundamentales para la garantía
de la soberanía alimentaria.
En este modelo, el tiempo y el trabajo
de las mujeres son utilizados como un factor de ajuste. La economía de
mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no remunerado y de la
desigualdad que vivenciamos en el trabajo remunerado. Presenciamos un
aumento del conservadurismo, con la valorización del papel de las
mujeres en la família para justificar su sobrecarga de trabajo.
Construir una economía feminista y
solidaria significa alterar los patrones de (re) producción,
distribución y consumo, además de reconocer y valorizar el trabajo
doméstico y de cuidados como fundamental para la sustentabilidad de la
vida humana.
El Estado capitalista y patriarcal,
organizado a partir de una lógica androcéntrica que refuerza la
división sexual del trabajo y las formas de control sobre el cuerpo y
la sexualidad de las mujeres. El modelo de desarrollo hegemónico
funciona al servicio de las grandes empresas, expropiando los derechos
de los trabajadores y las trabajadoras, violentando a las mujeres y
teniendo en la militarización uno de sus pilares de sustentación.
Luchamos para alterar esa lógica, lo
que sólo será posible si hay voluntad política e incorporación de una
perspectiva feminista, que hoy es traducida por la agenda de
despatriarcalización del Estado. Es preciso garantizar políticas
emancipatorias construidas con base en la soberanía y en la
participación popular.
Somos solidarias con compañeras de
varias partes del mundo que tienen sus medios de vida afectados por las
empresas extrativistas, por la Vale y por la expansión del agronegócio
como el proyecto Pró-Savana, en Mozambique. Cuestionamos la presencia
militar de Brasil en miniones militares en Haiti y en la República
Democrática del Congo, así como la compra de armas y tecnología militar
a Israel. La Organización Mundial del Comércio retoma negociaciones que
refuerzan la as asimetría entre los países y la mercantilización de la
vida. El Brasil, al contrario debe promover otra integración, basada en
la redistribución, en la solidaridad y en la reciprocidad, en la que
las mujeres del mundo ya estamos construyendo a través de nuestros
movimientos.
Nuestras formas de ocupación de los
espacios públicos y políticos expresan la irreverencia y la osadía
colectiva de las mujeres. A partir de nuestros métodos, ritmos y voces,
construimos una cultura feminista contra-hegemónica, que incorpora a la
juventud en un proceso integrador de varias generaciones como parte de
un proyecto común de transformación de nuestras vidas.
Resistimos al monopolio de los medios
de comunicación, la lógica de la propiedad intelectual y al control de
los flujos de información que violan nuestra privacidad y privilegian
corporaciones transnacionales, construyendo nuestras alternativas de
producción de contenidos, lenguajes y medios de comunicación vinculados
a las luchas emancipatorias y por soberanía popular.
Afirmamos que la auto-organización de
las mujeres y nuestra estrategia de fortalecimiento como sujeto
político que construye una fuerza mundial, en alianza con los
movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista, y por una
sociedad basada en los valores de libertad, igualdad, justicia, paz y
solidariedad.
Marcha Mundial de las Mujeres
São Paulo, 31 de agosto de 2013.
Fuente original: Marcha Mundial de las Mujeres (marchamulheres.wordpress.com)